Capítulo 2 "El momento de aceptarlo"
El el principio de los tiempos existían tres reinos, de dos de los cuales, la Princesa y Diosa Stacia y el Príncipe Alistair eran regentes. Reinos separados por una maldición y deseos impuros. Aunque en aquel momento lograron vivir su amor... no siempre los finales son felices y para ellos hay aún una prueba más por afrontar.
Ahora, en la reencarnación de Kazuto y Asuna.
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Capítulo 2 "El momento de aceptarlo"
–¡Por favor , no!
–¡Por favor! ¡Espera, por favor!
Los pedales se movían a gran velocidad, mientras bajaba por aquella colina empinada. Peligroso... se lo habían dicho innumerables veces, que al dejarse ir por esa ruta, lo mejor era, caminar al lado de la bicicleta, hasta terminar el tramo.
Pero no había tiempo.
Sentía las ruedas forzadas contra el pavimento, al punto de darle miedo, presionar para detenerse. Un cruce más y estaría en la estación.
–¡Maldición! El semáforo se puso en verde. No podría cruzar, a menos que fuera más rápido que los automóviles, que aún se divisaban en una carrera contra el tiempo y la posibilidad de estamparse contra mí, montado sin ninguna protección sobre aquel aparato débil.
–¡Mierdaaa! –No me importaba, que pasara lo que tuviera que pasar, aprovecharía el impulso que bajar la colina me había dado y estaba seguro de lograr cruzar a tiempo.
Me tiré... y el sonido de aquel freno, seguido del dolor en la frente, se mezcló en una sola sensación llamada... angustia...
Había sido empujado por el paso de un auto, en el último segundo, arrojando su transporte, a girar sobre si mismo, cayendo contra el suelo de cara.
Los gritos de la gente, lo aturdían.
La mirada gris, se levantó, del suelo, con la ayuda de dos chicos que se le acercaron.
–¡Kazu!
–¡¿Kazu?!
Corrieron desde la estación hasta él.
–¿Te encuentras bien? ¿Sabes quien soy?... –lo tomó por el rostro con las dos manos, una de sus socorristas. Los largos cabellos lacios parecían dibujarse entre las sombras que creaba el sol, tornándose en un color naranjado, que enseguida, le llevó a acordarse de su cometido. La razón de haber llegado hasta ese lugar.
–¿No viste que estaba en verde?... –preguntó su otro rubio amigo, quien al ver la sangre, ya deslizándose sobre la pestaña izquierda del Kirigaya, sacó su pañuelo y se lo colocó en la frente. –No es tan grande... pero no sabría decir si necesitas puntos...
Los escuchaba hablar, pero no decía nada, estaba ido, de pensar... que por más que corrió, no lo había logrado y encontrar a los rubios solos... en la estación, era la prueba de eso.
–Eugeo... ayúdame a llevarlo a la clínica... –La mirada azul, preocupada, le hizo asentir. Sin embargo... no estaba satisfecho por la manera en que todo se había resuelto. Su amigo no era de quedarse callado, siempre tenía la última palabra en los conflictos y el no poder expresar cómo había llegado a esas inmediaciones no le parecía normal. ¿Se habría golpeado fuerte la cabeza?
Esa tarde... mi mejor amigo... le preguntaría a la chica que rechacé... si quería ser su novia.
Nadie conocía... ni conocería el interior de mis sentimientos más que yo.
Me asusté... muchísimo.
¿Cómo lidiar con esto?... si de solo pensarlo, siento que moriré... Ninguno de ellos ha despertado sus memorias... viven en este cuento de mal gusto... Sin que yo pueda decir la verdad... sin poder reclamar lo que es mío...
¿Lo que es mío?... eso es muy iluso... no es que ella me perteneciera... si Stacia estaba conmigo era porque me amaba... Es normal que ahora...
–¿Kazu?... responde lo que te pregunta el doctor... –lo tomó de la mano, la rubia. Los largos cabellos refractados al sol que había visto antes... lo seguían... ahora tan rubios que parecían coloreados con pétalos de girasol.
Y la sensación de sentirme traidor anidaba en mi pecho una vez más...
¿Por qué Alice estaba conmigo?... ¿Porque se lo pedí?... ¿Porque no había otra opción?... ¿Porque... Eugeo...?
Desvió la mirada hacia su amigo, en medio de sus pensamientos, mirándolo tan profundamente que empezó a negar con la cabeza, sin notarlo.
–Parece que sigue muy desorientado... se quedará ingresado esta noche para observación. –Haló papelería del estante, el hombre de bata blanca.
Excelente... lo que me faltaba... sentirme encerrado... cuando lo único que necesitaba era salir corriendo...
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Desde el día en que vi a Stacia nuevamente... no había podido descansar..., al estar despierto, pensaba en ella y si me quedaba dormido... soñaba con ella...
Pero estaba muy consciente de mi situación. Ella no me conocía... y no iba a darle la oportunidad de hacerlo... Porque conociéndome... trataría de enamorarla con todo lo que cruzara en mi imaginación... ya que no podría vivir sin hacerlo... sin ver sus pómulos sonrosados... y los labios hinchados por mis besos...
Tal vez iría incluso mucho más allá... porque lo nuestro era así... Mi única compañera... quien entendía todo de mí... mi amor incondicional... la única para mí...
Pero ahora... ella no sentía por mí, más que una táctil curiosidad...
Le inventé una mentira... que terminó enredada en una realidad extraña hasta para mí...
Sí decía que tenía una novia... debía ser verdad para que ella... perdiera cualquier esperanza... ya que aunque no dijera nada... si su alma sigue conectada con la mía como lo siento... su necesidad por acercarse a mí, crecerá cada vez más.
Pero no quería a ninguna otra mujer... para ocupar ese puesto...
Al ver la vergüenza en su faz, al confrontarla... la desgracia enraizó dentro de mí, al punto que al verla partir, el aire me faltaba y no podía ni mantenerme en pie.
¡No quería eso! ¡No!
Traté de seguirla, en caminata rápida hasta la primera planta del edificio, la vi entonces entrar al cuarto de aseo de las señoritas.
Con un paso emprendería mi nuevo destino, pero me sentí coartado al ver a alguien más... llevando acabo mi plan.
–¿Eugeo?... –Temblaron los ojos metálicos, ante lo que observaba a la distancia.
La chica de cabellos de atardecer, había salido del cuarto de baño y tras cruzar un par de palabras con el rubio, caminó a su lado hasta la salida de la institución.
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En la actualidad, parecía que el reposo, le había sentado de maravilla, dormido profundamente, sobre aquella almohada con olor a detergente.
Su mejor amigo, yacía sentado a su lado, con la mirada baja, cual pensara en algo importante.
–¿Sigues aquí?... –entró a la habitación con una bolsa de comida rápida, la rubia. –Aunque dijeron que se permitían dos familiares... estoy segura que Suguha no tarda en llegar.
–No me eches... –le sonrió, para luego ponerse en pie.
–No lo hago... tonto... Descuida, cualquier cosa que suceda yo te avisaré... después de todo, el doctor dijo que no había sido nada grave.
El chico asintió y tomando su maleta salió de la habitación, no sin dedicar una última mirada a la faz de su amigo, dormido. No podía evitar pensar... que tal vez todo aquello fuera su culpa.
Pasó por la recepción, bajo las escaleras y una vez estuvo fuera del nosocomio, sacó su teléfono, para corroborar lo que estaba pensando.
Miró las conversaciones, percatándose que tenía tres mensajes nuevos de Asuna, lo que abrió sus ojos en sorpresa para luego relajarse.
–Lo había dicho en broma... –se dijo a si mismo, al abrir la bandeja de mensajes y leerlos uno a uno.
Hora: 17:50 Asuna: Llegué a casa, te escribo porque me dijiste.
Hora: 17:50 Asuna: ¡No quise decirlo así! Es decir... ¡ya llegué!
Hora: 17:51 Asuna: Perdona...
–Puff –Sus comentarios nerviosos le sacaron una risita enternecida al rubio. Después de todo, tras despedirse en la estación, le había pedido que le comunicara su llegada, y gracias por hacerlo.
Iba a contestarle, cuando recordó el motivo por el que iba a ver su teléfono en primer lugar.
Encontró entonces el último mensaje que le envió a su amigo.
Hora: 15:20 Eugeo: ¡Kazu! Este... no sé como decirte esto... bueno, no sé como decírselo a ella, en verdad... hoy en la estación, cerca de la escuela, ya que estoy por acompañar a Yuuki-san a su casa... le diré lo que siento. ¡Ah! ¡No pienses que soy un lento, que no sabe que decir! Bueno... un poco... ¿Vienes? Necesito tu apoyo moral...
No había respuesta... lo había visto y luego de eso...
–¿Por qué te excediste tanto por llegar a verme?... idiota... –frunció el ceño y ladeó una mueca, molesto. Sabía que su amistad era de aquellas únicas... que con tal de estar al lado del otro en el momento de necesidad, harían lo que fueran pero... –Debes fijarte más en lo que haces...
Suspiró y volviendo a la conversación con Asuna, contestó.
Hora: 19:10 Eugeo: ¡Hola! Gracias por avisarme. Perdona que contesto hasta ahora... mi amigo Kazuto tuvo un accidente y estaba con él.
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La campanita del teléfono rosado, se encendió, acompañada de un sonido dulce de alerta, por lo que la chica que recién secó su cabello, luego de la ducha, dejó la secadora sobre el mueble tocador y lo tomó en manos.
Sin embargo... la preocupación que se apoderó de su pecho, era indescriptible... apenas y había rozado palabra con aquel mencionado... y las muy pocas que habían pasado, eran palabras frías y antipáticas. Pero el mensaje de Eugeo era tan escueto, que le robó la tranquilidad. ¿Pero cómo preguntar por más información?...
Bueno... ¿Natural, no?... Si alguien se lastimó es de buena educación, saber de él...
Dubitativa, abrió un nuevo mensaje.
Hora: 19:11 Asuna: ¡Oh! –Borró.
Hora: 19:11 Asuna: ¿En serio?... ¿Y cómo está tu amigo? ¿Se siente mejor? ¿dónde está?... –Borró, todas las preguntas.
Hora: 19:11 Asuna: No te preocupes, es bueno que estés con tu amigo, si te necesita.
Suspiró y dejó el teléfono en la mesa. Era lo mejor... debía parecer que le preocupaba él... no su amigo...
Lo escuchó dar la alarma unos segundos después.
Hora: 19:12 Eugeo: Gracias. Él ya está mejor, ahora voy de camino, cuando me suba al tren, vuelvo a hablarte.
Hora: 19:12 Eugeo: Gracias por comprender.
Los ojos ambarinos leyeron, pero no contestaron...
¿Era normal?... Que el día en que aquel rubio se le había declarado... y ella aceptado... pensara en cómo estaría aquel pelinegro...
Se asomó por la ventana y miró al cielo, buscando una respuesta. La luna majestuosa... parecía brillar sobre su cara, fue entonces cuando los vio, varios farolitos voladores, que parecían haber sido soltados en el parque cercano, se veían hermosos... y... el pensamiento la invadió.
Si de verdad... aquellos mensajeros eran capaces de llegar a su destino... después de todo lo que llevaban dentro... representaban la esperanza de alguien más, como una noticia deseosa de ser recibida.
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Continuará...
A ver si con esto ya la musa me deja en paz xDD
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