3.
— Y... cuéntame de mi vida —pidió el rubio acomodándose, un rato atrás el médico había ido y Brian le informó de lo sucedido, el diagnóstico fue amnesia, la cual debía ir curándose con el tiempo, haciendo volver a la mente de Roger algunos de los hermosos recuerdos que compartía con Brian.
Bueno, eso también incluía los que no eran tan buenos.
— Nos conocimos hace tres años, en la playa —comenzó contando.
«Recuerdo aquel día soleado de verano como si fuese tan solo ayer. El sol brillaba al igual que tu cabello, y tus ojos hacían juego con el cielo azul y el mar del mismo tono.»
«Me encontraba con unos amigos, tú estabas con tu familia, jugando al freesbie con tu hermana. Ella lanzó mal el artefacto y me cayó en la cabeza.»
«Recuerdo como corriste rápidamente a pedirme numerosas disculpas, estabas nervioso, podía notarlo. En ese entonces aún no sabías nadar.»
«Yo simplemente te dije que no te hicieras problema alguno y me presenté. Tú hiciste lo mismo y nos regalamos una sonrisa.»
«En ese momento no logré explicarme el porqué de la punzada que se hizo presente en mi corazón al momento exacto en el que sonreíste. Luego supe descifrarlo, estaba loco por ti.»
«Me diste tu número, "sigamos en contacto" dijiste, sonreíste nuevamente y volviste con tu hermana. Ese había sido uno de los mejores días de mi vida, y siquiera me había enterado.»
Roger sonrió tras escuchar lo que el rizado le acababa de contar.
— Me hubiese gustado recordarlo —dijo.
Brian suspiró.
— A mi también me gustaría que lo recordaras... —dijo.
Se quedaron en silencio unos momentos. Roger miraba su regazo haciendo un máximo esfuerzo por recordar lo contado, mas le era bastante difícil.
Acababa de enterarse de que estaba en una relación con alguien que no recordaba, acababa de enterarse que había sido atropellado y que cinco años de su vida habían sido borrados como lo escrito en una pizarra al pasarle una toalla húmeda.
Suspiró y se pasó las manos por la cara.
— Yo... prometo ayudarte a recordar... —dijo el de rizos tomándole la mano, Roger se asustó un poco, pero no lo corrió.
Aunque eso incluya perderte por siempre.
(...)
— ¿Cariño? ¿En qué sala era?
La voz de Freddie por el teléfono era presente y se notaba nerviosa.
— Veintiocho —dijo mirando el número en la puerta, Roger se encontraba durmiendo.
— Está bien, llegaremos en un rato —anunció el persa.
— Claro, nos vemos, adiós —respondió Brian y tras un "adiós, querido" por parte de Freddie, cortó.
— ¿Quién era? —preguntó Roger restregándose un ojo y sentándose en la camilla.
— Freddie —respondió Brian, Roger nuevamente pareció no entender—. Es un amigo, junto con John.
— Ya veo... ¿tenemos más amigos?
— Bueno... no —respondió—. Solo ellos.
— Ya veo... ¿mis padres vendrán?
Demonios.
— Bueno... yo... no estoy seguro —dijo.
— ¿Por qué no? —preguntó nuevamente Roger—. Les avisaste, ¿verdad?
— Por supuesto que lo hice, am- digo, Rog, solo... ellos... ellos no tomaron muy bien nuestra relación, que digamos...
— ¿N-No?
Brian asintió.
— Pero tu hermana dijo que vendría.
Roger sonrió un poco y siguió tratando de recordar algo.
En ello llegaron Freddie y John.
— ¡Cariño! ¿Estas bien?
Roger no respondió tratando de adivinar cuál de los dos chicos que tenía en frente era cuál.
— Tiene amnesia —explicó Brian—. Recuerda... hasta alrededor de los diecinueve...
— Pero no se conocían cuando Roger tenía diecinueve —dijo John, Brian y Freddie lo miraron con cara de que aquello era relevante.
— Bueno, en ese caso debemos hacer que nuestra rubia recuerde —dijo Freddie sonriendo.
Roger asintió emocionado por recuperar su vida.
Y por dejar atrás las lagunas mentales que tenía.
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