27
Pero justo cuando sentía que no podría soportarlo más, escuchó pasos apresurados en el pasillo, y un instante después, Yoongi apareció en la puerta. Con solo verlo, la intensidad del dolor comenzó a disminuir. La presencia de Yoongi actuaba como un bálsamo, apagando las voces y calmando el tormento en su cuerpo.
Yoongi se acercó rápidamente, arrodillándose a su lado y tomando sus manos con firmeza. Su rostro reflejaba preocupación y un amor profundo.
—Jimin, ¿Qué pasa? —preguntó, su voz suave y llena de afecto.
Apenas podía hablar, pero la sensación de seguridad que Yoongi le transmitía era suficiente para que, poco a poco, el dolor se fuera desvaneciendo, como si la oscuridad que lo había invadido retrocediera al contacto de su presencia.
Jimin cerró los ojos, permitiéndole respirar profundamente. Mientras Yoongi lo abrazaba, sintió que el miedo se desvanecía, reemplazado por la certeza de que, mientras él estuviera a su lado, no habría oscuridad que pudiera alcanzarlo.
Mientras recuperaba el aliento, aun temblando y con el eco del dolor reciente en sus músculos, Jimin miró a Yoongi. Sabía que ya no podía callar lo que estaba pasando; había llegado demasiado lejos y la preocupación en los ojos de Yoongi lo decía todo. Tomó aire, intentando encontrar las palabras adecuadas para explicar lo inexplicable.
—Yoongi… hay algo que no te he contado. —comenzó, su voz apenas un susurro.
Yoongi apretó sus manos con suavidad, dándole el tiempo que necesitara para hablar.
—Desde hace unos días… escucho cosas. —continuó Jimin, desviando la mirada. —voces, susurros que no entiendo, como si alguien estuviera hablando a mi alrededor cuando estoy solo. —trago saliva. —Al principio eran solo murmullos, pero se han vuelto más fuertes… y vienen acompañados de dolores y es como si algo… o alguien, estuviera intentando entrar en mi cabeza.
Yoongi lo observaba en silencio, sin soltarlo, sus ojos mostrando una mezcla de preocupación y comprensión. Jimin tragó saliva, esforzándose por no quebrarse.
—Y no sé por qué, pero… cuando estás aquí, todo eso desaparece y las voces se van, el dolor se desvanece, contigo cerca, me siento en paz, pero cuando estoy solo… —hizo una pausa, luchando por mantener la compostura. —es como si esa oscuridad volviera con más fuerza.
Yoongi asintió lentamente, procesando cada palabra. Sin decir nada, lo abrazó, y Jimin sintió que ese simple gesto lograba calmarlo un poco más. Se sintió seguro, rodeado por la calidez que solo Yoongi podía darle.
—Lo siento por no habértelo dicho antes. —murmuró Jimin, apoyando su cabeza en el hombro de Yoongi.
—No tienes que disculparte, Jimin. —respondió Yoongi en voz baja, acariciándole la espalda. —Vamos a resolver esto juntos, no estás solo, ¿de acuerdo?
Jimin asintió, sintiendo cómo su respiración se estabilizaba al ritmo de la de Yoongi. Mientras permanecían abrazados, una chispa de esperanza surgió en su interior. Sabía que, con Yoongi a su lado, podría enfrentar cualquier oscuridad, por profunda que fuera.
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