08┃pérdida
acto uno, capítulo ocho
pérdida
── ¿Quieres ir a entrenar? ── preguntó Derek Roth.
Charlotte solo dio la vuelta en la cama, restregándose los ojos mientras miro la hora, apenas las nueve de la mañana.
── ¿Contigo? ── subió una ceja pensativa.
── Y Kay. Puedes observar por el momento.
── Bien ── sonrió ── Iré a cambiarme.
Se levantó ágilmente directo al baño. De los cajones, sacó un short oscuro junto a una sudadera roja, parecía ser lo más indicado para hacer deportes o intentarlo. Si algo agradecía de Louise Wilde es que no compró ropa incómoda como las sandalias mortales de Marisse.
Es poco decir que los dos agentes tenían la mejor relación de amistad que Charlotte haya visto. Ambos querían demostrar quién era el mejor mediante los fuertes golpes que les daban a los sacos de boxeo. Casi pudo sentir el dolor como si fueran personas.
Además de imaginarse el autocontrol que poseen y así no terminan golpeándose entre ellos.
── ¡Vamos! ── Kay rugió, saltando sobre sus ligeros pies ── Que alguien me explique cómo creen que Roth es el más fuerte.
Derek negó, riendo en silencio ── Supéralo, Renner. Solo supéralo.
── Charlotte ── Kay se giró, manteniendo la sonrisa ── Tú me dirás el por qué, ¿no?
── Puedo tratar ── murmuró, arqueando las cejas.
── Ella me lo dirá ── dijo con evidente diversión.
El soldado también se giró ── Es preferible que huyas, Charlotte.
Dos toques en la puerta de cristal llamaron su atención antes que Charlotte pudiera hablar. Morgan se encontraba ahí, el usual uniforme cubriendo su delgado cuerpo, tenía su cabello castaño sujetado en una fuerte coleta, alargando su cuello. Así de fresca, se miraba completamente hermosa.
Movió su mano a Kay, dando una señal que él tomó enseguida.
── Permiso, perdedor y señorita ── Kay habló ── Mi mujer llama.
Limpió el resplandeciente sudor de su frente y trotó a la agente. Su expresión dura cambió al instante, siendo eclipsada por una ligera sonrisa.
── Esta fuera ── Derek comentó. Tiró la toalla dirigiéndose a la parte de pesas.
── Por lo menos tuvieron un tiempo.
Empezando a sentir el aburrimiento, Charlotte se levantó, sacudiendo la suciedad de su short. Llena de curiosidad, lo que más tenía en ese tiempo de libertad, se puso enfrente de las vitrinas, inspeccionando las grandes armas.
Quedó impresionada por los diferentes tamaños y las brillantes balas que poseían, no puede imaginar lo doloroso que sería. El arma del soldado también se encontraba ahí, resplandeciendo como las otras.
Echó un vistazo al hombre, seguía distraído y resoplando por el peso, intentando subirlos. Giró la llave dorada en la cerradura, abriendo la vitrina en silencio, antes de siquiera poder rozar el arma, unos dedos metálicos presionaron su muñeca, haciendo que retrocediera varios pasos. La sorpresa no se ocultó de su rostro y más con la fuerza ejercida.
── Lo siento ── él dijo, cerrando la vitrina de un solo golpe ── No quise hacerlo, solo no me gusta que toquen mis cosas.
Asintió, sin deseo de hablar. Derek siguió sujetándola, perdiendo el control en ella y es cuando sintió la irregularidad en su piel morena.
── ¿Qué es esto? ──interrogó, sujetándola antes que Charlotte la quitara.
── Marcas, nada más ── replicó con los dientes apretados.
── ¿Son marcas de aguja? ──indagó, buscando alguna explicación en su rostro apagado ── Charlotte, puedes confiar en mí.
── Al principio, los médicos eran bruscos con las inyecciones ── relató con voz ronca ── Algunos tenían sus venas preferidas que distribuía el suero con mayor rapidez.
Él soltó su muñeca, apretando la mandíbula. Sus ojos azules irradiaban el enojo contenido, necesitando deshacerse de eso, paso incontables veces su palma en la barbilla.
──Ese hombre que estaba contigo, ¿te hizo lo mismo?
── No ── agitó su cabeza ── Él cuido muy bien de mí. Se encargó de mantenerme... en mis cuerdas cuando la teletransportación se hizo difícil de soportar.
── ¿Qué se siente? ── interrogó ── ¿Es doloroso?
── En ocasiones ── confesó, sintiendo la tranquilidad que solo el soldado podía ofrecer ── Una vez me explico que mi cuerpo pelea contra ese poder. Es un choque interno sobre irse o quedarse.
── ¿Cómo es eso? ── preguntó con sus cejas fruncidas.
── ¿Alguna vez has estado caminando y de repente sientes que das un paso en falso, todo a tu alrededor gira y tienes la tentativa de dejarte caer?
── Eso creo ── respondió más confundido.
── Es algo similar. En segundos siento que estoy flotando pero en vez de elevarme, desaparezco. Ese lapso de tiempo, mi cuerpo se rompe en busca del lugar donde irá a parar.
── No volverán a lastimarte ── prometió. Su mano se colocó en la mejilla de Charlotte, acunándola ── Con el tiempo irán desapareciendo. Tanto en tu piel como en los recuerdos.
Ella sonrió ── No le temo a las cicatrices, soldado. Demuestran todas las veces que uno sobresale en la adversidad, los peligros y en la vida. Demuestran todas las veces que uno sobresale en la adversidad, los peligros y en la vida
El soldado Roth también sonrió. Una gran sonrisa que mostró sus dientes blanquecinos y algo torcidos. Charlotte pudo ver que sus palabras llegaron al hombre por la chispa que irradie en toda su expresión.
La palabra descanso no existía en el vocabulario del director Hills y mucho menos detenerse. Con una laptop apoyada en la pierna buena y la otra enyesada, dio una conferencia desde la suavidad de su cama.
── Buscaran en todos lados. Tiendas, centros comerciales, casas de empeño, absolutamente todos. Quiero que arresten a los agentes KORB, ¿entendido?
── Está fuera de la rutina pero se cumplirá, H.H── Morgan confirmó, colocando sus codos en la mesa ── ¿Por qué estarían en City Bells? Queda a 60 horas de Golden, es demasiado viaje para atacar.
── O solo están encerrándose como ratas ── Louise intervino, rodando los ojos ── Sabes que desaparecen por días, semanas y después vuelven con fuerza. En este momento, no tienen planes ni claridad de lo que harán.
── Es correcto. Hay que apuntar antes que nos apunten ── Jacobs aceptó ── ¿Todos iremos?
── Kay se queda conmigo. Necesito un par de pies hasta que los míos se recuperen.
El hombre apagó la cámara sin antes musitar sobre como Van no pudo curar unos cuantos huesos fracturados.
── H.H no acepta que su salud no es la misma ── rio la agente Wilde, rodando con su silla hasta quedar junto a Charlotte ── Tendrás que quedarte, Lotte. Aunque tardaremos un par de días.
── No, no lo haremos ── Morgan rechistó con su lengua ── Mi hombre se queda así que volveré en menos de un parpadeo.
Las maletas de los agentes fueron transportados al avión que Louise piloteara. Aunque estaban listos para irse, ella se mantuvo a un lado, parloteando sobre lo cansado que sería viajar por un día. Para Charlotte, era sorprendente la cantidad de palabras que salía de esa mujer tan menuda.
Hoffman se despidió todos excepto Morgan, ya que estaba enfocada en recuperar el tiempo perdido a través de candentes besos. Solo llegaron a separarse cuando Derek pidió hablar con su amigo.
── Cuida de Charlotte ── le pidió, manteniéndose cerca para que nadie oiga ── Y cuídate, no quiero catástrofes mientras estés fuera.
── Hermano, nunca te he defraudado y menos ahora, la chica estará bien.
El séptimo día que cumplió la semana desde la partida de los agentes, se volvió más tedioso para Charlotte. Como todas esas mañanas, envuelta en una enorme sudadera blanca, observó el cielo despejado, rogando interiormente que vuelvan.
Entiende que 60 horas de viaje es demasiado pero en un avión disminuiría y más cuando Louise Wilde lo maneja, sabe lo terrible que pueden ser los hombres de KORB y no quiere que nada malo ocurra.
── ¡Charlie, está empezando!
El agente Kay Renner era un hombre, que sorprendentemente, adoraba las películas y series románticas además de abastecerse de dulces y palomitas de maíz.
La chica se acercó, viendo las cinco bolsas vacías de dulces en el suelo. Ha quedado muy clara que no las recogerá después de ver como él se las terminaba en unos minutos.
── ¿Otra más? ¿Seguro que te sientes bien? ── interrogó, alzando su ceja.
Kay sonrió desde su puesto, llevando varias palomitas a su boca. Esta vez, bañadas en chocolate con maní.
── Tú no sabes disfrutar de la vida. Por eso te llevas con Roth.
── Eso es injusto ── se quejó.
Él rio fuertemente, casi ahogándose. Ese tiempo que ha pasado con el agente, ha descubierto que tiene un humor contagioso y calma los nervios, dándote una tranquilidad que es poco usual que una persona pueda ofrecerte.
A pesar de ver otra faceta del hombre, ella sigue preguntándose porque todo eso se derriba cuando esta con Morgan o por lo menos, lo esconde y deja que ella resplandezca con su mal humor.
No entiende si es estupidez o el amor incondicional que lo ciega.
Algún día tendrá las agallas para preguntar sobre esa extraña relación. Bastante imperfecta pero que tiene demasiados sacrificio.
── Solo ven. Según los comentarios, está película tiene potencial.
── Has dicho eso sobre las últimas cinco películas.
Charlotte tomó asiento, doblando sus cortas piernas mientras se recostaba. El sillón era exclusivo para Kay, pero generosamente, se lo presto para sacarla de su habitación.
── ¿Puedes verlo? ── él extendió sus manos, señalándola ── Pareciera que Derek nunca se fue.
── ¡Oye! ──arrugó su nariz disgustada ── Derek es muy cerrado, yo no.
── Él no era así ── murmuró, perdiendo toda diversión.
Sacudió la cabeza, alejando todo recuerdo y metió varias palomitas a su boca.
── Puedes contármelo, soy de confianza ── ella susurró, hincando su pierna.
El agente dio una media sonrisa, terminando de tragar.
── Derek cambio al ser capturado por la agencia. Los cinco años que paso adentro fue catastrófico al punto de desconocer a mi amigo.
── Tú fuiste por él, ¿no?
── Si, de inmediato. Es mi hermano, Charlie, sabía que lo habían atrapado y utilice todos los recursos para encontrarlo.
── Lo hiciste. Trajiste a tu amigo ── dijo, dando palmadas en su brazo.
── Pero no completo. Puedes verlo sonreír, caminar pero ese no es el amigo que tuve. A veces pienso si pude haberlo salvado antes que lo ahogaran.
── Lo lamento ── susurró.
Ella alejó las trenzas de su rostro, pensando en lo difícil que fue para esas personas externas que perdieron a sus seres queridos. Se pregunta si tiene a alguien que llore por ella, por Mara o Jenell. Si todavía hay personas que la recuerde como ella lo hace, como esos vecinos con erupciones o molestia en el trasero.
¿Se preguntarán que sucedió con los Hoffman?
── ¿Paso lo mismo con Morgan? ── preguntó con cuidado.
Él alzó su rostro, frunciendo los labios ── La salve de su propia tortura. Sigue luchando contra eso y sigo amándola. Tan problemática, indecisa.
── ¿Por qué la querrías así?
── Por que merece ser amada a pesar de sus problemas ── dijo melancólico. Su mirada bajó a su placa, apretándola entre sus dedos ── Morgan no era así, fue forzada a hacerlo. A tener ese instinto de protección y vanidad.
── ¿Vanidad? ── replicó, frunciendo sus cejas ── ¿Qué significa eso?
── Estoy seguro que un día te contara ── murmuró.
Charlotte bufó, cruzando los brazos ── Dudo que lo haga.
── Cuando lo haga, pensaras en mí. Solo está poniéndote a prueba ── comentó con una media sonrisa ── Vas por buen camino.
── ¿Y qué hay de Louise? Casi no hablamos sobre ella.
── Wilde estaba adentro cuando me uní. Su padre la integro en el grupo ── habló, metiéndose otro puñado de palomitas ── H.H es demasiado estricto como padre y director.
── ¿Qué? ── lo detuvo, completamente confundida ── ¿El director Hills es el padre de Louise?
── Sí ── respondió con obviedad ── Ambos son iguales. Charlie, ¿ahora necesitas trasplante de ojos?
Soltó una risa seca, sin burla ── Son diferentes y él no tiene cabello además de no llevar el mismo apellido o decirle padre.
Kay rio, negando ── Claro, el cabello es esencial. No tienen el mismo apellido por cuestiones de seguridad, si la vinculan, pueden herirla o matarla en venganza. Es algo normal en este trabajo ── jaló una trenza con burla ── Despierta ese cerebro, niña.
Charlotte golpeó su mano ── Cuenta bien las cosas, tratschtante.
── Uh, odio cuando hablas en alemán. Dime, ¿qué insulto me has dicho?
Ella sonrió ── ¿Quieres saber?
── No lo estaría preguntando ── rodó los ojos.
── En tu idioma significa...── dijo, dejando un espacio de silencio para molestarlo ── Una persona que no tiene nada mejor que hacer en la vida que solo chismear.
── ¡Tengo mejores cosas que hacer! ── chilló, totalmente indignado.
── No pareciera ── ella rio.
── Pequeña embustera.
La réplica de Charlotte quedo en silencio por la entrada de una mujer. No pudo separar la mirada, hipnotizada por la forma en que se movía por todo el salón como si supiera donde ir.
El cabello rojizo llegaba hasta su mandíbula, dejando que te concentres en su rostro, uno donde Charlotte puede ver la palabra peligro.
── Hola ── ella dijo, una sonrisa se expandió en su rostro pecoso ── Soy la agente Lían Smith, lamento por la interrupción.
── No es ningún problema ── Charlotte sonrió, apoyando su mentón sobre el peludo sofá.
Los pequeños ojos verdosos de la agente cayeron en ella, llenándose de curiosidad.
── Pensé que Derek estaba en el piso. H.H me dijo que volvían hoy ── informó con suavidad. La expresión de la chica cambio, queriendo saber qué relación tienen esos dos agentes ── No importa. Pasen un buen día, agentes.
Lían se dio la vuelta, balanceando sus caderas con cada paso. Guiñó uno de ojos hasta que la puerta del ascensor cerro, dejándolos a solas nuevamente. En ese momento, Charlotte se dio cuenta que Kay no dijo ni una palabra.
── No es así ── él dijo con molestia ── H.H me informaría primero a mí si ellos vuelven.
Ella dio otro vistazo a la puerta, sabiendo que Kay no diría ni una palabra de quién era esa persona. En cambio, el hombre subió el volumen a la película donde mostraban una escena de un incendio.
Renner mantuvo su vista fija y sus cejas fruncidas.
── ¿Por qué siempre andas con esa placa militar?
Con esa pregunta, él sonrió ── Eres muy curiosa.
──Un pequeño defecto ── se encogió de hombros.
── La placa representa la persona en que me convertí, hace que recuerde que inicie como un chico delgado, frágil y débil. Ahora me convertí en un soldado, un agente que ayuda a personas que sufren sin merecerlo.
── ¿Todo eso transmite una placa? ── interrogó.
── Lo hace, así como las cicatrices.
Ella se quedó callada, ahora enfocándose en la película avanzada. Después de unos minutos, Kay dormía con una palomita dentro de su boca, soltó un fuerte respiro y hacía que Charlotte deseara asfixiarlo.
Ha descubierto que le desesperan aquellos que hacen ruidos al dormir, demasiado incómodo. Rodó los ojos, robando palomitas que cayeron en la camisa del hombre mientras se enfocó en la película.
Por lo visto, terminara dentro de poco. Una chica con un largo y espeso cabello oscuro estaba arrodillada, sujetando con fuerza a un chico de cabello rubio que estaba muerto en sus brazos.
La chica siguió llorando, gritando a la mujer que fue la ocasionante de esa muerte.
── ¡Devuélvemelo! ── gritó, llenó de dolor.
Los llantos, cada vez más largos y quebrados hizo que el pecho de Charlotte se apretara en angustia. Algo se removió dentro de ella, reflejándose en la chica de la película.
¿Por qué sigue viendo esa película? Algo va mal, la ansiedad comenzando a aturdirla.
Tuvo que sacudir su cabeza, intentando quitar esos recuerdos que estaban abriéndose en su mente. Apretó sus manos, sintiéndolas sudorosas.
── Oye, Charlie ── Kay la llamó, tocando su brazo ── ¿Estás bien?
── Sí, buscaré un poco de agua.
Sus manos temblaron al tomar el vaso, tanta fue la fuerza que tuvo que colocarlo en el mostrador antes que terminara por quebrarlo. Trato de respirar con fuerza, repitiendo su nombre varias veces y el lugar donde se encontraba.
Inhaló y exhaló varias veces, ahora pudiendo beber un poco de agua. Un par de tacones hizo que alzara la cabeza, Van se acercó con una sonrisa adornando sus labios rojizos. Entre sus manos llevaba un envase lleno de pastillas.
── Charlotte, pensé que teníamos un trato acerca de los medicamentos ── regañó haciendo que frunza sus cejas, confusa ── No quiero ser de esos médicos que andan detrás de sus pacientes, haciéndolos sufrir.
Tiró el envase al aire, haciendo que Charlotte las agarrara.
── Yo no tomo medicamentos ── susurró sin ganas. Apretó los dedos alrededor, sintiendo esa feroz molestia ── Jamás he tocado esto.
La mujer enfrente de ella, la miró desconcertada, dando un paso atrás con precaución.
── Charlotte, dime cómo te sientes.
La chica soltó el envase regando todas las pastillas en la dura mesa. Sacudió la cabeza, intentando concentrarse en lo que sucedía.
── Charlie, ¿qué ocurre?
El hombre se situó a un lado, también tomando una distancia entre ella al ver como Charlotte apretó sus dientes.
──Wo bin ich? (¿Dónde estoy?) ──murmuró, sus labios temblando.
Sin tener una respuesta, siguió inspeccionándose. Sus manos estaban llenas de anillos brillantes y la ropa, inusualmente grande. Nada le pareció conocido, todo era distante y abrumado.
El vaso se deslizó de sus dedos, quebrándose en varios pedazos. Ese sonido detono el martilleo incesante en su cabeza, propagándose por todo su cuerpo.
── Tranquila, sabes quienes somos ── él habló, alzando sus manos.
La voz del hombre se vio desplazada por un grito femenino, uno muy conocido. Su piel se erizó al oír a Jenell, cerró los ojos, intentando calmarse.
── Schwester, bitte hilf uns (Hermana, por favor, ayúdanos) ── lloró. Otro grito fue escuchado, sin poder distinguirla ── ¡Van a atraparnos!
── Charlotte, bitte! (¡Charlotte, por favor!) ── Mara gritó. En medio de la oscuridad, pudo verla ── Sie wissen, wo wir sind (Tú sabes dónde estamos)
Ella asintió, abriendo los ojos.
── Dejen que salga ── pidió a las dos personas, su inglés filtrándose con dificultad.
── No puedo hacerlo ── Renner negó.
Se adelantó, tomando su delgado brazo. Charlotte solo tuvo que mover su barbilla para que ambos salieran expulsados del improvisado lavadero. El hombre era rápido, levantándose de un solo salto y acercándose a ella.
Charlotte arrancó lo más cercano y fue el mostrador, lo envió dándole un golpe que lo dejó inmovilizado en el suelo. El agua empezó a salpicar, incluso a los que estaban ahí.
── ¡Detente! ──gritó la mujer.
Quito las gotas de agua de su rostro, ignorándola. Va a encontrar a sus hermanas, cueste lo que cueste o en ese caso, lo que se interponga. Toco el botón del ascensor, esperando con paciencia al igual que aguanta el dolor.
Las puertas metálicas se abrieron, mostrando a varios encapuchados con armas más largas que sus brazos.
── ¡Quieta, ahora!
── No lo creo ── musitó.
Agitó sus dedos, ordenando volar las armas y fijar a los hombres en las paredes, algunos salieron disparados al piso. Charlotte tuvo que sujetarse cuando sintió sus piernas flaquear.
Sabe que eso no es bueno, todo estaba relacionado a su poder fallido. Puede sentir como sus manos parpadean pero se negó a observar, eso empeoraría las cosas.
El ascensor se detuvo, asustándola por la brusquedad en que se detuvo. Siguió caminando con lentitud, viendo como las personas en ese piso corrían, lejos de ella.
── ¡Deténgase! ── gritaron nuevos hombres, sus pesados chalecos cubriéndolos ── ¡Suba las manos en este momento!
── Quiero...
── ¡Cállate y ponte de rodillas!
Hoffman apretó las manos en sus oídos, callando las voces que la enloquecían. ¿Cómo es posible que haya entrado en ese lugar?
── ¡Solo déjenme en paz! ── ella gritó, raspando su garganta ── Tengo que ir a casa, por favor.
La búsqueda de los integrantes de la agencia KORB, también conocido como los idiotas que experimentan con humanos sin importar el daño que otorgaban, no fue muy bien.
Derek Roth bajó del avión, tomando la mochila llena de ropa sucia. Algunas pertenecían a Louise que las metió a escondida mientras dormía, prefirió ignorarla y salvar su vida.
── ¿Qué sucede ahí? ── Louise preguntó, saltando del asiento con agilidad.
El hombre siguió su línea de vista donde varios civiles salían corriendo, dejando sus pertenencias en el suelo y otros escondiéndose. Derek dejó la mochila, trotando hasta la entrada donde vio a Charlotte acorralada en una esquina como una presa antes de ser atacada.
Tenía una mirada salvaje que nunca la había tenido, sus pupilas dilatadas y observando a cualquiera que se acercara.
── No ── susurró.
Ella alzó sus manos haciendo temblar el suelo. Varios vidrios salieron disparados contra los agentes con la intención de eliminarlos. De reojo, vio una familiar cabellera rojiza sin algún tipo de protección. Sin perder tiempo, se lanzó, quitándola de en medio.
── Maldición ── chilló, intentando eliminar el incesante polvo.
Los vidrios quedaron estancados en la pared, impresionado por tener ni una quebradura. En otra situación, la fuerza con la que fue lanzado, la rompería.
── ¿Qué sucede? ── Derek preguntó.
── La locura empieza a salir ── informó con aburrimiento.
Haciendo uso de su poder, Lían se volvió invisible ante su mirada. La voz de Louise llamó su atención quien dio pasos vacilantes a Charlotte.
── Lotte, respira tranquilamente.
Atrás de la agente rubia, Morgan camino en silencio, controlando su respiración. En sus manos sostenía el exiliador, uno que controla el uso de poderes, Louise llegó a tomar la mano de Charlotte, algo que molestó en grande a Derek y eso hizo que se quedara parado.
Repentinamente, el rostro de Charlotte cambió, mostrando una expresión de dolor a ira. Ladeó su cabeza, un gesto que no pasó desapercibido.
── ¡Traidoras! ── chilló con enojo.
Ambas agentes salieron disparadas directo a las paredes, sus cuerpos quedaron suspendidos por una fuerza invisible. Los agentes desenfundaron nuevas armas, los cañones apuntando el pecho desprotegido de Charlotte.
Derek no pudo moverse. Se siente como un intruso, solo viendo y sin poder actuar. No puede dañar a una persona indefensa y menos a Charlotte Hoffman.
El suelo empezó a temblar de nuevo, esta vez derribando las lámparas. Cada una de las armas fue arrebatada de las manos de los hombres, creando un escudo alrededor de la chica.
Es entonces cuando él decidió intervenir.
── Charlotte ── llamó. Enseñó el arma en su cintura, depositándola suavemente en el suelo ── Soy Derek Roth, has pasado una semana conmigo, ¿lo recuerdas? Con Louise, Morgan y Kay, todos en el mismo piso.
Ella titubeó, las armas bajando y subiendo conforme sus desordenados pensamientos recorren.
── Te salve de KORB ── siguió hablando ── Tú me empujaste y te metiste en mi mente.
── El soldado no miente ── susurró para sí misma ── Quiero ir a casa, por favor.
── ¿Por qué? ── preguntó ── Si puedo saber.
El hombre redujo la distancia, tomando la mano temblorosa de Charlotte. Su pequeño cuerpo empezó a temblar al mismo tiempo que sus ojos oscuros se llenaron de lágrimas.
── Mis hermanas están sufriendo.
Derek posó su mano en el cuello de ella, atrayéndola a su pecho. Los pequeños dedos de Charlotte tomaron con fuerza su gabardina y sintió como empezaba a relajarse.
── ¿Cómo sabes que ellas están ahí?
Antes de poder contestar, la cabeza de Charlotte cayó hacia atrás al mismo tiempo que su cuerpo perdió fuerza, dejándose caer entre los brazos del soldado.
Lían apareció atrás con un dardo tranquilizador entre sus dedos. Con rapidez, colocó el exiliador en el cuello, activándolo para detener ese flujo de poder.
── Caballeros, la demente ha sido capturada ── avisó.
Derek bajó su mirada, observando a Charlotte inconsciente y con su respiración en calma. Una lágrima se deslizó por su mejilla, cayendo libremente.
Él ignoró la camilla, negándose a dejarla ir así que prefirió llevarla personalmente a Van. Acomodó su cuerpo, cargándola con facilidad y cuidando de que nadie se interpusiera en su camino.
Los gritos de Van fueron escuchados desde que el ascensor abrió, su ropa estaba mojada pero eso no impidió que tuviera preparado para recibir a Charlotte. Derek la dejó en la camilla, quitando las trenzas que se enredaron en su rostro.
── Necesito espacio, Roth ── Van pidió.
Cerró la puerta en la nariz del soldado, haciendo que diera un paso atrás. Antes de poder verla, también bajó las ventanas, sin dejar algún hueco para ver qué sucedía dentro, el hombre solo pudo suspirar e intentar ayudar en el desastre que Charlotte Hoffman dejó.
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