XI
Tras haberse enterado de lo sucedido con Eirian, el peliplata estaba sumamente enojado, sin embargo había intentado calmarse, el lado bueno es que sabía que Eirian estaba a salvo, vivo, y eso era lo más importante porque cuando tuviera la oportunidad de hacer que regresará a la normalidad, lo haría sin dudarlo...
Por otro lado en el Inframundo, Gowther (el muñeco) se encargaba de vigilar a Eirian mientras que Gowther (el mago) trabajaba en un "proyecto especial" del cual ninguno de los dos menores estaba enterado hasta el momento.
– Hermano... -Llamó el muñeco pelirrosa al pelinegro y este lo miro de reojo- sabes que a ninguno nos gusta que estés así de triste... -Dijo mirando con tristeza al pelinegro, él cual apartó la mirada- hermano... Tengo...tengo una idea que... Que puede resultar muy mal para nosotros o... O puede ser algo muy bueno, pero necesito que me escuches, ¿si? -Le dijo con seriedad al mayor- te ayudaré para que vayas a ver a tu pareja -
Por primera vez después de mucho tiempo, los ojos de Eirian se iluminaron con la alegría y entusiasmo que caracterizaba al pelinegro quien con la mirada algo desconfiada, pero con algo de esperanza, volteó a ver a su hermano.
– ¡¿Lo dices en serio hermano?! -Preguntó el pelinegro- ¿No me estás dando falsas esperanzas? –
– Lo digo completamente en serio -dijo sonriendo levemente- ¡Así que cuentas conmigo! –
El pelinegro sonriendo con alegría abrazo al pelirrosa agradeciéndole repetidas veces... Empezando a volver a ser el Eirian.
Así, pocos días después el plan de Gowther (el muñeco) dió inicio, sin embargo lo que ambos hermanos desconocían era que ellos no eran los únicos que sabían de ese plan, sin que ellos lo supieran el mago Gowther los observaba a lo lejos a sus dos hijos, era consciente de que trataban algo, algo que posiblemente iba en contra de lo que él le había prohibido a Eirian.
Muy a pesar de la rabia que sintiera Gowther hacia Mael, la culpa por haber provocado que Eirian se deprimiera y se enfadara ya le pesaba, sin embargo aquello le serviría solo para seguir trabajando en aquel hechizo que marcaría el fin de una era, así como el final de su vida...
El plan que Gowther (la marioneta) había diseñado consistía en implantar en la mente de Eirian algún escudo o instrucción que le permitiera recuperar el control de su voluntad una vez saliera del Inframundo, claramente eso tomaría varios días, pues debían hacerlo con extremo cuidado pues si no Gowther (el mago) notaría lo que estaban haciendo, aunque por supuesto ellos no sabían que ya había notado que tramaban, pero que había decidido dejarlos ser.
Los días pasaron y una semana después de que el plan iniciará, Eirian había vuelto a salir del Inframundo por órdenes de su padre; al inicio los ojos del pelinegro seguían opacos al estar bajo el control de su padre, pero al cabo de unos minutos, el brillo de los ojos de Eirian volvió.
Si, el pelinegro ya no estaba bajo el control de su padre... El plan de su hermano había funcionado.
Eirian salto de alegría soltando algunos pequeños gritos de felicidad, ¡había funcionado! Ahora debía ir a buscar a Mael...
El arcángel por su parte ese día se encontraba a las orillas del lago en donde usualmente se reunía con Eirian, venía a ese lugar cada cierto tiempo con la pequeña esperanza de que Eirian regresará con su sonrisa y entusiasmo que a Mael lo cautivaban.
El peliplata no podía evitar soltar algunas lágrimas ante esto... Extrañaba a su pequeño... Extrañaba sus historias sobre las cosas que veía en las aldeas humanas, su voz tan delicada y alegre, sus ojos llenos de inocencia y vida, su tierna actitud, todo...
Un suspiro triste salió de los labios del arcángel, una parte de él tenía miedo de volver a ver a su pequeño más que a lo lejos y sin que Eirian lo supiera.
El enojo de Mael había pasado y se había vuelto en paranoia y tristeza, estaba estresado y preocupado, por esa razón, Ludociel le había pedido que se tomará unos días para tranquilizar su mente y descansar.
Con rapidez Eirian se estaba dirigiendo a aquel lago, no sabía si Mael estaba ahí, pero él creía que era el mejor lugar para buscar al arcangel.
Y efectivamente allí se encontraba el peliplata, frente al lago observando al agua llorando con tristeza, sin embargo al sentir la presencia de su amado cerca... Tan cerca que podría tocarlo, una pequeña esperanza de verlo creció dentro de Mael, pero ya había sucedido antes, lo había visto, su pequeño cuerpo estuvo entre sus manos y aún así no era él realmente, el arcángel no quería hacerse ilusiones sin saber si realmente podría abrazarlo y besarlo, hacerle saber lo mucho que lo había extrañado.
Sin embargo...
– ¿Mael? -La dulce voz del pelinegro resonó en los oídos de Mael fuertemente, eso lo hizo ponerse de pie con rapidez y vio hacia atrás topándose con Eirian, las lágrimas que antes eran de tristeza se convirtieron en lágrimas de felicidad y una sonrisa se formó en los labios del peliplata- ¡Mael! ¡Te extrañe demasiado! -Exclamó con alegría acercándose al peliplata abrazándolo con fuerza–
Fue ahí cuando Mael, ya seguro de que todo eso era completamente real, lo abrazo fuertemente, las lágrimas del más alto no cesaban, pero ¿cómo culparlo? Su pequeño se había desvanecido de un momento a otro... Lejos de él...
– Eirian... Pequeño no sabes lo preocupado que estaba -dijo acariciando la mejilla del pelinegro con delicadeza como si tuviera miedo de que se rompiera o desapareciera- ¿Te encuentras bien? ¿Te hicieron algo? Dímelo por favor Eirian -pidió el mayor con preocupación viendo al pelinegro–
– Estoy... Estoy bien... -Contestó algo inseguro el de menor altura, aquellos días habían sido los peores para él, si bien su padre le había golpeado un par de veces antes, realmente no sentía dolor físico sino más bien emocional–
– Oh mi pequeño Eirian... ¿Qué te hicieron cariño? -Preguntó con preocupación y tristeza el peliplata- todo está bien ahora mi pequeño... Estoy aquí, junto a ti y no dejaré que te suceda nada –
Esas palabras tan dulces del mayor fueron suficientes para que el menor se desmoronara y todo el dolor que sentía salieran, las lágrimas salieron a mares de las mejillas del pelinegro quién sólo pudo atinar a ocultarse entre los brazos de su amado.
– ¡Mael! ¡Fue muy duro! Yo... Yo te extrañare demasiado, estuve muy triste y me sentía demasiado solo... ¡Fue horrible! -Exclamó entre lágrimas el menor- tuve mucho miedo Mael... No sabía que hacer, no sabía si te vería de nuevo... –
– Mi pequeño y dulce Eirian, cielo yo jamás, jamás voy a dejarte, ¿oíste? Ya me separaron de ti una vez... No voy a dejar que vuelva suceder –dijo que Mael sonriéndole con amor al pelinegro–
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