XIV
El tiempo dentro del Ataúd de la Oscuridad Eterna fue agobiante para muchos... Pues aquellos demonios que antes casi lograban vencer en la Guerra Santa fueron reducidos al Inframundo, desterrados por las otras razas como si fueran basura...
Para algunos, como Estarossa, que habían podido encontrar algo en lo que desviar su atención no fue tan tedioso. Aquello que había llamado la atención del Mandamiento del Amor, o más bien quien había llamado su atención no era ni más ni menos que Eirian, el amigo de su hermano menor Zeldris.
Aquel muchacho tenía algo que realmente llamaba la atención de Estarossa, desconocía lo que era, lo único que sabía es que todo en él le resultaba familiar y nostálgico de algún modo, como si lo conociera de antes. El cabello negro de Eirian, sus rasgos finos y delicados, su piel pálida... Todo en él le transmitía un conjunto de emociones que no lograba describir, pero que que estaba seguro de querer averiguar la razón de aquello.
Precisamente por esa razón observaba a Eirian a lo lejos constantemente, queriendo acercarse a él, pero era constantemente detenido, no solo por su hermano Zeldris, sino que también por otros Mandamientos, como Derieri, Melascula e incluso Gloxinia; aquello lo frustraba enormemente.
Por su parte Eirian no podía evitar recordar a su amado arcángel al ver al Mandamiento del Amor, la tristeza y la nostalgia invadían su ser al verlo, por eso intentaba en lo posible evitarlo...
Zeldris había notado esa actitud de su amigo y le había cuestionado el porque de esa actitud, y tras algo de insistencia, este finalmente le confesó al príncipe la razón de su comportamiento, al principio el Mandamiento no lo tomo muy bien, al contrario estaba muy enojado, pero conocía bien a Eirian y sabía lo inocente que era él y que no tenía la intención de herir a ninguna persona con sus acciones, así que simplemente se guardó sus comentarios y no dijo nada a nadie.
Como ya se había hecho costumbre, el Mandamiento del Amor se encontraba siguiendo a Eirian mientras que este hablaba animadamente con Zeldris, lo cual en resumidas cuentas era Eirian hablando de cualquier tema y Zeldris dándole respuestas cortas o nulas.
Tan concentrado estaba en su tarea Estarossa que no se percató de la presencia de otros mandamientos cerca de él.
– Vaya vaya... Estarossa, no sabía que tenías un lado acosador -dijo burlándose la chica serpiente, Melascula, causando sorpresa en el peliplata- me compadezco de sempai... Haz de tener una mirada muy pesada –
La risa burlona del Mandamiento de la Fé hizo que el peliplata frunciera el ceño levemente, sin embargo no apartó su mirada de Eirian en ningún momento.
– Lo que yo haga no es de tu incumbencia Melascula... -Fue lo que se limitó a contestar- ¿Qué es lo que quieren? –
Aquella pregunta iba a ser respondida por Monspiet quién estaba en aquel lugar acompañando a Derieri, pues ella y Melascula buscaban a Eirian, pero Fraudrin (quién había ido de metiche) se apresuró a responder antes, con algo que hizo molestar a varios de los hay presentes.
– Hmp... No entiendo que tiene de interesante ese enano debilucho -dijo observando a Eirian- parece que fuera a caerse en cualquier momento –
– ¿Oh? Es cierto Fraudrin, tu apenas conoces a sempai -dijo la serpiente al notar como la expresión de Estarossa se trastornaba ligeramente en un mueca de molestia- Él fue creado por Gowther, la persona a la que estas reemplazando –
– ¡Ja! Ese tal Gowther no debe ser la gran cosa -dijo con sarna el demonio morado- los muertos lo están por una razón... –
Sin embargo, lo que los Mandamientos no alcanzaron a notar fue cuando los dos pelinegros se acercaron a ellos, mucho menos que Eirian había escuchado claramente las palabras que había dicho Fraudrin.
– Disculpa... -Llamó Eirian con una voz neutral y calma- Eso que acabas de decir... ¿Podrías repetirlo? Me parece que no escuché bien lo que dijiste -le dijo a Fraudrin con una tranquilidad que camuflaba el enojo–
« Esto va a terminar mal... » fue el pensamiento que recorrió la mente de los ahí presentes con la excepción de Fraudrin y Eirian.
– ¿Hm? Si claro... -Dijo burlón el demonio morado- ni tú, ni el incompetente de Gowther son la gran cosa, mocoso -dijo con malicia-
La mirada de Eirian se ensombreció con rapidez... Aquello lo había enojado.
– Disculpate... –
– ¿Qué dices, niño? -Cuestionó el mandamiento–
– ¡Disculpate! -Exigió Eirian alzando la voz, lo que sorprendió a los demás- ¡No dejaré que hables de ese modo de mi padre cuando tú no eres más que su reemplazo! Si fueras tan bueno como te jactas, ¿entonces por qué no fuiste un mandamiento en primer lugar? –
Aquello tomo a todos por sorpresa, Eirian jamás le había alzado la voz a nadie, mucho menos había discutido con alguien más, aquello llamo la atención de Estarossa enormemente, si antes el pelinegro le llamaba la atención, ahora estaba seguro, quería poseerlo, quería que fuera suyo...
– Tu... ¡Mocoso desgraciado! –
El gritó del demonio de color morado resonó y antes de que pudieran reaccionar, donde antes estaba Eirian solo había un charco de un espeso líquido de coloración negruzca. Fraudrin empezó a jactarse de su victoria, pero en cuestión de segundos un poco de proveniencia desconocida atravesó su cuerpo, muy cerca de uno de sus corazones.
Las miradas se desviaron a la dirección de la que salía aquello, llevándose la sorpresa que no era nada más y nada menos que obra de Eirian. La mirada del pelinegro demostraba enojo, partes de su cuerpo aún no lo sé habían reestructurado del todo, por lo que aún escurría algo de aquel líquido, dándole un aspecto algo tétrico al chico, era como si su presencia hubiera cambiado de un momento a otro y el tierno Eirian que conocían hubiera sido reemplazado por una versión distinta de él.
– Te lo dije, ¿no es así? No eres tan bueno como dices ser... -Dijo con frialdad mientras que su cuerpo terminaba de volver a la normalidad y lo que había atravesado a Fraudrin volvía a su lugar de origen- no vuelvas a hablar de mi, ni de mi padre... O la próxima vez no fallare al darle uno de tus corazones -fue la advertencia que dio el pelinegro antes de dejar de hablar–
Pasaron unos segundos en completo silencio, nadie dijo nada ya sea por sorpresa o humillación (esto último solo le pasaba a Fraudrin), entonces fue cuando Eirian cayó en cuenta de lo que había sucedido, sobre la actitud que había tomado y lo que había hecho. Su rostro se tiñó en rojo por la vergüenza y tras exclamar un " - Lo siento - " apenado por su comportamiento, salió corriendo.
Estarossa empezó a caminar, dispuesto a seguir al pelinegro, cuando la mano de su hermano lo detuvo.
– Estarossa, te lo advertire nuevamente... Aléjate de Eirian -dijo con firmeza Zeldris al más alto, quién se soltó del agarré y continuo caminando- ¡Estarossa! –
– Tranquilízate Zeldris... -Dijo con su tono calmo habitual el peliplata- No le haré nada malo al pequeño Eirian... –
« O al menos nada que él no quiera » pensó y soltó una risa « Oh Eirian... Me aseguraré que seas mío y de nadie más »
Y tras esos pensamientos el peliplata continuo su camino, decidido a encontrar a Eirian.
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