VIII
Habían pasado un par de semanas desde el último encuentro de Eirian y Mael... Diariamente Eirian había ido al lugar donde se reunía con Mael, sin embargo el arcángel no se había aparecido por ahí hasta dos semanas después.
Al verlo el pelinegro se levantó del suelo donde estaba sentado y corrió hacia Mael para abrazarlo con alegría.
– ¡Mael! ¡Que bueno! Estaba muy preocupado al ver que no venías -exclamó el menor con alivio y luego vio al peliplata haciendo un puchero- ¡No vuelvas a hacer eso! O... O... ¡O me voy a enojar mucho mucho! -Reclamó con enfado, pero a ojos del peliplata se veía demasiado adorable–
– Lo siento mucho mi pequeño -dijo el peliplata y le dio un corto beso a Eirian en los labios- pero ya se una forma para no lastimarte si las cosas se ponen... Intensas... -Dijo avergonzado el arcángel con un leve sonrojo- mi hermano me ayudó mucho a pensarlo, desactive mi Gracia antes de llegar aquí, así no tendremos que preocuparnos porque se salga de control -dijo sonriente abrazando a Eirian–
– ¡Eso es maravilloso, Mael! Exclamó con emoción el pelinegro para luego besar al mayor–
Así la reunión paso entre ambos con normalidad y los días volvieron a ser lo que eran para ambos, las cosas volvieron a ser lo que eran.
Las semanas pasaron y la relación de ambos se fortaleció, inclusive el peliplata le había presentado a Eirian a su hermano, quién insistía en conocer a la pareja de su hermano menor.
Para sorpresa de Mael, ambos se llevaron sorprendentemente bien, la personalidad inocente y dulce de Eirian congeniaba muy bien con la fuerte personalidad de Ludociel, lo cual de cierta forma le causaba celos al peliplata, pero sabia que su hermano no sería capaz de eso y mucho menos su pequeño.
Sin embargo un día que pintaba ser otro día normal, está vez tenía potencial para convertirse en uno desastroso.
Aquel día, Eirian había salido del inframundo como de costumbre para ver a Mael, pero ese día se distinguió de los otros por una cosa...
La marioneta de Gowther había seguido a Eirian para averiguar de una vez por todas que tanto hacía...
Al inicio todo parecía normal, Eirian se había sentado debajo de un árbol en aquel claro mientras con la inocencia que lo caracterizaba observaba los pequeños animales que se podían ver en aquel sitio, hasta que otra persona llegó a aquel lugar.
Gowther no pudo evitar sorprenderse al ver al Arcángel Mael llegar y abrazar a su pequeño hijo con tanta naturalidad, a pesar de haber revisado con anterioridad los recuerdos de Eirian, ver aquello era algo que sorprendería a cualquiera.
– ¡Mael, mira esto! ¡Mira! -Dijo con emoción el pelinegro mientras le mostraba al mayor algo que había comprado en una tienda humana, un gorro de color celeste- lo compre en la aldea humana que está aquí cerca, ¡es muy bonito! -Sonrió y se puso el gorro, aunque éste le quedaba bastante grande, lo que en la opinión de Mael solo aumentaba la adorabilidad de su amado–
« Oh por la Deidad Suprema, ser tan tierno debería ser un delito... » pensó enternecido el peliplata tomando a Eirian en brazos para poder ponerlo a su altura y besarlo. Beso el cual Eirian correspondió sin dudas.
Poco a poco, los besos se volvieron más intensos y la pasión entre ambos empezaba a ser evidente. El peliplata estaba dando tenues besos en el cuello de su amado quién sólo soltaba ahogados jadeos avergonzado, con el rostro sonrojado, una mano tapando su boca y repitiendo constantemente el nombre del arcángel, él cual también estaba sonrojado, mientras sus manos recorrían la delicada figura de su pequeño por debajo de la ropa de éste, mientras que daba besos y leves mordidas al cuello del menor dejando pequeñas marcas.
Gowther, quién observaba la escena escondido, estaba apunto de estallar, incluso desde su prisión en el inframundo le hervía la sangre al ver a es arcángel aprovecharse de la inocencia de su hijo para hacerle esas cosas.
La gota que rebalsó el vaso para Gowther fue ver como el peliplata acariciaba la zona íntima del menor por sobre la ropa.
Con su magia, envío algunas instrucciones a la mente de Eirian para luego irse, ambos tendrían una muy seria charla apenas Eirian regresará a su hogar, posterior a eso.
Los ojos del pelinegro perdieron sus brillo por algunos segundos y luego negó con la cabeza, había tenido una leve jaqueca y eso lo extrañaba, él no tenía las estructuras fisiológicas para eso.
Mael lo miro confundido al notarlo, y puso su mano la mejilla del menor acariciándola suavemente.
– Hey... Pequeño, ¿todo bien? -Preguntó con preocupación al notar como el pelinegro había fruncido el ceño- oye, puedo parar si quieres Eirian... No quiero que te sientas presionado –
– ¡No es eso! -Dijo con rapidez y beso la frente del más alto- es que olvide que mi padre me necesitaba para algo... Debo irme antes de que salga a buscarme -dijo con una pequeña sonrisa y separarse del arcángel- ¡Nos vemos en un par de días Mael! -Exclamó sonriente para empezar a caminar–
Pero Mael tuvo un mal presentimiento... Algo dentro suyo le pedía, le imploraba que no dejará que Eirian se fuera... Tenía un mal presentimiento...
El mayor abrazo por la espalda al pelinegro fuertemente, pero este tranquilizó la preocupación del más alto y se fue... Se fue rumbo al mundo demoníaco tan rápido como podía, pues esas eran las instrucciones que Gowther había implantado en el antes de regresar al inframundo.
Mael suspiró viendo por donde se había ido su pequeño, su corazón se removía inquieto, pero...ya no podía detener al pelinegro, ¿o si?
No, realmente lo dudaba... Solo esperaba que su presentimiento fuese errado y que en dos días, Eirian estuviera esperándolo tan sonriente como siempre en aquel claro.
Aún con esa inquietud en el corazón, Mael se resigno y regreso a su hogar, con la esperanza de que eso solo fueran paranoias suyas.
¿Quién diría que el presentimiento de Mael sería acertado?
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