4.
— Bueno, be- digo... Rog —suspiró—. ¿Tienes todo?
Roger asintió y tomó la maleta que estaba al lado suyo.
— Yo la llevo —se ofreció Brian tomando esta, Roger negó—. Hey, te fracturaste un brazo y una pierna, deberías dejar que te lleve la maleta y que te lleve en la silla...
— Yo puedo solo.
Para Roger era extraño saber que estaba en una relación con alguien que no recordaba, que a fin de cuentas siquiera conocía y que al parecer llevaban alrededor de dos años juntos.
Los padres de Roger no habían aparecido, solo su hermana que fue numerosas veces, pero nada de sus padres.
Había pasado unas dos semanas en el hospital, donde Brian había sido sumamente cuidadoso y preocupado con él, tratando de velar lo más posible porque estuviese bien.
Agradecía esto y le parecía tierno, sin embargo, parecía como si lo conociese desde que había despertado en el hospital.
Como un ángel que apareció de la nada para cuidarlo.
Fueron hacia el auto y allí Brian dejó las cosas de Roger en el maletero.
— ¿Quieres que te cierre la puerta?
— Eh... no gracias —respondió el rubio y la cerró él mismo.
Brian suspiró pesadamente y subió al auto.
El camino fue silencioso, solo se lograba oír la música de fondo que Brian había puesto en la radio, esperaba que Roger lograra recordar algo con las canciones que había elegido, pero el chico al parecer parecía siquiera inmutarse.
— ¿Te gusta? —preguntó en referencia a la música, el chico asintió.
— Oye... Gracias... Gracias por cuidarme —dijo tras un breve momento de silencio. Brian sonrió.
— Es lo menos que podría hacer por el amor de mi vida —dijo—. Aunque no lo recuerdes... eres el amor de mi vida, Roger.
— Gracias —respondió el rubio sin saber qué más decir— Perdón por...
— No te preocupes, entiendo —dijo Brian.
— ¿Queda mucho para llegar? —preguntó.
— Un par de cuadras.
Luego de estas, llegaron a la entrada del edificio. Brian se estacionó y ayudó a Roger a bajarse del vehículo.
Tomaron el ascensor, siempre en silencio, y luego Brian lp guió hasta la puerta del departamento.
— Aquí es, amor —soltó.
Roger se sonrojó un poco y asintió. Luego Brian introdujo la llave y abrió la puerta dejándolo pasar.
Roger miraba el espacio desde la silla de ruedas, asombrado. Tenía algunos recuerdos fugaces del lugar, recordaba el sillón y una sonrisa, que al recordarla hacía que su corazón palpitara mucho más rápido.
Sin embargo, no tenía nada concreto para recordar de forma fluida. Solo tenía un sofá y una sonrisa.
— Quizás estás algo cansado —dijo Brian sacándole de sus pensamientos.
Roger asintió.
— Te llevaré a... a la habitación.
Lo guió arrastrando la silla de ruedas y entró, una habitación más o menos espaciosa, con una cama de dos plazas, dos mesitas de noche y un baño a la izquierda.
Roger se sonrojó al pensar que tendría que dormir con Brian, pero este dijo.
— Si quieres, puedo dormir en el sofá este tiempo...
Roger iba a decirle que sí, pero cambió de opinión.
— Eh... no.
— ¿Hm? —Brian lo miró confundido.
— Duerme... duerme aquí. Conmigo.
Brian sonrió.
— Por supuesto, bebé.
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