26

«Desde hace unos días, he empezado a notar que algo extraño me está ocurriendo. Es difícil explicarlo, pero siento como si una sombra me siguiera, como si no estuviera realmente solo, aunque sé que no hay nadie más conmigo. Hay momentos en los que escucho susurros a mi alrededor, voces que no logro distinguir, como si estuvieran hablando en un idioma que no puedo comprender. A veces, esos susurros se vuelven insistentes, y es entonces cuando la cabeza comienza a dolerme, como si la presión aumentará y fuera a explotar.»

—Te noto callado. —habla Yoongi.

—No es nada. —niega.

—¿Seguro? —le preguntó con preocupación.

—Sí, Yoongi. —sonríe.

«Esos momentos de incomodidad se han vuelto más frecuentes, y he llegado a sentir miedo, un miedo irracional que no logro explicar. Me pregunto si solo es estrés, o si estoy imaginando cosas. Pero lo que realmente me desconcierta es que, cada vez que Yoongi está cerca, todos esos síntomas desaparecen. Es como si su presencia tuviera el poder de calmar todo lo extraño que me ocurre. Cuando él está conmigo, las voces se desvanecen, el dolor se va y me siento tranquilo, como si nada malo pudiera alcanzarme.

A veces, cuando estoy solo, intento recordar su voz, sus palabras, o el sonido de su risa, y eso me ayuda a calmarme un poco. Pero no es lo mismo. Necesito verlo, sentirlo cerca, para que el miedo desaparezca por completo. Es como si él fuera mi refugio, mi ancla en medio de esta tormenta extraña y desconocida. No se lo he contado aún; no quiero preocuparlo. Pero cada vez me cuesta más ignorar lo que está sucediendo.»

Jimin estaba solo en su habitación, sentado en silencio, rodeado de una quietud que parecía oprimir el aire a su alrededor. Desde hacía días, esa extraña sensación lo perseguía, como si una presencia invisible se moviera en las sombras, siempre fuera de su alcance pero cada vez más cercana.

De repente, sin previo aviso, un dolor intenso atravesó su cuerpo, como una descarga eléctrica que lo hizo estremecerse. La intensidad del dolor fue tal que sintió cómo todos sus músculos se tensaban, y un grito desgarrador escapó de su garganta. Era un dolor que parecía surgir desde dentro, como si algo intentara desgarrarlo desde el interior.

Cayó al suelo, incapaz de sostenerse, sus manos temblando mientras el dolor recorría cada centímetro de su cuerpo. Los susurros comenzaron a sonar en su mente, esas voces inaudibles que lo habían atormentado en los últimos días, pero ahora eran más fuertes, más claras, como si intentara comunicarle algo. Era aterrador, como si fuera un prisionero en su propio cuerpo.

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