Capítulo 16

Oscuros secretos de un
pueblo sangriento


Esperé el golpe que me arrancara de manera definitiva de este mundo, no obstante fui engullida por las masas de aguas que buscaban devorarme en una especie de vórtice. Ahogué un último grito al tiempo que cerré mis párpados a la más temible oscuridad...

Y de la nada volví, con una voz masculina que angustiada repetía un nombre una y otra vez.

— ¡Vamos! — Mi cuerpo entumecido era agitado una y otra vez, sentí el peso de mis ropas húmedas aún sobre mi cuerpo. — ¡Madeleine!

Fruncí el ceño y abrí mis párpados topandome con que aún era de noche y sobre mi persona yacía una mirada atenta y un rostro sumido en una tremenda preocupación que me abrumo por completo. Aquel me estrechó entre sus brazos acariciando mi cabello. Aunque seguía sin comprender que rayos sucedía aquel gesto me tranquilizó luego de la experiencia tan aterradora de caer al vacío y ahogarme.

— No vuelvas hacerlo... — ¿Hacer qué? Percibí la voz del hombre que se resquebrajaba, separandomé al instante para ver como empezaba a derramar lágrimas.

Quedé perpleja al ver con atención aquel rostro, sin duda la imagen de Capelli me llegó a la mente a pesar de la oscuridad podría jurar que eran las mismas facciones del dueño de "Bonne nuit" aunque en su época de juventud. Me tomó por sorpresa al levantarme del suelo sujetando mis muñecas y provocando que sintiese el escozor de la piel en aquel lugar

 — Creí que te perdía... Cielos.

Revisé mis muñecas las cuales estaban rodeadas por una aureola rojiza, sentía un ardor parecido en mis tobillos y efectivamente estaban en el mismo estado. 

¿Cuando sucedió esto?

Entonces, ahogué una exclamación cuando fui consciente del dolor y ardor que se extendían por todo mi cuerpo como si hubiese sido atropellada por un camión.

— ¿Quién eres tú?

— ¿Madeleine? — Aquel hombre sujetó mi rostro entre sus manos. No pude evitar que unas lágrimas se escaparan ante la incertidumbre, no sólo por las heridas sino por todo el caos que se cernía sobre mi. Aquel cuerpo de piel pálida y menudo estado, en definitiva no era el mío nisiquiera la ropa me pertenecía pues llevaba puesta una bata estropeada que en algún momento pudo haber sido blanca. — ¿Cariño? Soy yo... Fredd.

Intentabá procesar lo dicho por el extraño. Todo el suelo bajo mis pies perdía sentido, tardé unos segundos en comprender cual era mi situación.

 Si él era Fredderick Capelli entonces, la Madeleine a la cual se refería era la hermana de Dominik y Émille.

El aire se contuvó en mi pecho.

De alguna manera yo, Amelia Facciani, estaba ocupando el cuerpo de la hermana mayor de los Ross... Madeleine. Estaba segura que todo apuntaba a un responsable cubierto por una capucha.

— ¿Todo bien? Dime ¿Te diste algún golpe? — En cuestión de segundos Capelli estaba sobre mí examinando mi cabeza con insistencia. Me debatí en contestar, sin embargo no era idiota y decidí mantenerme neutral hasta saber el porqué estaba en ese cuerpo ¿acaso era un sueño? — Dime.

— Estoy... Bien, sólo necesito aire — Y eso hice inhalé con la necesidad de que el oxígeno inúndara mis pulmones, intente sonreír y él por su parte sujetó mi mano entre las suyas.

— Esta bien. — Ví en sus ojos la duda aunque suponía que no tenia otra opción más que creerme. — Entonces, vamonos. — Anunció con cierta seriedad y autoridad. Me percaté de su mirada, era como si esperase alguna reacción más de mi parte.

— ¿a dónde? — Le observé sin comprender en primer lugar ¿qué haciamos allí a esas horas? ¿Cómo fue que terminé metida en el agua? Fijé mi atención en Capelli quien simplemente asintió para luego darme la espalda cómo si buscase algo o a alguien entre los arbustos.

— Por favor no vuelvas a moverte sin mi permiso ¿De acuerdo?

Quise replicar, pedir una explicación. Pero las palabras murieron en mis labios pues aquel desapareció entre los arbustos dejándome allí.

No obstante, no tardé ni diez minutos sola pues a unos metros se materializó el fantasma causante de mi situación. Me indicó que le siguiese, no lo pensé dos veces y fui a su encuentro necesitaba respuestas y no esperaria por Capelli.



— ¡Detente! — Exclamé habían pasado diez minutos desde que me había encaminado por una parte de aquel bosque donde la vegetación estaba muy alta y frondosa. El fantasma se detuvó dejándome la oportunidad de llegar a su lado, fue allí donde reparó en mí.  — ¿Quién eres?... ¿Qué es todo esto?

— Alejate de sus garras... Y su sonrisa. Su alma esta muerta y su corazón ya no alberga vida. — Me estremecí al percibir la cercanía de aquel ente, dónde pude apreciar el brillo color gris de sus ojos. — Con su muerte... Conocerás al demonio detrás de la sonrisa.

— ¿Qué? — Él soltó una sola palabra "Alejate" antes de sujetar mi mano y dejar caer una llave que tenía grabada "013" logrando que recordara lo vivido hace días — Dime ¿quién eres?

No recibí atención de su parte. Y volvió a alejarse por un sendero antes de desvanecerse fue cuando escuché los gritos desesperados de Capelli buscándome y lo que más activo mis sentidos; una voz que entre carcajadas comenzó a rodearme junto a algo que se acercaba a una velocidad alarmante.

Entre en pánico y preferí echar a correr por aquel sendero de piedresillas y pasto crecido. Sin mirar atrás, sin pensar en Capelli, sólo quería alejarme del bosque sumido en sombras tenebrosas. En medio de aquello pude darme cuenta que aquel camino era el mismo por el cual había seguido al maldito espectro que provocó todo esta locura. Si no me equivocaba pronto llegaría a "Bonne Nuit".

Mis piernas ya no daban más, el corazón latía desbocado y cada extremidad de mi cuerpo se retorcía. Llegué a detenerme a unos metros, buscando apoyó en un árbol antes de desfallecer. A mis espaldas ya no escuchaba nada, sólo la brisa agitando las hojas. Entonces alguien me tomó con fuerza del brazo y me arrastró hasta un arbusto cubriendo mi boca luché a pesar de que el cansancio había echo lo suyo.

" — No pudo ir tan lejos."

Dejé de luchar y me dediqué a escuchar. La voz era un tanto extraña y aterradora. No me moví ni un centímetro hasta que el silencio volvió y aquel extraño me liberó automáticamente me giré.

— Pero... ¿Tú? — El hombre oculto trás la capucha me sonrío, no se veía muerto, era palpable y estaba vivo. Peor fue la sorpresa cuando se descubrió revelándome su identidad. Aquel era la viva imagen de Dominik pero con cabellos azabaches. — Esto... ¿Quién eres?

— ¿Eh? Madie dejate de bromas — La versión alterna de Dominik se notó confusa al darse cuenta que no bromeaba. — Soy Steven — Negó y sin darme tiempo a preguntar me tomó del rostro y me beso con cierta ternura. No comprendí absolutamente nada, pero era más que claro que Madeleine no había sido una blanca paloma y eso lo demostraba el hombre frente a mi. ¿qué era ese sujeto de la familia Ross? — No se que paso... Pero estoy feliz de haberte encontrado. Dime ¿dónde esta esa basura de Capelli?

— En el bosque — Musité en voz baja. El tal Steven estaba molesto y más cuando acarició mis muñecas lastimadas y estudió mi estado físico. — ¿Qué sucedio?

El hombre me observó consternado.

— Madeleine... Habías desaparecido. Estuve buscándote tres días seguidos, perdoname sé que debí ser discreto... Pero no imagine que él nos encontraría. — Aquello reafirmó mis teorías, la mayor de los Ross tuvo un amante y quizás esa relación sentenció su destino, por ello Capelli la encerró debido al engaño, tal vez para asesinarla pero ella escapó.

— Steven yo... — No pude continuar pues el rostro de Steven se contrajó en una mueca de dolor mientras de sus labios escurría un hilo de sangre y me decía "Corre". Grité al notar con horror como del pecho de aquel hombre la sangre comenzaba a emanar al tiempo que se asomaba la punta metálica de una lanza. Retrocedí con el pánico dibujado en el rostro, de los arbustos una silueta envuelta en sombras se carcajeó no pudé distinguir de quién se trataba pero el miedo me envolvió.

" — ¡Te encontre cielito! "

Alcancé a levantarme con torpeza para correr frenéticamente hasta la posada, sin importarme el agonizante Steven, era más que obvio que ya no había nada que hacer. Abrí la puerta y la cerré tan rápido como pudé atravesándo uno de los muebles de la sala de estar. Necesitaba esconderme y la llave que estaba en mis manos me dió una opción, así que corrí hasta la maldita puerta "013".

Era la misma escena de hace unos días cuando la bestia nos había perseguido a la pelirroja y a mi, pero esta vez era mucho más terrorifica. Pues sino me daba prisa acabaría como Steven.

Una vez adentro de aquella habitación el suelo se fragmentó a mis pies y caí ante lo que me esperaba. Estaba iluminada con velas y un enorme círculo blanco con símbolos extraños dibujados en el piso. Casí me da un infarto al ver un espejo enfrente de mí y las facciones angustiadas...

El reflejo mostraba unos ojos color jade y un cabello rojizo tan conocidos. Con sorpresa supe que yo era Madeleine, y que su vez ella era la fantasma con el cigarrillo que rondaba "Bonne Nuit" aquella que me había conducido ante la bestia.

Me levanté queriendo acercarme a mi reflejo pero me fue imposible.

Estaba tan abstraída en mi descubrimiento que no fui consciente de que alguien estaba adentro y que ese alguien sin mediar palabras me agarró de la cintura arrastrándome hasta su abrazo mortífero.

Sentí con pavor cómo el cuchillo rasgaba mi vientre y se abrí paso entre la herida hasta el fondo causandomé un dolor indiscriptible mientras el amargo sabor metálico de la sangre emanó a borbotones desde mi interior, con saña repitió el proceso una y otra vez hasta el cansancio y de último traspasó mi corazón.

Al final sólo pude ver fue un par de ojos sin pupilas ennegrecidos.

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