Cápitulo 3
Rosas con olor a sangre
»El destino es como
un macabro juego«
Jamás pensé que el cansancio del viaje me afectaria tanto al punto de dejarme sin fuerzas para salir a investigar el pequeño incidente de la misteriosa mucama, muy por el contrario quede sumida en un profundo sueño; y sólo cuando los lijeros rayos de luz solar se asomaron por la ventana y dieron de lleno a mis ojos pude despertar de mi letargo.
Algo confusa me estiré sobre la mullida cama, buscando y encendiendo mi telefono. Enseguida el buzón mostró el número de Richy y la palabra "urgente".
Mensaje by: Richy
3:15 pm
¿Qué tal Amelia? ¿Llegaste bien?
Mensaje by: Richy
9:00 pm
¿Por qué no respondes mis llamadas?
Un bostezo involuntario salío de mis labios, mientras leía aquel mensaje; Richard estaría bastante preocupado.
«Al rato lo llamo»
Pensé dejando el celular encima de la mesita de noche. Tenía que arreglarme y comenzar a moverme si quería irme rápido de allí.
Tardé una media hora en arreglarme, unos jeans desgastados, una franelilla negra, una chaqueta de blue jean y un par de zapatos converse de color negro. Aquel día de clima fresco opté por llevar mi cabello en una coleta alta, y colocarme mis lentes, no era muy común en mi llevarlos puestos, de echo los odiaba al pensar que me hacían ver rídicula, pero si iba a escribir en el computador los necesitaria, además mi vista no era exactamente la mejor.
Dí un respiro y levante el celular justo antes de salir, le marque a Richard, tardando un par de segundos en tomar mi llamada.
-Aló... ¿Richy?-. Musité con un tono animado. Pudé percibir el suspiro de alivio de mi amigo.
-¡¡¡Por todos los cielos Lia!!!!- Reí por lo bajo. Ante su voz tan drámatica. -¿Dónde carajos estas?... ¿Por qué no contestabas, ah?... Pensé que te habías perdido, o que te habían asalto y secuestrado o peor... Que tuviste un accidente ¡Habla Mujer!
Se podía sentir el desespero y la agitación de su voz. Resistí las ganas de reirme ante lo exagerado de la situación.
-Estoy bien Richy, eres un exagerado-. Le espeté al tiempo que rodé los ojos.
-¿Qué? ¿Exagerado?-. Lo escuchaba refunfuñar.
-Si, lo eres... Además si no te conteste fue por lo cansada que estaba, me quedé profundamente dormida-. Me dirigí al espejo a darme un ultimo vistazo, y tomar un bolso con lo básico que necesitaria para el árticulo. -Mejor dime ¿cómo esta Sky?
-No da mucho que hacer.- Escuchaba el ronroneo de Sky y no pudé evitar sonreir. -Oye Lia... Hay algó que me inquieta.
-Si...-. De repente Richy quedó en silencio, su respirar acompasado y su voz sería me dejó algó preocupada. -¡Habla!-
-Lia... ¿Dónde guardas el vodka?- Sólo me paso por la mente ahorcarlo.
-¡Eres un idiota Richard!
Estallé en un segundo, joder odiaba cuando hacía eso. Al otro lado de la línea podía percibir sus carcajadas.
-Jaja Lia tenía que hacerlo.
-Idiota...-. Suspire, masajeandome la sien y cuando Richy dejó de jugar, mire a traves del pequeño agujero del picaporte. La verdad no sabía si era seguro hablar con Richard de lo que presencie ayer, pero tenía que decirselo a alguien. -Richy, tengo que pedirte algo.
-Jeje Pues dime Lia-. A diferencia de mi, él estaba rodeado de recursos que le permitirian inmiscuirse, e indagar sobre este sitio y tal vez encontrar algo de interes, alguna prueba que ponga en pie aquella corazonada que nacio con los extraños incidentes de ayer.
-Antes necesito que busques toda la información que puedas sobre esta posada ¿Podrías?-. Richard no dijo nada por escasos segundos.
-Esta bien, pero ¿eso para qué?-Su voz denotaba confusión.
-Tú solo hazlo, por favor-. Lo escuche reir.
-Bien, no te metas en problemas... ¿si?
-No lo haré-. Gire la perilla de la puerta. -Richy hablamos luego-. él suspiro.
-Esta bien... cuidate Lia, adios-. Y finalizó nuestra conversación. Sabía que mi compañero estaría tan picado por saber mi interés en la posada, pero nisiquiera yo sabía que buscaba.
Salí de la habitación, paseandomé muy cerca del pasillo, como pensé ya no había rastro alguno de manchas.
«Era lógico...»
Seguí mi camino, ya tendría tiempo para investigar pero por ahora debía hacer mi trabajo antes de que Rebecca llegará a meter su perfilada nariz en mis asuntos.
Desayuné en el pequeño restaurant de la posada ordenando mi acostumbrado mocachino y un pastelillo, sin embargo recibi a cambio un café doble de tamaño mediano, le reste importancia, tomé el pastelillo y me lo llevé para comer por el camino.
Al dar un par de pasos fuera, una chica alta y de contextura delgada con cabello castaño atado en dos coletas caidas, y vestida con un short, una blusa sencilla y unas botas, se encontraba a un lado de mi auto.
-¿Señorita Faciani?-. Apenas escuché mi nombre salir de sus labios, aquella chica aparentaba ser mayor que yo, calculandole unos veinticuatro años cuando mucho. Por ello me sorprendio que sus ojos de color caramelo esquivaran cualquier contacto con los mios, como si mi simple presencia le atemorizara.
«Esto es raro.»
-Y ¿tú... eres?-.
-Sarai... Roch.... Ehm-. La castaña bajo la mirada y posó sus manos frente a su cuerpo en un claro gesto de nerviosismo. Una de mis cejas se levanto mientras daba un sorbo al café. -El señor Caspellio me envio.
-Oh... Serás mi guía, ¿Supongo?-Ella sonrio y asintió.
«Bien... que ironico, ser guiada por alguien con problemas de confianza.»
-Okay... Sube. -Abri la puerta del auto, e ingresé al terminar de tomar el café y darle tres mordisco al pastelillo. Richy me mataria si llega a encontrar rastros de comida allí. Sarai abordó el asiento del copiloto y se aseguro el cinturon, luego me dirigió una mirada espectante.
-¿Qué pasa?
-A donde... ¿A dónde quiere ir?-. Aquella mujer no me miraba directamente, estaba sumida en una fastidiosa verguenza. Suspiré.
-Sarai... No te voy a comer, ¿si?-Ella asintio. -Asi que relajate...- Sarai respiro hondo y ya me veia un poco más tranquila. -Iremos al campo de cultivo de las rosas, ¿De acuerdo?
-De acuerdo Señorita Faciani.
-Dime Amelia... No me gustan las formalidades.
-Entendido seño... Amelia- Se sonrio nerviosa. Pero ahora estaba un poco más relajada o al menos eso percibí.
Desde allí el camino fue calmado, Sarai hablaba para indicarme donde girar y para preguntar el porque no iba al pueblo primero ó a las cascadas que allí habían. Pues siempre que guiaba a turistas estos elegían esas rutas en primer lugar. Yo sólo le contesté que era mi trabajo empezar por allí.
Sarai en confianza resultaba ser más agradable, conversadora y amable.
-Llegamos Amelia.
Era una vista encantadora, el verdor de las plantas en contraste con el color rojo rubi de las rosas era espectacular. Conduci un par de kilometros más y estacioné el auto en donde la castaña me indico.
Al salir del auto el sutil y delicado aroma de las rosas nos envolvío por completo.
-¡Sarai! ¡Sarai!-. Una mujer robusta se acerco a nosotras. Lucía un sencillo vestido campestre, unas botas, unos guantes y una pañoleta atada en su cabello negro.
-¡Marilu!-. Aquella mujer dio un beso a los cabellos de Sarai, y ambas se abrazaron como si fueran madre e hija. Me sentí ajena a aquella escena así que me límite a esperar que terminaran de saludarse.
-Oh... Y ¿usted es?-. Aquella señora reparo en mi luego de liberar a la castaña, dandome una sonrisa.
- Amelia Faciani- Intenté dar una sonrisa cordial.
-Mucho gusto, de seguro viene a ver nuestras lindas flores.-
La mujer habló con orgullo y de forma animada me sujeto del brazo, llevandome prácticamente a rastras hasta donde se hallaban los enormes rosales, todo esto mientras Sarai reía nerviosa.
Llevabamos caminando una media hora, a tráves de un hermoso invernadero, donde unas veinte trabajadoras estaban esmeradas en el cuidado de cada planta. Me distraje un instante en unas magnolias cuando un grito horrible me trajó de vuelta.
Todos comenzaron a correr como locos y yo les seguía muy de cerca. En un par de minutos llegamos al lugar donde una joven mujer estaba pálida en el suelo, temblando de forma descontrolada.
«Pero que demonios...»
La mujer tenía una mirada desorbitada, y no podía emitir palabras entendibles, solo señalaba un lugar frente a ella balbuceando.
"Esta... esta muerta... Amy..."
Enseguida busque con la mirada aquello que causaba horror en la joven. Tuve que cubrirme la boca ante la escena... era atroz...
«Cielos... Esto es... Horrible»
Allí entre la arboleada de rosas carmesies yacía un enorme charco de sangre, misma que había bañado las rosas. Ese lugar donde descansaba el magullado cuerpo de una joven rubia vuelto un desastre, entre girones de piel y sangre, el estado del cuerpo era pertubador sin embargo...
«¿Qué le sucedio a sus ojos?»
Ahogué una exclamación y una brisa helada nos inundo, de la nada el edor de la sangre reemplazo el sutil aroma de las rosas.
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