18

Yoongi parpadeó, sorprendido al principio, pero luego su expresión se suavizó, y una cálida sonrisa asomó en su rostro. Él entrelazó sus dedos con los de Jimin, su tacto firme y reconfortante.

—¿Estás seguro de que es lo que quieres? —le preguntó con cuidado, su voz llena de ternura y respeto.

Jimin asintió, sus ojos reflejando la sinceridad y la confianza que sentía hacia Yoongi.

—S, lo deseo porque confío en ti… porque siento que, contigo, soy realmente yo. —sonrió.

Yoongi se inclinó hacia él, acariciando su rostro con una dulzura indescriptible, dejando que ese contacto expresara todas las emociones que compartían. En ese instante, ambos supieron que estaban listos para compartir una conexión más profunda, una entrega que iba más allá de lo físico y alcanzaba lo emocional y lo espiritual.

La noche que siguió fue especial, llena de amor, respeto y ternura. Se entregaron el uno al otro de una forma única, segura y sincera, reafirmando la conexión que los unía más allá de las palabras y limitaciones.

La noche avanzó con una calma casi sagrada, como si el mundo se hubiera detenido para ellos dos. La conexión entre Jimin y Yoongi se volvía más palpable con cada gesto, cada caricia, cada mirada.

Habían compartido tantas experiencias juntos, habían atravesado días difíciles y momentos de incertidumbre, pero esa noche, en la intimidad de su habitación, se sentían completos, enteramente dedicados el uno al otro.

Después de un rato, Jimin se acurrucó contra el pecho de Yoongi, sintiendo el ritmo de su corazón, lento y constante, como un recordatorio de que estaba allí, sosteniéndolo, protegiéndolo. Una sensación de paz se apoderó de él, y una suave sonrisa apareció en sus labios.

—¿Sabes? —murmuró Jimin, su voz apenas un susurro. —Nunca pensé que algo así fuera posible para mí. —se rio. —Siempre tuve miedo de abrirme, de mostrarme realmente. Pero contigo… contigo me siento seguro.

Yoongi lo miró, y en sus ojos había un brillo que reflejaba una mezcla de ternura y orgullo.

—Estoy aquí para eso, Jimin. —le respondió Yoongi, acariciando suavemente su cabello. —Para apoyarte, para acompañarte… en todo, no tienes que enfrentarlo solo.

Jimin cerró los ojos, dejando que las palabras de Yoongi se hundieran en su corazón. Saber que tenía a alguien que lo comprendía de esa forma, que aceptaba cada parte de él, era algo que nunca había imaginado. El miedo que a veces lo invadía, la tristeza que lo llenaba en los momentos difíciles, todo eso se desvanecía cuando estaba con Yoongi. Él era su refugio, su ancla, su hogar.

—Te amo, Yoongi. —susurró Jimin, su voz cargada de sinceridad. —Gracias por estar aquí… por darme tanto.

Yoongi le sonrió, y en sus ojos había una promesa tácita, una de esas que no necesitan ser pronunciadas porque son tan profundas que las palabras no bastan.

—Yo también te amo, Jimin. —respondió, su voz cálida y baja, envolviéndolo como un manto protector. —Siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase.

Se quedaron así, en silencio, disfrutando de la tranquilidad y de la conexión que compartían, sabiendo que, aunque el camino pudiera ser difícil, mientras se tuvieran el uno al otro, podrían enfrentarlo todo. La noche avanzó lentamente, y entre caricias y promesas susurradas, ambos se quedaron dormidos, seguros y completos, envueltos en el amor que los había unido de una forma que nada ni nadie podría romper.

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