Capitulo 1

Bruce Robert Banner, un niño de 8 años que era originario de Nuevo México se había mudado a la ciudad de Nueva York con sus tíos después de que sus padres fallecieran en un accidente de auto. La vida de este niño había cambiado drásticamente, no le gustaba aquel cambio, pues no tenía una buena relación con su tío; pues siempre le gritaba, lo insultaba, era tan frió con él, le exigía de más y cuando no lograba hacerlo a su manera, aquel hombre le daba castigos severos como encerrarlo en el armario por tres horas después de un buen azote en la espalda con el cinturón o algún cable. En cambio su tía siempre fue un ángel con él, después de salir del armario ella le curaba las heridas al pequeño y le daba de comer o cenar mientras le cantaba una canción para remendar aquel miedo que el pequeño sentía por estar tanto tiempo en la oscuridad.

Bruce era un niño al que siempre golpeaban y se burlaban en la escuela, pues era alguien demasiado tímido, callado, solitario sin amigos y todo un "Ñoño" que se la pasaba en la biblioteca leyendo cualquier cosa o dibujando que era lo que más le gustaba.

Habían pasado una semana en la que Bruce estaba en su ahora nueva escuela, como era de esperarse ya se había convertido en la nueva víctima favorita de los brabucones, todos los días le daban un zape, lo empujaban, le tiraban los libros, le quitaban su almuerzo, le escondían sus lentes entre otras cosas más, no podía decirle nada a nadie de que lo que le hacían pues si llegaba abrir la boca le iría muy mal tanto con aquellos niños como con su tío así que solo preferiría callar.

Era de mañana y el pequeño de cabello rizado estaba en el comedor tomando su desayuno a lado de su tío que leía el periódico como cada mañana.

-Parece que vamos a tener nuevos vecinos.-hablo su tía que miraba a través de la ventana de la cocina mientras lavaba los trastos sucios.

-Solo espero que no sean ruidosos o habrá grandes problemas aquí.- comento de mala gana el hombre. –Date prisa que llegaras tarde.- le dijo a Bruce y el callado solo asintió y continuo terminando su desayuno.

No tardó en hacerlo, llevo su plato al fregadero para lavarlo y cuando lo hizo seco sus manos y tomo la mochila.

-Que tengas un buen día mi cielo- dijo la mujer castaña y beso la frente de Bruce. –Te comes todo tu lunch.- el niño solo asintió en silencio y salió de la casa en silencio. Al ya estar afuera observo de su lado derecho la casa que hace tiempo estaba deshabitada y ahora alguien más iba a vivir en ella. El sonido del autobús lo despertó de su trance y corrió hacia el para subirse, como era de esperarse al hacerlo algunos de los que le molestaban empezaron a tirarle bolas de papel y a decirle cuatro ojos. El solo se quedó callado y fue a sentarse a la parte trasera del camión. Así normalmente iniciaban las mañanas de pelinegro, ya era una costumbre. Al llegar a la escuela saco unos libros de su casillero y fue directamente al salón de clases a sentarse a su lugar, algunos de sus compañeros ya estaban ahí platicando entre ellos. La maestra entro con una sonrisa y miro a sus alumnos llamando su atención.

-Buen día niños, tomen asiento por favor que ya vamos a empezar con la clase.- tomo el gis y empezó a escribir el tema del cual verían. Así se fue toda las primera horas de la mañana hasta que llegó la hora del refrigerio, Bruce estaba afuera en el patio de juegos en una mesa del rincón; no le gustaba comer afuera, pero tenían prohibido comer en el aula de clases, así que no le quedaba más de otra. Tomo su emparedado y antes de darle un mordisco, el grupo de niños que molestaban a Bruce se acercaron a él para quitarle lo que tenía en su lonchera.

-Uh! Un emparedado de pollo, cada día vas mejorando en gustos, tonto- dijo aquel niño de apellido Rumlow.

-Eso es mío, consíguete tu propio almuerzo y déjame en paz- se levantó de la banca encarando al niño que le doblaba un poco la estatura, para su mala suerte y como era de esperarse, el contrario lo empujo haciéndolo caer y le dio una patada en su estómago en cambio los otros dos lacayos que lo acompañaban le soltaron varios manotazos en su cabeza.

-Cállate idiota, tú no perteneces a ningún lado, raro.- escupió cerca del rizado. –Yo hago lo que quiero, que te quede claro.-

Después de aquello los tres brabucones se fueron antes de que llegara algún maestro, todo el tiempo se salían con la suya, a veces nadie los miraba cuando hacían sus maldades hacia Bruce, pero estaba vez alguien del otro extremo del patio los estuvo observando todo el tiempo. Esa pequeña persona se acercó a Bruce que se retorcía con algo de dolor y trataba de levantarse del pavimento. Una mano se estiro hacia él.

-¿Te ayudo?- pregunto esperando a que el rizado le diera la mano y cuando lo hizo lo ayudo a levantarse; al reincorporarse se sacudió su ropa y acomodo sus lentes para ver quién era la persona que estaba frente a él y ahí fue cuando sus ojos color avellana se toparon con otros ojos los cuales eran grandes y muy verdes como si fueran dos jades relucientes. -¿Te encuentras bien?- pregunto aquella niña de cabello rojizo al ver los ojos llorosos de su contrario.

-Si... Gracias- respondió Banner de manera tímida mientras limpiaba sus lágrimas.

-¿Te gustaría ir a la enfermería?- pregunto la pelirroja a lo cual recibió una respuesta negativa con la cabeza de parte de aquel niño tímido; el cual se fue a sentar nuevamente a la mesa cerrando su lonchera vacía. Ella lo siguió sentándose a su lado sin dejarlo de verlo. –Soy NatashaRomanoff- se presentó con un acento algo raro que el pelinegro no se había percatado antes. -¿Cómo te llamas?- trato de hacerle platica.

Bruce tenía miedo, jamás hablaba con nadie porque lo ignoraban y ahora una niña tenía toda su atención en él, no quería ser grosero así que tome valor para hablar.

-B-bruce... Bruce Banner- murmuro con la mirada baja mientras juagaba con sus manos nerviosamente.

La pequeña Natasha abrió su lonchera de conejitos y saco su almuerzo; emparedado de mantequilla de maní y jalea, uvas verdes, una barra de chocolate y una botella de agua, tomo la lonchera del niño sin su permiso y la abrió para ahí colocar la mitad de su emparedado, unas cuantas uvas y la mitad de su barra de chocolate, después de eso se la regreso y le sonrió antes de empezar a comer su almuerzo.

A Bruce le sorprendió lo que acababa de pasar, para él ya era normal que le quitaran su almuerzo, pero jamás que le compartieran de uno ajeno o que fueran amables –Gracias- dijo en voz baja y aquella niña solo le sonrió sin dejar de comer.

Después de aquel almuerzo ambos entraron al edifico, ninguno de los decía nada, al llegar al pasillo de los salones la pelirroja lo miro.

-Sabes, creo que deberías de decirle a la directora que te molestan y tal vez traer doble almuerzo- le dijo con una pequeña sonrisa. –Nos vemos- dijo y entro al aula que estaba enfrente de donde Bruce tomaba clase, fue ahí donde se dio cuenta que Natasha iba en el grupo contrario del año que el cursaba, se le hizo raro porque jamás la había visto en la semana que llevaba en esa escuela. Después de que la vio entrar, el hizo lo mismo.

Pasaron 3 días en los que no había visto aquella niña pelirroja, pues a pesar que iban en grados iguales, sus grupos tenían sus horarios diferentes por lo tanto no se la topaba. Bruce estaba en su casillero sacando unos libros cuando Rumlow se paró detrás de él y le cerró la puerta de este.

-Hola tonto, ¿Dónde está mi tarea de matemáticas que te pedí que hicieras hace dos días?-

-Yo... Y-yo no la he hecho.- hablo con miedo, el más alto lo tomo del cuello y lo estampo contra su casillero.

-Te dije que la quería para hoy, idiota- le dio un golpe en la nariz y fue ahí cuando los otros niños que estaban en el pasillo miraron atónitos la escena. –Parece que necesitas unos buenos golpes, tonto- dijo y empezó a golpearlo varias veces en su estómago hasta que cayo y lo patearon entre los tres por unos minutos hasta que se cansaron, Rumlow tomo a Bruce que sangraba de la nariz y empezaba a llorar.-Ábranlo.- dijo refiriéndose al casillero; al hacerlo lo metieron a este y lo cerraron mientras se reían.

-¡No! ¡Por favor! ¡No me dejen aquí! ¡Ayúdenme!- empezó a golpear desde adentro la pequeña puerta con desesperación, pues desde los cuatro años había desarrollado Claustrofobia desde que su tío lo encerraba en el armario cuando lo castigaba por cualquier cosa. –¡Por favor Ayuda!- grito desesperado y con miedo que mojo sus pantalones.

-¡Sáquenlo de ahí ahora!- grito la pelirroja molesta encarando a los tres niños. -¡AHORA!-

-Pero miren quien tenemos aquí, a la del acento extraño- se mofo. –Vete de aquí maldita sabandija.-

Bruce por lo tanto se quedó callado al escuchar esa voz y desde las rendijas del casillero observo lo que pasaba afuera, de nueva cuenta aquella linda niña de ojos verdes había aparecido.

-Lo van a lamentar si no lo sacan.- advirtió y el niño se acercó a ella.

-Cállate estúpida.- dicho esto la empujo con fuerza al suelo mientras los otros dos se reían.

Natasha apretó los puños y se levantó del suelo para acercarse al pelinegro y darle un fuerte puñetazo en la nariz que lo hizo caer y fui ahí donde la niña de 7 años y medio se abalanzo contra él y empezó a golpear con los puños en la cara, como era de esperarse todos los niños que estaban alrededor empezaron hacer bulla y a gritar "Pelea" obviamente los otros dos se metieron para ayudar a su líder, es ahí cuando Bruce se asustó y preocupo por la pelirroja, estaba con la respiración agitada no quería ver lo que le esperaba aquella niña, pero algo que él no se esperaba sucedió. La rusa lanzo golpes de karate entre otros más, como si fuera lo más fácil del mundo. Dejo tirados a los tres con varios golpes, así que al estar libre abrió rápidamente el casillero y saco al rizado que estaba por darle un ataque. Bruce al estar afuera, de su bolsillo tomo su inhalador y le dio una calada para calmarse, pues cada que estaba en espacios cerrados sentía que la respiración se le iba.

-¿Estas bien?- pregunto la pelirroja mirando sus pantalones, Bruce antes de decir algo, BrockRumlow le soltó un golpe a la niña, a lo cual el rizado molesto por lo que hizo se llenó de furia y le soltó una gran patada en la entrepierna para después arrematar con un golpe en la mejilla, el contario grito y empezó a llorar por el dolor, en cambio una profesora llego y vio lo que pasaba, para ese entonces la pelirroja ya estaba reincorporada asombrada por lo que aquel niño había hecho.

-Ustedes dos a la dirección ahora- les dijo al dúo y la enfermera de la escuela llego de igual manera al pasillo a ayudar a los tres que estaban en el suelo. –Cuando termine me lleva también a ellos tres a la dirección.- dijo la maestra que tomo a Natasha y a Bruce de un brazo para llevárselos.

Paso una hora de regaño para los cinco niños y otra hora en las que citaron ese mismo día a sus padres de cada uno. Bruce ya se había cambiado los pantalones ya que su tío le trajo un repuesto. Natasha y Bruce estaban sentados uno a lado de otro en silencio, sumidos en sus pensamientos, la pelirroja no mostraba nada de miedo y es que su padre iba a llegar algo tarde por su trabajo, pero aun así no tenía nervios de lo que pudiera decirle, en cambio el pequeño de los Banner estaba temblando un poco, pues sabía que llegando a casa no se la iba acabar.

-¿Tienes problemas para respirar?- pregunto la pelirroja al ver que el niño juagaba con su inhalador.

-No... Lo uso cuando me da un ataque de ansiedad, no soporto estar en lugares pequeños- confeso.

La pelirroja asintió y Bruce ya no pudo evitar hablar de lo sucedido.

-Gracias por ayudarme, pero no quería que te metieras en problemas por mi culpa.-

-Eso no importa, valió la pena y esos tontos se lo merecían.-

¿Cómo es que hiciste eso?- pregunto sorprendido.

-Practico artes marciales, box y tengo entrenamientos militares... Mi padre es el que me enseña, aun aprendo lo básico, dice que es importante que me sepa defender de los que me intenten hacer daño.- le explico. –Gracias igual... Por haberme defendido, de hecho estuviste increíble.- le sonrió amablemente.

El niño iba a decirle algo cuando su tío sale de repente y toma a Bruce del brazo con algo de fuerza, a lo que Nat preocupada solo se quedó observando.

-Lo que te espera llegando a casa.- dijo de una forma muy molesta y se fueron del lugar.

Después de que Bruce se fue la maestra le dio aviso a Natasha que ya se podía ir, pues su padre llamo diciendo que más tarde se presentaría en la escuela, pero que ella junto con los demás estarían suspendidos 3 días, así que tomo sus cosas y se retiró de la escuela.

Al llegar a su casa la pelirroja subió a su habitación a dejar su mochila, por primera vez iba a dormir en su propio cuarto, pues desde que se mudaron los muebles y su cama habían tardado en llegar, por lo tanto estuvo durmiendo con su padre en la habitación de él. Estaba a nada de recostarse en su cama cuando escucho unos gritos de la casa de a lado, así que se levantó y fue a su ventana para ver qué era lo que sucedía, al hacerlo visualizo a un hombre con un cinturón en mano y empezó azotar en la espalda a un niño que lloraba en su cama desconsoladamente, Natasha se llevó las manos a la boca cuando se dio cuenta de que ese niño era Bruce.

-¡Maldita vergüenza que me hiciste pasar! ¡Mojar los pantalones es de niños tontos y débiles! ¿Cuántas veces tengo que decirte que aprendas a putas defenderte?- con cada frase era uno o dos azotes, el hombre le daba igual si lloraba. -¡Eres tan débil, un cobarde! Yo no te estoy educando para que seas un fracasado, quiero que seas un hombre respetable, un líder, pero nunca pones de tu parte.- grito. –No puede creer que mejor la vecina te haya defendido.- en ese momento Bruce no presto atención a esa parte sobre Natasha, pues estaba sumido en el dolor que el cinturón hacia al chocar contra su piel.

Claramente Nat estaba demasiado preocupada por el castigo que estaba recibiendo Bruce por parte de su padre, a pesar de la edad que tenía; se le hacía muy absurdo que lo golpeara y le dijera esas cosas solo por no haber detenido a sus bulleadores, cuando se supone que debería estar preocupado por su hijo y hacer algo al respecto para detener las agresiones.

-No quiero que llores maldita sea, eso es para los débiles y más te vale que no me vuelvan a llamar de la escuela porque no voy a volver a ir a dar mi cara por tus pendejadas.- le dio un último azote. –Ahora tengo que regresar al trabajo tienes suerte de que no te encerrare en el closet porque no habrá nadie que te saque hasta tarde, aunque si lo estaba pensando.- después de decir aquello salió de la habitación dejando a Bruce solo.

Natasha escucho como el auto del hombre arranco y se fue del lugar, la pelirroja no evito sentirse mal por lo que vio y escucho, solo miraba a través de su ventana aquel pobre niño solitario llorando desconsoladamente, así que rápidamente la niña de siete años y medio tomo su mochila y saco una hoja de papel y empezó a escribir en él; al terminar hizo un avioncito de papel y fue a su ventana para lanzárselo, observo que cayó a la habitación del chico.

Bruce escucho el ruido de que algo cayo, ceso su llanto y se limpió las lágrimas de los ojos para ir a revisar que es lo que había caído. Al ver el avión su semblante cambio a uno de confusión, abrió este al ver que tenía algo escrito en el.

"¿Estas bien?"

El niño levanto su vista hacia la ventana y observo que la cortina se movía, así que supuso que alguien había escuchado lo que había pasado. Dudoso el niño escribió el la hoja de papel y cuando termino volvió a doblar este en la forma del avioncito y lo lanzo esperando a ver si aquella persona misteriosa salía de su escondite y se mostraba, pero no fue así. Natasha lo tomo sin ser vista y leyó su contenido.

"¿Quién eres?"

Ella respondió y desde atrás de la cortina lanzo el avión, Bruce enseguida tomo el papel cuando cayó de nueva cuenta a su habitación.

"Ya lo veras"

Se acercó a su ventana esperando a que saliera esa persona de su escondite, pero no fue así pasaron 10 minutos y nadie se había mostrado, en cambio el timbre de la casa sonó y eso lo hizo sobresaltarse, así que bajo las escaleras hasta acercarse a la puerta, la cual dudo en abrir pues su tía le había dicho que no le abriera a extraños si nadie en la casa estaba, pero siguieron tocando el timbre varias veces así que abrió la puerta lentamente y se asomó, al ver que era esa niña de ojos grandes y verdes salió un poco tímido.

-¿Nat?- hablo confundido, pero luego recordó lo que dijo su tío sobre la vecina lo cual le sorprendió más de que no se había dado cuenta que Natasha era la que se había mudado a lado de su casa.

-Hola Bruce.- sonrió amable con dos canastitas de galleta con helado de chocolate dentro de ellas. –Escuche lo que paso... ¿Te duele mucho?-

-Lo hace cada que hago algo que no le gusta...- se encogió de hombros tímidamente.

-Creo que tu papa no debería hacer eso-

-Él no es mi papa... son mis tíos, mis papas murieron en un accidente de auto.- dijo en voz baja.

-Yo nunca conocí a los míos, soy adoptada papa Nick me dijo que unos hombres malos trataron de hacer daño y el me salvo.- le comento, ambos se quedaron callados por un momento. –Bueno... Traje helado de chocolate.- le extendió una canastita con una cuchara. -¿Quieres comer helado conmigo?- pregunto.

-Amm... Está bien.- salió de su casa y ambos fueron a sentarse en las escaleras de afuera. –¿Puedo preguntarte algo?-

-Sí, dime.- tomo un poco de helado y se lo llevo a su boca.

-¿Por qué hablas tan raro?-pregunto con inocencia.

-Soy de Rusia.- respondió.

-¿Dónde está eso?-

-Está muy lejos, del otro lado del mundo.-

-¿Y por qué te fuiste de ahí?-

-Por el trabajo de papa, él es un soldado, pero ahora trabaja como policía aquí.-

-Eso debe ser peligroso- dijo asombrado.

-Mi papi es muy fuerte y siempre detiene a los malos.- dijo con la nariz llena de chocolate. El niño se levantó y entro a su casa por servilletas, después obtenerlas regreso y le entrego una a Nat.

-¿Y no extrañas a tus amigos?-

-Un poco.- se limpió. -¿Tú no tienes amigos verdad?-

-No...- suspiro y bajo la cabeza. –Dicen que soy raro.-

-¿Raro? Yo no veo que tengas algo raro.- frunció el ceño y se quedó pensativa un momento. -¿Quieres ser mi amigo?-pregunto con una sonrisa.

-Te van a decir cosas feas si eres mi amiga.-

-No me importa.-

-Te dirán rara.- insistió.

-Creí que ya lo era, hablo raro ¿Recuerdas?- ríe levemente. -¿Qué dices? ¿Amigos?- extendió su dedo meñique.

Bruce lo pensó unos segundos y le sonrió entrelazando su dedo meñique con el de ella.

-Amigos.- acepto con una sonrisa en su rostro.

Después de comer helado se la pasaron platicando y jugando con una pelota que Natasha había sacado, pues con trabajos Bruce tenía unos cuantos autos de juguete, tenía más libros que nada ya que su tío no le gustaba que jugara pues siempre lo tenía estudiando y leyendo para que fuera un niño prodigio. Cuando llego la tía de Bruce sonrió al verlo jugar con la nueva vecina incluso la quiso invitar a comer, pero tuvo que rechazar la oferta ya que su papa no tardaría en llegar y siempre comían juntos.

Así que los nuevos amigos se despidieron y entraron cada quien a su casa, al poco rato llego el padre de la pequeña rusa.

-Entonces... ¿Por eso golpeaste a esos niños?- dijo mientras trozaba su filete.

-Sí, tenía que hacer algo al respecto.- movía sus pequeños pies delante y atrás mientras comía.

-¿Les rompiste la nariz a los tres?- arqueo una ceja mientras la miraba seriamente.

-Y los deje llorando en el suelo.-

-¡Esa es mi hija!- le revolvió el cabello pelirrojo con orgullo. –Solo recuerda que no es bueno resolver los problemas así y que no se te haga costumbre, ahora... Estarás suspendida 3 días.-

-Lo se... Oye papi ¿Puedo pedirte algo?-

-Lo que quieras, mi pequeño conejo pelirrojo.-

-Quisiera cambiarme de salón, quiero estar en el otro grupo.-

-¿Quieres estar con el vecino verdad?- sonrió levemente y asintió. –Bien yo mañana mismo hago el cambio y cuando regreses a la escuela tendrás nuevo grupo.-

La niña se levantó de la mesa y fue corriendo abrazar al moreno.

-Gracias, eres el mejor papi del mundo.-

Al día siguiente Nick Fury cambio a su hija al otro grupo y durante esos días de suspensión Bruce y Nat se la pasaban jugando todo el día, leyendo o hablando incluso en las noches antes de dormir seguían charlando, pero con la diferencia que todo era a través de avioncitos de papel.

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