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CARRERAS

 

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Definitivamente no tenía ni la más mínima idea de donde rayos me estaba metiendo.

Es que estaba para salir huyendo lo más rápido posible antes de llamar la atención.

Habían pocas luces que marcaban los puntos de referencia a los corredores y bueno, a todo el que quisiera ver, en realidad.

Y al llegar había notado que el lugar estaba distribuido por ciertas bandas, unas más raras que otras, habían muy pocas chicas allí y se limitaban a llevar todas una chaqueta de cuero del color de su bando. Zack traía una azul oscuro al igual que Diego y Rylie, quien sorprendentemente ya estaba algo involucrada en esta situación desde hace mucho y había sido testigo de algunas cuantas carreras, en una de esas había cruzado miradas con Diego y bueno, lo demás es historia.

Yo traía puesto unos jeans ajustados negros y una blusa café que Alexa me había regalado, fue el primer diseño que hizo para sus prácticas y fue el mejor regalo en ese entonces. Aún le tenía un afecto enorme a la prenda, por supuesto.

No se tenía que discutir el que teníamos que pasar desapercibidos, o al menos yo, que jamás me había dignado a pisar este tipo de eventos ni mucho menos participar en ellos. Esto era nuevo para mi, no era el mejor de los ambientes, pero llamaba demasiado la atención.

Sobre todo por esos carros de lujo que te dejaban con la boca abierta, y el de Zack claramente era uno de esos.

—Bien ¿Hay un plan, o solo vas a ganarle?—Zack se gira para vernos, su rostro refleja autoridad, podría imaginar que en algún momento fue líder de uno de estos bandos.

—Pienso en hacer la carrera que antes habíamos pactado y que nos deje en paz de una vez por todas –todos asentimos captando la información, básicamente no había mucho que hacer, Zack se encargaría de patear traseros toda la noche.

—¿Crees que ya sepa que estamos aquí?

—Él sabe que estamos aquí—culmina.

Justo entonces cañones de luces se disparan al cielo, llamando nuestra atención. Y cuando mis ojos encuentran al responsable de aquello me es inevitable mirarlo con repulsión.

—¡Bienvenidos! Sabía que vendrían–Caleb mantiene el arma del que antes salieron los fuegos artificiales en el aire, su sonrisa maliciosa me causa más asco todavía–, Hola Jana, es lindo volver a verte.

Zack aprieta la mandíbula inconscientemente, cualquiera diría que quiere exterminarlos con la mirada. Con mis manos envuelvo el brazo de Zack, su mirada hace contacto con la mía en cuestión de segundos y cuando pasa sus hombros se relajan.

—Veo que han recibido bien mi mensaje.

—Lo hemos recibido muy bien—Zanja.

—Ha sido divertido, muy divertido en realidad —el rubio se acerca a nosotros con una sonrisa ladina.

—Siempre detrás de mí —alcanzo a oír el susurro de Zack.

—¿Que pasa amigo? No dañaría a tu novia... por segunda vez.

Ese comentario lo ha dicho con intención de jodernos a todos porque su mirada no sólo se proyecta en nosotros, sino también en Rylie y Diego que permanecen a mi lado.

—Ya cierra la boca.

Eso llama su atención, su sonrisa se ensancha mucho más.

¿Sabes? A veces nos vendría bien el silencio.

—Jana, Jana...—Esa abreviación hace que me retuerza un poco, así solía llamarme mi padre.

suena la lengua unas tres veces antes de acercase un tanto a mí, pero no lo suficiente, Zack no se lo permite—, Tan atrevida como siempre—su cabeza se inclina mucho más cerca—, Las marcas en tu cuello son lindas.

Sí, las marcas que me hizo hace días seguían visibles, no tanto como antes, pero todavía había un rastro pequeño que las distinguía.

Sonreí, pues en su mejilla también había rastro del golpe que le di en la cafetería.

—Tan lindas como el golpe que te di, idiota.

Todos a nuestro alrededor sueltan una risadota que destroza en mil partes su sonrisa.

¡Ja, he ganado!

No pasa ni un segundo más cuando Zack lo empuja y se mete en medio se ambos.

—A lo que vinimos, Caleb, pienso correr contigo una sola vez, luego de eso no quiero volver a ver tu repulsiva cara de imbécil, y mucho menos que te acerques a mi novia ¿Está claro?

Caleb alza las manos sin quitar su sonrisa, dominaba a la perfección sus gestos pero sus ojos seguían bailando con diversión, su locura me hacía dudar si realmente era una persona estable emocionalmente.

—Vale, vale ¿Y si yo gano?

—Eso no va a pasar.

—¿Pero si, sí?—inquiere.

—¿Que quieres?

—Tú coche —los ojos de todos se dirigieron al coche de Zack, era precioso, pintura negra, luces hermosas, realmente un gran prototipo de auto.

—No te ilusiones tanto –me atrevo a decir.

—Hecho.

Abro los ojos pasmada, ¿Escuché bien? ¿había dicho hecho? ¿AYUDA?

—Zack, amigo...—Diego trata de hacerlo entrar en razón.

—He dicho que hecho —su voz autoritaria hace que mi pulso de un brinco.

—Hecho —Termina por decir Caleb—, tienen diez minutos para prepararse.

Él y el grupo de personas que le perseguían como si fuese la abeja reina —una abeja reina muy horrible—, se fueron en cuanto terminó de hablar, no fue hasta que ya estaban lo suficientemente lejitos como para relajar todos el semblante de asesinos en serie.

—¿Se puede saber que haces?—le pregunto en voz baja.

—Le doy lo que quiere nada más.

—Pues más te vale ganar, ya me he acostumbrado al asiento del copiloto, es cómodo.

Eso lo hace sonreír momentáneamente, luego parece recordar que no estamos solos él y yo en una habitación.

—¿Cuando le diste un puñetazo?

—Ah... sí, en la cafetería, en una de esas semanas donde desapareciste —emite una leve sonrisa.

—¿Me lo vas a recordar toda nuestra vida juntos?

—Sí.

El ladea con la cabeza.

—Vale, vale, me lo merezco.

—¿Y mi premio por aprender a dar puñetazos en el rostro de Caleb?

Rompí su límite de chico malo, su risa hizo sonar en un tono ronco que me causa escalofríos.

Está apunto de darme un beso cuando Diego interrumpe.

—La verdad no quería interrumpir, tortolitos, pero debemos preparar el carro y tú debes...

—Espera un momento, Diego, que le den a las preparaciones—se me escapa una risa antes de hacer contacto con sus labios.

—Pues bien, lo he intentado.


Nunca había sentido tanta tensión como la sentía ahora.

Zack estaba en su coche.

Caleb estaba en su coche.

Yo estaba del lado de Zack con los nervios al tope y los demás que llevaban un símbolo, chaqueta o cualquier cosa de color azul en el cuerpo.

La pareja estaba a mi lado, con la misma sensación de preocupación que yo.

—Zack debe correr muy bien esta noche, de lo contrario tendremos que ir a pie..—frunzo el ceño a mi amiga.

—¿Es lo único que te importa?—enarco una ceja, ella alza las manos con una sonrisa de inocencia.

—Perdón, he traído botines y de tan solo estar aquí parada me duelen los pies.

Grandioso, le dije que no se pusiera los estúpidos botines.

—Bueno, bueno, no se apresuren todavía, falta un minuto para empezar.

Los motores se encienden, todo parece estar listo.

Mi mirada se fija en Zack quien solo se detiene a mirarme unos segundos y me regala una leve sonrisa que me dice confía en mí  Y sin duda, es lo que hago.

Una chica de tez clara y cabello azabache más alta que yo y con un cuerpo grandioso ahora llama mi atención. La he pillado viéndome sin parar en varias ocasiones, pero esta vez su mirada me deja más confundida de lo que estaba.

Ella pasa a pocos centímetros de mí con una sonrisa e intenciones que no descifro.

No me da tiempo de pensar más en ello, la cuenta regresiva ha empezado.

–¡Tres!

El motor hace un sonido estruendoso.

—¡Dos!

Siento que voy a vomitar mi corazón.

–¡Uno!

Cierro los ojos con fuerza.

Las bocinas, la bandera agitándose y los gritos eufóricos de todos me indican que ya los autos han arrancado. Mi corazón late con fuerza cuando veo el coche de Zack más lejos con cada segundo que pasa.

—¿Cuanto dura el recorrido?

La pregunta sale de mi boca de forma automática.

—Si lo hacen lo suficientemente rápido, en unos cuatro o tres minutos estarían cruzando la línea de meta.

¿cuatro minutos? Estoy segura de podría morir en todo ese tiempo por el nudo en la garganta.

Los minutos pasan, escucho los murmullos de todos a mi alrededor. Apuestas, amenazas todo a favor de Zack.

Pues no mentía cuando decía que era un gran corredor, todos parecían confiar con los ojos cerrados en él.

Y ahí me pregunté.

¿Era tan necesario llegar a estos extremos? Podíamos hablarlo como las personas sivilizadas que somos, pero claro, teníamos que arriesgar vehículos de millones para poder quedar a paz.

—¡Joanna deja de morderte las uñas!—siento el regaño de Rylie muy personal.

—¡Es que ya están por llegar!

Quito mis dedos de mis labios cuando dos dedos hacen pequeños toques en mi hombro. Me giro con curiosidad y me sorprende saber que es la misma chica que anteriormente me acosaba con la mirada y no solo estaba ella, también estaba un grupo de chicas a sus espaldas.

Uh, era la abeja reina.

—¿Eres la nueva novia de Zack?

Uh, hemos empezado mal.

—¿La nueva? La única que ha tenido querrás decir —le corrijo, eso descompone su sonrisa y me da la razón.

—¿Te crees muy especial? Los gustos de ese chico han cambiado mucho, eres el perfecto ejemplo de ello —eso causa un montón de risas de hienas a su alrededor.

—Por supuesto que sí, ha mejorado demasiado.

Me limito a decir sin mucho esfuerzo.

¿Que le pasaban a esas locas?

—¡Ahí vienen!

Bueno, ahora si que sentía que iba a vomitar el corazón.

Mi pulso salió disparado en cuanto vi que iban muy a la par, podría ganar cualquiera.

Cuando estuvieron muy cerca de la meta me obligué a abrir los ojos y contemplar el final.

Vamos Zack...

No me decepciones Zack...

Vamos...

Me quedé atónita cuando el coche de Caleb pasó la línea primero.

Diego llevó ambas manos a la cabeza con la misma expresión de horror que yo.

Escuché abucheos, gritos, de todo un poco mientras en bando de Caleb festejaba y reía del nuestro.

Oh idiotas.

Cuando mi novio sale del coche me apresuro a alcanzarlo.

—¿Has perdido?—pregunto como idiota.

—Eso creo...—me dice con obviedad.

—Pero...

—Las llaves del coche Parck –Zack no tiene problema con aventarle las llaves como si no fuesen nada, Calen las atrapa como un angelito—, Hasta luego, preciosa.

Lo fulmino con la mirada antes de seguir a Zack, quien camina con naturalidad.

—¿Por qué estás tan tranquilo?

—Es solo un coche.

Oh no... no puedo asesinar a mi novio.

—¡¿SOLO UN COCHE?! Ese modelo cuesta millones, lo vi en la tv...

—¿Lo viste en la Tv?—repite, divertido.

—¡Zack!

Sus brazos rodean mi cintura.

—Era la única forma en la que nos dejaría tranquilos.

—Pero tu coche...

—Da igual, ya no tendemos más problemas.

—Eso no hace que se mejor.

—¿Quieres escuchar algo que lo haga mejor?—se relame los labios y una sonrisa se dibuja de repente.

—¿Que? —pregunto sin entender nada.

—Mi padre se ha enterado de lo que pasó con el imbécil de Randy.

—Regan.

—Sí, ese.

—¿Y que hay de bueno con ello?

—Me llamó hace unas horas cabreadísimo diciendo que me quitará los papeles del coche y hará algunos tramites para venderlo en una semana, el idiota de Caleb solo dará unas cuantas vueltas en el coche antes de que puedan quitárselo.

Abro la boca, espantada, era un idiota.

Era mi idiota.

No se porque me causaba tanta risa, pero reí con ganas.

—Zack Parck, no dejas de sorprenderme.

Ensancha su sonrisa.

—¿Tendremos que ir a pie?—Rylie se queja.

—Llamaré a un taxi.

Diego se aparta con cara de dolido pro max.

—Ya se le pasará.

—Eso espero... parece que le ha dolido las a él que a tí—vuelvo a mirarlo antes de besarlo.

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