Capítulo 2
Macaria se sobaba los párpados. Había estudiado toda la noche sobre la transición divina. Era una lectura demasiada larga además de que su escritura no era muy comprensible por la falta de conocimiento así que tuvo que leer varias veces lo mismo para comprenderlo mejor. Si bien sólo había estudiado lo más básico, resumió lo más relevante y lo que le serviría para la transición; no parecía tan difícil después de todo. Se levantó de una silla y estiró los brazos y las piernas. Estaba cansada, tenía sueño pero eran más grandes sus intenciones de ver acreditadas sus horas de estudio.
-¿Cómo estás? -preguntó Melínoe entrando a la habitación de Macaria sin previo aviso.
Melínoe no había estudiado con ella, después de hablarle de su intención de realizar la transición divina comenzó con sus dolores de cabeza y Macaria tuvo que salir de su habitación. Sus dolores no se dispersaron después de la última vez que habló con Caria el día anterior. Luchaba contra lo que su interior pretendía. Melínoe presentía que si iban a la Tierra, algo malo iba a ocurrir.
-Cansada pero lista para intentarlo -Sonrió.
-¿De verdad? ¿Estudiaste lo suficiente? -temía por verla tan entusiasmada.
-Sí y espero que todas esas horas leyendo hayan servido de algo -dijo pasando sus dedos por su cabello.
Melínoe quería decirle que no lo hicieran, que presentía algo malo pero entre más quería convencerla, un fuerte dolor en su pecho y cabeza le atacaron en un segundo.
"No trates de impedirlo"
"Nos sentiremos mejor sí lo hacemos, ¿no es lo que quieres?"
Aquella voz le repetía una y otra vez lo mismo con demasiada rapidez. Caria no vio como Melínoe se abrumaba.
Melínoe abrió los ojos con debilidad. Había una molesta pulsación en su cabeza.
-¿A qué hora lo harás?
-Cuando estemos solas.
Por un momento, Macaria había olvidado que Thanatos se estaba quedando en los Elíseos. Desde que hablaron la tarde anterior, no lo había visto ni escuchado pero podía imaginárselo ahí.
-Si te refieres a Thanatos, no está -dijo enseguida Melínoe aparentando estar bien-. Y las ninfas están en el campo divirtiéndose, yo diría que es el momento exacto.
Macaria asintió. Lo mejor era que nadie fuera testigo de lo que iba a hacer. Aquello era una locura pero estaba tan segura de que podía lograrlo y de que todo saldría bien que no podía pensar en consecuencias...por primera vez.
-Entonces lo haré, debe ser ahora antes de que vuelvan...trataré de no tardarme. Será rápido, si viene alguien. ¿Podrías distraerlo? -Pidió Macaria.
Melínoe la estrujó con la mirada. Algo en su pecho le ardía al darse cuenta de que Caria no la estaba contemplando para que la acompañara. Habría sido lo mejor de no ser por ese horrible estruendo en su interior.
¿Y si la voz decía lo correcto?
No.
Muchas veces le hizo caso y terminó lastimándose.
Melínoe hizo un semblante de descontento. El dolor casi le dobla las rodillas.
Su desesperación era cada vez más resentida.
-No pienso distraer a nadie, quiero ir contigo.
-¡¿Cómo?! -exclamó con sorpresa.
Su mente se nubló sin previo aviso, como si se hubiera quedado dormida. Abrió sus ojos con esa inusual mirada misteriosa.
-Sí, es la primera vez que se te ocurre algo arriesgado e interesante, además...-Melínoe relamió los labios-, quedé fascinada con la experiencia de ayer y quiero repetirlo.
Macaria sintió un peso menos, a decir verdad, sentía mayor comodidad que Melínoe la acompañara a ese mundo extraño y nuevo aunque fueran tan solo unos segundos. Ambas se pusieron de acuerdo y se colocaron en el centro de la habitación.
Melínoe sabía qué hacer y se burlaba al ver cómo Macaria se esforzaba por recordar lo que debía hacer. Su bufonería silenciosa terminó en poco tiempo. Se llevó la mano a la cabeza y curveó la espalda por el dolor. Su corazón estaba acelerado.
¿Qué le había pasado?
Apenas cobraba sentido y vio que Macaria dejaba un libro en lo más cercano. Tal parecía que repasó algo muy rápido. Volteó a verla y Melínoe recuperó la postura para evitarse preguntas. A Caria le pareció ver que Melínoe gesticulaba demasiado pero al observarla más tiempo, supuso que se trataba de cansancio.
-Tómame de las manos y no me sueltes, yo haré lo demás -dijo Macaria. Cerró los ojos y se concentró.
Pensaba en el proceso a detalle y en la menor cantidad de poder que podría exponer para dar vida a la transición. En el primer intento comenzó a perder un poco la paciencia porque no ocurría nada hasta que Melínoe le apretó las manos. Sus malos presentimientos estaban al rojo vivo. Macaria creyó que lo hacía para apoyarla y le agradeció por lo bajo y volvió a concentrarse; esta vez, ocurrió algo. Sus cuerpos poco a poco fueron desapareciendo y sentían como se sentían más ligeras. Ninguna abrió los ojos, era otro punto vital para "principiantes". En cuestión de momentos, el peso de sus cuerpos volvió a sentirse y un sinfín de ruidos aparecieron. Las dos abrieron los ojos lentamente y se encontraron entre dos paredes casi estrechas y el suelo con condiciones higiénicas un tanto lamentables. Se giraron hacia un lado y vieron a personas pasar de un lado a otro y la luz iluminaba fuertemente el exterior.
-Aparecimos en un lugar diferente -dijo Melínoe mirando las estrechas paredes.
-Eso debe ser porque no me concentré exactamente en qué lugar debíamos aparecer -explicó brevemente Macaria-. El primer punto que debo practicar más -dijo más para sí que para su hermana-. Vayamos por allá.
Las hermanas caminaron por el callejón, alejándose de la sombre que lo cubría y apareciendo bajo la luz del Sol. Macaria entrecerró los ojos por lo brillante que era y quiso mirarlo mejor pero era casi imposible.
Entre más caminaban, el miedo que sentía Melínoe se iba ocultando. Quizás estaba equivocada después de todo y había exagerado. Melínoe observaba todo a su alrededor, si tal sólo pudiera viajar haciendo uso de los poderes que nunca iba a desarrollar. Se llenaba de melancolía y a la vez, de alegría por ver de nuevo algo distinto a los Elíseos y a la oscuridad de su habitación.
-Lo lograste Caria...estamos en la Tierra -dijo Melínoe impresionada y feliz.
Macaria no podía creerse que haya funcionado en el primer intento, se sintió orgullosa de ella misma, habría deseado que Thanatos haya sido testigo de su logro pero por el momento no era conveniente que se enterara hasta estar de regreso perfectamente.
-Aún no puedo creerlo -dijo Macaria-. Estoy tan feliz...estudié tanto en la noche para eso.
Melínoe borró su sonrisa y un nuevo sentimiento apareció aquel día.
Quiso llorar. Sintió recelo hacia Macaria, no sólo porque ella pudo lograr lo que a Melínoe tanto le costaba sino porque existía la posibilidad de que no podría recordarlo. Sus pensamientos se detuvieron cuando chocó contra algo. Agachó la mirada y vio a una niña que había chocado contra sus piernas. La pequeña alzó la mirada viendo a la diosa, al poco rato ella le sonrió. Macaria miró hacia atrás al no sentir a su hermana siguiéndola.
-Leia. ¿Qué estás haciendo? -Preguntó una mujer cuando vio a su hija con Melínoe. Ella observó a la joven quien estaba temerosa-. Disculpe si mi hija la molestó, es muy traviesa.
-Yo no...-Fue lo único que le pudo decir a la mujer. La señora tomó de la mano a su hija y se la llevó de ahí.
-¿Viste su vestido mamá? ¡Es muy bonito y suave!
-Si, lo es pero ya no molestes más a las personas.
Melínoe sentía que el aire le faltaba.
¿Qué acababa de pasar?
Una humana habló con ella y una niña la tocó, no sabía cómo reaccionar. Macaria se acercó a ella al ver todo lo que había pasado, tampoco se explicaba qué fue lo que sucedió.
-Esa mujer habló conmigo Caria, las dos me vieron...¿No se suponía que eso no debía suceder?
Macaria asintió sin ninguna respuesta. Cuando Thanatos las llevó a la Tierra ningún humano podía verlos, ni siquiera tocarlos y fue lo que pasó hace un momento.
-Algo no anda bien.
-Deberíamos regresar, ya pasó más tiempo -Melínoe estaba más nerviosa e insegura.
Macaria apoyaba su idea.
-Tienes razón, mejor vámonos -Macaria se concentró e intentó reunir sus poderes para regresar a casa.
"¡No lo hará!"
Melínoe frunció el ceño al sentir que un aura tibia la rodeaba. Mientras se preguntaba qué le pasaba a su cuerpo, Caria comenzó a temblar.
- ¿Pero qué pasa?
-¿De qué hablas? -preguntó enfocándose en la actitud vulnerable de Caria.
-No funciona, no pasa nada -dijo sintiendo frío.
Melínoe dejó de sentir ese calor y en su lugar, el miedo regresaba. Tenía que haberle hecho caso a su presentimiento.
-No Caria, concéntrate, tenemos que regresar.
-Volvamos al mismo lugar donde aparecimos, quizás sea eso.
Las dos fueron al callejón del que aparecieron y el cual no estaba nada lejos. Se adentraron y se tomaron de las manos. Macaria volvió a reunir sus poderes para realizar la transición pero ahora estaba más nerviosa e impaciente y no logró concentrarse como debía.
Melínoe abrió los ojos y comprobó que nada pasaba, estaban en el mismo lugar.
-Creo que no es eso -dijo Melínoe respirando rápidamente-. ¿Y si ya no podemos regresar y nos quedamos aquí?
-No digas eso...tranquilízate que me estoy poniendo más nerviosa, necesito concentrarme más -Melínoe guardó silencio de golpe.
Melínoe veía el miedo de Macaria.
"Déjala ahí...deshazte de ella"
Negó con la cabeza.
<<No voy a hacerlo>>, pensó Melínoe enfrentando a la voz.
"¡Entonces, me encargaré yo!", Le gritó.
El mismo calor de hace rato la volvió a rodear.
"Tan sólo mira", Le exigió. Melínoe miró hacia enfrente.
Macaria le echó un vistazo a su hermana cuando sintió que sus manos apretaban más fuerte las suyas. Ella miraba hacia atrás de Macaria con espanto. La mayor se giró hacia su espalda y también se espantó.
Dos hombres de vestimentas despreocupadas y capuchas sobre sus cabezas las habían visto en el callejón y les había llamado la atención lo hermosas que eran y lo vulnerables que se veían.
-Pero que lindas chicas nos hemos encontrado -dijo uno de ellos acercándose a las hermanas-. Es claro que ustedes no son de por aquí.
El hombre se humedeció los labios y estiró la mano para alcanzar la suave tela del vestido blanco de Macaria. Ella se hizo hacia atrás con brusquedad mientras Melínoe la abrazaba e igualmente retrocedía.
-No son muy corteses -mencionó el otro burlándose.
-Anden, vengan, sólo queremos ser sus amigos.
"Si tú no puedes hacerlo...lo haré yo".
Melínoe tragó saliva con miedo. No despegaba la vista de los hombres que estaban enfrente con intenciones maliciosas. Notó una oscuridad en sus perversas miradas; ellos lucían ser controlados por algo o por alguien.
-No se acerquen...-dijo Melínoe poniéndose enfrente para proteger a Caria.
El hombre la miró con molestia y rápidamente se estiró hacia ella y le haló del brazo.
-¡Melínoe! -gritó Macaria queriendo tomarles de la mano pero el hombre la había alejado de ella.
-Quieta, hagan lo que le decimos o podrían lamentarlo -dijo el hombre abrazando a Melínoe por la espalda y colocando una navaja bajo su garganta.
Macaria comenzó a llorar del miedo y suplicaba constantemente para que dejaran a su hermana. Melínoe se esforzaba por mantener la calma pero todo su cuerpo temblaba. El sujeto sonrió con malicia y apretó más la navaja en la piel. Melínoe sentía la punta clavándose en su garganta.
¿Ahora qué podía pasarles?
"Siempre entrometiéndote...¡No sirves para nada!" Gritaba con entusiasmo áspero en su cabeza.
Melínoe ya podía esperar lo peor. No le importaba que le cortaran la garganta si eso la salvaba de toda su infelicidad.
Quería que le cortaran. Quería que acabaran con ella. En eso no iba a interponerse. Cerró sus ojos mientras esperaba el ansioso momento.
"Aunque lo pidas a gritos, esto sólo te dejará una marca más. Estás condenada a sufrir por siempre".
Le costó trabajo pasar saliva por el enorme nudo en la garganta.
Con ojos llorosos, Macaria vio cómo los hombres comenzaban a gritar y caían al suelo quejándose de un dolor en el pecho. Melínoe sintió la libertad y fue con su hermana sobándose su cuello; no había logrado ser lastimado.
Lo lamentó por dentro.
Los cuerpos de los sujetos fueron polvorizándose hasta disolverse. Ambas chicas no se explicaban lo que había pasado con ellos hasta que vieron de frente a Hades. Él las miraba con enojo reprimido y ellas agacharon la cabeza, a pesar de haber sido salvadas ahora debían soportar la furia de su padre. Macaria tragó saliva, lo que menos quería que sucediera, pasó.
Melínoe sabía que habría problemas. Hades estaba lo bastante enfadado como para hacer estallar una guerra ahora mismo. Observó de reojo a Caria, el miedo aún la tenía invadida.
"Esto aún no acaba"
***
Siwa, Egipto
Intentaban soltarse de los amarres sin éxito. Los más valientes guerreros enemigos quienes no se rindieron en ningún momento en el campo de batalla, ahora eran prisioneros. A pesar de las torturas ejercidas por Enio, ninguno era capaz de hablar.
La diosa se limpiaba con dorso de la mano la sangre que salpicaba de los cuerpos. A su alrededor yacían varios guerreros que murieron a manos de la brutalidad de Enio. Sus ojos ámbar se tornaron rojos por la sed de sangre que derramaba. Pasó sus manos por su cabello, humedeciéndolo del carmín frescor. Caminó hacia otro de los guerreros más cercanos quien se negaba a ver la cruel escena. Le tomó del cuello y acercó su rostro. El hombre veía la muerte pasar en esos poderosos ojos rojos.
-¿Tú si vas a hablar? Te lo advierto...sólo tienes una oportunidad -Su voz no estaba tan alejada de la oscuridad de su mirada-. ¿Dónde está Montu?
-No se lo voy a decir.
-¿Ah, no? -Enio rio incrédula-. Te conviene...servirle a él es un suicido. Estás en el bando equivocado.
-El dios Montu los destrozará. Se arrepentirán cuando caigan bajo su poder -El hombre no parecía amedrentarse.
Enio aspiraba el poder que Montu colocó en su corazón para evitar ser intimidados.
Con razón eran resistentes a sus amenazas y desmembramientos de cuerpos.
-Montu no es tan poderoso como crees, si fuera así, estarías libre -Enio levantó su espada colocando el filo sobre la garganta, justo por encima de su agarre-. Todos ustedes conocerán de lo que somos capaces.
Enio deslizó sin piedad la espada cortando la carótida. Se deleitó con la sangre que se rociaba en la mitad de su rostro y cuerpo. Dejó caer el cuerpo y se levantó, lo miraba sin ningún tipo de consideración. La sangre de la espada goteaba de su punta.
-Enio -La diosa se giró hacia sus espaldas para ver a los dos dioses que recién llegaron montados en sus caballos. Ella sonrió-. Parece que te has divertido -comentó Fobos al examinar la cantidad de cuerpos sin vida y al verla a ella bañada de sangre.
-Intentaba hacer que hablaran...pero sí, me he divertido mientras tanto.
Fobos sonrió de lado y bajó de su caballo. Fue acercándose a Enio y notó el color perverso de sus ojos.
-Por lo visto, preferiste matarlos que seguir torturándolos. Así no iban a decirte nada.
-Sabes como soy.
Fobos puso una mano sobre su hombro. La sangre aún se sentía caliente.
-Yo me encargo.
Enio no replicó. Pasó por su lado y por el de Deimos quien aún seguía en su caballo. Al ver de cerca a la diosa, dio un salto hasta la arena echando un vistazo a Fobos antes de seguirla.
Los guerreros veían al dios acercarse a ellos. Era la primera vez que lo veían sin su ostentoso casco. Sus facciones eran perfiladas y atractivas pero sus ojos irradiaban de frialdad, hostilidad y maldad. En ningún momento deshizo la misma postura dominante que mostró en el campo de batalla.
Fobos al igual que Enio, sentía que el corazón de los hombres era protegido por Montu. Rio irónico. Utilizó un poco sus poderes para quebrar esa valentía. Los sujetos se inquietaron de repente.
-¡No vamos a decir nada! ¡Mátennos de una vez! -gritó uno sin esperar a que el dios hablase.
-Me encantaría hacerlo pronto...pero no soy tan misericordioso como Enio -elevó más su poder hasta romper por completo la protección de Montu. Los guerreros lucían desconcertados y temerosos. El miedo brillaba en sus ojos.
Fobos ingresó a la mente de algunos de ellos alterando sus nervios y alimentando sus más profundos miedos. Cuando los sujetos comenzaron a actuar involuntariamente por el miedo y el horror, comenzaron a gritar y golpearse la cabeza. El dios hizo que ellos tomaran las armas que estaban cerca. Desesperados, no se resistieron un segundo más. Fueron por las espadas cercanas y se autolesionaron con violencia una y otra vez sin conseguir morir pronto. La frialdad del alma de Fobos era evidente. A diferencia de otras ocasiones, esa vez no estaba tan satisfecho. Tenía un problema en su cabeza que lo tenía resentido.
Deimos veía desde lo lejos como Fobos comenzaba sus ritos de tortura. Sonrió de lado. Retornó su atención en la diosa. Enio echaba en su cara cunas de agua para quitarse la sangre del rostro. Dejó su rostro cabizbajo mientras el agua escurría con el carmín por la cabida.
-¿Te sientes mejor?
Los ojos de Enio eran rosados pero aún no regresaban a su color natural por la agresividad que aún sentía.
-Si hubiera estado más tiempo ahí, los habría matado a todos.
-Lo que no hubiera sido una buena idea. Por ahora, son los únicos rehenes que tenemos para llegar a Montu -Deimos esperó a que Enio dijera algo pero aún se mantuvo boca abajo a pocos centímetros del agua. Inspeccionó el lugar y buscó la presencia de Ares en la cercanía. Frunció el ceño-. ¿Dónde está mi padre?
Enio tensó las manos antes de meterlas de nuevo al agua.
-Seguramente entre las piernas de Afrodita -respondió hostilmente. Volvió a lavarse la cara.
Deimos volcó los ojos con desagrado.
-¿Es necesario que te expreses así?
-Ustedes tienen peores referencias de los demás. ¿Yo no puedo tener las mías?
-Te recuerdo que estás hablando de mi madre -Se cruzó de brazos.
Enio chasqueó la lengua e hizo ademanes altaneros con su mano.
-Tu madre merece todo menos mi respeto -Levantó la cara y sacudió el agua de sus brazos. Miró a Deimos con molestia-. Afrodita es el némesis de tu padre y de ustedes dos, y tal parece que a nadie le importa.
Enio se fue de allí echando chispas y arrepintiéndose de haberle cedido su lugar a Fobos.
Deimos suspiró con fatiga, era de buen saber que Enio odiaba a Afrodita y nunca perdía el tiempo en arremeter contra ella. Debía estar fastidiada de que defendieran a Afrodita cada vez que la atacaba. No era para más, Enio tenía razón después de todo. Afrodita había hecho cosas malas y lo que les hizo a Fobos y a él, fue la gota que derramó el vaso. Habían tenido que detener a Enio para que no fuera a cortarle la cabeza cuando se enteró.
Esta vez, ¿qué la tenía tan molesta?
Estaba seguro que había matado a esos hombres tan rápido para evitar hacerlo con alguien más.
Vio a Fobos de nuevo que les daba órdenes a sus guerreros, entonces se acercó.
-Azoten a los que quedan y encadénenlos bajo el sol. Esperen las siguientes indicaciones -ordenó con superioridad. Los hombres asintieron y comenzaron a seguir lo que se les ha ordenado.
Deimos se quitó el casco, observando a su hermano con suspicacia.
-¿Terminaste tan pronto?
Fobos lo vio de reojo.
-Sí. Continuaré más tarde -dio la vuelta con dirección hacia la tienda de campar. Una vez ahí, fue deshaciéndose del peto y los brazales.
Sus músculos estaban cubiertos de sangre y sudor pero sin ninguna herida visible. Deimos le siguió con el ceño fruncido.
-Algo te pasa. No estás tan creativo como sueles hacerlo.
Fobos miró al cielo con fastidio y puso los brazales sobre la mesa.
-Enio me contó sobre lo que hizo mi padre hace días en los Elíseos. Se le ocurrió que algunos de nosotros dos debía casarse con Macaria...y todo parecer ser que soy yo a quien prefiere para ese puesto. Deimos alzó las cejas. Muy pocas veces se sorprendía y esa era una de ellas. Más pronto de lo que se esperó, comenzó a estallar en carcajadas irónicas. Fobos enarcó una ceja mientras le clavaba la mirada con molestia-. ¿De qué te ríes?
Deimos apenas se calmó con algo de dificultad.
-No has entendido el chiste. ¿Tú casado? ¡Debe ser una puta broma!
Fobos no le veía la gracia.
-Si tanto te da risa, te cedo el lugar.
-Para nada -giró las manos frente a él-. Si nuestro padre te ha elegido a ti, es porque eres el candidato perfecto para casarte -Deimos no se resistió y volvió a estallar en risas.
En ese momento, Fobos quería arrancarle la cabeza.
-Sigue riéndote todo lo que quieras. Algún día vas a arrepentirte -Le dijo una vez que perdió la paciencia de escucharlo y verlo burlarse.
-¿Dónde quedó tu sentido del humor? -Puso una mano encima del hombro de Fobos-. No te enojes demasiado, cuando se entere nuestra madre, ya verás que seguirás soltero.
Fobos lo miró irónico.
-Aún no sabes la mejor parte. Ella está de acuerdo, si soy específico, lo apoyo con gran entusiasmo.
La burla desapareció de Deimos.
-¿Qué? ¿Estaba en sus sentidos?
-Supongo, de lo contrario ya habría manifestado su inconformidad.
Deimos estaba incrédulo.
¿Afrodita estaba de acuerdo en que uno de sus hijos se casara?
Eso no era normal.
-Cada vez que creo que entiendo a nuestra madre, siempre termina asombrándome.
-Igual a mí -Fobos tomó la botella de vino de Dionisio y le arrancó el corcho con los dientes. Prosiguió a servirse en vasos de barro.
-¿Y al menos se sabe por qué el cambio tan brusco de opinión?
Se venía la parte que más emociones se manifestaban. Fobos se sentía ofendido, ambicioso y al mismo tiempo indiferente.
¿Cómo era posible?
-Para sellar alianzas con Hades y el Inframundo. Ambos sabemos que lo que quiere nuestro padre es conseguir más poder e influencias en cada región posible. En referencia a las palabras de Afrodita, un casamiento con la hija de Hades es la mejor opción para todos.
Deimos no protestó, fue como escuchar a Afrodita hablando. Sin embargo, aún no era entendible su actitud. Lo que ya entendía era la razón del enojo de Enio.
-¿Y eso cómo te hace sentir?
-Me da igual, aunque yo hubiera preferido que fuera a través de una guerra y no con una absurda unión -Bebió tragos grandes del vino-. Casarme con Macaria...no será tan terrible. Es hermosa y puedo hacer que haga lo que yo quiera.
-Sí...siempre y cuando mantengas la cabeza en su sitio y no cometas el mismo error de antes. Te recuerdo que cuando involucras los sentimientos, el que va a perder eres tú y no ella.
Fobos deslizó una mueca de hastío mientras bloqueaba los recuerdos del pasado y su condición.
-No me voy a enamorar de ella ni de nadie más. Yo tengo el control sobre cualquiera...y sobre mí mismo. Nadie va a evitar eso.
***
Cinco meses después.
Inframundo
Melínoe se encontraba en el gran comedor del Inframundo completamente sola, pensando en la fuerte discusión que había tenido Caria con Hades y las consecuencias que habían acarreado el haber ido a la Tierra en secreto. Los gritos y la angustia de Caria y Thanatos seguían presente en su memoria.
¿Por qué ese tipo de cosas no las olvidaba?
Eso sí era conveniente dejar en el olvido para evitar sentirse culpable por lo que pasó. Extrañamente, había algo más que aún recordaba y era esa odiosa voz que le advirtió que las cosas aún no acababan, esa misma que le gritaba que lastimara a su hermana.
<<¿Y si lo hubiera hecho?>>, pensó Melínoe e inmediatamente se quejó por el atrevimiento de ese pensamiento.
Era malo y tóxico. No permitiría que nadie lastimara a Macaria...ni siquiera ella misma.
¿Por qué se le cruzaba por la mente ese descomunal pensamiento?
"-¡Esto es inaceptable! ¡Solas en la Tierra! ¿Qué más seguía? ¡¿Querer vivir como uno de ellos?! -Estaba de más decir que Hades estaba furioso. Paseaba de un lugar a otro frente a sus hijas soltando la ira en sus palabras.
Ambas tenían la cabeza agachada, Macaria sentía un nudo en la garganta por los sentimientos y emociones obstruidas. Quería decir muchas cosas, defenderse y explicarle sus razones justo ahora pero no sabía cómo, sólo podía aceptar su error y su falta de cordura. ¿En qué estaba pensando? Era evidente que no había pensado en todo y sólo se confió.
Thanatos estaba detrás de ellas con los brazos cruzados. Estaba aliviado de que nada grave les hubiera pasado pero en parte sentía culpa por haberles enseñado más sobre lo extraordinario de la transición y no sobre los peligros que podían correr.
-No queríamos...no quería...-Macaria intentó explicarse pero Hades la interrumpió.
-Las excusas vienen sobrando -dijo queriendo estar más tranquilo.
-Sólo queríamos hacer la transición -dijo Melínoe ayudando a Macaria.
-¿Y qué más seguía? ¡¿Querer vivir como uno de ellos?! -Explotó de nuevo.
-N-No...quería mejorar habilidades y...ser mejor -dijo Macaria queriendo deshacer el nudo de la garganta.
Thanatos alzó las cejas, se sintió conmovido por lo que dijo y eso debió derivarse a la conversación que habían tenido el día anterior. Le aplaudía esa nueva percepción y su esfuerzo, para haber sido sólo una noche y parte del día para aprender sobre la transición divina, había ido muy lejos.
-Para ser mejor hay maneras y lo que hiciste no es una de ellas, fue arriesgado e inmaduro...no podrás ser mejor si sigues teniendo pensamientos tan infantiles-Estas palabras le habían dolido a Macaria, por alguna razón recordó lo que Afrodita le había dicho.
-Señor Hades, si me permite inferir, su intención no es esa y ella no tiene pensamientos infantiles, posee demasiada nobleza e inocencia pero tiene deseos de superarse. Si bien no apruebo la manera en la que se arriesgaron, Macaria hizo una gran demostración de sus poderes y su gran habilidad -Macaria veía cómo Thanatos estaba defendiéndola de manera sutil, su corazón agradeció tales palabras-. En tan solo unas horas de estudio logró transportarse a un lugar alejado y desconocido para ella.
Hades rio con sarcasmo y sobó una de sus sienes.
-Me parece que tú no estás entendiendo nada Thanatos...¿Te alegras de que se hayan metido en líos?
-Por supuesto que no, jamás habría querido algo así.
-¿Y por qué se los enseñaste? -Quiso saber aún con una sonrisa falsa-. ¿En qué estabas pensando cuando decidiste enseñarles esto?
Melínoe se cohibió por los ataques que Hades le hacía a Thanatos. Si tan sólo supiera que ella fue la que comenzó con la idea. Por un segundo, creyó que Thanatos la delataría o mencionaría.
-Es parte de las lecciones, tenían que saberlo...
Tanto Macaria como Melínoe se sorprendieron por como llevaba las cosas Thanatos. Las estaba defendiendo.
-¿Entonces tú las motivaste a que lo hicieran? ¿O es que fue consecuencia de su ineptitud? -Preguntó señalando a Macaria principalmente-. Si es así, a pesar de ser mis hijas, ambas merecen un castigo correspondiente a sus acciones...esperando que con eso no vuelvan a ser tan imprudentes -Le dedicó una amarga mirada a Macaria. Ella no había visto a su padre tan enojado con ella y sentía que estaba siendo muy duro pero no era para menos después de lo que hizo.
-Fue mi culpa...yo sola hice la transición...-Hades alzó su mano directo hacia ella.
Thanatos actuó rápidamente.
-Yo le dije que lo hiciera -dijo Thanatos interrumpiéndola. Macaria asombrada se volteó a verlo al igual que Melínoe. Hades respiró hondo y apartó su mano de Macaria, empezaba a sentir ácido en su estómago-. Debía mostrar sus verdaderas habilidades, la cuestioné sobre su falta de desempeño...así que le di severas instrucciones para que lo hiciera.
Hades enardeció de ira y se acercó violentamente a Thanatos, le dio una severa bofetada al dios. Macaria se levantó de golpe queriendo ayudarlo pero Melínoe le tomó de la mano. Hades sujetó a Thanatos de las solapas sin contemplaciones.
-Mi familia me importa más que cualquier cosa y tú sabías lo mucho que me importa el bienestar de mis hijas...te di mi confianza, le pedí que le enseñaras a mi hija a desarrollar sus poderes, te pedí que cuidaras de ellas mientras no estaba...¿Y así es como me pagas? ¡¿Exponiéndolas a un peligro que no conocen?!
-Jamás pretendí hacerle daño a ninguno de ustedes...pero sí, soy culpable de lo que pasó hoy -dijo Thanatos sin retractarse. Hades no le apartó la mirada fulminante de encima hasta pasados unos segundos. Lo soltó y retrocedió dos pasos.
-No volveré a permitirte que las expongas así, ese fue mi error más grande y me siento sumamente decepcionado de tu capacidad -Le decía a Thanatos, él sólo lo escuchó con atención-. A partir de este momento, no vuelves a acercarte a los Elíseos ni al Inframundo...yo te destierro de mis dominios.
Thanatos no se esperó eso, sintió un hueco dentro suyo. Macaria negó con la cabeza mientras lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos.
-No papá...no puedes hacerle eso, él no lo merece -Le dijo Macaria a Hades y él se giró a verla con brusquedad.
-¡Thanatos queda desterrado hasta que yo dicte lo contrario! No vivirá ni aquí ni en el Inframundo. Es una orden y se va a cumplir -Dictaminó.
-Gracias por todo señor Hades, le pido perdón por todo lo que hice mal...pero acepto su decisión. Acataré su orden de inmediato.
Thanatos comenzó a retirarse. Macaria se soltó del agarre de Melínoe y fue hasta él, poniéndose frente a su paso y colocando sus manos hacia él.
-No Thanatos, por favor, no te vayas...no lo hagas -Comenzó a suplicar.
-¡Macaria! ¡Apártate de él!
Macaria ignoró a su padre, sólo miró fijamente a Thanatos. Él colocó sus manos en las muñecas con suavidad.
-Por favor, ve con él, déjame ir.
-¡No! No es justo...tú no debes irte.
-Ya no hay marcha atrás, cuídate Macaria...nunca te rindas ante nada-Le dijo a modo de despedida.
Hades fue hacia Macaria y la alejó de Thanatos a pesar de la resistencia que ella puso. Los ojos plateados de él la miraron por última vez antes de seguir de frente, ignorando todo a sus espaldas.
-¡No papá! ¡Él mintió! Él no tiene la culpa, fui yo solamente...él no me obligó a nada, debes decirle que se quede, por favor -Seguía suplicando con desesperación.
-Demasiado tarde, tuviste mucho tiempo para decirme esto ¿no? Y ahora que Thanatos se ha ido es cuando tienes el valor de decir esto -Macaria seguía sin poder creerlo, no podía adivinar que su padre expulsaría a Thanatos-. Si lo que dices es cierto, eso no cambiará las cosas...Thanatos hará su vida lejos de aquí y como él desee hasta que redima sus errores".
Cinco meses habían pasado ya desde esa disputa. Cinco meses en los que Macaria se refugiaba en su tristeza y soledad, sin importarle absolutamente nadie más que Thanatos. Las conversaciones que solía tener con Melínoe, habían terminado desde entonces; apenas y se veían en clases. Desde que Thanatos fue desterrado, Hypnos se convirtió en el maestro de Caria. Sin embargo, era como si Melínoe estuviera sola; Caria frecuentemente se perdía en sus pensamientos.
Melínoe se sentía aislada por su propia hermana. Estaba molesta.
¿Un sentimiento tan cálido como el amor era más fuerte que cualquier otra cosa?
Le parecía sencillamente estúpido.
No podía explicarse como Caria estaba tan aferrada a Thanatos por amor. Quizás era envidia pero a esas alturas, Melínoe no comprendía su actitud del todo. Existían cosas más importantes que el amor...o eso pensaba ahora.
¿Qué otra cosa podía pensar si todas las oportunidades de ser feliz le eran arrebatadas?
¿Quién podría fijarse en alguien tan vulnerable como ella?
Hasta Hécate le aseguró el día anterior que algo le sucedía:
"-¿Pasa algo con mi mano?
Hécate la miró a los ojos y negó inmediatamente.
-Posees poderes secretos, falta que tú los descubras con inteligencia y resguardo -Le dijo y le soltó la mano, Melínoe sentía aún el calor de su agarre; le había dejado una sensación reconfortante pero dudas contadas".
Con inteligencia y resguardo...¿Cómo iba a hacer eso?
Suspiró con amargura.
Pasó una mano por su cuello, lo sentía tenso. Cuando despertó, sintió la cabeza adolorida y no precisamente por las constantes punzadas y azotes sino como si se hubiera golpeado la cabeza. Levantó la mano con la intención de tocar sus cabellos, el brazo también le dolía. Revisó si existía algún moretón o corte pero esta vez se veía intacto. Dejó pasar por desapercibido esas curiosidades.
Ahora ella estaba bebiendo un poco de té y comiendo unos panecillos que le había llevado Pandora hace un rato, los cuales degustaba amistosamente. Melínoe daba mordiscos al pan al mismo tiempo que observaba la habitación tan grande y solitaria, no le extrañaba, la soledad siempre ha estado presente en su vida y así iba a ser siempre.
El ruido de la puerta rechinando tomó protagonismo en la habitación.
Melínoe miró hacia la entrada y vio a Hypnos sorprendido de verla ahí sola, aparentemente, él iba a relajarse ahí.
-Espero no interrumpirla -dijo el dios.
Melínoe negó casi con burla en su rostro.
-No hay algo en lo que puedas interrumpirme, como puedes apreciar, estoy sola -Fue irónica.
-No quise decir eso, señorita -Indicó a modo de disculpa-. ¿Le molesta si me siento por aquí? -Melínoe volvió a negar.
-Hay demasiados asientos vacíos, no es inconveniente -dijo comiendo otro trozo de panecillos.
Hypnos se sentó a unas cuantas sillas de distancia. La observaba discretamente sin poder apartar la conversación que tuvieron con Hécate. Todo lo que ella les había dicho a Hades, Perséfone e incluso a él, lo dejaron intrigado. Él sospechaba que lo que pasaba con Melínoe era un tipo de maldición pero no creyó que fuera tan enserio y menos que la causante haya sido su propia abuela ante el odio que sentía por Hades hace ya tantos años. Creer que Melínoe no era inteligente por olvidarse de la mayor parte de las cosas o no memorizar suficiente información, era algo atrevido e injusto. Él más que nadie sabía que ella era astuta y segura de sí misma siempre y cuando no se vieran reflejadas estas debilidades, algo más tenía que pasarle. Se había sentido mal de haberla juzgado como ociosa la última vez que hablaron.
"En el despacho de Hades había un ambiente más tenso y angustiado precisamente por el tema en discusión que se había agendado. Estaban presentes los jueces de del Inframundo, Hypnos, Hécate, Perséfone y Hades.
Perséfone era quien más preocupada se mostraba, los demás se mantenían al margen aunque sintieran lo mismo. El tema que estaban discutiendo era sobre Melínoe.
-Hace un momento le leíste la mano a Melínoe...lo que le dijiste debió tratarse de una mentira para ocultar lo que verdaderamente viste. ¿No es cierto? -Preguntó Hades.
Hécate negó.
-Lo que le dije fue verdad pero moldeada para que no pudiera comprenderlo aún...lo que vi me dejó inquieta -Confesó Hécate.
-¿Qué fue lo que viste? -Preguntó Hades esperando una respuesta tan rápida como la anterior-. Por favor Hécate, necesito respuestas y es por eso que requerí de tu ayuda. Necesito saber qué le está pasando a mi hija...
-El problema es que...no sé bien lo que le pase.
-¿Cómo? -Preguntó primero Hypnos enarcando una ceja. Todos estaban atentos a lo que Hécate estaba por decir.
¿Qué no sabía lo que le pasaba? No tenía sentido.
-Lo que vi fueron poderes desconocidos incluso para mí, oscuros y maliciosos pero que viven por sí solos, es decir, ella no tiene conocimiento ni control sobre ellos en su estado natural, por lo que no recuerda nada después del trance -explicó lo más claro posible.
Los jueces se miraron entre sí, ellos eran quienes menos conocían a Melínoe. Perséfone cruzó su mirada con Hades, él apretó los puños con frustración.
-Eso tiene relación con sus dolores de cabeza a ciertas horas de la tarde y a la falta de memoria, ¿no? -dijo Hypnos buscando toda la relación posible al mal de Melínoe.
-¿Por qué le pasa esto a mi hija? Desde que tenía unos siente años comenzó con los malestares y una vez atacó a Macaria. La última vez que la vi así fue hace unos meses cuando Melínoe se abalanzó hacia una ninfa. Estaba fuera de sí y no entendía nada -dijo Hades desesperándose por el caso.
-No hay nada claro que decir. No hay un mal específico pero...sí puedo decirles la posible razón a su mal -Mencionó Hécate y Hades inmediatamente se acercó impaciente.
-¡Dilo de una vez! ¡¿Por qué le está pasado eso?!
Hécate se recargó en su bastón, lo que estaba por decir era difícil y removería viejas heridas del pasado. Se giró hacia Perséfone quien tenía la mirada brillosa, aunque no quería preocuparla más de lo debido, tenía que decirle su sospecha.
-Es una suposición pero con gran probabilidad de que sea cierta -respiró hondo-. Lo que le pasa a Melínoe es por tu madre.
Perséfone parpadeó y negó débilmente, le costaba asimilar lo que afirmaba Hécate.
-¿Mi madre? Pero ella no se ha cruzado con mis hijas. Nunca las ha visto -respondió la diosa.
-Deméter hizo un pacto al igual que yo y hemos estado en paz desde que Perséfone se volvió diosa del Inframundo, ¿con eso quieres decir que rompió el pacto? -demandó saber Hades con hostilidad.
Hécate negó.
-Eso fue desde antes...Deméter le dio una pócima a Perséfone y con ella una maldición.
-No...esa maldición ya se había cumplido. Nosotros tardamos tiempo incontable en volvernos padres debido a eso -Infirió nuevamente el dios.
-¿Y estás tan seguro que fue por eso? Eso fue sólo una coincidencia que ustedes relacionaron con la maldición de Deméter, pero no lo era. Deméter plantó el mal mismo dentro de Perséfone y este se unió con Melínoe. Su hija está sufriendo por eso y lo seguirá haciendo si Deméter no hace algo al respecto.
Perséfone comenzó a llorar por lo que escuchaba. Su madre la había pedido perdón por haberle hecho daño pero en silencio, su hija sufría por la maldición.
-¡Maldita sea! -Hades pasó sus manos sobre su cabeza y gritó de rabia.
A pesar de tanto tiempo y tantas dificultades, Deméter seguía haciéndole daño no sólo a ellos, sino que se había metido con su hija menor. Su ira enardecía y estaba a punto de ir con Deméter y desquitarse por todo lo que había hecho pero Hécate lo detuvo.
-No es tiempo de empeorar las cosas con más furia -Lo señaló con el dedo.
-¡¿Y qué debo hacer?! ¡¿Esperar a que Melínoe se ponga peor?!
-No, existe una manera de remediar ese mal y la única que puede retirarlo es Deméter.
Una risa retumbó, Hades estaba escéptico y paranoico. Ahora resultaba que la única quien podía ayudar a su hija era la misma que la había maldecido. Quería matar a Deméter, quería deshacerse de ella de una buena vez. Controlarse era difícil; se estaba desquiciando.
-Yo voy a hablar con mi madre...tiene que deshacer lo que hizo -dijo Perséfone.
-No...ella me va a escuchar y ni siquiera lo va a pensar. Hará lo que yo le diga -dijo Hades conteniéndose.
-Tienes motivos para estar así pero esa no es manera de convencerla ni de exigirle. Simplemente no lo va a hacer -Hécate trataba de hacerlo entrar en razón.
-Me va a escuchar...¡Deméter se arrepentirá de haberse metido conmigo!
-¡Ya basta! -Exclamó Hécate golpeándolo con el bastón-. ¡No seas bruto! Deméter es igual de necia que tú. ¿Quieres ocasionar otra guerra? -Hades se quedó mudo pero seguía enfadado, también podría desquitarse con Hécate por no dejarlo actuar como él quisiera pero estaba allí para ayudarlos-. Necesitas tiempo para calmarte y pensar las cosas con la cabeza fría mientras yo busco la manera de ayudar.
-¿No acaba de decir que sólo Deméter puede retirarlo? -Preguntó Hypnos confundido.
-Sí y después dije que voy a buscar la manera de ayudar. No me quedaré con los brazos cruzados...después de todo, Deméter utilizó mis pócimas para hacerte esto -Hécate se refirió a Perséfone. Hades al escucharla decir eso sintió sólo un poco de calma.
-Te recompensaré si nos ayudas, debe haber algo que contrarreste las acciones depravadas de Deméter -dijo Hades respirando hondo varias veces.
-No es necesario viejo. Te daré tu espacio, mañana me iré a la Tierra. Tengo mucho trabajo por hacer pero tengo todo lo que resta del día para pensar en cómo ayudarlos.
-Gracias Hécate...necesitamos meditar las cosas -dijo Perséfone acercándose a Hades".
Melínoe sentía su mirada sobre ella. Llegó a incomodarle después de algunos minutos. Ahora que recordaba, nunca se había disculpado con él por alterarse y gritarle el día del cumpleaños de Caria. Ni siquiera lo hizo aun cuando compartía las clases con Caria.
Se mordió los labios. Sería muy conveniente que pudiera olvidar todos esos enfrentamientos. En verdad quería que así fuera.
-Te debo una disculpa -dijo Melínoe rompiendo con aquel silencio. Hypnos no entendió por qué debería disculparse y antes de preguntar, ella misma agregó más detalles-. Por mi comportamiento. Te levanté la voz ante mi frustración. No lo hago a propósito al igual que olvidar todo lo que estudio. Sé que ha pasado tiempo desde entonces pero...
Hypnos negó sin hacer ninguna otra expresión.
-Agradezco la disculpa y lo entiendo, aunque no debería.
-Pero quiero hacerlo porque eres mi maestro y yo no soy la mejor alumna que pueda estar bajo tu tutela. Simplemente soy un desastre y hago desastres.
-¿Te sucede algo? -Preguntó para cerciorarse, aunque sí estaba confundido por su confesión.
¿A qué se refería?
Melínoe reflejaba varias emociones algo confusas entre ellas la tristeza y la rabia.
-Lo mismo de siempre, me pregunto si estoy perdiendo el tiempo en tratar de manifestar poderes que no tengo. Si no puedo memorizar muchas cosas es porque no tengo la capacidad de hacerlo. ¿Cómo puedo llamarme una diosa si no logro memorizar correctamente algunos versos? Será mejor que te dediques solo a enseñarle a mi hermana, ella tiene más capacidades que yo.
Hypnos frunció el ceño y enarcó una ceja.
¿Era en serio? ¿Se estaba dando por vencida? No podía creerlo y efectivamente eso le molestó.
-Todos los dioses tienen que superar ciertas barreras. ¿Y te estás dando por vencida y estás juzgándote por algo que no has comprobado? No pensé que podrías ser capaz de eso.
-Estoy cansada. No progreso sino todo lo contrario. Estoy retrocediendo y cada vez me desconozco a mí misma. No sé cuáles son mis poderes, no sé a qué personificación represento, no sé porque me dan esos dolores de cabeza ni porque no puedo quedarme a charlar con nadie por la noche. No tengo idea de si sueño algo porque no lo recuerdo y como siempre, termino olvidándome. Si sigo así me voy a volver loca -Confesó con ojos a punto de quebrarse, quizás se hayan impregnado de llanto pero no fue visible porque hundió su rostro contra sus brazos y la mesa.
Hypnos tomó aliento, Melínoe tenía muchas cosas reprimidas en el interior y poco a poco salían con un filo palpable. Jamás había visto un caso parecido al de ella y era evidente que su mayor pelea era consigo misma. Melínoe podía dar lo mejor, tenía la actitud y se esforzaba por deslumbrar pero esa maldición la estaba llevando al odio propio y eso no debía ocurrir. Su misión, al igual que a Thanatos, había sido ayudarles a las hijas de Hades y Perséfone a desenvolver sus habilidades y desarrollar sus poderes por completo, ayudarlas a afrontar sus debilidades y obstáculos y aquel mal era uno de ellos.
Hypnos estaba allí para ayudar a su pupila y eso iba a hacer.
-¿No recuerdas nada después de que te encierras en tu habitación con esos dolores de cabeza? -Melínoe movió la cabeza negativamente sin levantar el rostro. -No sé qué te esté pasando en ese lapso pero vamos a encontrar una respuesta.
-Es imposible, nadie me ha dado una -Apenas escuchó que le decía.
-Hay una forma de saber lo que ocurre en ese tiempo, cuando regresemos a los Elíseos, no vas a encerrarte en tu habitación sola, voy a ir yo también.
Melínoe desprendió su rostro de la madera y observó a Hypnos con ojos rojizos y alarmados.
-Eso es una locura. Mis padres me han dicho que no debo salir ni dejar entrar a nadie durante ese momento...aunque no me han dicho por qué.
Y varias veces se preguntó si ellos habían visto algo mientras era de noche.
Hypnos sabía porque, Hades se lo dijo y él fue testigo de cómo había atacado a una ninfa. Melínoe se ponía en extremo agresiva, estaba en un trance desconocido y en el que parecía tampoco reconocer lo que estaba haciendo ni a quienes pero ella no debía saber que él lo sabía porque invadirían miles de preguntas a las que no tendría respuesta. Además, si él presenciaba con sus propios ojos en qué momento su personalidad cambiaba y qué más acciones sería capaz de hacer, podía ayudarla en el momento. Era una gran estrategia pero con su debido riesgo.
-Entonces averigüémoslo. Si quieres saber qué te pasa, yo puedo ayudarte...observando cómo pasa todo por sólo una ocasión. Podré comprender mejor y las respuestas volarían enseguida.
Melínoe no estaba convencida. Sus presentimientos eran alarmantes, como si él o quien fuera, estuviera en peligro...se sintió de la misma manera que cuando fue con Caria a la Tierra. Por otro lado, nadie más se atrevería a ofrécele la ayuda que él le está brindando, mucho menos sus padres y su hermana y, en caso de que todo saliera bien, al fin podría saber qué la está atacando.
-Presiento que no es buena idea...pero también quisiera saber qué me ocurre.
-Lo sé, entonces...¿Aceptas que te ayude? -Melínoe sonrió levemente y asintió, su mirada reflejaba agradecimiento-. No me gusta hacer esto pero es necesario, no quisiera que tus padres ni nadie se enterarán de esto.
-Nadie lo sabrá, podrían venirse abajo los planes.
-Correcto, cuando regresemos a los Elíseos, pondremos en marcha el plan -Ella asintió más relajada e Hypnos se levantó de la silla volviendo a su usual comportamiento limitado-. La dejo, debo resolver algunos asuntos. Con permiso.
Melínoe asintió con esperanza en sus ojos y en su corazón. Al fin podría saber qué le pasaba.
A pesar de la alegría que esto le provocaba, se mostró confundida por ser de las pocas veces en las que esa voz no se manifestaba.
Se sentía tranquila.
Hypnos marchó hasta la salida satisfecho ante el ofrecimiento de la ayuda y la posibilidad de encontrar el tipo de maldición impuesto por Deméter. Los problemas parecían estar controlados hasta que se encontró con otra chica llena de preguntas, curiosidades y un conflicto personal de largo plazo.
-Hola señor Hypnos. ¿De casualidad ha visto a mi hermana? La fui a buscar a su habitación pero estaba vacía y mis padres tampoco están -Macaria preguntó en un tono acelerado tendiente a la ansiedad.
Melínoe frunció el ceño cuando escuchó a Caria preguntar por ella. Sinceramente, ahora era ella quien no quería verla ni escucharla.
Sin embargo, también la extrañaba.
Una vez adentro, Macaria vio a Melínoe terminando sus panquecillos y su taza de té. Melínoe quería sonreírle al verla pero estaba molesta por distanciarse sin una razón válida más que su egoísmo. Aun así, Macaria se acercó a ella y se sentó a su lado sin titubeos, no sabía cómo comenzar y no había dejado de pensar en lo que le dijo Hypnos.
-¿Cómo te has sentido? -Preguntó. Melínoe no le respondió-. Puedo percibir que estás enojada conmigo.
-Percibes bien. ¿Desarrollaste esa habilidad encerrada en tu habitación? -La enfrentó de golpe.
Macaria sintió el filo de las palabras.
-Lo siento, no fue mi intención pero es...
-No es necesario que me lo digas, lo sé bien -La interrumpió y se giró un poco sobre la silla-. No superas lo que pasó con Thanatos y no sabes que más hacer, sólo piensas en eso...¿Acerté?
-No es fácil Melínoe, él es mi maestro...o era...lo que le pasó fue mi culpa. ¿No crees que es necesario que al menos me disculpe?
-Sí lo creo pero desde entonces te has vuelto egoísta.
-¿Por qué? -Melínoe torció la boca con diversión fingida.
-Thanatos, Thanatos, Thanatos...sólo es él, ni mis papás ni siquiera yo parecemos importarte.
Hypnos se le apareció en la mente recordándole lo último que le dijo. Macaria enfatizó la paráfrasis que existía con lo que le dijo Melínoe, el problema era que ella no se había dado cuenta de sus acciones y de su egoísmo.
Agachó su cabeza con vergüenza y mordió ambos labios a causa del mismo sentimiento.
-Lo siento -repitió-. No fue intencional.
Melínoe respiraba con moderada agitación pero al ver a su hermana en verdad arrepentida, le removió su gran cariño hacia ella.
-Enamorarte no fue intencional.
-Deja de decir eso, no estoy enamorada -dijo pasando una mano por su frente.
-¿Entonces qué es? -Preguntó esperando una mentira por respuesta.
-No sé, ya no sé nada...no sé que tengo.
-Confusión, quizás.
Sí, era eso y le dolió que fuera así pero no había otra respuesta. Sus decisiones eran cambiantes, sus metas antes priorizadas fueron desplazadas sin que pudiera percatarse y los sentimientos presentaban altibajos. Nada era constante ni puro.
-¿Y qué debería hacer ahora? -Melínoe se encogió de hombros.
-Tal vez descansar de todo esto y hacer algo diferente. Solías hacerlo.
-Melínoe...te quiero mucho, eres mi única hermana y amiga y me porté muy mal contigo, en verdad...perdóname -Macaria tenía ojos llorosos y Melínoe no pudo seguir enfadada con ella. La abrazó y hasta ella misma sintió paz en su corazón.
-No tengo qué perdonarte...sólo no vuelvas a hacer lo mismo -Macaria se deshizo del abrazó.
-No lo haré, te lo prometo, no volveré a dejarte sola pase lo que pase.
-Así está mejor -Sonrió por fin Melínoe-. Me acabé los panecillos, sólo me quedó este pedazo, estaban deliciosos.
Macaria tomó el trozo de pan y se lo comió, en verdad estaban deliciosos y su paladar le indicaba que los había preparado Pandora. Mientras masticaba pensó en la respuesta que le daría Hécate, tenía que agradecerle de cualquier manera y declinar su petición.
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Hola!!! ¿Cómo están? ¡Espero que bien!
Yo algo apurada queriendo actualizar todas las historias!! Jajaja en fin, poco a poco...
¿Qué les ha parecido este capítulo?
Aquí estamos viendo la aparición de nuevos dioses como Enio (diosa de la destrucción de ciudades), o participarán más otros que en otras historias no fueron tan notables como Afrodita y Ares.
Afrodita es todo un caso. Muy voluble y ambiciosa.
¿Alguien ya se ha dado una idea de lo que les hizo a sus hijos Fobos y Deimos? Si no es así, tranquil@s, ya se descubrirá :).
Por otro lado, estamos viendo que Melínoe está por descubrir lo que le ocurre realmente por las noches.
¿Lo logrará? ¿Qué ocurrirá?
Nos vemos pronto!!!
Espero que les haya gustado el capítulo y estaré atenta a cualquier comentario.
Abrazos!!!
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