3
«Siempre había vivido en un mundo donde la oscuridad me envolvía como un manto constante, pero junto a Yoongi, ese vacío parecía llenarse de algo más. A su lado, las sombras no parecían tan opresivas; en cambio, estaban llenas de matices que no sabría cómo describir.
Estar cerca de Yoongi era como escuchar la más dulce melodía en el silencio de la noche. Cada momento junto a él, cada palabra intercambiada, era una nota que vibraba dentro de mi pecho, resonando con una calidez que me hacía sentir vivo. Había algo en la presencia de Yoongi que me hacía sentir seguro, como si todo lo que había temido durante tanto tiempo se desvaneciera en su compañía.»
Jimin se encontraba constantemente sorprendido por la calma que le invadía cuando estaba con Yoongi. Aunque no podía ver su rostro, sentía la serenidad en su voz, la confianza en su tacto, y la sinceridad en sus palabras. Al lado de Yoongi, Jimin sentía que el mundo, aunque invisible, era más tangible que nunca. Era como si Yoongi fuera una brújula en medio de la oscuridad, guiándolo hacia un lugar donde no necesitaba depender de sus ojos, sino de sus emociones.
—¿Qué te pareció esta nota? —le pregunto el pálido.
—Es asombrosa. —sonrió. —me gustaría tocar así algún día.
—Yo puedo enseñarte. —hablo.
«Cuando Yoongi estaba cerca, el miedo a la soledad que a menudo me atormentaba se disipaba. Era como si la presencia de Yoongi llenará los espacios vacíos de mi vida con algo que no podía describir completamente, pero que sabía que era necesario. A veces, me sorprendía a sí mismo sonriendo sin motivo alguno, solo porque podía sentir a Yoongi cerca, porque podía escuchar su respiración, porque podía percibir su calor, su aroma.
Pero lo que más me conmovía era la comprensión que Yoongi parecía tener sobre mí. Sin necesidad de palabras, Yoongi entendía mis silencios, mis vacilaciones, mis miedos. Y en lugar de apartarse, se quedaba, ofreciéndome su compañía sin esperar nada a cambio. A veces, me preguntaba cómo era posible que alguien pudiera aceptarme tan completamente, con todas mis inseguridades y en mi mundo oscuro, y la respuesta siempre la encontraba en la música de Yoongi, en las melodías que parecían estar hechas especialmente para mí.
Estar al lado de Yoongi no solo me daba paz; me daba esperanza. Esperanza de que, aunque no pudiera ver el mundo, pudiera experimentarlo de maneras que nunca había imaginado, a través de los sentidos que Yoongi despertaba en mí. Sentía que con Yoongi podía ser yo mismo, sin temor, sin reservas, porque sabía que Yoongi me aceptaría tal como era.»
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