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Tras el último encuentro con Eirian pasaron varios días, no fue uno, ni dos, ni tres... Sino que al menos cinco días en los que Mael no supo nada de Eirian, eso lo preocupaba pues el presentimiento que tenía desde la vez anterior que se vieron aún estaba en el preocupandolo constantemente.
Ludociel había notado la inquietud de Mael y había intentado calmarlo, pero cuando se cumplió un mes de la última reunión, Ludociel también empezó a preocuparse más por su cuñado.
Mael había buscado en el bosque de las hadas, en algunas aldeas humanas, en las laderas del lago donde se reunían y nada... Fue como si Eirian se hubiera esfumado de la faz de la tierra.
Uno de esos tantos días, Mael estaba haciendo una patrulla para distraer su mente, cuando una familiar cabellera negra entro en su rango de visión... ¡Era Eirian!
Mael se acercó a él con rapidez, pero se detuvo a los pocos metros al ver que se comportaba de manera extraña, la sonrisa alegre y dulce que solía adornar su rostro no estaba, los hermosos ojos grises de Eirian no tenían la usual mirada inocente y el brillo entusiasta que los caracterizaba, se veían opacos y con la mirada perdida... Cómo si alguien más lo controlará...
El peliplata iba a acercarse más, quería descubrir que le pasaba... Pero un sonido llamó la atención del pelinegro, quién al voltear vio la causa del sonido, había sido el crujido de una rama al romperse tras que Mael la pisará.
Al ver al peliplata, el menor echó a correr alejándose, pero el peliplata fue más rápido y tomó al pelinegro de los hombros y lo miro los ojos.
– Eirian... Pequeño, ¿me escuchas? ¿Estas bien? -Preguntó Mael con preocupación por su pareja, pero este empezó a removerse intentando soltarse del agarre- Eirian, dime algo por favor -pidió, pero fue en vano, no recibió respuesta alguna–
Mael soltó a Eirian, estaba confundido, ¿qué le sucedía a Eirian? ¿Por qué actuaba de ese modo? Usualmente con apenas verlo, Eirian ya estaba abrazando a Mael mientras le contaba sus aventuras en sus viajes.
Cuando el peliplata salió de su confusión, notó que Eirian ya no estaba en el lugar.
Mael suspiró y empezó a regresar a su hogar, frustrado y confundido.
Mientras tanto en el inframundo, luego de que Eirian (aún bajo el control de Gowther) regresará al clan, fue solo cuestión de que se adentrará más para que recuperará su consciencia.
Al notar eso el pelinegro suspiró con tristeza, en ese tiempo la alegría y el entusiasmo de Eirian empezaban a ser reemplazados por tristeza y dolor, cada vez le era más difícil seguir sonriendo y eso los demás lo notaban. Derieri y Melascula, quiénes eran buenas amigas del pelinegro le habían preguntado sobre eso, pero este había esquivado la pregunta magistralmente y apenas tuvo chance se fue; por otro lado Zeldris, quién era el mejor amigo de Eirian, sabía que había algo malo con él, algo había sucedido con Gowther, lo notaba por la tensión que había entre ellos.
El príncipe había intentado hablar con Eirian, pero este solo le respondió diciendo que necesitaba tiempo para procesar algo y que después estaría bien, lo cual no dejo satisfecho a Zeldris, pero decidió respetar la privacidad de su amigo.
Pero quién si se había percatado de los cambios en el comportamiento de Eirian y conocía las razones, no era ni más ni menos que Gowther y no, no el mago, sino la marioneta.
El pelirrosa podía ver la tristeza en los ojos de su hermano, podía oír cuando lloraba cuando creía que nadie lo oía ni veía, y realmente eso lo confundía un poco, pero le entristecia, porque Eirian era su hermano mayor al fin y al cabo, y lo quería muchísimo. Sabía que su padre solo quería lo mejor para Eirian, pero... El modo en que lo había expresado no había sido el mejor.
Por eso, Gowther tomo una decisión, ayudaría a Eirian a verse con Mael una vez más... Pero debía ser en extremo cuidadoso, porque no sabía cómo podría reaccionar su padre al enterarse de eso.
Le había costado... Pero finalmente Gowther había ideado un plan para poder ayudar a Eirian.
Lo primero fue salir del inframundo en un momento de distracción de su padre y con rapidez, con su poder mandar un mensaje a Mael: el cual decía lo siguiente:
" - Mael, tu no me conoces, no sabes quién soy no necesitas saberlo. Lo único que necesitas saber es que se lo que le sucedió a Eirian. Actualmente, alguien tomo control de la voluntad de Eirian - "
Esas palabras resonaron de la nada en la mente del arcángel un par de veces, luego del shock inicial, el enojo se apoderó del peliplata, ¿cómo era posible que alguien le hiciera algo así a su pequeño? ¡Eso lo explicaba todo! Ahora ya entendía que pasaba.
La hierba a los alrededores de Mael, empezó a quemarse de a poco, pues el enojo causó que la temperatura corporal de Mael aumentará considerablemente, luego de notarlo y estabilizarla, el peliplata enfadado regreso a su hogar. Al día siguiente empezaría a buscar al desgraciado que se había atrevido a hacerle algo a su querido Eirian.
Mientras que Eirian por su parte no era consciente del plan que su hermano había hecho para ayudarlo.
La tristeza del pelinegro era algo que tenía preocupado a más de uno e incluso a Gowther (el mago) empezaba a pesarle la consciencia al ver como se encontraba Eirian.
La actitud infantil que solía tener y la sonrisa alegre que adornaba normalmente su cara habían sido reemplazadas por una mirada triste con unos ojos bañados en lágrimas y una expresión de tristeza, además de eso se rehusaba a hablarle a Gowther, pues Eirian aún estaba enojado, las palabras que el rubio le había dicho lo habían afectado y herido profundamente. Si, Eirian podía ser muy amable y tierno, pero una cosa que quienes más lo conocían (ambos Gowther, Zeldris y Mael) sabían con certeza, es que que cuando Eirian se enojaba, era complicado hacer que dejara ir aquel enfado hacia alguien.
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