Capítulo 17
«Hambrientos entre las sombras los temores nocturnos parecieran destinos a consumir la razón, a volvernos sus presas y ahogarnos en la desesperación.»
La noche me absorvió sin darme cuenta. Todo mi día había transcurrido encerrada en las cuatros paredes de mi habitación tratando aceptar que había vívido en carne propia los últimos instantes de Madeleine Ross junto a la terrible experiencia de haber saboreado su sangre.
Aún su muerte me sacudía el cuerpo y la cordura.
Esa mañana el hecho de estar en la piel de Madeleine y descubrir que ella era la dichosa fantasma pelirroja que rondaba "Bonne Nuit" me llevó a analizar con detenimiento todo lo sucedido con mi llegada a Hometwon. En especial el misterio que giraba en torno a los integrantes de la familia Ross. Aquellos que albergaban en su seno un trasfondo oscuro que debía ser develado sea como sea.
Luego de tanto pensar comprendí un montón de cosas entre ellas la insistencia de Madeleine y Steven por guiarme dentro de la habitación 013.
Al recordar aquel instante y revivirlo con mi propia visión de vez en cuando hacía que sintiera las punzadas filosas de aquel cuchillo penetrar la piel una y otra vez, el cómo la sangre emanaba sin control de mi ser y el dolor se apoderaba de cada célula de mi ser.
Me estremecí.
Aunque debía admitir que eso no era lo que más perturbaba mi mente sino la creencia fiel de que Madeleine pudo haber sido victima de algún ritual macabro. Pensé en aquel pentagrama dibujado en el piso y las velas que lo rodeaban, además de lo dicho por Steven sobre la desaparición de Madeleine sin duda aquella mujer pasó por momentos muy tétricos y perturbadores antes de morir, hechos que gracias al cielo no fui obligada a sentir.
A duras penas me costaba creer que había sobrevivido a aquella "bestia" que me persiguió. Yo, la chica menos atlética de la facultad. Rayos el miedo si que motiva. Me pregunto si fue esa cosa lo que la mató...
No.
Quien haya sido ya estaba en "Bonne Nuit" a la espera.
Quizás Capelli, él dejó sola a Madeleine en el bosque y tal vez todo lo del bosque fue un montaje y él junto a un complice jugaron al gato y el ratón con el objeto de arrinconarla y finalmente fue el dueño de la posada quién cegó la vida de la mujer.
Miré el reloj en la pantalla de mi lapto y luego los mensajes en el tablero del chat de mi correo.
Suspiré.
Richard me había escrito casi toda la tarde. Insistía en que debía dejar todo así e irme del pueblo, que jugar a la detective me traería problemas y cientos de quejas que decidí ignorar. Tal vez era estúpido de mi parte pero había algo detrás de todo aquello que se relacionaba conmigo, no sabía el cómo ni el porqué y eso era lo que me empujaba a seguir adelante. Aunque eran conjeturas que se armaban en mi cabeza mientras me perdía en la pequeña investigación que inicié. Volví mi atención una vez más hacía el monitor de mi lapto:
"Ritos Antiguos"
Invocaciones
Demonios
Fantasmas
Asesinatos paranormales.
Ahogué un suspiro de resignación ante todas las ventanas abiertas y los documentos que leí una y otra vez. Eran tantas teorías dando vueltas en mi cabeza, y peor fue cuando indagué sobre un par de archivos sobre la familia Ross cortesía de Richard y sus contactos.
Sin duda mi amigo era increíble.
Resulta que los Ross provenían de un remoto poblado de Francia, eran una familia acomodada con costumbres anticuadas, al principio nada se veía fuera de lo normal. Sin embargo, lo extraño comenzó a ocurrir cuando ellos llegaron y se asentaron en Hometwon. Los hechos paranormales dieron inicio el primer año de ellos haber llegado a Hometwon justo despues de construir su mansión.
Sin embargo, ese sitio no fue el primer lugar de residencia pues la familia Ross había adquirido una vieja cabaña en el bosque alejada de los pobladores, un lugar que en aquellos días era hermoso pero que hoy por hoy era un terreno desolado y siniestro cuya cabaña era devorada por la naturaleza y el clima.
Le di click en una de las fotografías y una corriente de electricidad me recorrió la espada al reconocer la misma cabaña a la cual Steven me había guiado en sueños previos.
«Él me lo estaba mostrando...»
Inhalé profundo esperando calmar el desespero en mi pecho. Pasaron unos segundos y supe que debía hacer a dónde debería ir.
******
El silencio de aquel pasillo se veía interrumpido por el débil silbido del viento que se colaba de forma juguetona dentro de la posada. Intenté por todos los medios que mis zapatos de goma no hicieran ruidos o en definitiva mi pequeña incursión terminaría antes de empezar. Tomé una bocanada de aire y valentía para moverme con sigilo. A esa hora todos estarían en el área de comedor y podría entrar y salir sin ser notada.
— Steven... Espero tu ayuda. — Susurré para mis adentros.
Sabía que debía ir a aquel sitio pero no tenía ni jodida idea de cómo entrar, esperaba que mi nuevo "amigo" tuviera la amabilidad de ayudarme. Sonreí y me detuve frente a mi destino, aquella puerta de madera cuyó número era un presagio de mala suerte. Fue inevitable que mi destino fuera la habitación "013" el lugar dónde Madeleine murió.
Suspiré profundo y giré la perilla.
Cerrado.
—¡Demonios! — Frustrada quise patear la puerta por mi estúpida idea. Sin embargo, cuando aparte la mano, la perilla giró por si sola. —¿Qué rayos? — Sonreí abiertamente cuando la puerta cedió. —Gracias.
Musité a la nada. Entré con una falicidad asombrosa, a la vieja habitación en penumbras dónde cada mueble y objeto estaba cubierto por sabanas blancas empolvadas parecía más tetrica de lo recordaba. A simple vista no encontré nada fuera de lo normal a diferencia de las veces que había estado allí, sólo oscuridad y un terrible vacío en mi estómago.
Bufé no tenía mucho tiempo antes de que alguien notará que estaba allí. De repente, algo cayó en un golpe seco provocándome un susto de muerte, giré tan rápido con el corazón taladrandome los oídos. Entonces me percate que de un estante envejecido un libro de cubierta negra con el símbolo de un círculo y un triangulo había caído al piso. Sin dudar mucho lo tomé entre mis manos, sacudiendo el polvo de la cubierta.
— Ella sólo fue una víctima de las circunstancias... —Aquella voz me erizó la piel. Dí media vuelta y sobre la cama polvorienta estaba una figura con un semblante afligido. Ante mi el fantasma de Steven se mantenía sin la capucha su mirada grisácea se mantenía al frente con gesto culpable. — Debí protegerla.
Me acerqué un par de pasos. Sentí el peso que lo aquejaba, un dolor que rodeaba su intangible ser. Me asuste, era como una especie de empatía tan fuerte que incluso tuve ganas de abrazarlo y llorar junto a él. Pero me negué a hacer algo tan precipitado, por el contrario me concentré en lo que debía hacer.
— ¿De quién? ¿Quién asesino a Madeleine? — Pregunté insistentemente.
Él arrugó el entrecejo.
— No puedo ayudarte con eso... — Bufó y luego de unos segundos me sonrío. — Busca la respuesta... y las salvarás, a ellas y a Hometwon. Pero ten cuidado... — Mi corazón se sobresaltó cuando él se apareció al frente de mí y posó su mano sobre el libro. — Este diario fue el trabajo de Madeleine. Lo escrito allí fue su condena, ella destapó algo que no supó controlar.—Se acercó y susurró muy bajo. — Sólo no olvides que él también te busca.
Con aquellas sombrías palabras Steven desapareció en medio de la oscuridad.
En aquel instante no lo sabía pero en mis manos yacía la llave de los sangrientos y morbidos secretos de Hometwon.
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