XV
Después de aquella escena en donde Fraudrin termino humillado por Eirian, el azabache había salido corriendo por la vergüenza que sentía. No era un comportamiento que solía tener, al contrario él detestaba la violencia y los conflictos, por lo que aquel impulso de discutir con Fraudrin que terminó en un ataque de ira fue una sorpresa para todos, pero en el fondo, el muñeco estaba feliz por haber hecho eso y defender el nombre de su padre.
No muy lejos estaba Estarossa quién había seguido al pelinegro, al verlo, solo en un sitio apartado del castillo, pensó que era su oportunidad, por lo que se acercó con un objetivo en mente.
– Oye, ¿estás bien? -Preguntó el peliplata con preocupación, si bien el azabache si le preocupaba, quería simpatizar con él para que accediera rápidamente a lo que quería- no le hagas caso a Fraudrin, es un imbécil de primera -le dijo al más bajo, quién lo miraba con sorpresa en sus ojos-
Eirian se removió algo incómodo, ver a Estarossa le traía recuerdos de su amado, un sentimiento de tristeza y nostalgia por aquel que ya no volvería a su lado, y una extraña simpatía mezclada con cariño y familiaridad que lo abrumaban.
– Y-yo...si... Estoy bien -respondió con nerviosismo el de menor estatura, dando todo su esfuerzo por mantener la conversación debido al cúmulo de mociones que sentía- Fraudrin es un tonto -dijo haciendo un puchero con frustración–
En el rostro del príncipe se formó una sonrisa tierna por ver aquella expresión infantil e inocente en el rostro del más bajo, sentía una ternura en su interior al verlo, casi como si ya estuviera acostumbrado a verlo de ese modo... Pero no era si, ellos apenas hablaban, sin embargo no dijo nada y con su mano alzó suavemente el mentón del azabache forzandolo a verlo.
– Si... Y más le vale no molestarte de nuevo o se las verá conmigo -dijo con un tono algo amenazante mientras que sutilmente iba acomodándose de tal modo que acorralaban al más bajo contra la pared- de hecho me molesta que cualquiera se meta contigo, así que lo haría pagar igual sea a quien sea -dijo con malicia y acercó su boca al oído del más bajo- en realidad, también me gustaría levantarte los ánimos si tú me lo permites -susurro en un tono seductor al azabache cerca de su oido–
– ¿E-eh? A-ah eres muy amable Estarossa -tartamudeo nervioso y sonrojado el menor con inocencia–
« Algo amable no es precisamente lo que pensaba » pensó el demonio al oír la respuesta del pelinegro, la ingenuidad del más bajo le causaba ternura, así que decidió ser más directo para que el menor comprendiera lo que quería.
– Tu piel es tan suave, me gusta como se siente cuando la acaricio -murmuró mientras acariciaba suavemente el rostro del pelinegro y bajaba poco a poco su mano tocando su torso, ante eso Eirian se estremeció con algo de temor- shhh no estés asustado, solo déjate llevar... -Fue lo que dijo el peliplata–
El sentir las caricias del más alto hizo estremecer a Eirian y también eso que el cúmulo de emociones que se revolvían en su interior se agitara aún más, una parte se sentía cómodo con eso y le gustaba, pero la otra parte estaba incómoda y temerosa. No sabía cómo reaccionar y solo se removió incómodo, intentando procesar todo lo sucedido.
– Vamos Eirian... No seas tímido, te vendría bien hacer estas cosas con un hombre como yo de vez en cuando -dijo acariciando con una de sus manos el rostro del pelinegro- necesitas alguien que te haga sentir vivo, últimamente no haz sido tu mismo... Permíteme ayudarte en eso -dijo viéndolo a los ojos, disfrutando de la expresión tan adorable e indefensa en el rostro del menor y luego besar sus labios con fiereza–
Eirian se removió confundido, su corazón estaba acelerado con un sentimiento de confusión demasiado grande. No lo entendía, ¿por qué se sentía bien cuando lo besaba? ¿Por qué se sentía tan familiar? ¿Por qué quería aún más?
– Estarossa... No, no lo hagas por favor -dijo el azabache con una voz temblorosa una vez que el más alto se separó del beso–
El peliplata frunció el ceño ligeramente y bajo sus caricias hacia la cintura del pelinegro, metiendo sus manos bajo la camisa de este acariciando su piel.
– Vamos pequeño... El sonrojo en tus mejillas y esa expresión en tu rostro te hacen ver tan inocente -murmuró al oído del más bajo mientras que sus manos viajaron hacia la retaguardia del menor, tomando ambas nalgas en sus manos, lo cual hizo que el menor soltará un gemido, aquello solo hizo que la ya algo despierta intimidad del peliplata se levantará aún más, por lo cual esté movió un poco sus caderas aumentando los roces entre ambos- Déjame complacerte Eirian... –
Las palabras de Estarossa tenían un deje de honestidad que abrumaba a Eirian, y su caricias... Sus caricias... La sensación de las fuertes manos de el príncipe demoníaco en su cuerpo lo hacía estremecerse, su corazón se llenaba con una calidez que realmente lo reconfortaba y lo hacía desear más de él.
Tembloroso, con el rostro sonrojado y empezando a dejarse llevar por el calor del momento, Eirian miró a los ojos de Estarossa.
– Estarossa... -Murmuró con vergüenza al más alto- por favor... Solo ten cuidado -dijo Eirian con timidez–
Estarossa sonrió con una mezcla de malicia y satisfacción al oír al azabache y lo tomo de la cintura con firmeza.
– No te preocupes pequeño... No te haré nada malo -dijo el mayor antes de besar los labios del contrario–
« Nada malo, pero si algo que disfrutaremos ambos... Disfrutaré esto como no lo puedes imaginar, Eirian... Te daré tan duro que haré que mi cama rechine » pensó con perversión mientras su lengua recorría la cavidad bucal del menor.
El más joven se estremeció, su cuerpo reaccionaba por su cuenta, era una sensación tan familiar y placentera que cegaba un poco su mente y le incitaba a seguir las acciones del peliplata...
Estarossa quería poseer a Eirian, hacerlo suyo y que sólo lo mirará a él, que los ojos negros del pequeño lo mirarán con amor y cariño...
Y Eirian quería olvidar la tristeza que lo aquejaba, quería al menos por un momento olvidar a Mael y el dolor que le provocaba su partida...
Ambos se necesitaban mutuamente, más allá de aquello que aparentaba ser, ellos estaban unidos fuertemente por un hermoso sentimiento.
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