22

Jimin permaneció un momento en el pasillo, con el corazón todavía acelerado pero aliviado. No podía borrar la pequeña sonrisa que le había surgido al escuchar que Yoongi estaba bien. Sintió un torbellino de emociones el miedo, la preocupación y el alivio, todos mezclados, como si su cuerpo apenas pudiera procesar lo que acababa de escuchar.

Poco después, una enfermera se acercó a él.

—Joven Jimin, si quiere, puedo llevarlo a una sala de espera más cómoda mientras Yoongi despierta. —dijo ella con amabilidad.

Jimin asintió, pero no podía dejar de preguntarse cuánto tiempo faltaba para poder verlo. Necesitaba escuchar su voz y comprobar por sí mismo que estaba bien.

—¿Cuánto… cuánto tiempo tomará? —preguntó, intentando ocultar la urgencia en su voz.

—Unas horas, tal vez menos.  —respondió la enfermera con una sonrisa tranquilizadora, guiándolo hacia una pequeña sala de espera. —Lo mantendremos informado.

Jimin se dejó caer en una de las sillas, sintiéndose agotado pero con el corazón un poco más ligero. Apoyó la cabeza entre las manos, respirando hondo, y en silencio, le habló a Yoongi, aunque sabía que él no podía escucharlo aún.

—Yoongi… te he esperado aquí, como tú siempre haces conmigo. —susurró. —No sabes cuánto me alegra saber que pronto podré escucharte otra vez. —sonrió un poco. —Por favor, despierta pronto.

La espera se hizo eterna, pero, finalmente, un suave toque en el hombro lo sacó de sus pensamientos. La enfermera había regresado.

—Ya puede entrar, joven Jimin.  —dijo con una sonrisa cálida. —Está consciente y ha preguntado por usted.

Jimin se puso de pie, sintiendo que la ansiedad se transformaba en pura emoción. Siguió a la enfermera, y al entrar a la habitación, escuchó un débil murmullo.

—Jimin… ¿Eres tú? —la voz de Yoongi sonaba débil, pero llena de cariño.

—Sí, Yoongi. —Jimin sonrió, caminando hacia la cama con paso tembloroso. —Estoy aquí.

Jimin se acercó a la cama de Yoongi, sintiendo cómo su corazón se llenaba de calidez al verlo despertando, aunque su rostro aún estaba pálido y cansado. El alivio lo inundó y le costó contener las lágrimas.

—¿Estás bien? —preguntó, su voz temblando por la emoción. —Los doctores dijeron que todo salió bien.

Yoongi intentó sonreír, pero una expresión de debilidad cruzó su rostro. Se acomodó en la cama, tomando un respiro profundo antes de responder.

—Sí… solo un pequeño contratiempo. —dijo, su voz rasposa, pero el tono afectuoso seguía presente. —Sabía que tú vendrías…

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