Cápitulo 7

Ojos jade

»Su mirada simulaba
las penumbras de la muerte
misma«


En mi corta carrera de periodista redactora en la editorial CorduaS, había sido testigo de muchas cosas enfrentandolas con valentía, o al menos eso decían mis compañeros de manera constante, según ellos era como si no le temiera a nada.

No obstante, solamente yo era consiente de los temores que sofocaban mi interior, aquellos que me engullían sin contemplación, que me hacían frágil. Como en aquel incidente donde casí pierdo la vida, aquel que me condujó a Hometwon.

Recuerdo perfectamente el instante en que decidí indagar sobre el caso de la bondadosa Rachel, una mujer de esbelta silueta oculta trás un vestido ancho, era sencilla y dulce. Expedía un delicado aroma a Flores y una belleza única, sin embargo, la vez que la entreviste, algo me dijo que detrás de aquella mirada había algo oscuro y siniestro.

Ella habia sido testigo del asesinato de una mujer no mayor que ella, Felicia, era su nombre. Según la policia fue una especie de secuestro y tortura que posteriormente condujo a una muerte por shock severo, el lugar del hallazgo fue una vieja casona justo al lado de la casa de Rachel, quien aseveró escuchar ruidos extraños y presa de la curiosidad se adentro en el sitio encontrandose con el cadaver de Felicia.

La policia ante los expedientes y testimonios sobre la actitud intachable optaron por confiar en la palabra de Rachel. Yo debí hacer lo mismo y sólo redactar lo que conocia, pero mi instinto me empujó a más y tropecé de lleno a una realidad perturbadora.

Aquella bondadosa mujer se escudaba trás actos nobles, para llevar a cabo el lento exterminió de una familia. Felicia y Jean Ohara junto al pequeño Chris. Al parecer la venganza nació cuando un Jean de 17 años se burló de ella en todos los aspectos humillandola y dejandola por una chica de dudosa reputación, incluso llego a casarse con la misma. Sin embargo, aquel hombre no contaba con la poca estabilidad mental que tenía Rachel y que gracias a ese matrimonio término por desatar sus celos, ira y ansias de venganza.

Interviné y desentrañe aquella olla en ebullición, llevando las pruebas que encontre con esfuerzo ante la policia, y a pesar de haber descubierto todo aquello, habia sido demasiado tarde y sólo Chris sobrevivió a la ira de Rachel.

Fue aquel día en el cual la policia dió con el paradero de Jean, luego de rogarles para que me dejasen participar en el operativo, me llevaron con restricciones pero sin importarme lo que encontraria decidí escabullirme topandomé con el cadaver de un hombre de no más de 24 años con signos de estrangulamiento y puñaladas en todo el torso, la escena era un caos de sangre fresca y el rostro del sujeto mostraba un rastro de labial en los labios, todo el mundo se movilizaba a mi alrededor, no supe el porque pero me estremecí al verlo con detenimiento, fue justo en ese momento que una lluvia de proyectiles se hizo sobre nosotros.

Aquel día la faceta más oscura de Rachel se develó ante mí, su mirada pérdida y gesto desencajado me absorvieron y fui incapaz de moverme presa de aquella mirada.

"Te esperaba... Pequeña."

Fueron las palabras entonadas de aquella mujer al apuntarme y soltar una carcajada que jamás olvidare, sentí miedo, uno tan profundo que paralizo todo en mi. La locura de Rachel era el puente de algo más oscuro, algo que preferí ignorar, enterrarlo en toneladas de exceptisismo. Aún cuando fue detenida, podía sentir sus ojos fijos en mí, brindandomé la experiencia más aterradora de mi vida.

Una que creí jamás volvería sentir...

******

Esperaba muchas cosas... y sin embargo lo que ví logró dejarme fuera de lugar.

Temblé y me abracé a mi misma ante el frío intenso que termino de inúndar el pasillo, las luces comenzaron a titubear y mi corazón se desbocaba en látidos desenfrenados. Ante mí una mujer vestida con un sencillo vestido rosa se mantenía de pie en el medio del pasillo con la cabeza gacha, su cabellera rojiza caía como cascada ocultando su rostro, en su mano derecha sostenía un cigarrillo y en la izquierda parecia llevar un objeto reluciente.

Un silencio tétrico se acentuó entre el espacio que nos separaba, parpadé y al bajar la mirada un instante lo ví; a sus pies un bulto que escurría un viscoso líquido rojo, ahogué una exclamación y el terror me heló la sangre cuando la opacidad de unos ojos color jade me observaron con fijeza y aquellos labios resecos enmarcaron una especie de sonrisa.

«¡Es ella!»

Mi fuero interno se sacudió, gritandome que corriese al interior de mi habitación. Pero cuando quisé hacerlo, en un parpadeo, ella llegó hasta mi de una manera antinatural, posandose a escasos centimetros de mi rostro, la mujer peliroja ladeo el suyo con un gesto curioso.

El sudor descendio por mi frente, y mis manos y piernas se sacudían con violencia, por dentro, mi corazón se estrellaba contra mis costillas. Sentia la garganta seca, y un nudo en la boca del estomago.

«¡Mueve! ¡Muevete!»

Creí desfallecer cuando la ví subir su mano ensangrentada hasta mi rostro, deslizando aquel objeto filoso por mi mejilla en un tenie roce. Retrocedí y caí de bruses al suelo, sin perder a de vista a la mujer, me arrastré cuando ella comenzo a acercarse. Tenía que huir, pedir ayuda pero las palabras estaban atoradas en mi garganta.

-No...- Aquel murmuro temoroso surgio mientras negaba y se transformó en una fuerte advertencia-. ¡Alejate!

Reaccioné en un grito que razgo mi garganta, cerré los ojos y cubrí mis oidos, cuando se oscurecio el pasillo unos segundos para despues darle paso a la luz que aparecio incandescente sobre mi. No obstante, me negué rotundamente a mover cualquier músculo de mi cuerpo, a enfrentar la mirada jade de aquella "cosa", aunque escuché unos pasos acercarse terminé ovillandome aún más en medio de un eco lejano.

-¡Amelia!... Por dios, ¿estas bien?

En unos segundos aquella voz adquirio fuerza, intuia quien era pero me negaba a la realidad, el miedo me había consumido.

Lo senti llegar hasta mí con pasos apresurados, aquel sujeto mi rostro entre sus cálidas manos, y pudé apreciar la intensidad de unos ojos grisáceos que resplandecian en preocupación.

-¿Dominik?

Mi voz sonaba resquebrajada, era consiente de los temblores que atravesaban mi cuerpo pero no podía detenerme.

-¿Qué le ocurrio?

Una segunda voz llegó a mis oidos, seguido unos pasos firmes que me hicieron enfocar a Capelli con su gesto estoico.

-Parece estar asustada.- Respondio el rubio examinando mi rostro, las lagrimas se pasearon mis mejillas. Dominik, dio un beso a mi frente y me abrazo, aquello fue suficiente para que me desvaneciera en sus brazos y la cálides de su corazón. -Todo esta bien ¿si?

Cerré los ojos y me aferre a él como si mi vida dependiese de ello, hasta que no pude más y me desplome en la inconsciencia.

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