01┃exterior
acto uno, capítulo uno
exterior
Los reflejos demuestran el verdadero ser de una persona, adaptando su forma, lo que rodea y lo implantan para que veas lo que verdaderamente eres.
El reflejo de Charlotte Hoffman solo demostraba el cansancio que contenía su interior como el exterior. Ella apenas pudo visualizarse sin que sus párpados cedieran ante la urgencia de querer acabar con todo lo que rodea su entorno.
Charlotte se encontraba encerrada en una celda que la ha mantenido prisionera por tanto tiempo que la cuenta dejó de ser relevante al saber que no podrá salir de ese agujero. Cada esquina tenía un dispositivo que dejaba salir pitidos avisando que los exiliadores estaban en pleno y correcto funcionamiento al igual que aquella cinta que rodeaba su delgado cuello.
Una banda ancha que daba pequeños toques para neutralizar los poderes que ella contiene en su interior. Aquel que espera ser sacado de su escondite y ser utilizado, algo que le dará mucha alegría.
El efecto que desprende los toques de la cinta es parecido a un sedante, manteniendo a Charlotte en un estado tranquila y dócil, como una fiel muñeca sin control de sus acciones. Lo único que podía hacer era quedarse sentada, fijando su atención y esperar que el tiempo siga avanzando.
Cuándo al fin su cuerpo dejó de batallar contra el sedante, empezó a ceder y a punto de dejarse caer contra el suelo frío. Un dolor atravesó su espalda, distribuyendo por todo su cuerpo ocasionando que se arqueara, apretando los dientes para acabar con la molestia y retener el fuerte grito que queda estancado en su garganta.
── Scheiße (Mierda) ── ella masculló.
Enterró sus delgadas uñas en las palmas de sus manos, dándole una sugerencia a su mente en que se enfoque en otro lado y olvide la parte terrible de sus poderes. Lo más temido sucedió, el cuerpo de Charlotte empezó a desaparecer, apenas visualizando para los hombres que las vigilaban, teniendo que parpadear para mirar la figura transparente.
Ella dejó salir un gruñido que carraspeó su garganta cuando el exiliador empezó a subir sus toques de tranquilizador. Su sistema empezó a detectar los niveles altos del gen mutante y hace su mayor trabajo: retenerla en la celda.
Si no fuera por la cinta, Charlotte Hoffman hubiera dejado esas cuatros paredes hace mucho tiempo. Dándose por vencida, la chica se dejó caer al suelo, abrazando sus piernas en la búsqueda del calor y en un vano intento de controlar los escalofríos.
Entiende que está sola en ese lugar, ya no es de interés para los médicos de la sala opuesta. En una ocasión pudo leer sus pensamientos y todos creen que solo es una falla como todos los Hoffman que pasaron por ese sitio. A pesar de darse por vencidos, sabe que tiene a un médico que le importa, por lo menos un poco.
El médico Wilson se levantó de su mesa, acercándose a la celda con una expresión de preocupación. Cruzó los brazos, tratando de ver el parpadeante cuerpo de Charlotte quién seguía temblando sin control.
La primera vez que ella tuvo un "ataque", un nombre para nada relacionado con lo que estaba sucediéndole se debió al aumento de dosis. Charlotte no reaccionó como tuvo que hacerlo, estaba rechazando y eso conllevó que solo sufriera por la lucha interna de su cuerpo.
En el décimo intento, oyó cómo el médico Wilson se negaba a seguir administrándolo. Su discusión con los hombres en el tercer piso fue bastante extensa, sobre todo como la afectaría. Es de más decir que no le dieron mucha importancia, solo llegaron a amenazarlo con la carta de su despido.
── Trabajas para mí, Wilson. No me digas que hacer ── le dijo el jefe, señalándolo con uno de sus dedos arrugados por su edad avanzada.
Después de eso, Wilson solo dio la media vuelta gritando que prepararan una sala, su viejo experimento volvería a renacer.
Charlotte estaba consciente de lo que sucedía a su alrededor a pesar de estar en un estado delirante la mayoría de tiempo. Si llegará a obtener un nuevo poder, tendría un total descontrol o dependería de las dosis como una drogadicta. Ella lo necesitaría en su sangre para aguantar el día.
Otra de sus opciones era vivir con un exiliador toda su vida para detenerla de cometer locuras que los mismos poderes pueden ocasionar y llegar al caos.
── Cole ── Wilson llamó, aún manteniéndose de pie ── Prepara una nueva dosis.
Charlotte entendió lo que significa esas palabras aunque no hable el idioma. Van a administrarle la quinta dosis en solo la mañana. El asistente del médico se levantó, expandiendo sus ojos con la instrucción pedida.
── ¿Seguro? ── preguntó, rascándose la cabeza con nervios ── Pero pensé...
── No hay otra opción, es la única manera de mantenerla en control. Ahora ve, tengo que entrar.
El hombre sacó la identificación de uno de sus bolsillos, poniéndolo sobre el sensor para que sea leído. La puerta fue abierta, dándole el acceso para entrar al área.
Wilson dio pasos cortos tomando en cuenta la reacción de Charlotte quien solo lo miró con cautela. El exiliador dio otro toque, enviándola nuevamente al suelo, soltó un quejido audible y apretó los dientes, tratando de aguantar mientras las lágrimas rodaron por sus mejillas.
El médico siguió acercándose, extendiendo su mano para alejar las pequeñas trenzas del rostro de ella.
── Charlotte, du musst ruhig bleiben. Schaffst du das? (Charlotte, necesito que te mantengas tranquila. ¿Puedes hacerlo?)
Las palabras alemanas salieron de su boca con total fluidez, como si fuera su idioma natal a pesar de que es lo contrario. Ella asintió, comprendiendo lo dicho así como entiende que es el único hombre que se acerca sin tener armas a su alrededor o el control del exiliador en sus manos.
Los dedos del hombre pasaron por su rostro y por su mentón hasta bajar a su cuello. Arregló el catastrófico aparato con agilidad, sus ojos claros manteniendo la compostura.
Desde la primera que Charlotte vio esa acción se hizo una sola pregunta. ¿Será una máscara o realmente no tiene interés en perder su vida?
── Ich möchte mit meiner Mutter sprechen (Quiero hablar con mi madre) ── ella pidió con tranquilidad.
Wilson detuvo sus acciones, quedándose completamente congelado con lo pedido. Ella frunció el ceño, al ver como su mirada penetrante en la suya, buscando una especie de broma o actuación. Segundos después tragó saliva, dándole a saber que algo iba mal pero su asentimiento de cabeza quiso indicar lo contrario.
── Was musst du ihm sagen? (¿Qué necesitas decirle?) ── preguntó suavemente
── Ich will nicht mehr hier bleiben. Mama versprach, dass ich gehen könnte, wann immer ich wollte (Ya no quiero seguir aquí. Mamá prometió que podía irme cuando quisiera) ── explicó, sentándose en el duro suelo.
Él soltó un suspiro ── Ich werde es wissen (Sé lo haré saber)
El hombre creó una media sonrisa, levantándose para salir por la puerta, directo a su escritorio. Sacó su usual libreta donde empezó a anotar los pequeños cambios que observa, aunque ella se sienta totalmente bien. La dosis es vital para mantenerla tranquila, sumisa tal como esperan que sea.
Las luces parecían tener más intensidad de lo normal, dañando los ojos oscuros de la chica haciendo que los bordes se volvieran completamente oscuros y las lágrimas salieran a causa del ardor.
Ella parpadeó, alejando la agobiante sensación de quedarse ciega por unos segundos. El techo sucio le dio la bienvenida, dejando que pensará que nadie se tomó el tiempo para eliminar las telarañas.
Las palabras KORB estaban inscritas en todo el espacio, algunas letras perdieron su pintura, descascarándose desde la base hasta la mitad. Charlotte intentó levantarse pero las pesadas cadenas sujetando sus muñecas la retuvieron en el mismo lugar.
Sin menor idea de cómo llegó a esa camilla, giró su cuello viendo las estanterías llenas de productos farmacéuticas, jeringas que perdieron sus envolturas y máquinas que desconoce su uso aunque sabe de antemano lo dolorosas que pueden llegar a ser.
Tragó saliva, dándose por vencida en querer quitarse las cadenas. Aceptando el hecho de que será metida, de forma agradable o agresiva.
── Ich erinnere mich, wie meine Mutter starb (Recordé que mi madre murió) ── Charlotte murmuró en tono apagado.
El médico se acercó, empujando una máquina pesada. En otra situación, ella estaría riendo al ver esa escena, el hombre apenas puede sostenerse con su aspecto desgarbado y cohibido.
── Es dauerte, bis du dich erinnerst (Te tomó un tiempo recordar)
Con la mirada fija de Charlotte, Wilson empezó a apretar diversos botones conforme la pantalla pedía que lo hiciera.
── Wie oft ist es passiert? (¿Cuántas veces ha pasado?) ── interrogó.
Él se detuvo, mirándola ── Fünf Mal (Cinco veces)
Ella asintió. Cinco al día es demasiado, dándole a saber que todo iba muy mal. Integrar pérdidas de memorias a su historial, solo hará que termine colapsando.
── Prepara el suero código AO─ 99─ G4 ── pidió el hombre en su idioma, directo a la máquina.
Un torrente de sustancia amarillenta se deslizó por todos los tubos, deteniéndose en varios mezcladores donde introdujo más compuestos químicos. La pantalla se tildó de color verde, dando por confirmado el suero para seguir con el peor paso.
── Sie wissen, wie das Verfahren ist (Sabes cómo es el procedimiento) ── Wilson indicó.
Charlotte asintió, sin dejar de ver cada paso que el hombre hace. Una mala manía que posee.
Wilson sacó los guantes esterilizados junto a una mascarilla, siguiendo el procedimiento indicado. Mojó una mota de algodón debajo del alcohol, limpiando con suavidad el brazo derecho de la chica.
── Nicht bewegen (No te muevas) ── indicó.
La máquina abrió un nuevo dispositivo, un brazo metálico se extendió haciendo los protocolos que el médico fue indicando. La punta de una jeringa salió, extrayéndose del suero amarillento mientras un sensor de luz pasó por el brazo de Charlotte buscando el punto de acceso que anteriormente limpiaron.
Al encontrarlo, la aguja se acercó, rompiendo las capas de la piel para llegar directo a la vena donde soltó la dosis.
Ella dejó salir un quejido de dolor, la punzada dolió pero lo peor era el suero. Sus venas se fueron tiñendo a medida que el líquido inundaba su cuerpo hasta combinarse con su torrente sanguíneo.
── Verdammt (Joder) ── Charlotte maldijo, sintiendo los efectos hacer su labor.
── Pass auf, was du sagst (Cuidado con lo que dices)
Una sonrisa se extendió en el rostro de Wilson al oírla, entiende que pocas veces dice lo que verdaderamente siente y Charlotte tiene la sospecha de que le gusta porque la hace ver más humana y menos como un experimento.
También fue el primer adulto que no le pone un enigma a ninguna de las palabras que sale de su boca. Él sacó una cura de su desgastada bata, quitando los adhesivos para colocar con cuidado encima de la marca.
Otra más que irá a su colección, además de ser ayuda para su fallida memoria.
── Die Dosis wird helfen, die Teleportation zu beruhigen, es wird bald aufhören zu schmerzen (La dosis ayudará a calmar la teletransportación, pronto dejará de doler) ── informó.
Sacó una linterna alumbrando los ojos oscuros de Charlotte, tratando de encontrar una reacción negativa al procedimiento.
── Nichts wird es aufhören zu schmerzen (Nada hará que deje de doler) ── susurró.
La réplica de Wilson fue callada por una fuerte explosión que paralizó a todos y cada cosa que se encontraba dentro de la instalación, el sonido amplificandose al estar en un espacio tan reducido.
El suelo tembló por unos segundos y el techo dejó caer hileras de polvo que envolvieron a Charlotte.
── ¡No! ── el médico murmuró con miedo.
La sirena de alarma empezó a sonar, un perfecto y detallado aviso que había intrusos dentro del edificio por si la bomba no fue suficiente. El hombre observó la puerta por unos segundos, aterrado de lo que se oye. Sabe que si alguien las traspasa, lo arrestarán o en el peor de los casos, le darán un tiro mortal por tener a Charlotte así.
Miró a la chica, agitando su cabeza para ordenar sus ideas descontroladas y corrió directo a la máquina. Ella lo miró con confusión, queriendo saber que sucede pero su lengua se encontraba entumecida, sintiendo el pánico que desprende.
El zumbido familiar llamó su atención, observando como el médico corrió a su lado, desplazando un tubo en el bolsillo de su pantalón.
── Was zur Hölle machst du? (¿Qué demonios haces?) ── masculló.
── Wenn Sie von diesem Ort entkommen, schützen Sie ihn (Cuándo escapes de este lugar, protégelo) ── explicó en voz baja.
El primer golpe en la puerta hizo que Wilson diera un paso atrás, el segundo ocasionó que los tornillos cayeran al suelo en un repiqueo. El tercero fue el indicado para que quedara completamente derribada con abolladuras en forma de botas.
Entre las nubes de polvo, una figura robusta entró con lentitud. Desde la incómoda posición, Charlotte pudo ver la oscura gabardina que lo cubría junto con sus manos enguantadas, portando un arma tan grande que cubría su brazo.
Comenzó a abrirse paso con determinación, sin ninguna duda sobre ser dañado. Su rostro empezó a sobresalir por la poca luz mostrando un corto cabello castaño y una barba que cubría la mayor parte de sus mejillas y barbilla.
La expresión dura del nuevo hombre cambió al ver la situación con mayor claridad. Su mirada azulada se desvió a la chica quién seguía sujeta con las pesadas cadenas hasta observar al médico.
── ¡Sube las manos! ── exigió, su arma apuntando el pecho.
── Claro ── asintió.
Wilson hizo lo pedido, alzando sus brazos para mostrar que no poseía ningún arma u objeto afilado que pueda usarlo en su contra. Él se dejó caer sobre sus rodillas huesudas, hablando tan rápido que fue difícil entenderlo, sus palabras intangibles para los oídos presentes.
Cuatros pasos fueron necesario para que el hombre armado llegará a la camilla sin despegar la mirada de su objetivo quién seguía en un estado tan asustado que podía orinarse en sus propios pantalones.
Charlotte sabe que él no escapara, es inteligente para deducir que el hombre no llegó solo. Se mira como el cabecillo del grupo, un líder que siempre lleva reflejos.
En todo ese tiempo, ella no soltó ni una palabra. Sabe cómo es vista, una chica morena tan frágil que se romperá en cuánto la toquen y lo confirmó cuando los dedos del hombre pasaron con delicadeza por las cadenas, rompiéndolo en un solo intento.
Cuándo el hombre posó su mirada, ella se vio reflejada en las iris azuladas, reflejándose de un modo vulnerable. Es buena leyendo los sentimientos, ventaja de poseer telepatía y más cuando él está inundándose de recuerdos, especificamente como quedó arruinado después de estar en su posición.
Sí es como Charlotte, sabrá lo terrible que es oír los gritos provenientes de los experimentos fallidos o las personas capturadas sin permiso. Lo peor es el agotamiento interno que hace querer darse por vencida pero los médicos nunca lo permiten, atrayéndola de nuevo, cueste lo que cueste.
Una vez suya, no hay vuelta atrás.
── Encontré una chica, probablemente entre 20 y 25 años ── habló a través de un intercomunicador en su hombro.
El idioma, tan distinto al de ella y muy similar a los médicos se filtró por sus oídos. Demasiada casualidad que todos lleven el mismo lenguaje a menos que esté fuera de Alemania, puede ser que su país natal quedó muy lejos hace mucho tiempo y no tenía la menor idea.
── Vamos, puedes levantarte ── dijo él, casi gruñendo.
Charlotte ladeó la cabeza, entendiendo las palabras. Wilson solía gritarlas a su asistente junto a "holgazán lleno de basura". Hizo lo pedido, quedando sentada en la camilla. Pasó una mano cerca del pesado exiliador, sin tocarlo o activaría sus protocolos, creyendo que intentará fugarse y empezará a cerrarse, ahorcándola.
El hombre reaccionó a lo que tenía ella en su cuello, mirando el dispositivo con curiosidad. Dio con el sello de abertura, quitando con cuidado y se lo llevó a otro extremo, leyendo las etiquetas en otro idioma.
Charlotte sonrió, al fin una verdadera, sintiendo el éxtasis que la invadió. Solo una cosa puede hacerla sentir de ese modo: sus poderes han despertado. Empiezan a surgir, después de tanto tiempo.
Por fin estaba plenamente completa, con la disposición para salir sin ser molestada o sedada por el exiliador. Es libre, deseando quemar ese aparato con sus propias manos.
── Exiliador ── susurró el hombre, frunciendo el ceño ── Sé lo que hace, diablos.
Giró sobre sus pies, viendo a la chica sentada con tranquilidad. Sabe lo que se avecina y ella no le dio tiempo para reaccionar cuando levantó su mano, haciendo uso de la mejor parte de su telequinesis.
Su pesado cuerpo fue lanzado directo a la pared, su cabeza impactando duramente contra el cemento. Un siseo de dolor salió, sorprendido por lo sucedido en solo pocos segundos.
Es una chica con habilidades, ciertamente, una mutante que fue atrapada hace tiempo y que claro, sabe utilizar lo que tiene.
Tal como ella predijo, los sentimientos del hombre lo llevaron a ser menos estricto de lo normal. No mantuvo sus sentidos despiertos al verla, una gran equivocación que muchos hacen.
Él gritó, intentando soltar su brazo pero volvió a su sitio, justamente donde Charlotte lo puso. La reacción de su telequinesis es similar a colocar dos imanes, el esfuerzo hará que gaste sus energías y al mismo tiempo, se dañe.
Ella no puede permitir que aquel que la salvó, tenga una herida más en su humanidad.
── Suéltame, podemos resolverlo ── pidió el hombre, sonrojándose del esfuerzo.
Charlotte apretó los labios, pensando en lo que querrá decir. Acercó sus manos y con ellas, el cuerpo del hombre ─ quién seguía agitándose como un animal capturado ─ quedó a centímetros de la chica.
── Ich bitte um Erlaubnis, in deinen Geist einzudringen und deine Sprache zu lernen (Pido permiso para invadir su mente y aprender tu idioma)
La sorpresa en el rostro del hombre le causó diversión, tan confundido y curioso por descubrir que dice. Además, que se intrigó por el característico acento alemán.
── No entiendo ── él negó.
Ella le restó importancia, deseosa de entrar a ese pequeño especial. Con sus dedos fríos, rozó la barba espesa, cuidada y cortada con una buena destreza. La acarició con suavidad, subiendo mientras su telepatía se conectaba.
Cuándo lo hizo, cerró los ojos, dejándose sumergir y así descubrir lo que sucedía a su alrededor.
La información llegó de inmediato o mejor dicho, Charlotte se encontraba dentro de su mente, asemejándose a un libro. Recorrió cada recuerdo como las páginas, deslizándolos con cuidado para evitar afectarlos.
El hombre era un soldado mejorado, sus poderes dados solo tienen alcance en su físico, en el exterior pero no fluye. Nació en Golden, Estados Unidos, ahora entiende su idioma.
Otro dato que hizo confirmara su dureza era que el hombre fue a la milicia hasta que se internó en ZELLA como un agente activo. Una agencia creada para casos que estén estrechamente relacionados con mutantes o mejores, encargados del trabajo que el gobierno no puede.
Siguió recorriendo, absorbiendo la información hasta dar con lo fundamental.
Derek Roth.
Tiene un nombre, ahora pudiendo poner una identificación a su rostro. Salió de su mente, abriendo los ojos y creando una gran sonrisa, satisfecha.
La mirada del agente Roth se mantuvo fija, una niebla oscureciendo los ojos azulados, como una tela semitransparente.
── Velen Dank für die Weitergabe der Informationen. Es ist sehr nützlich, Soldat (Gracias por compartir la información. Es muy útil, soldado)
── ¿Qué me hiciste? ── preguntó él en voz baja, su cabeza cayendo hacia adelante con pesadez.
── Jetzt schlaf, guter Soldat (Ahora duerme, buen soldado) ── ella pidió.
Y con esas palabras, Derek Roth cayó al suelo, como si sus extremidades pesaran demasiado. Una de sus manos cayó en la zapatilla de Charlotte, con un movimiento la sacudió, alejándose.
Dio un vistazo al médico, aún seguía arrodillado y con los brazos extendidos. Tan aterrado que fue imposible para Charlotte quitar esas ganas de golpearlo para que se diera cuenta que todo estaba bajo control.
── Hosenscheißer ── masculló divertida.
── Geh weg, Hoffman. Bevor mehr kommen und sich um das Serum kümmern, wissen Sie, wie wichtig es für Ihren Körper ist (Vete, Hoffman. Antes que vengan más y cuida del suero, sabes lo importante que es para tu cuerpo)
Ella asintió, entendiendo la importancia de ese líquido vital. Sacó el tubo de su bolsillo, agitándolo para crear burbujas. Esa sustancia, tan inofensiva que podía verse, era capaz de arruinarla y crear una adicción tan fuerte.
Lo guardó nuevamente en el bolsillo, cerrando el desgastado zíper, era la mayor protección que podía otorgarle por esos momentos.
Camino a la salida cuando su cuerpo se detuvo involuntariamente, ha detectado a una persona que se dirigía al mismo lugar y no pertenece a KORB.
Una mujer con traje oscuro se detuvo en el hueco donde estuvo la puerta. Su cabello rubio arreglado a la perfección detrás de sus orejas perforadas. Sus ojos castaños se expandieron de la impresión al ver como su compañero, el agente Roth, yacía en el suelo de una forma que demostraba que estaba inconsciente.
Sus labios rosados se abrieron sin exclamar ni una palabra hasta que se llenó de decisión, sin dar a tiempo de reaccionar.
La mujer gritó, creando ondas expansivas que golpearon el cuerpo de Charlotte, alzándola en pleno aire y chocó contra varias cajas. El impacto hizo que varias ratas salieran de su nido, corriendo por salvaguardar su vida.
Ella siseó una maldición, asqueada por los animales.
Antes que pudiera gritar de nuevo, Charlotte se introdujo en su mente, sin pedir permiso como lo hizo anteriormente. Recorrió esos recuerdos escondidos hasta dar con el indicado, abriendo los sentimientos retenidos y a punto de explotar.
Se levantó, sacudiendo el polvo de su pantalón al igual que su camisa. Aceptó que fue sorprendida y demasiado fuerte para su gusto.
Agente Louise Wilde.
Un rostro bonito entre tanta soledad que carga dentro de su interior, una verdadera lástima. Charlotte dio varios pasos adelantes, sin dejar de mirar los ojos vidriosos de la mujer al igual que las grandes lágrimas.
── Mamá ── susurró con tristeza.
Observó la nariz recta que le daba cierta gracia al rostro de Louise, poseía unos ojos achinados y unas pecas visibles se dispersaron en sus mejillas blanquecinas. Era muy diferente a las mujeres que Charlotte veía en las celdas, aquellas que le hacían compañía hasta ser víctimas de su telepatía.
Wilde tenía un aspecto muy diferente, como un aura a su alrededor llena de falsedad para cubrir ese dolor acumulado y culpa, demasiado remordimiento para seguir viviendo. Charlotte tuvo que detenerse antes de seguir integrándose a los sentimientos de la agente, recordando cómo acabo con muchos por esa... curiosidad.
Fue suficiente con abrir esa caja de pandora dentro de su mente.
Ella dio un paso atrás al notar a Louise caerse sobre sus rodillas con el rostro manchado de tristeza, empezó a gritar, dejando salir las ondas que golpearon directo a la pared trasera. Cayeron en pedazos, igual que la agente que sollozaba, sus labios agitándose para sacar esos sentimientos reprimidos.
── ¡Geh! ( ¡Vete! ) ── Wilson gritó.
Él salió por el hueco, ordenando a sus temblorosas piernas correr. Por otro lado, Charlotte prefirió ser una persona civilizada, tomando el camino de la puerta.
Recorrió los pasillos con lentitud, tomándose el tiempo para ver los diseños tétricos, una arquitectura con quiebres y pinturas en todos diferentes. Ella empezó a sentir la pesadez en sus hombros y pies, el uso de sus poderes después de tanto tiempo empezaba a drenar su energía.
Pero tiene una misión que la mantiene despierta hasta cumplirla y es salir de ese lugar.
Ella se introdujo en las mentes cercanas haciéndose invisible ante sus ojos. De esa forma no verán a ninguna chica u oirán pasos, algo bastante útil. Pasó por la celda que estuvo cautiva, sin remordimiento alguno, empezó a desbaratarla. Los hierros y cada parte de esa caja empezaron a reducirse, quedando una bola de chatarra.
Sonrió, satisfecha hasta ver a una mujer entrar en el mismo salón, rodeada de policías. Lo primero que llamó su atención fue el largo abrigo con capucha que escondía un espeso cabello claro, resaltando su rostro perfilado.
De sus manos, un humo blanquecino los cubría. Enseguida se dio cuenta que su mente estaba protegida por ese poder, uno muy exquisito relacionado con el hielo.
Charlotte la miró, pensando en que tan difícil era.
Fueron segundos para que la agente Morgan Jacobs descubriera que no estaba sola, su mirada fría que casualmente tenía un extraordinario parecido con su habilidad demostraba que se encontraba preparada todo el tiempo.
Igual que Charlotte.
Morgan fue la primera en atacar, expulsando varias estacas de hielo perfectamente puntiagudas. Ella alzó su mano, deteniéndolas al aire a mitad de camino, sintió como querían llegar a su destino, incrustarse en su humanidad.
Giró su mano, manteniendo la fuerza y así ordenar que esas estacas cambiaran en dirección a la agente Jacobs, las lanzó sin sentir lástima. Al fin acabo, ella iba a hacer lo mismo.
¿Por qué tener piedad?
── Demonios ── siseó.
Charlotte reanudó su caminata en dirección a la salida, se detuvo en medio de ambos lados que peleaban por diferentes conceptos sobre utilizar a humanos como experimentos. Dio un segundo vistazo a la agente, seguía luchando contra su propio poder.
Una sonrisa cínica tiró de sus labios, podía sentir la ira que su cuerpo palpitaba, al parecer, alguien necesitaba relacionarse con su habilidad, sumergirse hasta conectarse como una sola.
Salió del edificio, titubeando unos segundos mientras observó el panorama. Nunca imaginó llegar tan lejos, aquella fantasía que mantuvo durante tanto tiempo y que en la realidad no lo hizo ni una vez.
Tomó un respiro, juntando las agallas y dio el primer paso. Cubrió sus ojos por el intenso sol, había olvidado cómo se siente el calor que desprende para impregnarse en su piel.
La reja de protección fue reducida, abriendo el camino para seguir recto, lo más lógico que podía hacer. Se adentró al bosque, sosteniéndose de las ramas así evitaba caerse.
Llegó a una carretera transitada por personas de diferentes clases, varios edificios se alzaron, tan altos que las nubes escondían los pisos superiores. La realidad golpeó a Charlotte, dándose cuenta que ya no estaba en KORB.
Cruzó los brazos, tratando de cubrirse ante las miradas curiosas. Sus mentes expuestas hicieron que Hoffman se introdujera con facilidad, viéndose a través de sus ojos e incluso oyendo sus pensamientos.
"Se ve demasiado delgada"
"La juventud de ahora, tan anoréxicas"
"¿De dónde salió? Ese uniforme se ve tan sucia"
Rodó los ojos con sus comentarios inapropiados. Si realmente supieran de donde proviene, cambiarían sus pensamientos. Siguió caminando junto a la multitud, tratando de encontrar a la persona indicada, que este sola.
Al doblar en una esquina, chocó contra una mujer joven, casi de su edad. Los rizos negros rebotaron por el traspié que dio, entonces, Charlotte entendió que era la indicada cuando sonrió con tranquilidad.
── Entschuldigung, können Sie mir sagen, wo ich bin? (Disculpa, ¿puedes decirme dónde estoy?) ── preguntó, rogando para que entienda su pregunta.
Como si se tratara de un milagro, la mujer asintió reconociendo el idioma.
── In Amerika Schatz. Brauchen Sie Hilfe? Haben Sie eine Nummer zum Anrufen? (En Estados Unidos, cariño. ¿Necesitas ayuda? ¿Tienes un número para llamar?) ── interrogó con intriga.
Hizo el intento de sacar el celular pero Charlotte la detuvo, reteniendo su brazo.
── Ja, ich möchte Englisch lernen (Sí, quiero aprender el inglés) ── concluyó en voz baja.
Con el contacto puesto, tuvo el medio necesario para introducirse a su mente con facilidad. Recorrió las memorias, aprendiendo sobre el lenguaje americano, para ella, era tan sencillo como el suyo. Solo le tomó unos segundos para que las palabras fluyeran con naturalidad.
── Invítame a ir contigo ── ordenó.
La mujer parpadeó confundida, tratando de alejar la orden pero al final lo tomó, creando una sonrisa.
── ¿Por qué no vienes conmigo?
── Claro ── aceptó.
Entrelazó su brazo con el de Charlotte, sorprendiendo por su actuación.
── Soy Marisse, por cierto ── informó, caminando por la acera ── Tienes tanta suerte que mi apartamento quede cerca. Nadie quiere caminar con este clima encima.
Ella alzó su rostro viendo el cielo, deseando poder cambiarlo y dar un aire frío.
Primer capítulo de mi segunda novela, hace mucho que la termine y hasta ahora estoy tomando tiempo para arreglarla.
Espero que les guste, no olviden votar y comentar.
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