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«Al lado de Yoongi, me sentía completo, como si finalmente hubiera encontrado un lugar al que pertenecía. No necesitaba ver para saber que estaba exactamente donde debía estar: junto a alguien que no solo entendía mi oscuridad, sino que la iluminaba con su propia luz.»
***
Una tarde tranquila, Jimin y Yoongi estaban sentados en el mismo parque donde solían encontrarse. El sol estaba descendiendo, pintando el cielo con tonos suaves que Jimin no podía ver, pero podía sentir a través del calor en su piel y el susurro de la brisa que acariciaba las hojas de los árboles.
Era un momento perfecto para las conversaciones profundas, y Jimin sentía la necesidad de conocer más sobre el hombre que estaba a su lado. Después de un largo silencio, Jimin finalmente habló, su voz suave pero curiosa.
—Yoongi, ¿Alguna vez tuviste una pareja, a pesar de tu discapacidad auditiva? —pregunto.
Yoongi, que había estado absorto en sus propios pensamientos, se volvió hacia Jimin, sorprendido por la pregunta, pero no incómodo. Lo pensó por un momento antes de responder, su voz calmada y reflexiva.
—Sí, Jimin, tuve una pareja hace algunos años. —dijo Yoongi, con una ligera sonrisa que Jimin no podía ver, pero que sintió en la suavidad de su tono. —Fue difícil al principio, porque mi sordera siempre parecía ser una barrera, no tanto para mí, sino para los demás. —miro a los demás pacientes. —Es como si las personas no supieran cómo comunicarse conmigo, o peor, como si no quisieran tomarse el tiempo para aprender.
Jimin escuchaba atentamente, absorbiendo cada palabra.
—Pero ella fue diferente, —continuó Yoongi. —Ella me veía, no solo como alguien que no podía escuchar, sino como alguien que tenía mucho que decir, mucho que ofrecer. —una sonrisa nostálgica apareció en su rostro. —Aprendió a comunicarse conmigo de maneras que otros no habían intentado, nos entendíamos más allá de las palabras, a través de gestos, miradas, y sobre todo, a través de la música.
Yoongi hizo una pausa, su mente viajando a esos recuerdos que eran agridulces.
—Sin embargo, las cosas no siempre salen como uno espera. —admitió con un suspiro. —Hubo desafíos que no pudimos superar, y eventualmente tomamos caminos diferentes, pero no me arrepiento de esa relación. —su vista se dirigió a Jimin. —Me enseñó que, aunque tengo una discapacidad, no estoy limitado en cuanto a cómo puedo conectar con otra persona.
Jimin se quedó en silencio por un momento, reflexionando sobre lo que Yoongi había compartido. La historia le dio una nueva perspectiva sobre Yoongi, no solo como músico o como alguien con una discapacidad, sino como una persona que había vivido y amado, a pesar de las dificultades.
—Debe haber sido difícil, —dijo Jimin finalmente, su voz llena de empatía. —Pero también increíblemente valiente de tu parte seguir adelante, a pesar de todo.
Yoongi asintió, aunque sabía que Jimin no podía verlo.
—Todos tenemos nuestras luchas, Jimin, —respondió Yoongi con suavidad. —Pero lo importante es no dejar que nos definan. He aprendido que el amor, la conexión, va más allá de nuestras limitaciones. Y si hay algo que he aprendido de esa relación, es que siempre hay una manera de comunicarse, siempre hay una manera de llegar al corazón de alguien, si realmente lo intentas.
Jimin sonrió, sintiendo una profunda admiración por Yoongi, no solo por su talento, sino por su fortaleza y su capacidad de encontrar belleza en medio de la adversidad.
—Gracias por compartir eso conmigo, Yoongi. —dijo Jimin con sinceridad. —Es inspirador escuchar cómo enfrentaste esos desafíos. Me hace pensar que, tal vez, mis propios miedos no son tan insuperables como parecen.
Yoongi apretó ligeramente la mano de Jimin, un gesto simple, pero lleno de significado.
—No lo son, Jimin. —respondió con firmeza. —Ninguno de nosotros está realmente solo, siempre hay alguien dispuesto a entendernos, si les damos la oportunidad.
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