05| Expediente: Jerusalén

PAIN

      —¿Qué es eso? —preguntó Deidara llamando la atención de los menores pues algo comenzaba a tomar forma en la distancia, estaba anocheciendo y la lluvia no ayudaba mucho para distinguirlo.

      —¿Son...? —finalmente se encontraron lo suficiente cerca para distinguirlo, afirmando sus sospechas. Aquellas figuras eran cadáveres de personas, empaladas en lo largo de un terreno seco, los palos eran de color negro gracias a la sangre coagulada de las víctimas derramada por ellos. Hinata estaba horrorizada por la escena tan desalmada, lloraba y no dejaba de ocultar su cabeza en el pecho de Tzao.

      El responsable seguía en la escena, ensartando a su última víctima en su lugar correspondiente. Este hombre era de cabello naranja y ojos azul opaco, tenía múltiples perforaciónes en todo su cuerpo, del mismo color que los tubos con los que sus víctimas habían sido empaladas, también poseía un anillo color gris purpura en el pulgar derecho con el signo “零” (Rei, "Cero")

      —¡Es Pain! —gritó Deidara emocionado— El justiciero. Famoso por su gran número de seguidores gracias a sus decretos proféticos y su filosofía sobre la paz y el dolor.
       En realidad no es tan diferente de Sasori, Kisame o Kakuzu, él también alberga un síndrome, el suyo es llamado Jerusalén. Se supone que el afectado se identifica completamente con un personaje de la historia sagrada del Antiguo o del Nuevo Testamento y actúa como tal.
     Sin embargo, Pain es diferente, es más una leyenda que una persona. Con tantos seguidores que se hacen pasar por él para escapar de las autoridades y tantas operaciones de rostro con el mismo objetivo, ahora es imposible reconocer al real, dudo que siquiera él lo sepa.
      A demás de que no se cree solo un actor del testamento bíblico, sino que se cree el protagonista de este libro. Se cree el Todo Poderoso, el Dios omnipotente, el justiciero.
      Aunque he escuchado que se le llama el Anticristo, el falso profeta.
      Es mucho más genial verlo en persona que en fotografías.

      Deidara había detenido el carro para bajarse y obtener un buen ángulo para grabar, estaba tan extasiado con la escena y con la presencia de Pain que decidió documentarlo. Sabía que una oportunidad como esa jamás se le presentaría de nuevo.

      La tierra lodosa por la sangre, el aura tan oscura, el ambiente tan pesado, la oscuridad del anochecer, la tonalidad roja en las nubes. Para Deidara, era algo maravilloso, la enfermedad del hombre en su máximo esplendor que incluso con el simple olor a hierro podrías ahogarte.

      Tzao bajó del coche dejando a Hinata dentro.

      —Esta es mi justicia... —decía Pain con voz fuerte y firme, levantando los brazos a sus costados en un intento de enfatizar los cuerpos tras suyo— la justicia de un Dios que ha juzgado a sus pecadores y les ha hecho pagar por un bien mayor. Hasta el niño más ignorante crecerá mientras aprenda cómo es el dolor real. Afecta lo que dicen, lo que piensan, de esa manera se convierten en personas de verdad—decía Pain extasiado— éstas personas han sido purificadas por mí ¡El Dios del Dolor!

      —Vaya... —decía Tzao acercándose más y más a Pain, éste inmediatamente lo reconoció, frunciendo el ceño— hasta un borracho dramático puede convencerse de ser Dios o el rey lagarto. No te encuentro nada especial
—confesó una vez se encontró cara a cara con Pain.

      —No tienes la mejor posición para decir eso ¿No te parece? —fue la respuesta del hombre lleno de sangre frente a él, quien le hablaba como si lo conociera— no eres tan diferente a mí... Ese “Susanoo” que vez, no es más que un delirio tuyo, el reflejo de los anhelos de alguien más que te utiliza para lograr sus propios objetivos. Haces lo que él te dice, dejas que te manipule a su antojo ¿Y te crees mejor que yo? —dijo Pain mirándolo con desprecio.

      —Tú ¿Cómo lo sa...? —Pain le interrumpió.

      —No hay nada que puedas hacer ante la acción divina, ni siquiera puedes darme una respuesta. Tu papel es ser el sacrificio que me permitirá traer paz al mundo. Esa es la respuesta correcta, unánime —se quedó en silencio unos segundos— pero yo puedo liberarte, justo como hice con ellos. —enfatizó los cadáveres tras suyo una vez más— Te juzgaré, te ayudaré a que sientas el dolor, que pienses en el dolor, que conozcas el dolor. ¡Quienes no conocen el dolor verdadero nunca conocerán la paz verdadera!

      —No necesito algo como eso —contraatacó Tzao— Sigues intentando arreglar algo imposible, quieres conseguir la paz, arreglar este mundo fétido. En realidad es tan simple que me sorprende, si algo es imposible de reparar, lo desechas, pero tú solamente estas atrapado en tu síndrome tan ridículo, cautivo de tu pasado doloroso. Traumado. El trauma psicológico es una aflicción de los incapaces ¿Eres incapaz “Dios del Dolor”? —le preguntó Tzao, burlándose.

      —Esto no es un síndrome ni mucho menos una incapacidad. Las personas de este mundo no conocen nada sobre el cerebro humano, así que lo desconocido como nosotros, les asusta, les aterra y les quita el sueño en las noches oscuras, temiendo que nosotros nos encontremos entre aquella oscuridad. Para controlar aquellas pesadillas, nos catalogan como enfermos y con una discapacidad mental. Para no tener que entendernos. Fácilmente pueden llamar demente a un Dios solo por ignorancia —dijo completamente seguro de sí mismo, sin expresión en el rostro. No la creía necesaria— Aprendí a adoptar la sensación de miedo al conocer el verdadero dolor. Cuando no tuve a nada ni nadie, siempre tuve el dolor a mi lado. Me adapté y sobreviví. Mientras vivamos en este prehistórico mundo maldito, nunca lograremos la paz, yo lo sé. Voy a ponerle fin a este mundo patético y sus guerras sin sentido, lo haré un lugar pacífico, lo purificaré ¡Esta será una acción divina! ¿Es una incapacidad la acción divina? O ¿Es una incapacidad volverse la marioneta de una delirio? Chico, tu contacto con la realidad se perderá. Eres catalogado como "Inestable" así como yo soy catalogado demente. No saben qué hacer con nosotros. Permíteme guiarte y volverte puro.

      —Vaya —dijo Tzao— ¿Así de ridículo o más? —dijo Tzao con cinismo— Destruir el mundo, desechar algo irreparable ¡Ese es un sueño de verdad! Tú te convences de ser el Dios de un mundo podrido y condenado; piensas arreglarlo, convencido de que la paz llegará a través del dolor. Pero incluso tú sabes que este mundo es mierda. O es que a caso... ¿Es grandeza ser el Dios de la Mierda?

      —... —Pain le dedicó una sonrisa— veo que jamás entenderás... En este caso... ¡Konan! —gritó Pain a alguien, ésta persona era una hermosa mujer de cabello morado y ojos marrones, con una perforación en la barbilla. Salió del otro lado del coche de Deidara, con Hinata frente suyo y su brazo torcido, inmovilizándola— El amor crea sacrificio y a su vez crea odio. Después podrás conocer el dolor, y una vez que lo hagas... Entenderás —finalmente le dió alguna indicación a la mujer, ella sacó una varilla de su manga, similar a la que utilizaban con sus víctimas. Inmediatamente atravesó con ella a Hinata, sin advertencia, ésta última terminó desplomandose en el suelo. Tzao comenzó a correr hacia ella, preocupado.

      —Ho mierda... —maldijo Deidara terminando de grabar cada ángulo del acto de Pain. Rápidamente le ayudó a Tzao a subir a Hinata al coche quien perdía la conciencia lentamente, Tzao se fue con ella en el asiento trasero mientras Deidara comenzaba a manejar y salir del lugar con prisa.

     —Tu, hipócrita —se escuchó a Pain por último, Tzao no estaría seguro si se refería a él o a Deidara.

     Pain y aquella mujer se quedaron en la escena, observándolos irse, estaban tranquilos entre los cadáveres y la sangre. En ese momento Tzao observó el anillo de la mujer en el dedo corazón derecho, demasiado lejos para distinguir el símbolo en el centro.

      —Hinata... —le habló Tzao con voz tranquila y una presión en el pecho que no podía controlar— si te quedas conmigo seguirás expuesta a esta clase de cosas —le dijo Tzao— No creo que...

      —¡Naruto! —Hinata le interrumpió gritando aquel nombre y escupiendo sangre por el esfuerzo, confundiendo a Tzao— siempre me ha gustado él, pero... Es imposible porque no le interesan las chicas. Jamás he tenido oportunidad, lo sé... Por eso acepté cuando me dijo que quería que te conociera... Porque estoy aterrada de estar sola... ¿Sabes? He estado sola por demasiado tiempo, pero la soledad viene con un dolor ligero pero constante que te consume lentamente sin nada que puedas hacer al respecto, te consume... Así que, por favor... No termines con esto, lo necesito.

      —¿Aunque tu vida se encuentre en riesgo cada segundo que estés comigo?

      —¡No importa! ¡Quiero estar junto a ti! Incluso si los errores que cometas ahora me apuñalen hasta la muerte después —había comenzado a llorar, pero no apartaba su mirada firme de la de Tzao para afirmar su desición— Por favor, no quiero estar sola, ya no, me aterra, es frío y demasiado triste, por favor, ya no quiero, siento que me rompe y me desquicia cada noche que duermo sin compañía. Sólo... Por favor, no me dejes.

      Tzao no sabía qué hacer, realmente no entendía las relaciones entre las personas. Jamás había conocido algo diferente a la soledad, así que no podía compararlo con nada, no podía entender la desesperación de Hinata. Pero Naruto le había dicho que si algo así sucedía, debía darle fuerzas a esa persona, resultar un apoyo para ella.

      —Te prometo que no te dejaré —dijo con seguridad, levantandole el rostro desde el mentón para que lo mire de nuevo— Te amo.

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