37. Desencuentro - Parte 2
Acá la parte 2 :) Gracias por leer, y por comentar
Mia ♥
"Una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo."
Alejandra Pizarnik
De: [email protected]
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Asunto: primercorreo
HoOLAAAunnoentiendobienporquenoseponenlosespaciosenelcorreo1111111111
Cuando Saga recibió el pedido de Camus, aún escuchaba el relato cautivador de su amigo. Finalmente Aioros lo había contado todo, como si una válvula vieja y oxidada se hubiera abierto para dar paso a un cauce de agua eterno.
Le contó que todo había surgido cuando descubrió que el joven mensajero lo observaba más de lo habitual, de una forma... especial. En un primer momento no quiso pensar que aquello era deliberado pero había sido Aioria quien había confirmado sus sospechas.
"Adrián te mira mucho, ¿no?" había dicho el león sin muchas vueltas y aquello se le había escapado por la boca de forma inocente. Como aquellos cachorros que crecen sin percibir su tamaño real, el griego desconocía que su voz grave podía ser más sonora de lo que él solía creer, lo que provocó que las mejillas del joven se ruborizaran, cambiando radicalmente su rostro de color.
Casi como si de un fantasma se tratase, Adrián caminaba a través de las 12 casas y la periferia con su túnica turquesa de vivos blancos llevando las notificaciones pertinentes y oficiales, entre otras tareas que los Santos desconocían. Siempre asentía y lo recordaba todo, buenos días señor, sí señor, ahora mismo, señor. Con su cabeza generalmente echada hacia adelante en un gesto de reverencia respetuosa, pasaba desapercibido para la mayoría.
Probablemente era su timidez... o su rango.
En el Santuario, los escuderos, aspirantes, mensajeros y empleados en general, solían pasar desapercibidos casi como si no existieran. Vivían en las cabañas más alejadas y generalmente en grupos de cuatro o cinco personas que se encargaban de tareas diversas. Él no era la excepción; el griego de pelo negro y ojos grises de 34 años y mirada rasgada e hipnótica había servido a Dohko desde que asumió su cargo hasta el día de su muerte y su posterior resurrección, haciendo todo lo que el Patriarca quería tan rápido como podía.
–¿Lo has visto? Su mirada está hecha de estrellas claras, como dagas cubiertas de pestañas oscuras, son los ojos mas penetrantes y hermosos que he visto en la vida, Saga.
El gemelo contuvo la risa. No quería reírse en la cara de su amigo y el relato le fascinaba, especialmente cuando el centauro se venía arriba poseído por el espíritu de algún escritor romántico que podría vender muchas copias de su libro.
–Si tú lo dices así debe ser... lo siento, pero debo irme.
–¿De verdad? Creí que te quedarías.
–Sí, de verdad lo siento Pablito Neruda, tengo trabajo.
Aioros sonrió.
–¿Dónde?
–Paris. ¿Vienes? Bueno, no a Paris, pero mencionaste que querías ver a tu hermano y puedo enviarte, debo recoger el encargo en Milo.
–¿El encargo? –preguntó confundido.
–Camus me ha pedido––
–Ya, ya, Camus –rió el santo de Sagitario. –¿Cuándo dejarás de...?––
–Algún día que no es hoy. –lo interrumpió Saga, cogiendo el anillo y el papel borrador escrito por su hermano. Aquello tenía dueña y ya luego se encargaría él de hacérselo llegar. Supuso que su hermano así lo querría, después de todo, él también deseaba contribuir a la memoria de Kanon.
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Asunto: Lo encontré
Ya encontré el espacio
era el estúpido teclado
¡me gustaría tener un móvil esto es divertido!
Escríbeme para que me llegue la notificación.
:) encontré estas caras que me gustan mucho también.
¿Crees que podamos crearle una casilla de correo a Aioria? Quiero enviarle algo que se llama video viral lo has visto?
Mucha suerte en tu primer dia pequeña camussss :):):)
Lía no esperaba volver a encontrarse al griego altísimo por la tarde, pero supuso que esperaría que su esposa termine su prueba... quizás era de esos tipos posesivos que perseguían a sus parejas, pero aquello no era su problema y lo dejó estar. Se acercó a la recepción, mirando el reloj con ansiedad: en 20 minutos sería libre.
Su amiga, la enfermera rubia y simpática, Iona, la miró con algo de cansancio.
–Madre mía, me siento tan mal que el culazo del tío bueno no me da la fuerza necesaria para seguir.
Lía rio, negando con la cabeza.
–Sabes que su esposa trabajará aquí, ¿no? Mi consejo es que evites mirarle el culo a su marido...
–No voy a tocar, solo ver. –aseveró la rubia con una sonrisa cómplice. –Además, el francés de la quinta es gay y su novio que también está para morirse siete veces, también. No sé como logras ponerle la vía en el brazo, yo sé que no podría concentrarme. Está algo roto pero cuando se levante ya verás lo bueno que está.
Mi hermano, pensó ella cambiando el gesto divertido por uno serio.
–Es un paciente, Iona, ¿no tienes límites o qué? Y el francés es el hermano de la esposa del tío al que le estás mirando el culo, así que también te convendría dejar de mencionarlo, al menos en su presencia, no querrás incomodarla.
–Ya. Espero tenga otros hermanos, heterosexuales y solteros...
–Iona... –suspiró Lía, pero la verdad es que el francés y el griego cabrón, alto y algo maleducado se veían lo suficientemente bien para que los ojos cobren cierta autonomía. Inevitablemente llamaban la atención en aquel sitio, sí.
–¿Cómo sabes tanto de ellos por cierto? –preguntó la rubia curiosa.
Es mi cuñado, pensó ella con un suspiro, aún intentaba acomodarse a la idea.
–Su cama está en mí recorrido así que les conozco, y también a la chica. Basta de cotilleo, termina tu café que debemos volver.
Cuando la francesa finalmente apareció pudo distinguir a la joven enfermera y se acercó con alegría junto a su esposo. Su rostro ya no era el recuerdo pálido y perdido que había visto por primera vez; se veía mejor. Le alegró.
–¿Todo ha ido bien? –preguntó Lía con una sonrisa. Marianne se la devolvió.
–Todo muy bien. Seremos compañeras... y... gracias otra vez. Quizás necesite ayuda con el idioma, pero... practicaré mucho –sonrió. –Mañana nos veremos temprano, ¿sí?
La griega asintió con un gesto amable.
–Claro que sí. Cuídate y tú, ayúdale con el idioma.
Saga sonrió.
–Siempre lo hago, claro que sí. Si es que soy un santo...
–Saga te hace muchos favores, ¿no? –indagó Milo con cierta curiosidad enarcando una ceja. –¿Me perdí de algo?
El francés resopló.
–Saga ayuda a todos, Milo, es un buen compañero.
El griego sonrió de lado.
–A algunos más que a otros, ¿no lo crees así?
–¿Qué estás insinuando exactamente? –replicó el galo frunciendo el entrecejo, aquello le fastidiaba. –¿Esto es una escena de celos? Porque no lo entiendo.
–No me fío de él, eso es todo. –siseó buscando una respuesta en su mirada. No, no se fiaba y estaba en lo correcto.
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Asunto: Te amo
Hola cielo esta es tu nueva casilla de correos para poder enviarte cosas de google y mensajes y quería inaugurarla yo.
Te amo mucho y ya te extraño, quiero que vuelvas a casa pronto y hagamos el amor antes que lleguen todos... solo puedo pensar en ti desnudo ahora mismo y en lo mucho que quiero comértela. :)
Preparare té y conseguiré una casa bonita con una cama resistente para nosotros ;) lo prometo, mi amor.
Ven pronto, porfa.1111111111111
Ah y trae chocolateesssssssss
Las fosas nasales de Shaka volvieron a protestar, la ropa de Milo tenía un perfume invasivo y se sentía incómodo, fastidioso y sí, un poco molesto. Su personalidad, calma y sabia se había desintegrado ante el amor como si en su lugar hubiera nacido otro ser humano lleno de confusión y torpeza, absoluta torpeza.
Negó.
Una ducha le sentaría bien, evidentemente.
Me ayudará a pensar, se dijo, desnudándose. Se daría una ducha e intentaría meditar en algún rincón del octavo templo que no sea un absoluto desastre caótico.
Su mente otrora una fuente de serenidad y vacío se había llenado como un ánfora de barro y agua turbia. Se obligó a cerrar todas las compuertas de su mente, pero no lo logró y la lluvia de la ducha no lo tranquilizó, la catarata de pensamientos seguía allí y no parecía querer apagarse.
Restregó su piel desnuda con énfasis para eliminar todo rastro de aquel olor nuevamente y poco tardó en recordar cosas que no quería ni necesitaba recordar, como la pequeña mano de la francesa abriéndose paso entre los rizos rubios que coronaban su entrepierna, que reaccionó al recuerdo, pulsátil y despierta.
Sus dedos delgados se movieron impulsivamente para callar su cuerpo, con una caricia rápida, que le demandó otra y luego otra. Recordó la humedad y el calor de la boca de la joven cuando cerró sus labios ajustándose a su erección y no pudo evitar que un jadeo se escape abrumado por la memoria corporal de aquella sensación.
Por un instante, la confusión cedió totalmente derrotada por la urgencia de su miembro, que latía en su mano hinchándose y moviéndose, mientras recreaba aquellos movimientos pélvicos guiados por su propia corporalidad agónica.
No se lo impidió.
Continuó acariciándose bajo la ducha con aquella película proyectada desde su memoria donde la joven sí lo quería (y lo deseaba) y se arqueaba desesperada bajo su cuerpo pálido, dibujada de sudor y de los propios cabellos eternos y dorados del santo que la penetraba. Recordó su voz, sus gemidos, el peso de sus pechos cayendo sobre sus dedos delgados que se sujetaban con avidez y...
El orgasmo lo alcanzó pocos minutos después como un golpe y, aunque silencioso, no pudo evitar que sus propios fluidos delataran lo que había sucedido. Regularizó su respiración (y su corazón, que aún latía acelerado) y luego de limpiar aquella obra de arte hecha con su propio placer, volvió a enjuagar su cuerpo y se alejó para vestirse, aún readaptándose al ritmo cardíaco.
Suspiró.
Estaba hecho una mierda y ni siquiera sabía por qué.
O lo sabía, sí, pero no le gustaba enfrentarlo.
Él, el más cercano a ser un dios, apegado como un imbécil a la sensación de unas tetas en sus manos y a una voz, a una persona,
Doblegado.
Se vio a si mismo masturbándose solo en un baño ajeno y una oleada de vergüenza lo arrastró.
Se sentó y luego de años, sus ojos adultos, comenzaron a llorar.
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Asunto: (sin asunto)
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Tardaron unos cuantos segundos en llegar a Paris a través del portal dimensional que el gemelo creó en un instante, y otra vez, la idea de salir del Santuario por una noche le resultó maravillosa, especialmente dormir en algún sitio mullido y no la cama de la habitación extra del templo de Sagitario.
La joven a su vez parecía feliz. Haber "conseguido" un trabajo le había devuelto algo de la alegría que había perdido tiempo atrás con la muerte del joven indio, y la idea de darse un baño en aquel sitio privado también le alegraba.
Sabía que pronto conseguiría un nuevo hogar, pero por el momento, necesitaba imperiosamente dormir en un sitio cómodo si quería encarar su nuevo trabajo con la calma correspondiente y los codazos de su hermano en los riñones habían destrozado toda su paz. Namasté, hijo de puta.
–Puedo preparar el sofá para ti, no hay mucho espacio pero dormirás bien –le sonrió. –No tengo comida pero creo que... tengo algo de dinero que me dio Camus para el almuerzo...
Saga negó.
–Tengo dinero, podemos buscar algo y volver, me vendría bien comer, ya te digo.
Tenía razón, no recordaba cuando había sido la última vez que había hecho una comida sólida y nutritiva. La francesa lo observó con atención, evidentemente no llevaba bien la muerte de su hermano y sí, se le veía demacrado. Suspiró.
–Lo siento mucho. De verdad lo siento... yo... no puedo imaginarme...
Saga negó, vaciando sus bolsillos para contar el dinero y dejar el anillo y el borrador tosco con la letra de su hermano sobre la mesa, el viaje a Rodorio debía esperar aún.
–Yo también lo siento. Estaré bien, no te preocupes. Es... algo injusto ¿no? Que Shaka y Kanon no...
Marianne asintió.
–Lo es. ¿Puedo preguntar... por qué... te culpas? Porque lo haces, ¿no?
Saga la observó por un instante cruel en el cual los ojos de su hermano se reflejaron en ella y la miró con cierto terror. Esquivó su mirada rápidamente.
–Debí estar para él. Si yo hubiera estado en Géminis él no hubiera muerto solo como un perro. Nadie lo llorará, como nadie me llorará a mí, supongo que es lo que tiene ser los gemelos malditos.
–Suenas algo dramático, ¿no crees?
–¿Dramático? –preguntó enarcando una ceja.
–Bueno... es que creo que... eres algo duro con ti... ¿contigo? Y... no lo mereces.
Saga rio sardónicamente, la chiquilla no tenía idea quien era, ni remotamente.
–Créeme, lo hago. He hecho cosas malas, demasiado malas y demasiado tiempo y lo estoy pagando en vida. Tu novio creía en el Karma ¿no? Pues es eso, chica, Karma instantáneo.
–Camus confía en ti y yo confío en mi hermano–
Esta vez la carcajada rompió el aire como un cuchillo, el gemelo había tenido que respirar repetidas veces dentro de su propia risa para no morir ahogado. Aquel acceso de risa la interrumpió.
–Si supieras... –suspiró él– solo... no me prestes atención, ¿sí? Soy mala madera.
Marianne lo observó con algo de pena.
–¿Y si un trozo de madera descubre que es un violín?
Saga meditó aquello por un momento... quizás.
Quizás, algún día.
(Como había pensado aquella conversación con Kanon.)
Asintió.
–Vamos a comer, quiero tomar el aire.
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Asunto: Rompi el ordenador
Bunjouyr Marianne!!11
el portátil se ha vuelto loco, ¿cuando vuelves a casa lo vemos? Espero que todo vaya bien hoy :) suerte petit enfermera111111111111
Cuando Camus cumplió 14 años aún intentaba asumir la certeza demoledora de que lo que sentía por Milo había cruzado la línea de la amistad hacía demasiado tiempo ya. Su presencia y el simple contacto con sus ojos azules podía provocarle descargas corporales que le costaba disimular.
Por otro lado su voz...
–¡Feliz cumpleaños, Cam!
Su voz festiva, vivaz y alegre lo arrancó de sus pensamientos y el abrazo sorpresivo tensó cada músculo de su cuerpo. Sus brazos que ya se veían trabajados y fibrosos, se cerraron con tanta fuerza que el corazón de Camus se sacudió tan violentamente que temió que Milo pudiera notarlo.
No reaccionó, no pudo.
Los nervios se apoderaron de él y le jugaron una mala pasada, logrando musitar un ligero "gracias" ante la mirada perpleja del griego que sintió una oleada atroz de rechazo que lo obligó a soltarse de lo que parecía un abrazo forzado.
El heleno reacomodó su sonrisa con dificultad.
–Feliz cumpleaños... ¿Festejaremos hoy?
El francés asintió, aún algo afectado por su propio reflejo corporal que le obligó a cerrarse en sí mismo para no evidenciar sus sentimientos.
–Sí... pero no he planeado nada.
–Pues para eso están los amigos –sonrió el griego, que acompañó el gesto con una palmada en su espalda. No volvería a arriesgarse a abrazarlo para que su amigo le mire con tanto asco, una palmada iría bien.
Amigos.
Sí, amigos, pensó el francés con cierta tristeza. Probablemente si Milo supiera que él tenía ganas de... besarlo sentiría asco y le perdería para siempre. No podía arriesgarse a perder a la única persona que le quería, la figura del Santuario que había funcionado de amigo-hermano-familia... no lo arriesgaría por un deseo tonto y romántico.
–¿Has preparado una fiesta para mí? –preguntó curioso.
Milo sonrió.
–Claro que sí, todos vendrán... bueno... casi... Alde, Mu, Aioria y yo... quizás convenzamos a Shaka pero creo que convenientemente está en India cuando hay reuniones sociales...
Una milimétrica sonrisa se esbozó en la boca del joven aguador.
–Bien. –musitó nuevamente. Estaba nervioso e intentaba controlar sus emociones, una a la vez. Sus ojos impávidos lo esquivaron.
"Tanta alegría va a abrumarme, chico" pensó Milo, algo fastidiado. Camus era especial sí, pero a veces podía ser desagradablemente áspero. Nunca se había esmerado tanto en preparar una fiesta para nadie, ni siquiera para el cachorro de león que era como su hermano... porque el francés le gustaba, eso estaba claro y quería impresionarlo.
Había un pequeño problema: Camus no se impresionaba, nunca.
Los músculos de su rostro rara vez se articulaban y su cuerpo que ya se desarrollaba, parecía fóbico a su contacto y eso le dolía. Él era una persona afectuosa y repartía abrazos como sonrisas... pero al instante que su piel entraba en contacto con la del galo, éste se tensaba al punto de empujarlo energéticamente tan lejos como podía.
No sabría Milo hasta sus 26 años de vida que siempre había sido recíproco y el motivo de la tensión de su joven cuerpo adolescente era pura y exclusivamente miedo a perder la amistad si evidenciaba sus emociones; el pequeño aguador había aprendido demasiado pronto que perder a las personas que más amaba había sido asociado en su psiquismo infantil como la destrucción de su mundo tal y como lo conocía.
Amó a Nougat y se fue al cielo, donde ya no dormía con él...
amó a su madre y se fue al cielo, donde ya no podía besarlo...
amó a Marianne y se fue a vivir lejos,
con sus coletas torcidas y sus chillidos bélicos
(exigiendo que no sería Milou, que por sus huevos sería Tintin)
pero oh, Dioses, como extrañaba todo aquello y a su vez para sobrevivir había tenido que enterrarlo todo bajo tormentas enteras y nevadas.
Si amaba a Milo, todo indicaba que lo perdería, eso era evidente...
El Santuario era un lugar hostil, sí, pero se había acostumbrado ya y era su hogar; el griego de ojos azules y sonrisa latente había hecho su mundo más fácil.
Lo que no sabía Camus es que no le quedaba mucho tiempo allí.
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Asunto: (sin asunto)
No sé si llegan estos correos pero creo que he conseguido una casa e ire a verla en una hora si quieres venir y estas libeeeeee JJJJ
Mi gatito ha conseguido trabajo!
Todo pinta bien J seremos muy felices aquí.
Contestaaaaaa que quiero que me envíes un correo a ver como es.
Marinette (así se escribe no? porque lo pronuncias maggineeeee :))
–Vamos a comenzar el juicio ahora, ¿estamos todos listos? –pregunto Aiacos acomodándose nuevamente observando de reojo a Kanon. Iba a disfrutar aquella sentencia y hundir al muy hijo de puta en el peor de los infiernos. Sonrió.
–No, aún no. Falta alguien.
Los ojos del gemelo se giraron a buscar aquella voz. Hades había pronunciado las palabras de una forma tan seca que aquellas dos oraciones hechas del eco de la muerte, podrían haber cortado hielo. Se impacientó y sus dedos tamborilearon en su pierna, supo que aquel momento llegaría tarde o temprano pero no creyó que fuera en ese momento en particular.
Suspiró. Por un instante lleno de miedo, se arrepintió de no haber sido tan precavido como Shaka y no haber dejado nada para Lena.
Quizás, en su próxima vida pudiera dar con ella y su risa contagiosa... quizás, sí. Moscú y el gorro peludo no estarían en sus posibilidades actuales.
Intentó buscar consuelo en que igual alguien notaría su ausencia y por alguna casualidad, la joven de la voz que lo había enamorado, pudiera enterarse de su muerte.
–¿A quién esperamos? –preguntó Atena, impaciente. Intentó ofrecerle una mirada amable a Kanon, pero este no la miraba; sus ojos se habían clavado en otra dirección, observando al hombre que buscaba su asiento.
–A mí –replicó Poseidón con una sonrisa, acomodándose para observar mejor al joven Géminis.
Pasadas tres lágrimas pesadas y certeras, había decidido dejarlo estar hasta que dio con lo único que rescató de su cocina: el diccionario lleno de cúrcuma. Cuando sacudió los restos de polvo naranja, una hoja cayó, doblada prolijamente.
La reconoció. Recordaba aquella tarde.
("¿Cómo le dirás a tu novia que la amas?"
"No tengo novia, pero podría decirlo en otros idiomas."
"¿Cómo le pedirás que no te deje por ser tan tirano?")
Tigganou, ShakÁ.
La tarde que había cantado para él, la joven escribió prolijamente la letra traducida de aquella canción que...
No
Me
Dejes.
Del otro lado, con un pequeño dibujo, había una nota, que jamás leyó. No sabía en qué oportunidad había reutilizado la hoja, pero lo había hecho y reconocía su caligrafía.
"Espera espera espera
Que vas a sonreírte
Por primera vez.
Espera
Que vas a sonreírte
Para siempre
Sin pensar en morir.
Para contemplar en tus ojos todo lo que pienso de ti
y de un mundo a tu imagen.
Y las noches y los días gobernados por tus párpados"
Paul Éluard
PD: Deberías sonreír más Shaka ¿Ves? Puedo traducir francés a griego, ¿me devuelve mi libro de Apollinaire?
No me dejes.
No, bueno... no lo haría.
Se vistió tan rápido como pudo, intentando no dudar 7 veces por segundo de la decisión que había tomado.
Atenas, Grecia 1993
Un joven Aioros descansaba al sol con su mejor amigo en sus cuerpos adolescentes después del entrenamiento.
–Acompañé a Camus hoy al pueblo... ¿Sabías que tiene una hermana en Paris? La hemos llamado.
Los ojos del gemelo lo observaron con curiosidad.
–¿Camus? ¿Hermana?
El centauro asintió sonriente.
–Sí, ha dado con ella por teléfono... no te imaginas lo feliz que se veía. Y los chillidos de la niña se escuchaban desde aquí. La vida es bonita después de todo, ¿sabes? cuando puedo ver estas cosas, tengo fe que todos podemos ser amados.
Saga afirmó con su cabeza. Supuso que sí, en un mundo ideal... aquello debía hacerte muy feliz, sí.
Una parte que ya latía con demasiada fuerza en su interior, no quiso sonreír y su cabeza no paraba de sonar.
–Debo irme, no me siento bien. Nos vemos luego, Aioros.
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