☙Prólogo
Las manecillas se detienen y congelan el tiempo entre brillantes cristales. El humo se vuelve denso y la luz del atardecer naranja lo traspasa majestuosamente alumbrando el suelo mojado.
Las risas de los niños en el parque se vuelve inexistente y se aprecia la hermosura de la gravedad cero entre miradas sorprendidas y suspiros arrebatados.
Entre más intentas, más fallas, entre más quieres más te hieres. Cuando más te aman, más frío eres.
Lastimas, hieres, aveces sin querer o algunas veces egoístamente queriendo.
A veces haces las cosas bien, a veces en verdad lo echas a perder; tan fácil es saber cuando alguien te mira como si fueras magia, sin embargo nos aferramos como si alguien mejor nos buscara.
Tan complicado es mirarla hablar de él como si hubiera descubierto una galaxia entera.
¿Qué había dentro de ese espacio gravitacional?
Necesita tiempo, necesita tiempo para asimilar todo ¿Qué hace alguien como ella a su lado? ¿Por qué no se va? ¿Por qué no se ofende cuando le grita? ¿Por qué cuando él está de malas ella tiene la estrategia correcta y precisa para hacerlo bajar la guardia? ¿Por qué piensa todo eso ahora? ¿Por qué ahora?
¿Por qué? ¿Por qué siente como si su gravedad hubiera desaparecido? ¿Por que ese sentimiento le carcome la entrañas? ¿Por qué se siente fuera de lugar?
Las manecillas retomaron su marcha, y su cuerpo se convirtió la tumba de su alma.
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