14

Yoongi al ver como su chico lloraba dejó caer la pistola de todas formas no era real, corrió y abrazó a su chico mientras lloraba lo había extrañado mucho y se arrepentía de no haberlo detenido esa vez.

—No me toques Min. —lo empujó. —no me vuelvas a tocar.

—Perdón. —se arrodilló. —Jimin joder todo esto es mi maldita culpa que estemos así.

—Después de dos malditos meses te das cuenta. —habló. —no sabes como espere que me detuvieras tú o tus empleados, pero no fue así. —lo empujó. —solo di que fui tu maldito juguete sexual.

—Nunca pensé eso. —negó. —Jimin yo te amo te extraño ya olvidaste que íbamos a formar una familia.

—¡Y como si a pesar de hacerlo millones de veces y que dejes tu semen dentro de mí, jamás me voy a embarazar; porque soy un puto chico! —grito. —¡Y sé que tú preferirías que hubiera sido una mujer!

—¡Si hubiera preferido una mujer no estaría contigo! —grito. —Jimin estoy consciente de que no puedes embarazarte. —se atrevió a acariciar la mejilla. —pero podemos adoptar sé que hubiera sido lindo un hijo de nuestra propia sangre, pero las cosas se dieron así.

«Decidí darle una oportunidad más, pero eso no iba a quitar que estaba molesto con él. Iba a volver a estar en la residencia, pero no iba a dormir en la misma cama con él no sabía con cuántos más había dormido él en nuestra cama.

Me dio una habitación podía ver su decepción, pero eso iba a ser una lección para él no era un maldito adolescente al cual podía engañar y manipular. No lo iba a perdonar hasta dentro de tres meses y él si me quería devuelta a su lado debía de ser paciente y si no yo ya tenía una vida hecha en esos dos meses»

Pov Yoongi.

La cena era silenciosa, miraba a Jimin el cual comía tranquilamente pude ver en su cuello algunos chupones los cuales ninguno era mío ¿Desde cuándo Jimin se volvió así? Él ya no era aquel chico que yo conocí aquel rebelde chico ya no estaba ahora solo uno frío.

—¿Te cuidaste? — pregunté y él me vio.

—¿A qué te refieres? —dejó de comer.

—Dormías con muchas personas. —respondí. —pudiste contraer alguna enfermedad.

—Olvide que me espiaba. —sonrió. —tranquilo no me embaraze de nadie.

—Me preocupa tu salud. —hable. —estás un poco delgado.

—Ya no tengo hambre. —se levantó. —gracias por arruinarme la cena.

Yo solo lo vi irse sé que estaba molesto y estaba en todo su derecho, pero enojarse porque su salud me preocupa ya era muy infantil, tomé mi celular y marque un número.

—Te quiero aquí en cinco minutos. —dije y colgué sin esperar respuesta.

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