Capitulo 6

A partir de entonces Natasha y Bruce empezaron a trabajar juntos en su proyecto de la rusa, entre sesiones de fotos y los diseños de esta con la ropa que la diseñadora le había entregado a la empresa para que pudieran hacer sus presentaciones. Todo marchaba a la perfección e incluso ambos volvieron a sentirse cómodos con el uno al otro, entre risas y uno que otro momento recordando lo que hacían de niños, se podía ver claro que la unión volvió a ser como antes después de algunos días estando juntos de mañana hasta tarde. Después de gran esfuerzo el trabajo estaba hecho.

Ahora mismo ambos se encontraban en el departamento de la chica observando las fotografías.

-Mira esta, a mí me encanto demasiado.- dijo la pelirroja observando una fotografía de una mujer en silla de ruedas con un vestido rosa.

-Es increíble.- respondió. -¿Cómo se te ocurrió esta idea? Ya sabes... Es un gran cambio para lo que están acostumbrados.-

-Lo sé, pero me di cuenta de que estábamos ignorando algo, las mujeres somos diferentes, venimos de formas, tamaños y colores diferentes, siempre usamos a modelos con cuerpos delgados y muchos ni siquiera las conocen, vaya- sonrió. –Quiero que la revista sea realista, que haya mujeres únicas, hermosas y orgullosas de ser quienes son.- dijo con cierta emoción. –Tal vez la gente está acostumbrada a ver figuras públicas o chicas bronceadas pero... Creo que sería un gran paso para dar un cambio con esto.-

Bruce estaba enternecido por como lo decía, esa mirada que irradiaba felicidad e ilusión al hablar, se le hacía tan hermosa.

-Estoy seguro que lo conseguirás.- la chica lo miro con una sonrisa y ambos se quedaron mirando por varios segundos sin incomodidad, solo estaban ahí perdidos en la mirada del otro.

-Bruce... ¿Sabes de que tengo ganas?- pregunto y el negó. –Helado de chocolate-

-¿Vamos?-pregunto a lo cual ella sin duda asintió.

Al obtener su helado ambos fueron a dar un paseo al parque, uno caminando justo al otro mientras comían su helado en una canasta de galleta como en su infancia. Después de un rato se detuvieron en el punto del lago y se sentaran en la barda de este viéndose frente a frente con un pie en cada lado. Bruce soltó una risa alegre y amena, a lo cual Natasha miro al escucharlo.

-¿Qué?- pregunto ya que la estaba viendo.

-Aun comes como una niña.- dijo al ver su nariz con una mancha de helado, desde que eran niños siempre la rusa tendía a mancharse la punta de su nariz. Le entrego una servilleta.

-Creo que las manías nunca se olvidan.- empezó a limpiarse.

-Ya me di cuenta.- la miro y después miro hacia el lago donde había personas con globos de cantolla que seguro estaban a punto de encenderlas y lanzarlas al cielo. -¿Son lindas no?-

-Demasiado.- de igual manera volteo a ver.-Sabes... Estoy feliz, del resultado de nuestro trabajo, el helado, la vista... Estar aquí contigo.-

-Yo también.- suspiro con una paz en su interior. –Estos días trabajando juntos me la he pasado muy bien, me he divertido.-

Se quedaron callados un momento mirando como poco a poco los globos empezaron a elevarse en el cielo.

-Qué te parece si el viernes, después de la presentación y de que acepten el trabajo, porque lo harán.- aclaro con una risa. –Vamos a cenar, ya sabes para celebrar, a las ocho en la calle 24 de Madison.- Propuso esperando que dijera que sí.

-Es una idea bastante tentadora, me gustaría.-

Ambos sonrieron el por la propuesta y ella por la respuesta, de nueva cuenta se perdieron en sus miradas, el rizado podía notar la belleza de la mujer bajo la luz de la luna, la NatashaRomanoff que había conocido desde un principio ahí estaba frente a él sonriéndole con aquellos grandes ojos mirándolo fijamente y ese largo cabello rojizo moverse contra la brisa fresca.

Algo dentro de él se había encendido; un calor cálido y una paz de tan solo verla que ni cuenta se dio que ambos estuvieron acortando la distancia entre ellos. En cambio Natasha estaba en un mar de emociones, su corazón palpitaba como un caballo desbocado a punto de llegar a la meta de una carrera, los pocos recuerdos que tenía con Bruce en su infancia y adolescencia la invadieron dándose cuenta de que él siempre estuvo ahí para ella, dándose cuenta que desde que se conocieron tenían una conexión tan grande, dándose cuenta de que después de todo lo que sufrió aquel niño pudo salir adelante convirtiéndose en un hombre increíble y con un gran corazón.

-Perdóname.- murmuro la editora a pocos metros de su rostro tomando su mejilla con su diestra.

-No tengo nada que perdonarte.-murmuro de vuelta

Natasha pinto una sonrisa tan blanca, después de ello y ambos terminaron de cortar esa distancia entre los dos, sus labios chocaron sintiendo la suavidad de uno del otro, hasta que el beso fue correspondido con demasiado cariño y dulzura de este, perdiéndose en un mismo mundo y por si fuera poco la escena mejoro más cuando aquellos globos estaban totalmente en el cielo adornando el lago con su luz, se podría decir que estaban viviendo una escena de película.

El beso duro varios minutos hasta que se separaron y se miraron fijamente, ninguno dijo nada al respecto, solo se sonrieron, ambos se acomodaron y la chica coloco su cabeza en su hombro mirando el cielo y el lago iluminado, una noche que ninguno de los dos iban a olvidar, pues Bruce había conseguido aquel deseo que había pedido en su cumpleaños 16, besar a Natasha; pues a pesar de lo que había pasado esa vez y de haberle dicho que lo odiaba, aun había tenido esperanza que lo iba a lograr algún día. En cambio Nat al fin había abierto los ojos y ahora aceptaba oficialmente que estaba enamorada de Bruce, que todo este tiempo había sido su alma gemela.

La semana iba transcurriendo había hablado con Natasha después del beso, mas nunca comentaron nada de aquello. El pelinegro estaba revisando los papeles del estudio fotográfico y los últimos requisitos que necesitaba, cuando escucho que tocaron a su puerta, así que fue abrirla, pensando que sería Natasha.

-Pensé que te iba a ver el...-dijo ya abriendo a la puerta y encontrándose con la castaña.-Wanda.-

-Hola ¿A caso esperabas a alguien?- pregunto.

-No amm... Creí que era Tony- carraspeo. -¿Qué haces aquí? Creí que hoy te iras a Brooklyn.

-Me lo cambiaron para mañana, ¿Vamos a comer?- tomo su mano.

-Claro, vamos.-

Se la había pasado con Wanda todo el día hablando de sus trabajos. Hasta que llegaron a un restaurante para hablar de sus planes.

-Sabes debemos de resolver todo este asunto de Brooklyn, no quiero que empecemos nuestro matrimonio separados, yo tengo un trabajo de planta allá y es más fácil que tú te vengas conmigo.- tomo una papa de su hamburguesa. –Podemos trabajar juntos, hay un vacante y si quieres puedes conseguir un estudio fotográfico allá, quizá uno mucho mejor del que te ofrecen.-

-Lo sé, pero he estado trabajando por ese estudio y estoy aun en acuerdos con el dueño.-

-Ya lo sé Bruce, pero vamos podrías conseguir más oportunidades en Brooklyn, tendrás un trabajo fijo en la televisora.- se encogió de hombros. –Sé que te gusta ser tu propio jefe, pero deberías pensarlo bien cuando tengamos hijos, no queras que crezcan de un lado a otro...-

El tosió un poco -¿No crees que es muy temprano en pensar en eso?-

-Solo te estoy diciendo que deberíamos tomar una decisión.-

El rizado no dijo nada solo se quedó pensando hasta que la castaña volvió hablar.

-¿Vas a invitar a tu amiga a la boda?-

-No lo sé, seguro estará muy ocupada con su trabajo.-

-Ya veo, es raro que de la nada haya vuelto a buscarte y hablarte, después de todo lo que te hizo.-

-Bueno... Creo que nunca es tarde para arrepentirse y cambiar.-

-Lo sé, pero fue muy pronto entiendo que es porque no recordaba nada, pero en mi opinión y por experiencia, personas como ella no cambian completamente, más si llevan años siendo así.- comento con normalidad. –Algunas costumbres se quedan y después vuelven a lo mismo, les dura muy poco.-

Bruce se quedó pensando en ello, ni siquiera siguió prestándole atención a su prometida. Aquella tarde se la pasó junto con Wanda todo el día hasta que cayó la noche y antes de irse a dormir, el dueño del estudio de fotografía llamo a Bruce diciéndole que alguien más había comprado el lugar por una mejor oferta, lo cual lo había desanimado bastante, había trabajado tanto por ello.

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