6. ¿Te encuentras en casa?

Esa noche Camus no regresó a su templo, pero  Milo sabía que aún si pasaban la noche juntos, solo existía entre ellos amor fraternal. El escorpión sonrió en su cama, tranquilo. Aún debía solucionar el pequeño problema de haber insultado a su hermana, pero quizás Shaka tenía razón.. ¿Por qué querría Camus amar a alguien que se ha tirado medio país y medio santuario? Si bien algunos de sus amantes estaban ocultos, el santo de Acuario no era un idiota y le conocía, quizás más que a sí mismo. Habían crecido juntos y la habitación de la octava casa había sido una pasarela de amantes. Rostros conocidos y desconocidos.

Sabía que a pesar de que Aioria veía a Marin casi oficialmente, tenían sus encuentros de vez en cuando desde que exploraron juntos su sexualidad siendo más jóvenes. Estaba seguro que Camus lo sabía, por la forma en la que ignoraba al león. También sabía que había tenido algunos encuentros con personas del pueblo... Camus no era idiota y quizás no era indiferente, quizás solo le dolía... quizás detrás de la pared de hielo imperturbable, sufría. 

Debía hablar con él. Debía aclararlo todo. Decirle "Te quiero" no bastaría, tendría que ir a por todas. Lo amaba, lo sentía, en cada fibra, en cada célula de su cuerpo. Lo amaba y lo necesitaba, a su lado. 

Al día siguiente, Milo tampoco divisó a Camus. Fingió bajar a Rodorio para buscarlo en casa de Mu, pero no había rastro del caballero de Aries, ni de la joven mon petit ange, ni del santo de Acuario. Decidió buscar a Shaka, aunque no quería fastidiar demasiado al rubio con sus tonterías. Le tenía paciencia, era su amigo y le conocía, pero sabía que esta tenía un límite... 

Que le den, iría a verle, ¿por qué no? Después de todo, le conocía desde que era un crío y el rubio era uno de los pocos con quien podría hablar del tema.

-Shaka... -sonrió Milo.  

El caballero de Virgo, aun algo dormido, se volteó. Su cara reflejaba algo de cansancio, no llevaría mas de unos minutos despierto.

-Mucho tiempo sin verte. -agregó irónicamente con una sonrisa estirando sus delgados brazos para acomodar su agotado cuerpo.

-Eso es porque no abres los ojos. -rió el escorpión. -¿No toca cuidar de Mon petit ange?

-¿Mon petit ange? -preguntó curioso.

-Lo siento, así llamó Camus a su hermana la noche del incidente en el templo de Aries. Así la llamo yo, es que no sé su nombre.

-Marianne. Se han ido esta mañana.

Milo lo miró, asombrado. ¿Se han ido? ¿Había escuchado bien? 

-¿Dónde?

-Camus ha pedido unos días de permiso. Después de todo, las cosas están tranquilas aquí por ahora, no sabemos cuanto tiempo más. 

-¿Sabes cuando volverán?

-Una semana. -Shaka volvió a estirarse. El joven observó inconscientemente su cuerpo delgado. Su compañero era atractivo, pero evitó pensar en él de esa manera... después de todo, ahora mismo quería hacerlo bien... con el santo de Acuario. En otro momento hubiera... bueno, eso ya no importaba ¿no?

-Chico, es que tu sabes todo, ¿desde cuando hablas tanto con Camus? -resopló con algo de curiosidad... después de todo, por qué el santo de Virgo sabía más de su propio amigo que él? Quizás porque se había cagado en sus muertos y había llamado a su hermana La Perra del inframundo. Quizás.

-Su hermana me cuenta cosas.

-Ya veo, en mi mundo eso significa "te estás tirando a la hermana pálida de tu amigo"

-Pues en mi mundo eso significa "La hermana de mi amigo me cuenta cosas". -suspiró el joven de cabellos eternamente largos. La conversación viraba en direcciones que no le gustaban, se sentía incómodo y Milo podía ser increíblemente intenso.

-Ya... pero tu... ¿te gusta o algo así? Creí que eras budista y todo eso.

-No soy un monje, Milo y los budistas somos humanos. 

Su compañero abrió los ojos interesado. Si Virgo había dejado su ascetismo y estaba tirándose a la hermana de su amigo/amante/amado, quería saberlo. El indio, de todas formas, se sentía bastante fastidiado por la conversación.

-Claro, tienes el Kamasutra y todo eso ¿no? -rió 

-El Kamasutra es un texto hinduista, Milo -respondió resignado.

-¿Entonces los budistas no...?

-Milo, no sé cuando comenzó a interesarte el budismo, el noble camino óctuple, el ascetismo y la vida monástica. ¿Quieres saber si me acuesto con la hermana de tu amigo? Pues no, no lo hago. Solo hablamos, preparo la cena, le escucho, le acompaño. Y ya está. Mu me ha pedido un favor, Camus también. Puedo ayudar sin pensar en eso constantemente, como tú.  

Milo asintió. Shaka tenía razón, no todos actuaban como él, especialmente el santo de Virgo. Sabía que su apertura sexual no era igual en todas las personalidades.

-Lo siento. ¿Puedo preguntar quiénes saben que ella está aquí? ¿Esto podría traerle problemas a Camus? -preguntó sinceramente el escorpión. Le preocupaba su amigo, le preocupaba su ánimo. Había sucedido algo muy importante en su vida y él no había estado allí para él.

-Mu, Dohko, Atena, tu y yo. Aunque supongo que Mu le dirá a Aldebarán. -confesó el rubio. Desde que habían vuelto a la vida, Dohko había retornado como Patriarca del santuario, designado por Atena, dejando a su discípulo como guardián de la casa de Libra. 

El rubio prosiguió: -Dohko le ha permitido a Camus albergarla en el santuario hasta que se recupere completamente y averiguar exactamente qué pasó. Camus es algo paranoico y pidió personalmente el favor de cuidarla aquí mismo para que su hermana esté vigilada y acompañada.

El indio hizo una pausa para respirar y aclararse.

-Por eso se queda en mi templo, Milo. Shaina está preparando una habitación para ella en una de las cabañas lindantes del Santuario. Se encargará de la enfermería cuando esta esté lista y nuestros aprendices comiencen su entrenamiento. De esa forma, Camus puede asegurarse de que está bien. 

El líquido en una de las ollas hirvió, dejando un rastro de vapor, reclamando la atención del asiático. Shaka se levantó en silencio y cogió dos tazas del pequeño mueble blanco (el único mueble de la pequeña cocina austera en el templo de la doncella).  

-¿Quieres leche dorada? -preguntó el santo de Virgo despreocupado.  

Milo abrió los ojos, expresivos, sorprendidos... destellaron, presos de la confusión.

-Shaka... no creo estar entendiendo -tosió confundido.

El rubio suspiró.

-Es una bebida, Milo. Aún no he desayunado. Puedo ofrecerte un té si no quieres.

Milo suspiró aliviado: -Haberme avisado que no era algo sexual... de verdad, ese nombre, que casi me da algo -rio nervioso.

El rubio negó con la cabeza.

-Siempre hay que medir las palabras contigo. Té para ti entonces -contestó preparando una taza para el escorpión.

Milo no había podido evitar pensar que el rubio había hecho un comentario desafortunado. Lo último que esperó el griego es que alguien en el mundo llame una bebida "Leche dorada". ¿Por qué todo debía ser sexual para él? Rió para sí mismo, negando con su cabeza. 

-Té va bien, pero no le metas esas cosas que pican, chico, que saben a culo.

El indio emitió un sonido seco de desaprobación pero dedicó su completa atención a las tazas.

-¿Sabes? Yo, he estado dándole vueltas al asunto y... quizás tengas razón. -Soltó Escorpio finalmente.

-Siempre la tengo. ¿A qué te refieres exactamente? -asintió Shaka.

"Hijo mío, que autoestima" pensó el griego antes de hablar. -Bueno, en que... quizás Camus sienta algo por mí y sea yo mismo quien lo aleje.

El joven asiático estiró sus delgados brazos con elegancia para dejar las tazas sobre la mesa. Se sentó, con la calma que le caracterizaba. Sabía que Milo lo escupiría todo tarde o temprano. Así era con el.

-¿Y a que conclusión llegas? ¿Qué harás al respecto?

Bueno, el plan era enderezarse. El plan era hacerlo bien, por el aguador. Se sentía pésimo no verlo, se sentía pésimo haber perdido al francés como amigo. Llevaban semanas sin hablarse y eso de la bronca era bastante nuevo para él. 

-Lo haré bien. Le demostraré que puedo ser...  monógamo o como... sea que eso funcione. Que quiero estar con él y que con él me basta.

-¿Eso significa que dejarás de escabullirte en el templo de Leo una vez al mes?

La pregunta dejó helado al escorpión, que ciertamente no la esperaba. ¿Tan evidente eran sus actos?

-Hijo de puta, para tener los ojos cerrados tu sí que ves. Eres el telediario del santuario, hijo.

La sonrisa del rubio fue tenue pero su expresión cambió.

-No se me escapa lo sutil, Milo, pero tu de sutil tienes lo que Aioria de calmo. ¿Qué tal el té?

Milo acercó la taza a su boca y arrugó su nariz.

-Pues huele un poco a mierda la verdad, ¿Qué beben los indios, chico?

El rubio frunció el ceño, pero no se sorprendió, sonrió otra vez, levemente. Milo le resultaba divertido.

-Es té, simplemente, solo bébelo. ¿Desde cuando eres tan exquisito? Peores cosas habrás bebido que no quiero saber.

El griego carcajeó: -Oye, Barbie Gandhi, te estás pasando. Es que tu cocina huele... a bueno, ya sabes. Cosas indias y eso. -fijo su vista en el te y lo bebió. No estaba mal, la verdad, pero le gustaba molestar al santo de Virgo con sus tonterías.

-¿Lo dejarás con Aioria? Marin también está involucrada, creo... que el daño colateral es muy alto. ¿Qué es lo que haces con él? Me refiero... a... por qué... no quiero que me des detalles. Olvida la pregunta. 

Muy tarde, chico, ya estaba formulada. Milo cogió aire y comenzó el monólogo que el guardián de la sexta casa no quería escuchar.

-Aioria es mi amigo y nos acostamos, ¿quieres un dibujo? Es una puta máquina y nos conocemos. Sé lo que quiere, cuando lo quiere, cómo lo quiere y está jodidamente bueno. Tiene un pene que pondría a los Dioses de rodillas. ¿Le has visto? Pues ese cuerpo está duro como el acero y sabe como usarlo. Me gusta Aioria, me gusta y mucho, me gusta lo que tenemos pero nunca cambiará porque ahí está el imbécil, corriendo detrás de las tetas de Marin. Me gusta porque no hay líos con él y porque no es frío como Camus. No hay malos rollos, no hay silencios incómodos. Si queremos beber bebemos, si queremos hablar hablamos, si queremos sexo, tenemos sexo y Aioria es tan caliente como yo. 

El indio hizo un gesto sutil pero su compañero no lo captó y siguió.

-Somos griegos, Shaka. Ambos lo somos. Comprendemos cosas de formas que otros no, nuestra historia, nuestra sangre, todo está bien. Querías saber que pasaba con Aioria, pues ahí lo tienes. Nos acostamos y nos cuidamos las espaldas, pero al tipo le gustan los coños más que los nabos y está bien así, es el orden natural de las cosas. Eso es lo que sucede con el león y---

La voz del indio lo interrumpió rápidamente, pero sabía que era demasiado tarde.

-Camus. Creí que saldrías del santuario.

El griego giró la cabeza in situ como los niños cuando creen que el monstruo del armario acaba de salir a comerte. A comerte vivo y de un bocado.

La voz del francés guardián de la onceava casa resonó en la cocina casi vacía.

-Shaka -dijo serio, pero por su monotono aún mas rígido que lo acostumbrado, era claro que había escuchado el monólogo de su amigo. -Marianne se quedará. Hubo un pequeño cambio de planes ¿está bien?

El indio asintió. 

-Prepararé su cama -dijo aprovechando el momento para abandonar la cocina de su casa, que de golpe y porrazo se había transformado en uno de los infiernos descritos por Dante.




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