5. Shaka lo explica todo

Había reglas naturales y tácitas en el Santuario.

"Si quieres sexo, vas a la octava casa.

Si quieres saber, vas a la sexta."

Milo se acomodó junto al rubio. Si existía alguien en el Santuario que lo supiera TODO ese alguien era el guardián de la casa de Virgo. Lo miró, atento. Sabía que Shaka lo explicaría... y sería verdad. 

-¿Quién es ella?

-Deberías preguntarle a Camus.

-Ya, chico, ¡no me jodas! Por favor, soy un hombre desesperado y después de llamarla "Perra del inframundo" está claro que no me hablará jamás. ¿Qué hacía aquí contigo? Anda, ¿qué haces cenando con la hermana de tu compañero, eh? -rió Milo un poco más tranquilo. Bueno, sí, la había cagado... pero al menos... el amor que había visto en sus ojos... tenía una explicación. Era su hermana. Sonrió sin notarlo.

-Mu salió. Ha regresado a Jamir unos días y me encomendó la tarea de comer con ella cuando Camus no está y darle asilo.

-¿Y donde está Camus cuando no está?

-En el pueblo, preparando cosas  o durmiendo. No ha dormido bien desde que su hermana llegó. Bueno, ya sabes como va la cosa, el ser humano necesita dormir. Camus puede no parecer humano muchas veces, pero lo es.

-Vale. Así que... la conoces. ¿Estás 100% seguro de que la perra del inframundo es hermana de Camus?

-Sí, Milo, que sí. Que es su hermana. Eso nos han dicho. Cuando Camus no quiere que nos enteremos de nada le habla en francés.

-¿Y no sabes que le dice? -interrogó el escorpión apasionado, comiendo la cena de su colega.

-No, Milo, no hablo francés. Hablo hindi, hablo griego, entre otros pero no francés. Si quieres saber tendrás que preguntarle.

-Va, cuéntame entonces... Aún no me creo que sea su hermana ¿sabes? Es que lo siento, pero jamás la ha mencionado.

-Sabes que Camus es una persona reservada.

Milo negó: -No conmigo.

-Pues evidentemente contigo también, porque no sabías que tenía una hermana. Sé que vivieron juntos pocos años. Ella fue adoptada cuando su madre falleció y no tenían una familia numerosa, así que el estado francés los acogió. Eso es lo que sé. Camus la visitó durante años, cuando pudo, hasta que perdió su rastro totalmente.

-¿Y cómo llegó al santuario?

-No lo recuerda. Cree que tuvo un accidente, pero no sabe como llegó aquí. Estaba aturdida y golpeada, No habla griego y no pudo pedir ayuda. -hizo una pausa- Mu cree que la golpearon, pero no lo sabemos.

Milo hizo una mueca.

-No lo sabía.

-Porque no preguntas. Debes preguntar para aprender. ¿Qué tal estaba mi cena?

-Muy buena... -contestó sin percibir la indirecta. -Su hermana... claro, Shaka, eres un puto genio, de verdad. Me acostaría con tu mente ahora mismo, amigo -sonrió socarronamente. Estaba feliz, no era su novia, ni su amada, era su hermana.

Shaka hizo una mueca.

-Quizás deberías dejar de hacer eso con todo lo que te gusta.

Milo lo observó, atento.

-¿A qué te refieres?

El asiático bebió otro sorbo de la bebida que al escorpión no le resultó ni un poco apetecible. Olía a especias, como toda la cocina de su amigo.

-Que quizás por eso Camus no puede corresponderte, Milo. Nadie en su sano juicio lo haría. Creo que es una persona reservada y muy en el fondo de su corazón, vulnerable. Al único que le gusta portar cuernos en la cabeza conscientemente en este santuario es a Shura cuando lleva su armadura.

Milo asintió. El rubio tenía razón. Su fama no le ayudaba... y sus actos tampoco.

-Crees que Camus... ¿sienta lo mismo que yo? ¿Y... yo... con mis actos... lo aleje?

-Bueno la ley de causa y efecto subyace en el funcionamiento de todos los fenómenos---

Milo lo interrumpió: -Déjame adivinar, vas a decir algo super budista ahora mismo y yo me aburriré muchísimo porque solo quiero saber si Camus me ama. ¿Camus me ama?

-Esa es una pregunta que no puedo responder. -sonrió el indio. -No es a mi a quien debes preguntar eso, creo que incluso alguien como tu debería saberlo.

Milo le devolvió la sonrisa. Lo sabía. Sí que lo sabía.

-Así que... -suspiró perdido- la hermana de Camus... me alegra saber que no es la amada inmortal de Camus. -sonrió, después de mucho tiempo sin hacerlo. -Ahora... ¿que tal va todo con ella? Es raro verte con una mujer merodeando por aquí.

-Ya es tarde. Vamos que ya has terminado la cena -respondió el rubio levantándose. Quería mucho a Milo, pero podía ser demasiado invasivo e intenso.

-Hombre, no te escondas... ¿te gusta o qué?

-Le alimento, le hospedo en mi casa, soy amable, hago lo que Mu y Camus me pidieron.

-¿Duerme aquí? -quiso saber Milo con su sonrisa habitual.

-Es tarde ya. -replicó el santo de Virgo

-Chico, eso significa que de Virgo solo llevarás la armadura -rio el griego, soltando una carcajada estruendosa.

-Adiós. Buenas noches, Milo.

El santo de Escorpio abandonó la sexta casa riendo. Riendo, feliz de saber que aún tenía esperanzas de recuperar a su amigo. Si bien... había un pequeño detalle y había llamado a su hermana "La perra del inframundo" podría disculparse, otra vez, y explicar lo sucedido... después de todo, Camus había querido hablar con él ¿no?

Caminó ligero hasta la octava casa, aún con su sonrisa inamovible.


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