Capítulo 1
Hola!!! Soy Skylar y te doy la bienvenida a esta nueva historia :)
Antes de comenzar a leer los capítulos, quiero aclarar esta historia de Melínoe será muy diferente en comparación con la de versión de Macaria de "Siempre has sido tú", ya que esta poseerá tintes más oscuros y violentos. Pero eso no significa que no tenga sus romances.
Les agradezco mucho por darle la oportunidad a las historias, en este caso, a esta.
¡¡Espero lo disfrutes!!
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"No puedes hacer nada"
"Eres una inútil"
Cerró los ojos con esfuerzo. Sus manos iban hacia sus suenes. Una voz en su cabeza le taladraba desmotivaciones. Estaba acostumbrada al dolor que le rasgaba cada vez que la escuchaba pero aun así, no podía detenerlo.
Melínoe estaba en el jardín leyendo un libro sobre la raíz y significado de los poderes de un dios que encontró en la biblioteca. Leía fluidamente una y otra vez. Tenía que estar al margen de lo que había estudiado hace cinco días. Cuando leía, retenía las cosas aunque no las comprendiera. Su problema era que lo olvidaba al día siguiente.
Era frustrante.
Justo hoy tenía examen y su mente estaba en blanco por mucho que su cabeza estuviera dentro de un libro todo el día. Sufría la adrenalina de leer lo que más pudiera para estar preparada cuando Hypnos le cuestionara.
No era nada fácil leer y no entender de qué iba la lectura.
Su paciencia llegaba al límite. Quería lanzar el libro lo más que pudiera. El último llegó a casi diez metros. Suspiró amargamente intentando calmarse. Fundió su rostro de nuevo en el libro. Miró por encima del libro que su hermana se iba acercando con presura.
Llevaba puesto un hermoso vestido creado por su madre. Le conocía muy bien. Perséfone creaba vestidos para ella y su hermana, sobre todo en fechas especiales. Esta era una ocasión de ese criterio; era el cumpleaños de Macaria.
Melínoe había ayudado a recolectar las flores que adornaban ese hermoso vestido de ceda.
-Por un momento dudé en encontrarte aquí -confesó Macaria, controlando su respiración agitada.
Por muy cansada que se viera, la sonrisa del rostro permaneció intacta. Melínoe sabía por qué. Cerró el libro y lo puso sobre su regazo.
-Y yo no pensé verte tan pronto con el vestido que mamá te hizo -añadió la menor. Macaria sonrió y alisó su largo vestido siendo observada con mejor detalle -. De hecho, te ves muy diferente...
-¿Mucho? ¿Me veo bien?
-Sí, te ves muy bien -Le respondió Melínoe sonriente-. ¿Por qué decidiste ponértelo antes de las lecciones?
Macaria puso los ojos en blanco. Una sonrisa lánguida se formó en el rostro de Melínoe.
-Sólo quise lucirlo, no creo que tenga nada de malo.
Melínoe le habría creído si su hermana hubiera escogido otro día para lucirlo. Además, conocía muy bien a su hermana y se percataba de lo mucho que se emocionaba cuando era el día de sus lecciones. No le costó trabajo darse cuenta de la razón, la cual no tenía mucho que ver con aprenderá dominar sus poderes. Era algo más subjetivo y personal. Sin contar que en los últimos años parecía fantasear mientras decidía escribir un diario. Suspiraba de más, tanto, que Melínoe terminaba fatigada de sólo verla.
Si tan sólo pudiera recordar lo que leía y estudiaba cada día anterior, como saberse de memoria las ilusiones románticas de su hermana.
-No tiene nada de malo, más bien es sospechoso. ¿No será que es porque Thanatos está por llegar?
Macaria se quedó helada, Melínoe era mucho más directa que ella y sobre todo observadora. Le molestaba haber sido tan obvia.
-Pero no es por eso -intentó justificarse.
-Ya no me engañes más. Te ves muy bien...yo también estoy esperando ver su reacción -dijo antes de volver a abrir su libro con hastío-. Pero aún tengo que estudiar. Hypnos me hará un examen...tengo la esperanza de que no venga. En tu cumpleaños siempre se ausentan.
Nadie más había sido tan fiel testigo además de Macaria de que Melínoe se esforzaba por encontrar su personificación. Se agobiaba cada vez que escuchaba tales términos de los dioses; Melínoe parecía no tener propósito. Incluso Macaria había encontrado su personificación allegada a la muerte pero aún no sabía de qué manera.
-¿Es muy estricto contigo?
-No. Me ayuda mucho pero creo cada vez más que yo nací para ser diosa de nada -dijo con certera molestia.
Melínoe levantó la mirada, topándose con la de su hermana que expresaba empatía y melancolía. En ellas existía una fuerte conexión, pero...
"Mátala...concluye lo que iniciaste hace años"
Melínoe se llevó la mano discretamente hacia su cabeza y respiró hondo.
Odiaba esos malditos pensamientos. No tenía idea de porqué surgían ni a qué se refería.
¿Qué inició hace años?
-Vayamos adentro, se me ha quitado la inspiración de leer -concluyó Melínoe, manteniendo cierta distancia con Caria.
***
En el camino de regreso al castillo, no tardaron en toparse con Hypnos. Melínoe fingió una sonrisa mientras por dentro se lamentaba haberse confiado un poco en que no asistiría a los campos Elíseos. Por otro lado, Macaria luchaba por no verse tan interesada en la ausencia de Thanatos, era raro y desilusionante no verlo llegar junto a Hypnos.
Hypnos la observó algunos segundos y se mantuvo serio, la pureza en los ojos de Macaria transparentaban sus emociones.
-Felicidades señorita, veo que ya está lista para su celebración -comentó Hypnos. Macaria parpadeó un par de veces.
-Sí...me he adelantado -dijo desviando accidentalmente.
Melínoe ingresó a la habitación tras un largo suspiro agitado. Estaba nerviosa. Ella le había asegurado a Hypnos que le demostraría lo mucho que estudió para su examen. Qué mal había terminado. Aunque siempre le respondía "al tanteo", sentía que esta vez sería diferente. Estaba tan centrada en lo que podría suceder que apenas y escuchaba la conversación que Hypnos tenía con su hermana.
-¿Esperaba lecciones hoy?
Macaria no se esperaba esa pregunta ni sobre todo la palabra principal.
"Esperaba"...eso la desanimó.
-Pues...sí, la celebración es muy aparte del estudio -Intentó mostrarse natural-. ¿Él no vendrá?
-Está en el despacho con el señor Hades pero dudo que se quede por mucho tiempo- Explicó sin más Hypnos, aquella respuesta no aliviaba a Macaria pero sólo alcanzó a asentir.
-Entonces iré con mi madre para ayudarle con los preparativos que faltan...con permiso. - Se despidió con formalismo y caminó de vuelta a su habitación.
Melínoe tragó saliva cuando Macaria se fue e Hypnos apilaba varios libros sobre la mesa. Sentía la mirada del dios sobre su cabeza.
-¿Cómo has estado, Melínoe? ¿Has podido estudiar lo que te pedí?
Hypnos siempre tan directo.
¿No podría haber comenzado una conversación más solidaria para calmarle los nervios?
-Estoy bien. Emocionada por la celebración de mi hermana -sonrió intentando cambiar de tema-. Están invitados por mí -recalcó.
-Gracias, el señor Hades ya lo hizo.
-¿Y van a venir?
-Quizás, pero eso no tiene que ver con lo que e pregunté. ¿Estudiaste?
-Sí. Se lo he prometido, ¿no? -Hypnos se cruzó de brazos. Su semblante era irrompible.
-Me alegra escuchar eso. No esperaría menos de ti -Su postura no cambió y sus palabras, aunque eran motivadoras, tenían una entonación sarcástica-. Melínoe, háblame de lo que aprendiste hace dos clases.
Melínoe se quedó de piedra. ¿Cómo era posible?
Hypnos siempre solía preguntarle lo visto la clase anterior, que era donde siempre le hablaba de lo que repasó en la mañana o de lo primero que se le venía a la mente...pero hacerlo de clases más atrasadas, eso era demasiado bajo.
¿Lo estaba haciendo a propósito?
Hypnos no perdió detalle de sus expresiones. Era evidente que la dejó conmocionada. En mucho tiempo, se esforzó por enseñarle lo mejor para que conociera sobre sus poderes, principalmente, para que pudiera controlarlos. Sabía que aún tenía esos episodios agresivos por las noches y que nunca se acordaba de ellos. Curiosamente, lo mismo le pasaba con las lecturas intelectuales. Cualquiera que fuera, parecía leer y escuchar al vacío. Podía preguntarle en el momento sobre lo que aprendió pero pasado un día, todo quedaba en blanco. En cambio, era muy buena recordando otras cosas. Una vez tuvo que enviar a Ralen, como favor, a la Tierra para que le consiguiera un libro novelesco ficticio, el que fuera, sólo para asegurar una de sus teorías sobre si Melínoe olvidaba todo en verdad; le llevó "La fierecilla domada" de William Shakespeare.
Fue el momento más bochornoso de su larga vida ya que él tuvo que leérselo antes de dárselo a Melínoe para así, buscar una excusa para que ella lo leyera sin protestar. Sorprendentemente, ella se lo aprendió muy bien. Hypnos llegó a dos conclusiones; o sólo recordaba cualquier cosa que no tuviera que ver con desarrollarse a sí misma como diosa, o quizás sólo se trataba de una holgazanería.
-¿Y bien? ¿No vas a decir nada? -insistió. Melínoe suspiró hondo.
-Me has pedido que estudie lo de la última clase, y eso hice. No le veo la relevancia repasar lo de clases más atrasadas.
Hypnos enarcó una ceja. Se veía más tenso.
-Melínoe, te tengo mucho respeto no sólo por ser la hija de Hades, sino por ser mi alumna pero no voy a tolerar tu comportamiento indómito ni más excusas de tu parte. He sido muy paciente con haberme mentido muchas veces, como hoy.
-Yo no te he mentido -Se defendió.
-¿Segura? Es más fácil decirme que no estudiaste y que has olvidado lo aprendido tiempo atrás.
-Sí estudié. Siempre lo hago...-Melínoe comenzaba a sentirse frustrada consigo misma. En eso, si decía la verdad-, pero no importa que me pase todo el tiempo leyendo, siempre lo olvido. ¡Olvido todo!
-¿Y por qué no olvidaste el libro de William Shakespeare? Si mal no recuerdo, hiciste un ensayo perfecto de él.
Melínoe no encontraba respuesta a eso. Las conversaciones y asuntos de los demás, no los olvidaba, tampoco las breves actividades creativas que desempeñaba como la pintura y escritura, ni ese libro que Hypnos le pidió leer para analizar las actitudes de los personajes e indagar por qué se comportaban así.
-No sé. Ese no lo olvidé.
-Muy conveniente -dijo muy plácido pero incrédulo-. Espero que no me hayas estado mintiendo todo este tiempo y sólo no quieras estudiar porque no te importa hacerlo. La ociosidad es muy desagradable.
Melínoe frunció el ceño. Estregó sus uñas en sus palmas. Estaba muy enojada.
"Deshazte de él, maldita. Sabes bien que quieres hacerlo"
Sentía un dolor intenso en el pecho que se iba esparciendo por todo su cuerpo. Le calentaba la sangre. Alimentaba sus impulsos de dejarse llevar por su ira. Sin embargo, Melínoe se aferró a la mesa con fiereza para evitar que sus oscuras intenciones actuaran
Realmente no quería hacerle daño.
-No te estoy...mintiendo. Sólo no puedo recordar nada -decía entrecortadamente, mientras se esforzaba por calmarse.
Hypnos respiró hondo. Por mucho que quiera ayudarla, no lo conseguiría si Melínoe no le decía la verdad. Sabía que ella ocultaba algo y no se lo decía a nadie.
-He buscado distintas respuestas a lo que te pasa y aún sigo no encuentro la real.
Melínoe le clavó la mirada con resentimiento. Rechinaban los dientes.
-Yo sé una y es muy sencilla. Tal vez simplemente, ¡soy una idiota! -salió de allí corriendo.
Ya no podía más con esa farsa. Sostener esa conversación era un fiasco que no pensaba seguir atizando. Además de su enojo, estaba huyendo por miedo a lastimarlo. Desconocía si sería capaz de hacerle aunque sea un rasguño pero el sólo hecho de pensar que quería herirlo, la denigraba.
Se encerró en su habitación en completa oscuridad y silencio. Sus agitados latidos eran estruendosos. Permaneció de pie frente a la puerta hasta que sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas.
¿Por qué no podía ser como los demás?
¡Cuánto daría por ser normal!
No era correcto, pero envidiaba a todos.
Envidiaba a sus padres por tenerse el uno al otro. Por amarse cuando estaban juntos y extrañarse cuando estaban distanciados.
Envidiaba a Caria por tener al menos ilusiones por un amor "imposible".
Envidiaba a los demás por tener un propósito en su vida.
¿Qué tenía ella?
Una voz malvada que le decía todo lo que no quería hacer, que le impedía recordar todo lo relacionado al dominio y desarrollo de sus poderes. Cobraba sentido que eso pasara, de lo contrario, quizás ese alguien en su interior no la atormentaría.
Además de eso, no tenía nada.
Tenía que vivir entre las penumbras cuando caía la noche y perdía la noción. Cuando despertaba, a veces estaba en su cama o en el suelo. Tratar de hacer memoria de lo que hizo era igual de inútil que con los libros.
"Eres una basura"
En un ataque de histeria, comenzó a tirar todo aún si lo rompía. La oscuridad no fue su impedimento para saber dónde se encontraban sus cosas. Contuvo sus gritos mientras lo hacía. Levantó la cabeza y respiró muy hondo. Salió por un candelabro del pasillo y volvió a encerrarse. Encendió todas las velas que había en su habitación para luego abalanzarse contra la cama y llorar hasta que las lágrimas se le acabaran. Cuando logró calmarse, se limpió sus ojos con los dedos y se sentó sobre la cama. La cabeza le daba vueltas para variar. Veía con desinterés todo lo que había tirado.
¿Qué importaba un poco más de desastre en su vida?
Escuchó que golpeaban la puerta y se levantó de golpe, acercándose a ella.
-¿Quién es? -preguntó con brusquedad.
-Soy yo, Caria.
-No quiero ver a nadie.
-Por favor, ábreme...sé por qué estás molesta y quiero hablar contigo.
-No quiero hablar sobre lo que pasó.
-Entonces hablemos de otra cosa...pero por favor, ábreme.
Melínoe no podía dispersar su enojo con nadie, pero con Macaria sí porque ha sido quien más la ha apoyado. Melínoe decidió abrirle y dejarla pasar. Mientras ella regresaba a la cama, Macaria caminaba por la habitación viendo lo que la frustración de su hermana había logrado.
-¿Cómo te enteraste de lo que pasó?
Macaria no corrigió a su hermana con lo que recién le había dicho: "No quiero hablar sobre lo que pasó", ya que ella quería hablar precisamente de eso para calmarla y apoyarla.
-Hypnos me lo contó, me lo topé en el pasillo.
-Debe estar molesto por lo que pasó, no lo culpo...
-No está molesto, de verdad...es sólo que no comprende los resultados de las horas de estudio que has llevado.
-Ni yo lo comprendo. ¡Pero ya es demasiado! Me siento como una idiota incapaz de retener información. Entiendo muy bien las cosas después de que ha terminado con sus lecciones pero al día siguiente. ¡Todo se esfuma!
-Yo soy consciente de lo que has hecho y se lo conté, él me pidió que hablara contigo.
-¿Para qué? -seguía frustrada consigo misma.
-Para motivarte, hermana -sonrió. Melínoe la observó seria-. Podrías estudiar por la mañana.
Melínoe cambió su mirada a una de hastío profundo.
-Es inútil y bien lo sabes, eres la que mejor lo sabe al respecto.
-Pero él no. Sabe tu condición pero no toda, podrías confiárselo. Es tu maestro.
<<Ni siquiera tú lo sabes>>, pensó Melínoe decaída.
¿Cómo podría saberlo si ni quiera se lo contaba a nadie?
-Si se lo cuento se lo irá a decir a papá y a mamá. Terminarían preocupándose, no quiero ni deseo que me estén vigilando.
-Explícaselo también, si eres honesta y te disculpas por lo que pasó, te entenderá y quizás no se lo cuente...aunque también deberías ser honesta con nuestros padres.
Melínoe no estaba convencida, apenas y lo estaba dudando con lo de Hypnos como para tomarse en serio decírselo a sus padres.
-Me disculparé más tarde.
Macaria alzó las cejas y parpadeó con perplejidad.
-¿Irá a mi celebración?
-Sí, papá los invitó -Macaria no fue capaz de pronunciar más palabras; se había quedado muda ante la pluralidad de la respuesta-. Sí que te quedaste callada. Por primera vez, tal vez asistan.
-¿En...qué momento...pasó eso?
-Desde que llegaron, supongo. Es lo que me dijo Hypnos antes de que me enfadara.
Macaria suspiró tranquila y sentía como su estómago se comprimía de nervios. Thanatos podría ir a su celebración de cumpleaños.
-¿Ya sabes qué vestido vas a usar? -preguntó Caria tratando de disuadir su ansiedad.
-Tengo pensado en uno, pero no sé...
-Mamá te ha hecho uno a ti también -dijo Caria. Melínoe se sorprendió por el detalle y temió un poco.
-¿A mí?
-Sí. Voy a traértelo y puedo ayudarte a cambiar, si quieres. También a adornar tu cabello.
-No -respondió tajante. Caria pestañeó varias veces, asombrada por la negativa-. A cambiarme no, sólo al cabello.
Macaria decidió no preguntarle más. Melínoe solía ser irascible y no pretendía hostigarla con preguntas. Había aprendido a darle cierto espacio.
-Bueno. Lo traeré y te esperaré hasta que estés lista.
Y así fue. No demoró demasiado. Melínoe al ver el vestido, quedó embelesada. Era muy bonito, justo como le gustaban; sin adornos exagerados y con mangas. Incluso el color rosado era hermoso.
Caria se marchó para que su hermana pudiera bañarse y cambiarse. Melínoe sabía que había hecho sentir mal a su hermana. Apenas podía recordar la última vez que jugaban ambas a cambiarse de vestidos y peinarse. Esos tiempos habían acabado porque ella no quería dar explicaciones que desconocía.
Al poco tiempo, Emerau le preparó agua caliente. Melínoe llegó poco tiempo después a los baños. Emerau era la única ninfa que era de confianza para Melínoe.
-Esperaré afuera mientras se baña -dijo Emerau saliendo y custodiando la puerta.
Melínoe agradeció el gesto. Era uno de los tres favores que le había pedido a Emerau; estar al tanto que nadie quisiera entrar mientras ella estaba bañando.
Melínoe se fue quitando el vestido hasta quedar desnuda. Su cuerpo tenía varias cicatrices en las piernas, abdomen y brazos. No eran demasiado visibles si no se les prestaba mucha atención pero aun así, no quería que nadie supiera que se había lastimado por años sin siquiera recordar. Esa era la otra razón por la que le gustaba usar vestidos de manga larga.
Odiaba cada marca que tenía y más odiaba no saber por qué se lastimaba.
***
Más tarde.
Melínoe pasaba hacia atrás su larga trenza que le había hecho Caria. Al tener su cabello grueso y rizado, no era muy fácil peinarla. Tampoco era algo que a Melínoe le preocupara. Salió de su habitación rumbo al salón donde ya veía varios dioses. Se detuvo un instante como si quisiera regresarse y se topó con Perséfone.
-Pequeña, te ves muy hermosa -Le decía con su suave voz. Pronto, el semblante de Perséfone se notó nostálgico-. Creí que no asistir, como tu padre me ha dicho que en otras ocasiones te ausentas...
-Lo hago por Caria y también como agradecimiento por el vestido que me has dado. Que yo recuerde, es el primer cumpleaños de Caria que pasas con nosotras en estas fechas.
Perséfone sonrió y la abrazó con mucho cariño. Nadie tenía idea de lo mucho que le costó convencer a Deméter para que le permitiera estar aunque sea un día con sus hijas en esa fecha. La hacía muy feliz verlas a ambas, y sentía su corazón cálido al ver que Melínoe hacía su mayor esfuerzo por estar junto a los demás.
-Si te llegas a sentir mal, no dudes en marcharte y avisarme. ¿De acuerdo?
Melínoe asintió y se agachó un poco para recibir un beso en la frente. Perséfone se marchó y ella suspiró. Ojalá por una noche, las cosas fueran diferente. Miró el resto del lugar, parecía todo estar bajo control en un ambiente ameno.
En ocasiones como esta, varios de dioses intentaban olvidar sus rencillas. Sin embargo, Hades evitó a toda costa invitar a Athena. Con ella tenía cuentas imposibles de saldar.
Cada dios había hecho su propio círculo de conversación con sus más allegados o con quienes querían charlar.
Melínoe veía en la distancia a cada uno. No reconocía a muchos, pues no trató demasiado con ningún dios ya que la última vez que visitó el Olimpo con sus padres, tendría al menos diez años. Hades y Perséfone no le organizaban ninguna celebración así a Melínoe porque no sabían si ella presentaría algún episodio violento en presencia de los demás. Si ella le intentaba hacer algo a un dios, las cosas empeorarían. Melínoe al principio protestaba la distinción, cuando fue conociéndose más, lo aceptó con agrado.
-¿Por qué parece que te estás escondiendo?
Melínoe se espantó de escuchar a alguien detrás de ella. Al ver quien era, se calmó y sonrió.
-Ralen, estás aquí. Pensé que estarías en el Inframundo.
El joven guardián sonrió al verla. A diferencia de su padre, Radamanthys, él poseía la cualidad de sonreír con facilidad.
-Sólo estaré aquí un momento. Debo regresar, el Inframundo no debe quedarse desprotegido.
Melínoe no se involucraba mucho en asuntos del Inframundo por su evidente imposibilidad, pero le resultaba gracioso que mencionaran muy a menudo lo que Ralen acababa de decir. Si no bastaba con decenas de guardias y demonios y los jueces al tanto de la seguridad, no se imaginaba qué podría serlo.
-Y yo que creía que podía molestar a alguien -Melínoe bromeó.
-¿Por qué no vas con Caria?
-Está muy ocupada recibiendo felicitaciones. Cuando esté sola, iré con ella, mientras me quedaré aquí esperando a ver quién más me espanta.
Ralen rio por la ocurrencia. No esperaba menos de Melínoe.
-Me quedaría a hacerte compañía, pero por ahora no puedo hacerlo -Ralen en verdad lamentaba no quedarse. Su trabajo era muy importante.
-No es necesario pero agradezco la intención. Espero verte pronto.
-Cuando el señor Hades me lo permita, así será -sonrió y se despidió de ella.
Melínoe lo vio en la distancia acercarse a Macaria para felicitarla. Su sonrisa fue borrándose poco a poco mientras veía que la emoción de Ralen era más pronunciada con Caria. Se sentía mal que no fuera así con ella.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por un fuerte y rápida punzación en su cabeza. Observó hacia las ventanas; no faltaba mucho para que anocheciera. Comenzaba a temblar. Agitó la cabeza y se armó de valor para luchar contra sí misma.
Esa noche tenía que ser diferente.
¿Qué pasaba si intentaba quedarse ahí hasta que la noche cayera aún si se sentía mal?
Probablemente llegaría a la respuesta de su condición ya que alguien más podría decirle lo que hacía cuando perdía el conocimiento.
Esperaba que ni fuera a lamentarlo.
A pesar de su decisión, un miedo inexplicable la estaba consumiendo por dentro. Fue hacia donde estaba Caria, quien por fin estaba sola y se sentó a su lado.
-Melínoe, ¿a dónde fuiste? -Le preguntó alegre por saber que estaba ahí a su lado.
Melínoe forzó una sonrisa por el dolor.
-Fui a tomar algo.
Del otro extremo del enorme salón, estaba Afrodita bebiendo del vino de Dionisio. Como era su costumbre y pomposidad, iba acompañada de sus doncellas personales quienes estaban al tanto de alguna exigencia de la diosa, aún por muy pequeña que sea. También estaba alrededor de sus hijos a excepción de Eros que estaba platicando con Dionisio y Adrestia que se negó a asistir al evento.
Harmonía permanecía sentada sobre el suelo, esperando que una doncella le colocara el collar que sus hermanos mayores forjaron. Le habían incrustado algunas gemas preciosas que encontró durante su expedición por la Tierra. La hermosa joven se giró hacia él y le agradeció con una encantadora sonrisa.
-¡Es muy bonito! Se los agradezco mucho -profesó.
Los dioses estaban sentados frente a Harmonía, con una pose dominante y seria. Sin embargo, sonrieron al escuchar el cumplido de su hermana. Harmonía se levantó y se fue a mostrarle su collar a Hefestos.
El dios de la forja, de expresiones toscas y mal humor, no pudo evitar ser amable con la diosa porque de entre los hijos de Afrodita con Ares, ella había sido la única que no desprecio desde que nació. La llegó a considerar su hija en muy poco tiempo. La relación de ambos no se vio afectada ni porque Afrodita y Ares se opusieron.
Hefestos miró con menos que afecto a los gemelos de los que Harmonía se encantaba de hablar. Los dioses no se inmutaron por el desprecio de Hefestos, al contrario, parecían tomarlo con sorna.
-Miradas así sirven como armas en el campo de batalla -Se burló Deimos.
Fobos bebió de su copa sin desprenderle la mirada.
-Que se atreva a decirme de nuevo que nunca aprendí nada de él -dijo en referencia al collar. Rio a secas al mismo momento en que un recuerdo de su infancia se le atravesaba por la mente.
Deimos apartó la mirada del dios y buscó por toda la habitación algo que llamó su atención, o más bien, a alguien pero no dio con él. Sonrió con perversión y se inclinó hacia Fobos.
-¿Puedes sentir eso? Alguien no está disfrutando de la celebración -Fobos se cruzó de brazos, desbocando arrogancia en cada respiración. No existía nada que pudiera turbar la sonrisa cínica de su rostro-. Empiezo a sentirme tentado a que termine de perder el control. ¿Quién crees que sea?
-Podemos averiguarlo fácilmente.
Fobos emitió su poder con discreción, elevando el miedo presente en el salón a un punto de quiebre por simple diversión.
Melínoe apretó las manos tomando las faldas de su vestido. Sus ojos se abrieron de golpe mientras se sentía envuelta por la desesperación y agobio. Los dolores en su cabeza fueron más fuertes, tanto, que casi cae de frente contra el suelo. A pesar de lo horrible que se estaba sintiendo, trató de que nadie se diera cuenta de su malestar. Nadie a parte de Caria que la había visto sentirse mal de repente.
-¿Estás comenzando a sentirte mal? -preguntó Macaria con atención. Su hermana asintió y permaneció con gestos de dolor.
-Debí retirarme antes -dijo inmediatamente-. Lamento no estar contigo más tiempo, creí que este año podía soportar un poco más.
-No hay problema, entiendo...¿Irás a decirles a nuestros padres?
Melínoe negó mientras daba un vistazo a cada uno de sus padres, ellos aún no se daban cuenta del malestar cotidiano de su hija.
-Ya deben estar acostumbrados, me iré antes de ponerme peor-Se levantó del mármol.
<<Debo salir cuanto antes de aquí>>, pensó al mismo tiempo que se levantaba.
-Te acompaño -Macaria también se levantó enseguida.
-No -Melínoe le dedicó una mirada brutal que la dejó inmóvil-. Sabes que no me gusta que lo hagan -dijo por último y se fue casi corriendo.
Deimos estuvo al tanto de las reacciones de todos. Miró hacia sus espaldas y alzó la barbilla, vio que una chica salía del salón sin reparos. No alcanzó a ver quién era.
-Vaya, has asustado a una chica -mantenía la misma sorna.
Fobos se giró para ver de quién se trataba, sin embargo, no pudo verla debido a una interrupción.
-Fobos -Llamó Afrodita a su hijo. Ambos gemelos la observaron neutrales-. Te agradecería que no me arruines la fiesta. Hay mucho qué disfrutar. Lo mismo va para ti, Deimos -Les clavó su clara mirada.
Afrodita sintió una mano sobre su hombro. Al voltear hacia su lado, se le aceleró el corazón.
-Dita, ¿aún les hablas como si fueran unos niños? -decía Ares sin titubeos.
La rubia diosa alejó esa perplejidad y frunció el ceño, separándose del electrizante contacto. Se levantó de allí y caminó varios metros lejos de los demás para poder hablar con él. Se cruzó de brazos para que no notara que su presencia la seguía haciendo temblar.
-No recuerdo haber pedido tu opinión -dijo con altivez-. Puedes retirarte de aquí. La fiesta es grande, ¿o vas a decirme que otra cosa no debo hacer?
Los marrones ojos de Ares lucían resentidos y cansados. Los cerró por un momento y resopló. Discutir con Afrodita era más desgastante que blandear su espada en una guerra.
-Sí. Como dejar de meterte en sus vidas. Estoy al tanto de lo que les has hecho y es mucho más bajo de lo que podía esperar de ti -Afrodita le dio un trago muy grande a su copa. Enseguida presionó su dedo sobre el pecho de Ares
-No eres quien para juzgarme. Lo que hice, lo hice por ellos.
-Eso no justifica nada, Afrodita -La tomó del brazo y lo presionó con fuerza. Agachó su rostro y le miró con tanta frialdad que Afrodita apenas lo resistió-. Te lo advierto, si no me quieres como enemigo, más te vale que corrijas tus errores y los dejes hacer sus vidas. Todos nuestros hijos merecen la felicidad y el amor. No seas egoísta. Si no lo haces tú, entonces yo comenzaré a buscar la manera de ayudarlos, aún si es contra ti.
Afrodita se zafó del agarre, fingiendo que no le había dolido ni eso ni sus amargas palabras. Ares mantuvo de nuevo su fría mirada y se alejó para reunirse con Zeus y los demás.
La diosa rechinaba los dientes mientras pasaba una inspección hacia todos sus hijos. Ella sólo veía lo mejor para ellos aunque los demás no lo vieran así. No podía deshacer nada de lo que hizo aunque quisiera. Para ser optimista, s decía una y otra vez que sus hijos estaban mejor solos. Lo que odiaba era que la juzgarán sin razón. Ares no sabía nada del amor como para darle consejos.
Para sólo empeorar las cosas, cabe mencionar que echó fuego por los ojos cuando vio a Eros platicando amenamente con Macaria. Torció la boca e intentó esconder el enfado causado por Ares tras una sonrisa sarcástica y recuperando su pose altiva. Dio un sorbo pequeño a su copa y decidió caminar hacia Eros.
Fobos y Deimos habían visto todo con discreción. Sabían que Afrodita estaba de muy mal humor y que había encontrado un motivo perfecto para desquitarse.
-Mejor voy con ella antes de que empeore la situación -dijo Fobos dando un último trago a su vino.
-Recuerda que es mejor darle la razón, aunque no la tenga -recomendó Deimos ocultando su burla.
Fobos asintió y se acercó a Afrodita para calmarla.
***
Melínoe daba sus pasos con mucha debilidad en sus piernas y con un gran estremecimiento en su cabeza. Sudaba por el esfuerzo de llegar a su habitación antes de desplomarse. Y así fue. La mente de Melínoe se apagaba y con ella, todas sus fuerzas. Cayó boca abajo en un golpe en seco.
Había logrado entrar en la habitación, pero la puerta permaneció abierta.
Cuatro horas después.
Macaria estaba dentro de su habitación. Se había quitado el vestido y colocado un blusón cómodo. Ahora estaba frente al espejo para deshacerse el peinado pero su intención fue detenida por unos gritos provenientes del pasillo. Asustada se levantó y abrió la puerta muy poco.
¿Quién gritaba así?
-¡Suéltenme! ¡No!
Esa voz...era de Melínoe, ahora la había reconocido. Abrió la puerta queriendo ir a ayudarla pero Perséfone la detuvo y entró con ella en la habitación, cerrando la puerta.
-¿Qué le ocurre a Melínoe, mamá? ¿Por qué grita así? -preguntó preocupada. Perséfone le sonrió para calmarla a pesar de que las cosas no andaban bien.
-Tuvo otro de sus ataques, pero tu padre e Hypnos están por tomar control de la situación.
Macaria negaba ante la reacción, estaba ocurriendo lo mismo que cuando eran más unas niñas.
Había jurado olvidar ese trágico momento por completo. No era que se acordara demasiado de lo que pasó, pero sí era consciente que Melínoe se abalanzó conra ella y la apuñaló.
Perséfone pasó una mano por su mentón y vio la mirada brillosa de su hija.
-Melínoe dijo que se encerraría en su habitación, nunca sale.
-Delfia pensó que Melínoe no estaba en su habitación -respondió. Macaria suspiró con lástima; era el mismo error que había cometido-. Las dos están bien. Delfia está espantada y Melínoe necesita estar tranquila. Tú debes despreocuparte, está bien.
Perséfone y Macaria avanzaron hacia la cama. La joven no sabía que hacer para ayudar. Las delicadas manos de Perséfone pasaron por el peinado de Macaria para deshacerlo.
Los gritos se habían seguido escuchando hasta quedar en completo silencio, quizás ya habían logrado calmarla.
-¿Por qué le pasa esto a Melínoe? -preguntó aun sabiendo que no tendría una respuesta.
Perséfone suspiró, era algo que no podía explicarse.
-Seguimos sin saberlo, Asclepio y Apolo, anteriormente, han buscado alguna solución, pero no la hay aún. Melínoe es consciente de esto y toma una adecuada precaución al encerrarse cuando comienza a sentirse mal.
-Quiero ayudarla, no me gusta saber que sufre.
-Lo sé, a mí tampoco -Le acariciaba el cabello-, pero por el momento no podemos hacer nada más -Macaria estaba triste. Si tan sólo pudiera comprender un poco por lo que estaba pasando su hermana para así, poder hacer algo por ella.
***
Días después.
Melínoe había estado un poco más tranquila desde que perdió el conocimiento durante la celebración de cumpleaños. Aceptó que no debía volver a cometer el error de permanecer fuera de su habitación después del atardecer. Se había sentido horriblemente espantada además de un dolor insoportable.
Durante los próximos días, decidió estar muy cerca de su habitación. A veces se quedaba en la sala de descanso o en el jardín más próximo. Leía una y otra vez el libro que Hypnos le dio. Se había vuelto especial para ella, no porque realmente le haya atrapado la historia desde el inicio sino porque era lo único que podía recordar pasando los días.
Desde su discusión con Hypnos, no había hablado con él ni para disculparse ya que, según su padre, era necesaria su presencia en el Inframundo. Hades recién había partido sin fecha exacta de regreso. Tenía que reconocer que nunca antes se sintió tan relajada. No había tanta presión cuando Hypnos iba a visitarla por sus lecciones. Por ese lado, estaba encantada.
Menos mal que no sucedió lo mismo con Caria ya que ella sí se habría sentido terrible de no ver a su encantador maestro.
Melínoe abrió de golpe sus ojos y cerró el libro de un movimiento para salir disparada del jardín rumbo a la biblioteca.
***
Macaria se adelantó y llegó al salón antes de que Thanatos llegara. Tomó asiento en la misma silla de siempre junto a aquella mesa redonda donde solía escribir y leer. Miró hacia enfrente donde estaba la silla en la que se sentaba Thanatos para explicarle los temas. Escuchó la puerta abrirse y levantó la mirada, creyendo que se encontraría con Thanatos pero en su lugar, Melínoe entró a la habitación.
-¿Qué haces aquí? -preguntó Macaria.
Melínoe esbozó una sonrisa más grande.
-Ya sé que esperabas ver alguien masculino de ojos plateados. Lamento decepcionarte -Rio un poco al ver la expresión de Macaria-. Es que como no tengo otra qué hacer, me dio curiosidad entrar a tus lecciones.
En realidad, se le ocurrió la idea de aprender de alguien más. No era que dudara de Hypnos pero, si tenía un poco de suerte, con Thanatos podría recordar sus clases.
Era algo bastante nulo e infundado pero era su rayo de esperanza.
-¿No querías alejarte de ellas?
-De las mías, quiero saber cómo son las tuyas. Quiero saber más sobre otras cosas, algo que incremente mi aprendizaje...tengo la esperanza de que esta vez pueda retener algo en mi cabeza para mañana.
Thanatos ingresó a la sala enseguida y se asombró de ver a Melínoe ahí dentro.
-Lamento interrumpir su conversación -dijo Thanatos.
-No, nada de eso...es sólo que Melínoe me decía que...
-Quería saber si puedo quedarme durante las lecciones de Caria, ya que yo no tengo las mías -Interrumpió a su hermana-. Prometo no interrumpir, sólo quiero aprender...quiero ver si eres mejor maestro que Hypnos -bromeó.
Thanatos esbozó media sonrisa, apenas visible y asintió. Melínoe alegre fue a sentarse a lado de Macaria esperando con impaciencia las lecciones. Macaria suspiró, al menos con la presencia de Melínoe no eran tan visibles sus nervios, además, le agradaba que Melínoe mostrara tanto interés por mejorar.
-Comencemos entonces, afortunadamente para ti Melínoe, el tema de hoy es bastante interesante. Así que no te aburrirás -Hablaba Thanatos mientras posaba las manos y un libro viejo sobre la mesa. Ambas diosas miraron el libro. Su portada era de un verde oscuro y no se distinguía ningún título-. Hoy veremos sobre la transición divina.
-¿Transición divina? -preguntaron ambas con el mismo grado de incomprensión.
-¿De qué trata exactamente? -preguntó Macaria.
-Es un poder que puede poseer cualquier dios pero no todos llegan a dominarlo porque se requiere de gran práctica, disciplina y constancia además de abarcar toda la teoría y antecedentes. No es fácil y requiere de mucho tiempo para dominarlo.
Macaria alzó la mano y ambos la observaron, Thanatos le otorgó la palabra.
-No sé si me equivoque pero Hypnos me explicó un poco sobre eso y me lo había dejado de tarea pero...no recuerdo lo que estudié -dijo decepcionada-. Y recuerdo que dijo que había excepciones también en las que alguien "inexperto" podía lograrlo fácilmente debido a sus poderes ocultos.
Eso era mentira. No lo recordaba; lo repasó esa mañana.
Thanatos estaba al pendiente de la condición de Melínoe pero no tanto como lo debía estar Hypnos.
-Imagino que sí te lo contó, y tiene razón, hay muy raras excepciones en las que la trascendencia divina se desarrolla por naturalidad y no por experiencia, tal es el caso de Zeus, Hécate y de su abuela, Deméter.
-¿La abuela pudo hacerlo sin experiencia? No tenía idea -confesó Macaria.
-Hace muchos años lo hizo y no para bien -Thanatos era muy consciente de cómo Deméter había utilizado tal habilidad por causas negativas-, pero ese no es el punto. Vamos a conocer sobre sus antecedentes, es muy importante conocerlos.
"Dile que te muestre. Él puede enseñarte"
Ahí estaba de nuevo esa voz, sin embargo, en única ocasión no le estaba agrediendo. Sonaba como un consejo bastante tentador.
"Podrías encontrar la fuente de tu poder"
"Convéncelo"
"Oblígalo"
Podría ignorarla como siempre pero en ese caso ameritaba saberlo. Conocer en realidad cómo utilizar sus poderes podría ayudarla a memorizar. Algo que definitivamente no aprendería con Hypnos.
-Si me permite diferir, creo que aprender primero el contenido complicaría más las cosas -mencionó Melínoe por experiencia. Macaria presentía que algo iba a proponer. La conocía-. Hypnos siempre hace lo mismo. Me presenta libros antiguos y me hace leerlos, lo cual no funciona para mí porque no logro comprender y si estudio por las tardes no puedo recordarlo. Desde que Hypnos fue asignado como mi maestro, siempre se ha preocupado por las lecturas y no por la práctica explicaba con determinación y era escuchada por ambos.
-¿Qué es lo que estás proponiendo? - preguntó Thanatos cruzándose de brazos.
-Esta tal vez sea la primera y última vez que pueda tener esta experiencia. Hypnos jamás se atrevería a enseñarme algo así hasta que me aprenda todos esos libros aburridos, y todos aquí sabemos que eso nunca va a pasar -expresaba con frustración, en verdad la sentía-. ¿Podrías enseñarnos qué es?
Thanatos negó de inmediato sin abandonar aquella postura recia. Lo que decía Melínoe podía sonar muy seguro y hablaba con tanta diplomacia que le sorprendía comparar aquella actitud con su mala retención de memoria o como quiera que se llamara lo que le afectaba.
-Es un riesgo muy grande, la trascendencia divina no es sólo un poder positivo, está llena de peligros. Cualquiera podría viajar a cualquier lugar en cuestión de segundos pero si no se tiene un buen manejo de ella, podrían quedar atrapados ahí y no saber cómo regresar. Estamos hablando de dimensiones, de tiempos remotos o futuros...incluso el tiempo actual es peligroso. Lo que propones es una locura.
"Puedes ser libre...¿no quieres serlo? Oblígalo a que te enseñe. Mátalo si es necesario"
Suprimió el último consejo porque no deseaba lastimar a nadie. Tampoco iba a desistir de aprender algo.
-Pero tú mismo lo dijiste, no podríamos aprenderlo sin experiencia y es comprobable que no poseemos ni la habilidad, así que no será un peligro que nos muestres cómo se hace. Tú serás el único que pueda lograrlo-Melínoe estaba cayendo en tensión al darse cuenta que Thanatos no accedería tan fácil a sus peticiones así que miró a Macaria con decisión, insistiéndole con la mirada a apoyarla-. ¿No piensas lo mismo, Caria?
Macaria podía sincerarse consigo misma y aceptar que la propuesta de Melínoe alimentaba su curiosidad. Ella también quería explorar hasta donde podía llegar una parte de sus poderes cuando lograran dominarlos; sería una experiencia que no olvidaría. Sin embargo, por otro lado, era más precavida que su hermana y eso podía tomarlo como cobardía, eso le molestaba sobre todo porque, si su intuición no le fallaba, Thanatos se había mostrado interesado por la valentía y el riesgo, algo que Melínoe estaba sacando a flote.
-Sí...sería una experiencia inolvidable -dijo con cierta inseguridad y vio a Thanatos, él la miraba esperando que algo más integrara-. No es mala idea, tú nos llevarías al lugar que desees y podríamos regresar inmediato. No creo que ocurra nada si tenemos cuidado y no nos entrometemos.
Thanatos suspiró y Melínoe le sonrió a su hermana, agradeciéndole por haberla apoyado. Thanatos en serio lo estaba pensando, no quería exponerlas a pesar de que él tendría el control sobre la trascendencia aunque tampoco era una idea que podría desechar por completo. Después de todo...¿Qué podría pasar?
-Está bien, lo haré -dijo y ambas diosas se emocionaron por su respuesta-, pero sólo serán dos minutos y regresaremos aquí -Thanatos se puso en el centro del salón y les indicó con la mano que debían acercarse. Ambas chicas le hicieron caso rápidamente y se colocaron a un lado de él-. No se alejen de mí hasta que volvamos.
Las hermanas se miraron y después esperaron el momento en que Thanatos decidiera hacer la trascendencia. Ninguna vio nada raro, ningún destello, ningún rayo de poder, simplemente parpadearon y al abrir los ojos, se encontraron con un lugar muy extraño. Había unas cosas extrañas de diferentes colores y de cuatro ruedas que andaban de un lado a otro, siguiéndose. Existían muchos ruidos y era imposible para ellas descifrar de dónde provenían. Lo que más les llamó la atención eran todas aquellas personas de atuendos extraños que no parecían ir en una sola dirección.
Era algo que Melínoe jamás olvidaría, estaba segura de eso y si llegaba a pasar, disfrutaría de conocer un lugar distinto por ese día. Además era la primera vez que veía a los humanos y su estilo de vida.
-¿Dónde...estamos? -preguntó Melínoe.
-Estamos en la Tierra, con los humanos -respondió Thanatos.
Macaria y Melínoe miraban por todos lados, veían humanos en todos sitios. Nunca habían visto alguno y no parecían tan diferentes a los dioses a excepción de su mortalidad y falta de poderes divinos. Ninguno era igual, no vestían lo mismo ni poseían los mismos rasgos.
-No pueden vernos, ¿verdad? -preguntó ahora Macaria.
-No, lo hacen porque he utilizado una trascendencia espiritual y no física -explicó Thanatos-. Este mundo posee cualidades interesantes, un estilo de vida que no todos los dioses pueden tener...pero a pesar de aparentar grandes maravillas, es un lugar arriesgado donde la paz es lo que menos abunda. Existe maldad y bondad dispersa, la verdad y el engaño, muchas partes opuestas a las que hay que saber enfrentarse y defenderse -Tomó aire mientras también veía a su alrededor-. Es un lugar que no les recomiendo que visiten ahora, están vulnerables aquí.
Thanatos terminó de hablar y aquella nueva vista desapareció volviendo a aparecer en el salón. Melínoe suspiró fascinada. Una placidez y confort crecían en su interior, extasiándose con la potencialidad de un simple poder.
Macaria habría querido escuchar más sobre lo que vio.
-Eso fue...increíble -susurró Macaria. Volteó a ver a Thanatos quien estaba muy pensativo de repente-. ¿Thanatos? -Le llamó.
El dios alzó la mirada dándose cuenta de su repentino trance y sobó su sien.
-Creo que fue mucha clase por hoy, aunque no lo sientas, ha sido un viaje pesado para ustedes y necesitan despejarse un poco...estaré afuera -dijo sin esperar respuesta y salió apresurado.
Melínoe notaba que ese poder interno incrementaba. No lograba explicarse lo que le sucedió pero percibía que sabía cómo hacer la transición divina, como si ya la hubiera estudiado y practicado.
Se sintió adicta a esa experiencia y no descansaría hasta que volviera a sucederle. No le importaban las consecuencias.
***
-¿En qué tanto piensas? -preguntó directamente Melínoe después de hablar y hablar sobre lo fascinada que se sintió.
Macaria alzó la mirada y suspiró.
-En Thanatos -confesó-. ¿Notaste cómo cambio cuando regresamos aquí? -Melínoe hizo muecas de indagación.
-Sólo que quería su espacio. Al menos entiendo eso, él dijo que la transición era cansada.
-No creo que para él, se refería para nosotras que no sabemos dominarla -difirió. -. Primero se veía interesado en enseñarnos y después de segundos, él cambió. Llegamos aquí y prefirió apartarse. ¿En serio no lo notaste?
"Es una maldita egoísta. ¿Por qué no te has deshecho de ella? Ni siquiera le importamos"
Melínoe deslizó una sonrisa irónica y giró su cuerpo para poner ahora su mentón sobre el borde.
-Para haberme dado cuenta de esos detalles tan especiales, debí de haber examinado a Thanatos rigurosamente -dijo poniendo sus ojos entrecerrados-. ¿Y por qué te importa tanto?
-No es eso, es porque creí que era algo obvio -Se excusó pero Melínoe no le creyó.
-No, no lo fue...te escucho -dijo la menor esperando una respuesta no evasiva de Macaria.
¿Qué había qué contar? Lo que pensaba ya se lo había dicho.
-Me importa porque es mi maestro y sé que algo no está bien. Desde hace tiempo que lo siento y por lo que he escuchado, él no es el mismo que solía ser.
-Entiendo eso pero estamos volviendo esta conversación en círculo. Vuelvo a lo mismo, ¿por qué te importa tanto? -No sabía qué decirle porque creía ya habérselo respondido dos veces. No comprendía que punto quería tocar su hermana con esa pregunta y lamentaba ese momento de habérselo contado-. Yo sé por qué, Thanatos te gusta.
Para Melínoe era absurdo hablar de ese tema tan obvio. Llegaba a sentirse tan frustrada con la negación de Caria. Que Thanatos le gustara era lo mínimo.
Caria estaba enamorada y punto.
Desde que Thanatos hizo la transición divina, algo en Melínoe cambió. Estaba más irascible.
Macaria abrió muy grandes sus ojos y el rojizo de sus mejillas revivió. Empezó a frotar sus manos con impaciencia.
-¿De dónde sacas esa locura Melínoe? Es mi maestro.
-¿Y? Eso no impide que sientas cosas por él -Macaria puso semblante de pesar y entre más hablaba Melínoe, más se sonrojaba-. Yo lo sé desde hace tiempo, así como analizas a Thanatos, yo he notado que has cambiado y te pongo como ejemplo lo del vestido de tu cumpleaños. Querías que él te viera, últimamente ha sido así, esperas con impaciencia verlo de nuevo y que te importen los mínimos detalles, indica otra cosa.
-¿Otra...cosa? -preguntó casi no queriendo saberlo por la realidad de las palabras.
-Creo que estás enamorada de él -Macaria se apenó tanto que ocultó su rostro con su mano, Melínoe sonrió, ya no necesitaba que le respondiera-. Papá dará un grito que se escuchará hasta el Olimpo.
-Estás diciendo cosas que no son, yo no estoy enamorada de él.
Está bien, Melínoe ya estaba llegando al límite de su paciencia.
¿Cómo era posible que Macaria se distrajera con asuntos tan tontos como el amor en vez de aprender lo verdaderamente importante?
Caria tenía la oportunidad de la que Melínoe carecía. La estaba desperdiciando. En el interior de Melínoe se fue creando un impulso por golpearla bastante fuerte.
-Si no es así, no te comportes como tal, y si te importa saber qué le pasa, pregúntaselo -dijo con más firmeza, Macaria no estaba convencida-. No seas cobarde, no creo que se enfade por eso.
"Te ha quitado lo que a nosotras nos pertenecía. Debes recuperarlo"
"Arráncaselo"
Su cabeza tuvo un estruendo que la hizo casi caerse de la fuerza y el dolor. Puso una mano en su cara y vio a Macaria salir de la habitación. Eso fue bueno. Deslizó su mano por debajo de su nariz; sus dedos se mancharon de sangre Incluso sintió en su boca el sabor metálico. Tomo un trozo de tela y escupió los residuos, efectivamente, era sangre.
"Usa la transición. Deshazte de Macaria"
La misma orden le taladró la cabeza una y otra vez en menos de un minuto. La sangre no dejaba de fluir hasta que la voz desapareció. Se limpió los rastros de sangre. Fue a buscar entre todos los libros que tenía apilados el que hablara de la transición. No demoró mucho hasta dar con un párrafo que le interesó bastante sobre ese tema. Se recostó sobre su cama para seguir leyendo y saturarse de información.
Su vista se separó de la lectura cuando Caria entró de nuevo a la habitación.
-¿Y ahora qué te sucede? ¿Ya hablaste con él? -cuestionó la menor con cierta burla.
-Sí...y he tomado una decisión de última hora, una motivación para ser mejor.
-Eso es nuevo -dijo Melínoe contagiándose de su entusiasmo-. ¿Y de qué se trata?
Ella también tenía algo que proponerle.
Macaria humedeció sus labios y el brillo de sus ojos era más fuerte. Se aclaró la garganta y abrió su boca poco a poco.
-Quiero practicar la transición divina.
El rostro dulce y triste de Melínoe se vio afectado en una fracción de segundo. Se había dibujado una sonrisa malvada que Caria no pudo distinguir.
"La tenemos donde la queremos".
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Hola de nuevo!!!
**En este espacio, al final de cada capítulo, podremos comentar dudas que tengamos y compartirlas con los demás lectores.
Yo suelo hacer preguntas más relevantes e impactantes del capítulo, con la finalidad de conocer más de la historia y limar las dudas que se tengan.
Para comenzar....¿Qué les ha parecido este capítulo?
¿Qué opinan de Melínoe y su condición?
A breve instancia,nos damos cuenta que Melínoe ha sufrido en su infancia.
¿Qué pasará de ahora en el futuro?
¿Será capaz de hacerle daño a Caria?
Estaré atenta a tus comentarios, estoy al tanto de ellos ;).
Pronto nos leeremos de nuevo!! Tengo varias actualizaciones aun pendientes y que no logro terminar U.U
Cuidate mucho!!! Abrazos!!!
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