☙El coraje de las estrellas
Fue una noche solitaria, justo como las demás. Ella estaba nerviosa.
—B-bakugou-kun —masculló.
—¿Qué quieres ardilla? —la miró molesto— espero sea de importancia que dejé la pc sin contraseña y el tiburón es un hijo de perra.
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Sólo fue un combate contra los villanos que los hizo luchar codo a codo, ambos en tan buena sincronía que los hizo sentir raro. Capturaron a dos de ellos. Alagos, felicitaciones, abrazos. Y entonces, ambos chocaban tanto que era necesario rozar cada tanto.
—Estorbas cara redonda ¿Has pensado en dejar de tragar?— una sonrisa ladina y altanera inauguraba un puchero de sus enormes mejillas;
—¿Ah? Creo que tantas explosiones te han hecho explotar el cerebro Bakugou-kun —siempre haciéndole frente como si su gravedad fuera más que su nitroglicerina.
—¿Qué es eso? —la mirada de chocolate miró curiosa;
—Que te valga mierda— y las conversaciones sobre los miles de artículos de aquella revista que se dedicaba a extraer lo más interesante de todo el mundo emanaban por horas.
—¿Pasa algo? —Ella había dejado de chillar como ardilla y de andar mirando como estúpida el todo;
—¡Bakugou-kun! ¡Hola! ¡¿Te gustan las nubes!? —pudo ver como limpió sus lágrimas esa tarde de primavera. —Como sea —y ambos miraron las nubes algodonadas color rosa y morado.
Una mala racha, una crítica, una explosión, insultos y una cara herida: una terraza de los dormitorios y él mirando el cielo asquerosamente lluvioso;
—Lo tienes todo, puedes recuperar tu corona de nuevo, puedes hacerlo. Deja de pensar en tus errores, puedes ser el rey de nuevo Bakugou-kun— una taza de café podrida en miel capaz de asfixiar a las abejas y osos fue la invitación a una plática poco fluida pero estable.
—Jodete cara redonda— fue un gracias.
La roca fue perforandoce por la constancia de las delicadas gotas del agua, y poco a poco chocar era ya una costumbre.
La gravedad se volvía pesada cuando ella estaba deprimida.
Entró pateando la puerta, cruzó el umbral y sintió el peso de la nada sobre sus hombros; los pocos muebles crujían por estar al borde de comprimirse, ella estaba escondida entre la larga almohada que le había regalado Ashido en la navidad pasada, y estaba envuelta en las sábanas.
—Vas a destripar a alguien —palabras de apoyo ¿Qué era esa mierda para él en esos tiempos?
❝Me ensañaste el coraje de las estrellas❞
—Embargaron la constructora de mis padres, despidieron a varios empleados, la producción se detuvo y ya no pueden seguir pagando ésto. Me tengo que ir Bakugou-kun— lo dijo con la voz firme aunque su garganta temblara y su cuerpo igual.
Él no contestó, fue tan brusco que se quedó en blanco mirando el cabello despeinado de la chica. Ella se rompió más. La gravedad aumentó y los muebles crujieron más sonoramente ¿Por qué le dolía verla tan frágil? Le molestaba verla así, apagada;
—Consigue una beca— ella abrió los ojos y la gravedad se esfumó haciéndolos flotar hasta chocar con el techo. ¿Por qué no quería que ella se fuera tan de repente?
—¡Por favor Bakugou-kun —gritaba chillonamente sacudiendolo y esquivando como una rata cada una de las explosiones.
—¡Espero aprendas rápido mierda! —Estudiar diario cuatros horas o seis, menos los fines de semana se volvió rutina. Regaños y castigos, salir los fines de semana a cafeterías a comer y estudiar como enfermos mentales los hizo a ambos quedar en el ranking de aplicados.
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—Conseguí la beca —suspiró aliviada.
Chasqueó la lengua—. Era obvio.
Miraron las estrellas.
—Gracias Bakugou-kun —lo miró a los ojos— muchas gracias.
Las lágrimas se desbordaron de sus ojos y llevó sus delicadas manos a su rostro. —En verdad te agradezco mucho que me hubieras ayudado, ahora ya no soy una carga para mis padre, ahora pueden dejarse de preguntar por mí y pueden centrarse en recuperar la empresa —sollozó— te quité tanto tiempo, dejaste de entrenar y de mirar series por enseñarme cosas de la escuela.
¿Cómo cuidar de una estrella?
—Deja de llorar mocosa —bufó— ¿No te da vergüenza?
Lo miró un segundo, jugó nerviosa sus dedos y dejó de llorar. —¿Somos amigos?
—Ni mierda.
—¿Puedo llamarte Katsu?
—¿¡Ah!? ¿Quieren un velorio?
Ella sonrió, sonrió de una forma que se impregnó por completo en su mente. —No, quiero ser tu amiga —miró al suelo— ya que no puedo ser algo más.
—¿Eh?
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