Capítulo 14

Bestia de pesadillas

La bestia hambrienta de caos, derrocha oscuridad a su paso con sangrientos rastros de su orígen profano.

Enmudecí cuando sentí su mirada taladrarme, ojos envueltos por la oscuridad del abismo resaltaban junto una filosa hilera de dientes puntiagudos, amarillos y cubiertos por rastros de sangre y jirones de carne. Aquella bestia cuya figura inhumana y encorvada me sonrío, sin darme tiempo a pensar había comenzado a correr a mi dirección como si de un depredador se tratase.

Fui incapaz de moverme y por un instante creí que moriría...

Hasta que me sujetaron con fuerza y arrastraron lejos de la bestia, para mi sorpresa me topé con aquella mujer de cabellos rojizos y vestimenta blanca. Era la primera vez que escuchaba sus pasos al crujir sobre la madera del piso, de hecho fue la primera vez que la veía tangible... real... viva.

Sin embargo, mi mente eclipsada por nuestra huida frenética y el perseguidor atroz que gruñia y jadeaba a nuestras espaldas no me daba espacio a pensar en otra cosa que no fuera la mirada macabra del ser que nos asediaba. Solo alcanzaba a ver los pasillos y sus paredes mientras corriamos, detallando los colores vivos y su estado pulcro era cómo si "Bonne nuit" hubiera rejuvenecido en cuestión de segundos.

Las dudas y pensamientos se alzaban en mi cabeza con voces firmes y feroces atormentándome aunado al latir desbocado de mi corazón, incluso cuando la extraña mujer me empujó al interior de una habitación sumergida en tinieblas no dejé de temblar.

—¿Qué ha sido todo eso? —Le exigí saber a la mujer que me daba la espalda.

Sin mediar palabras se arrojó sobre mí cayendo de bruces al suelo mientras cubría mi boca, en aquel momento quedé absorta en su mirada color jade alarmada, su rostro delicado mostraba salpicaduras de sangre al igual que sus ropas sin embargo no evidenciaba heridas graves como las puñaladas que siempre mostraba cuando aparecía en su estado más aterrador. Su aspecto ya no era el de un espeluznante espectro al contrario parecía una mujer atormentada y aterrada. Sus ojos dejaban ver el pánico que recorría los espasmos de su cuerpo.

—Silencio o él nos encontrará.

Susurraba con voz temblorosa mientras me liberaba. Ambas retrocedimos hasta sentir un mueble de madera en nuestras espaldas al escuchar la respiración agitada y los pasos firmes que se detuvieron frente a la puerta y que por suerte no tardaron ni un minuto allí. En su lugar se hizo un silencio sepulcral donde el palpitar acelerado de nuestros corazones eran los únicos que resonaban con insistencia.

—Ya se ha ido.

La escuché murmurar aliviada luego de unos largos y tortuosos minutos mientras nos separabamos. Me percaté de lo amplia que era aquella habitación y de como la mujer comenzó a buscar entre los cajones con desespero lo cual aproveche para levantarme y ubicarme en aquel sitio.

—"¿Dónde esta?" —La escuchaba preguntar al aire mientras escudriñaba desordenando el lugar en busca de quien sabe que. Aquella pelirroja tomó algunos libros pasando las hojas de forma rápida y repitiendo "¿dónde esta?" de repente la puerta se abrío de improvisto obligandonos a retroceder.

— Siempre huyes...

Su voz pesada y tenue me recorrió por completo era individuo alto y de contextura fornida que ocultaba su identidad tras la sombra proyectada de una capucha sólo su mirada plateada relucía entre la oscuridad, una mirada que por alguna extraña razón me parecío muy conocida.

Ahogué un grito cuando aquel comenzó a acercarse y más al notar que la mujer de cabellos rojos se desvaneció sin decir palabras. Sin pensar tomé el primer objeto que encontre; un zapato de tacón sobre la cama que anteriormente la pelirroja había dejado allí y lo lancé con fuerza...

Automaticamente un quejido junto a un golpe seco llegó a mis oídos.

—¡Ouch! ¡rayos!

La voz de Dominik y su figura de pie en la puerta fue suficiente para alejarme de aquel trance que me mantenia en otro espacio. Una sensación tan perturbadora que me dejó anonadada hasta toparme con aquel par de ojos grises que me regresaron el aliento. Sin dudarlo me arrojé a la seguridad de sus brazos ante su gesto confundido, pues había terminado de derrumbarme una vez más ante aquel chico.

— ¿Amelia? — Dominik sujetó mis hombros obligandomé a verlo. Su voz me inyectaba tanta serenidad y paz que me confortaba. —¿Me puedes decir que hacías aqui?

Acomodó mis cabellos hacía atrás y me observó con detenimiento, por un instante creí perderme en su gesto de preocupación pero no. Decidí calmar mis emociones y tomar aire, no podía ceder, ni desviarme del momento que acababa de vivir. Con detenimiento estudie el espacio a mi alrededor ¿Seguía en la misma habitación?

Al parecer... si.

—Me creerías si te dijera que no lo se. —Exhalé como si hubiese contenido el aire en mis pulmones por horas. ¿cómo era posible? Quizás fue una especie de espejismo ¿no? La bestia, el hombre y la mujer... ¿Mi mente había imagino todo eso?

Dominik parecia no comprender del todo, de hecho me hizo salir al tomar el zapato que le había lanzado, no sin antes darle un vistazo y cerrar con cierto desánimo la puerta cuyo número me dejo estupefacta.

«013»

Dominik se giró mostrándose pensativo.

— ¿Cómo entraste? —Insistió con seriedad.

— No... no recuerdo. —Mentí. Porque era mejor pasar como una chica desorientada que como una loca que ve fantasmas o realidades distorsionadas. — Sólo sé que me dirigía a mi habitación y luego todo se vuelve confuso.

Quizás el tono bajo de mi voz y mi cara fuera de lugar fueron suficientes para que el mayor de los Ross suavizara nuevamente su gesto. Durante unos segundos un pesado silencio nos invadió hasta que él habló.

—Esta fue la habitación de Madeleine. — Comenzó a decir. —Por años Capelli mantenia la llave oculta, y ni Émile, ni Amy ni yo podiamos entrar por más que insistieramos.

Tragué grueso, si estaba con llave ¿Cómo habia parado allí? Me fijé en el gesto de aflicción que aquejaba a Dominik y no pude evitar que una de mis manos se entrelazará con la suya ¿por qué? No se, pero quería mitigar el dolor que albergaba el corazón de aquel ojigris y para mi sorpresa aquel entrelazo sus dedos y me sonrío.

— No se como llegue hasta allí. No he dormido mucho y tal vez me confundi de habitación. — Expliqué. — Y con respecto a la puerta quizás Capelli la dejó abierta como estuvó tomando, tal vez sintió nostalgia.

Dominik cerró los ojos y suspiro. Sabía que mi historia no estaba bien argumentada, pero era mil veces máa creíble que lo sucedido realmente.

— ¿Cómo supiste que estaba allí? —Pregunté.

—Te escuché gritar y entré. —Acarició mi mejilla. —Me asuste, y a pesar de tu ataque con el zapato... — Se carcajeó y el sonrojo llego a mis mejillas.— Me causo tranquilidad verte sana y salva.

Intenté sonreír aunque la confusión me habia golpeado, en ningún momento dentro de aquella habitación yo había gritado. Entonces, ¿Quién lo hizo?

Dominik me tomó de la mano y me hizo caminar hasta mi habitación. Fue en el trayecto que percibí una sombra oculta que nos vigilaba desde la distancia.

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