10

Enzo caminaba por los pasillos mientras miraba su teléfono; tenía llamadas perdidas de su mamá, algo que le preocupaba.
Seguía la hora libre, así que iría a casa para saber que estaba pasando.

Guardó su teléfono en su bolsillo y levantó la mirada para ver su camino, aunque lo había hecho algo tarde; había chocado con una chica haciendo que ambos cayeran sentados de golpe.

Ambos se quejaron, el albino miró a la chica y se perdió en sus gestos que le parecían demasiado lindos.

—Disculpa —la chica comenzó a recoger algunos que sus libros que traía en la mano pero que había tirado al suelo—. De verdad, lo siento.

—No hay problema —el albino se incorporó y ayudó a la chica a recoger sus cosas—.

Una vez terminado, Enzo se puso de pie y ayudó a la chica a que hiciera lo mismo. La chica sonrió mientras miraba a los ojos al albino.

—Enzo Mirt... que agradable sorpresa —puso un mechón de su cabello hacia atrás, ya que este tapaba un poco su cara—. Muchas gracias.

—No agradezcas —sonrió—. Es mi culpa por no levantar la mirada del móvil —rascó su nuca con nerviosismo—. Tú ya sabes mi nombre pero yo no.

—Me llamo Zoe —abrazó un poco sus libros—. Ya debo irme.

—Si, yo igual —se dedicaron una última mirada—. Adiós.

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