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'. JOANNA DIAMOND
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Como me gustaría empezar esta historia con un típico cuento de hadas escrito por la dulce autora con sueños perfectos y vida perfecta.
Pero nada de eso sería cierto.
Y mucho menos estarías aquí ¿Verdad?
Es mi placer hablarles de:
Los mensajes.
Los mensajes han sido una de las ideas más brillantes de la historia.
El primer mensaje fue enviado en 1992
Dando inicio a una nueva forma de comunicación más avanzada, volviendo esto con los años algo común y también irrelevante.
Y ustedes me van a responder, si Joanna
¿Y Eso que tiene que ver con la historia?
Pues...
Jejeje.
—De ninguna manera.
Mi voz sale firme ocultando mi cruda vergüenza, no se en que estaba pensando cuando le di el celular.
—¡Oh vamos Joanna! ¡Necesitas amigos nuevos, socializar! Y quién quita que hasta un novio.
—deja de aceptar solicitudes de extraños, luego es exhaustivo borrarlos.
—Como digas, doña amargada, para esto a tus 21 años ya tendrás canas y parecerás una uva arrugada.—la almohada estrella contra su cara cuando la lanzo con brusquedad a su rostro.
—Eres un dolor de cabeza.— digo mientras rio.
—Tranquila que ya me voy y ya te veré, suplicandome que vuelva.
—Dudo demasiado que eso pase.
Cierro su maleta y sin pensarlo ya estamos caminando a la puerta del departamento.
No quiero llorar, no quiero llorar.
Suelto una risa al ver que ha puesto cara de perrito muerto dramáticamente.
—¿Si irás a mi boda?— hago una mueca. Ella parece notarlo y sin pensarlo frunce el ceño.— si irás ¿Verdad?
—Hasta donde sé no he recibido una invitación— Trato de desviar el tema.
Veo como saca su celular que ha empezado a sonar, una sonrisa se curva en sus labios cuando revisa la pantalla.
Y por supuesto que es Zev.
Lo conoció en un viaje a Australia, discutieron en un avión por qué asiento era el de cada uno, al final se habían equivocado de avión y tuvieron que pagar otro viaje juntos y ahora están a unos meses de casarse.
Las vueltas que da la vida ¿No?
Mis pensamientos se van cuando la escucho colgar.
Mis ojos siguen sus manos que se adentran al bolso de mano que siempre carga, un sobre blanco con detalles dorados y delicados sale de este, suspiro derrotada «siempre me convence de todo»
La leo con sumo cuidado de buscarle algún error o lo que sea. La verdad jamás me han gustado este tipo de eventos y cayendo en la realidad siquiera podría pagar el caro boleto de avión hasta Santorini para estar en su boda.
Me centro en dos palabras:
Ir acompañado.
Ella de alguna manera que no puedo entender ve mis intensiones y antes de que pueda objetar:
—Seguramente en unos meses encontrarás a Alguien.— me guiña el ojo y yo trato de no salir corriendo de aquí.—Ya me tengo que ir, la boda no se planificará sola y el avión me está esperando.—sale del departamento con su equipaje, a decir verdad me costará un poco dejarla ir, este departamento lo pagamos juntas y hemos convivido como hermanas desde hace mucho. El amor es un asco por separarme de ella—¡Te veo en 5 meses Joanna!
Veo su sonrisa por última vez y luego se aleja lentamente por el pasillo.
—En 5 meses...
Susurro para mí misma apartando ese pensamiento de mi cabeza.
—¡Joanna!— Mamá gritó una y otra vez detrás de la pantalla mi nombre.
Dios, pobre de mí, van a desgastar mi nombre.
—Te he escuchado claro, Madre— dije tratando de sobarme el oído.
—Sí claro. Te quiero mucho hija mía, come bien ¿Eh? Estas algo flacucha, y por el amor de Dios ¡Cena algo por primera vez en tu vida!— exclamó exasperada.— Te amo.
—Yo también.
—Eres el orgullo de esta familia, no nos decepciones.
—Claro... Ya debo salir mamá, Adiós.— colgué sin aviso alguno, Esto sería más complicado.
Suspiré estresada, ¿Debía repetir eso cada vez que me llamaba? Empecé a caminar por los pasillos de la universidad con cierta incómodidad resulta qué, Estudiar Literatura era más complicado de lo que ya parecía.
Definitivamente estaba drogada cuando elegí esta carrera.
No le hagan caso, ella Ama escribir.
Sí pero igual estaba drogada, bueno no estaba drogada ¡Pero ustedes ya me entienden!
Utilizo las hojas en blanco y los bolígrafos para crear una mejor vida, ¿Para mí?... Puede ser.
En esta historia solo soy yo, Yo y este libro lleno de letras que ocultan mis inseguridades.
Resulta, que no soy una de esas chicas lindas en las historias con ojos de colores y un cabello largo largo y Rubio. Bueno al menos clasificó en el largo, Soy un 0 a la izquierda a donde quiera que vaya. No tengo amigos y vivo sola en un departamento.
¡Así es soy la chica del piso 10 puerta 102 amigos!
Que aburrida es la vida de Joanna ¿No? Soy un asco para ser protagonista, ¿Cuando se me ocurrió meterme en una historia? Oh sí, ayer. Pues que mala idea.
Cierro mi laptop soltando suspiros, ese inicio es el peor de la existencia.
—¿De nuevo tienes un bloqueo?— Alexa llega con una sonrisa despampanante sosteniendo un gran baso de café «la amo»
—Si. No se me ocurre nada, no tengo idea de que escribir.
—deberías relajarte, no te haría mal un descanso de Wattpad, ya sabes, deberías salir y divertirte un poco, quizás eso te ayude un poco con tu imaginación.— ¿Por qué últimamente todos me decían eso?
—Ya me conoces, no me gusta salir, prefiero quedarme en casa, beber un café y sentarme a ver una hoja en blanco mientras se me ocurre algo interesante que escribir.
—Pues... Esta vez no. Nos han invitado a una fiesta esta noche.— Alexa me dedica una mirada de ilusión, yo por el contrario solo quiero ahorcarme con papel higiénico por qué se que será inútil decirle que no.
—¿Tendré que ir aunque no quiera?
—Exacto.
—Pues no. Me quedaré está noche en una cita con las letras— sonrió inocentemente, ella me empuja levemente causando risas de mi parte.
Salimos de la universidad y nos separamos a mitad de pasillo, Alexa está estudiando diseño de moda así que por obvias razones estamos en clases separadas. ¿Que como nos conocimos? Ella me ayudó a adaptarme en este lugar cuando entré, fue la primera en darme la mano y sin saberlo yo también lo estaba haciendo, ya que solo nos habíamos llevado una semana de diferencia al entrar en este lugar, así que si nos perdíamos lo hacíamos juntas.
Me pongo los audífonos mientras emprendo mi rutina diaria de "¿Como llegar a tu casa de la forma más aburrida?" Coloco Morat —mi banda favorita— y cierro los ojos disfrutando como la brisa de choca contra mi rostro, el cielo está despejado y la luna se asoma discretamente sobre unas cuentas nubes que se asimila bastante a una sonrisa desde mi punto de vista, abro los ojos y ya no es el viento que se estrella contra mi cara sino algo duro.
—Ahg...— me quejo y giro sobre mis talones, viendo que he chocado con alguien que siquiera se ha molestado en disculparse.—¡¿Siquiera pedirás perdón?!
El chico de saco negro sigue caminando, normalmente lo dejaría pasar pero su falta de interés me da ansiedad, doy grandes zancadas para alcanzarlo.
—¡Oye!
El se detiene pero no sé da la vuelta, me gana sin duda en estatura, su cabello negro se mueve con la brisa y por primera vez escucho su voz.
—¿Por qué debería hacerlo si no era yo el que se creía estar en una película de Disney y caminaba con los ojos cerrados?— su voz es gruesa y demanda autoridad, por alguna razón me congelo allí mismo.
Mis ojos solo reaccionan cuando le veo alejarse, ¿Que demonios me pasaba? Tenía razón, era yo la que en un comienzo había estado distraída.
No me molestó en articular otra palabra, después de todo ya estamos a una distancia demasiado grande, quizás esto es una prueba del destino para hacerme creer que ya tengo que poner mis pies en la tierra y dejar de fantasear sobre mi vida.
Esto no es una historia Joanna, es el mundo real.
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