10

«Los doctores dicen que la cirugía fue todo un éxito y que en unas semanas podre ver los resultados, en estos días no he oído a Yoongi he preguntado por él, pero nadie me dice nada.»

Jimin, aun sintiendo los efectos de la anestesia, comenzó a recuperar poco a poco la consciencia. Lo primero que percibió fue una mano cálida que envolvía la suya. Sin abrir los ojos todavía, su corazón se llenó de calma al reconocer esa textura familiar. Sonrió débilmente, sabiendo de inmediato que se trataba de Yoongi.

—Yoongi... —susurró Jimin, su voz todavía débil, pero llena de alivio y felicidad.

Yoongi, que había estado esperando ansiosamente a que Jimin despertara, se inclinó un poco más hacia él, sin soltar su mano.

—Aquí estoy. —dijo con suavidad, su voz profunda y reconfortante. —Perdóname por no haber estado aquí estos últimos días, tuve que salir para arreglar lo de mi prótesis... ya casi está lista.

Jimin asintió ligeramente, aun con los ojos cerrados, y apretó suavemente la mano de Yoongi en señal de comprensión. No necesitaba ver para sentir la sinceridad y el cuidado en las palabras de Yoongi.

—No te preocupes. —respondió Jimin con una sonrisa débil. —Sabía que estarías aquí cuando más te necesitara.

Yoongi sonrió, sintiéndose un poco más tranquilo al ver que Jimin no solo estaba bien, sino que también lo entendía. Se acercó un poco más, dejando un suave beso en la frente de Jimin, como si quisiera transmitirle todo su apoyo y cariño sin necesidad de palabras.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Yoongi, su preocupación todavía presente.

—Un poco adormecido... pero bien. —respondió Jimin, aun sonriendo. —Aunque ahora mismo lo único que me importa es que estás aquí.

Yoongi apretó su mano con fuerza, y ambos se quedaron en silencio, disfrutando de ese momento de paz. Aunque aún faltaba por saber si la operación había sido exitosa, el simple hecho de estar juntos en ese instante hacía que todo lo demás quedará en segundo plano.

Jimin sintió cómo su corazón se llenaba de gratitud, no solo por la posibilidad de recuperar la vista, sino por tener a alguien como Yoongi a su lado, alguien que lo apoyaba en cada paso del camino.

«Cada vez que siento su mano entrelazada con la mía, como ahora, algo dentro de mí se calma. Es como si todo el miedo y la incertidumbre que llevaba encima se desvanecieron en el momento en que me doy cuenta de que Yoongi está aquí, a mi lado. Su presencia es un refugio, un ancla en medio de la tormenta que he enfrentado durante tanto tiempo.

Cuando me desperté y sentí su mano, una sonrisa se dibujó en mi rostro casi de forma instintiva. No necesitaba verlo para saber que era él. Su calidez, la textura de su piel, todo me decía que había llegado para sostenerme, como siempre lo hacía. En esos momentos, el peso de mis inseguridades y miedos se siente más ligero.»

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