29. No me dejes
Atena era una diosa justa. Justa y a diferencia de otros dioses menos empáticos, podía ejercer su poder generando un equilibrio en la Tierra como su padre le había ordenado... hasta ese momento, claro. Con la caída de las cabezas más importantes del Inframundo, las viudas iracundas habían decidido que aquello del ojo por ojo vendría muy bien. Macaria, la compañera dulce de Thanatos, no vio con buenos ojos el exterminio de su padre y su esposo. Pasítea, madre de los Oniros y esposa de Hypnos, tampoco. Con la ayuda de las Keres, sus cuñadas sedientas de sangre, habían planeado su golpe, perfecto. Se lo cargarían todo... especialmente aquellos enemigos del Santuario que le habían plantado cara a su rey y causado su posterior destrucción.
Cuando Atena vio con sus propios ojos aquella atrocidad y la violencia con la que atacaban su Santuario y a sus jóvenes caballeros, supo que no tenía otra opción.
No si quería seguir llamándose a sí misma la Diosa de la Justicia.
<<-¡Eres un tirano, Shaka!-le había dicho ella antes de decidir que ya estaría bien de estudiar idiomas aquella tarde, pero aunque había formulado bien la oración, la pronunciación hizo que el santo de Virgo tuviera que reprimir una risa divertida.
Egges un tigganou, ShakÁ.
Había decidido que echarse a oler las flores como el Toro Ferdinando era más entretenido que estudiar griego y se recostó en aquel jardín, que se convertía en su nuevo sitio favorito en el mundo, aunque su tutor fuera un tigganou.
-Aún no hemos terminado. -había protestado él, pero ella asintió.
-Mejor yo enseño francés y tu aprende. -replicó ella sonriendo.
El arqueó una ceja, confundido.
-¿Por qué querría aprender francés? Solo Camus lo habla en el Santuario y él puede hablar griego perfectamente, no lo necesito.
Ella sacudió la cabeza.
-Para sentir el amor -respondió muy seria. -¿Cómo le dirás a tu novia que la amas?
-No tengo novia -aseveró él. -Pero podría decirlo en otros idiomas.
-¿Cómo le pedirás que no te deje por ser tan tirano?
Shaka rió.
-Eh... "¿No me dejes?"
La francesa chasqueó la lengua con un gesto para negar con su cabeza.
-No. Nosotros tenemos libros y chansons para ello.
-Libros y canciones, ¿eh? -había respondido él con una ligera sonrisa, el sol griego calentaba su piel amablemente.
-Sí, muchas. -asintió ella, muy segura de lo que decía.
-No escuché a Camus hablar francés por muchos años. Mucho menos cantar. Tampoco escuchamos música por aquí y no... salgo demasiado -quería decir "nunca" pero se reprimió.
La joven de cabellos oscuros escribió prolijamente la letra de la canción y con la ayuda de un diccionario para encontrar las palabras que se le escapaban, su traducción, para luego darle aquella hoja.
-Debes leer y presta atención porque voy a cantar, para mostrar el sentimiento.
El rió, esta vez sonoramente. Tenía una risa suave, que no desentonaba demasiado con su rostro generalmente serio.
La voz de la joven le llegó dulce para su sorpresa, cuando Shaka, sentado en su jardín a los 26 años, escuchó que alguien cantaba para él por primera vez.>>
"Ne me quitte pas..."
(No me dejes...)
El antiguo patriarca sostenía la mano de Dohko, con sus pieles fusionadas en un contraste de colores armonioso y perfecto. Habían pasado unas horas y a pesar del cansancio extremo que se arrastraba en su cuerpo como una fiera, tenía que cuidar del chino, nada lo movería de allí. Había vendado sus heridas y no había abierto los ojos aún cuando habló por primera vez.
-Shion...
"...Il faut oublier..."
(...hay que olvidar...)
-Voy a matarte, Dohko -le dijo, sintiendo una oleada de repentina paz, al escucharle vivo. Tenía tantas emociones mezcladas en su corazón que de buena gana lo hubiera golpeado por aquel susto (que no era un susto, era el mismo terror de volver a perderlo).
El chino sonrió, con los ojos cerrados, acariciando su mano.
-Yo también te amo. ¿Dejarás de darme el esquinazo o ya podemos formalizar esto?
"Tout peut s'oublier"
(...Todo se puede olvidar...)
El antiguo carnero lo besó, suave, para morder su labio después, a modo de venganza por aquello.
-Eso duele... y me excita, temo no poder corresponder ahora mismo -rió, cansado el joven de cabellos caoba.
-Quizás no dolería tanto si no tomaras decisiones estúpidas, como pelear sin armadura cada vez que puedes. Me gustaría que reserves ese cuerpo para otras cosas. -sonrió el antiguo Aries acariciando su pecho con dulzura.
-Te dije que sobreviviría ¿no? Pero nunca crees en mí.
"...Qui s'enfuit déjà..."
(...lo que ya se fue...)
-Hubo muchas bajas, Dohko. -bajas. Aquella palabra de mierda para describir chiquillos muertos y amputados. -Yo creí que...
-Lo sé -le interrumpió él, no quería recordar. -Estuve allí. Lo ví. -suspiró buscando su brazo en una caricia. -¿Puedes actualizarme lo que sucedió después de que perdí el conocimiento?
El antiguo patriarca asintió.
-El Santuario está en ruinas, contamos los sobrevivientes con los dedos y Atena ha desaparecido, dijo que ella se encargaría y no dijo más.
-Ah, los dioses y sus designios...
-Shiryu... ha caído Dohko. Mu también.
El chino asintió, sereno, aún sin abrir los ojos. Disfrutaba de aquella caricia y su fragancia única.
-Lo sé. También Shunrei. Mis pequeños... tu pequeño. Lo vi todo, Shion...
-¿Puedo preguntar por qué no derramas ni una lágrima por los niños a quienes criaste? Porque me resulta algo... perturbador.
Dohko abrió sus ojos por primera vez, llenos de amor y pestañas, que danzaban con cada parpadeo en una ligera sonrisa.
-Porque dediqué 261 años a una Diosa en la que confío ciegamente. Este no es el final, amigo mío.
El antiguo patriarca lo comprendió también y le respondió con un beso, dulce, suave, largo.
-Si vuelves a llamarme "amigo", voy a partirte la nariz, lo que sería una pena, porque me parece preciosa.
El chino rió.
-Cásate conmigo, amigo mío.
"...Oublier le temps
Des malentendus
Et le temps perdu..."
(...Olvidar los tiempos
de los malentendidos
y el tiempo perdido...)
Saga observó el rostro pálido de Kanon por última vez, como un espejo cruel. Su hermano, su amigo, su némesis, su sombra, su alegría, su tristeza. Los ojos donde moría y renacía yacían apagados. Volvió a cubrirlo, para acomodarlo dentro de la caja de madera que sería su nuevo hogar hasta que la muerte y el paso del tiempo hicieran lo suyo con aquel cuerpo, tan amado y tan odiado.
Aquella risa, aquella voz, aquella vitalidad.
Todo.
Todo se reduciría a un montón de huesos en una caja vacía.
"...À savoir comment
Oublier ces heures
Qui tuaient parfois
À coups de pourquoi
Le coeur du bonheure..."
(...Para saber como
olvidar las horas
que a veces mataban,
a golpes de "¿por qué?",
el corazón de la felicidad...)
Seiya se sentía abatido, pero intentó que el cuerpo de Hyoga y el de Shiryu quedaran tan prolijamente acomodados como pudo. Ajustó la cruz de Natassia en el cuello del ruso -no sin derramar muchísimas lágrimas sobre su cuerpo- y se despidió con una caricia de ambos. Enterraría a Shunrei junto a Shiryu, después de todo, sabía que su amigo lo habría querido así. Unas manos le ayudaron a mover las tumbas abiertas para prepararlas y acomodar el resto de los santos de bronce que habían caído allí.
Era Aioros.
Finalmente, al terminar, en el paroxismo del cansancio, Sagitario abrazó a su sucesor para permitirle desahogarse como el crío que aún era.
"Ne me quitte pas..."
(No me dejes...)
Marianne aún lloraba, de forma aguda, en cataratas, abrazada a su hermano. Saga se había marchado ya y Marin y Aioria habían decidido salir, para darle a los hermanos un poco de privacidad... además, la japonesa necesitaba aire y aclarar algunas cosas con el león.
-¡No tenía que morir! -exclamó, molesta. -¡No tenía que morir, Camus!
-Lo siento, pequeña -le dijo. Realmente lo sentía, él sabía lo que se sentía.
-Es mi culpa. ¡Todos a mi alrededor mueren! -protestó. El francés abrió los ojos, aquello era un espejo demasiado claro y no le gustaba hacia donde se dirigía la conversación, él había vivido allí muchos años y era un infierno.
-No, Marianne, no digas eso. No vuelvas a decir eso... por favor.
-Mamá... mis padres... ahora... Shaka... ¿es que no lo ves?
-Lo que veo es que es nuestro trabajo... morir, cariño. Mama... eso fue hace muchos años... y... tus padres... fue un accidente. Shaka hacía lo que... tenía que hacer y sabía que moriría tarde o temprano. Yo... lo sabía, también me tocará a mí.
Lo miró, fulminándolo con los ojos.
-¿Qué has dicho?
El francés pestañeó, confundido. No entendía la pregunta.
-Tú no vas a morir, Camus, porque vas a dejar esa mierda. ¿Cuánto más debes perder para dejarlo? Milo, Shaka... Isaac, Hyoga... ¿cuánto más? ¿Cuántas vidas más para que lo entiendas? Tu... puedes ser feliz y eso... ese lugar... ese lugar solo trae dolor -resopló, volviendo a sucumbir a un ataque de llanto. -Tú no eres un soldado, tu eres... una persona increíble que merece ser amada y feliz. Tu mereces otra vida pero aún no lo sabes porque no te has permitido conocerla.
-Marianne... yo...
-¡Tú nada! ¡No voy a enterrarte! No a ti... por favor... no me dejes. No como él... Ni siquiera pude despedirme... cuando me dijo que... moriría... creí que... eran tonterías paranoicas.
"Ne me quitte pas..."
(No me dejes...)
El aguador se estiró para coger el sobre y ver lo que Shaka, con su caligrafía prolija había dejado escrito. Aquella letra
(Shaka Shaka, ¡escribe mi nombre en hindi!)
le traía recuerdos.
-¿No vas a leerla?
Marianne no sabía la respuesta. No sabía si realmente quería despedirse de él de esa forma. Miró a su hermano, dubitativa.
-¿Crees que de verdad me quiso?
El francés sonrió aunque quería llorar, porque también recordó las últimas palabras que le había dedicado a su amigo, que en uno de sus últimos actos de vida, había salvado a la pequeña Mimi de una muerte segura y él se había comportado como un idiota.
-Estoy seguro, cielo.
"Moi je t'offrirai
Des perles de pluie
Venues de pays
Où il ne pleut pas"
(Yo, yo te ofreceré
perlas de lluvia
que vienen de países
donde no llueve)
Aldebarán entró en la cabaña en busca de Shion -o Dohko, si es que había despertado-, necesitaba hablar. Se veía cansado y cargaba al pequeño alumno del guardián de Aries, que parecía diminuto entre sus brazos y abrazaba su cuello con fuerza como si temiera que alguien pudiera separarlo de aquel hombre.
Ambos estaban despiertos y conscientes, con las manos entrelazadas. Les envidió profundamente.
El chino se soltó del agarre del que se había convertido en su prometido y se sentó, con dificultad, para mirarlo.
-Aldebarán... siento mucho---
El toro no lo dejó proseguir.
-Vengo a entregar mi armadura.
-Disculpa, ¿qué has dicho?
-He dicho que... debo renunciar a mis funciones como... guardián de la segunda casa.
Dohko no esperaba esa frase, aunque el antiguo carnero sí lo vió venir, a kilómetros de distancia. Hizo silencio, de todas formas, ya no era el patriarca del Santuario... se limitó a esperar a que el Chino levantara la mandíbula del suelo y hablara.
-¿Puedo... preguntar por qué?
Shion negó con la cabeza, sutilmente. A veces su amado podía ser un verdadero desastre.
-Creo que no tengo que responder a eso... ¿no es... evidente?
-No para mí, Alde -replicó el Patriarca, dejando escapar un gesto de dolor al intentar sentarse en una posición más cómoda.
-Es lo que quería Mu. Es lo que quiso antes de morir y lo que querría ahora mismo. No pude darle una familia en vida, así que lo intentaré en su memoria. No puedo volver a mi templo, no sin él y no así.
El chino asintió.
-Está bien. -mordió su labio. Tendría que pronunciar las palabras que no quería pronunciar. -Buscaré un nuevo tutor para el pequeño.
Los ojos del viejo carnero se abrieron asombrados, aquello se lo ponía difícil. No podía callar pero si hablaba, sabía que no solo alzaría la voz contra el Patriarca, sino también contra su amado. Se limitó a observar, con una mirada de desaprobación.
El brasileño negó.
-Me temo que eso no será posible, Dohko. Kiki vendrá conmigo.
-Alde... sabes que eso no es posible. -respondió, acariciando sus sienes, comenzaba a angustiarse. -El Santuario es responsable de la vida de ese niño y no puedes simplemente llevarlo contigo porque... te vinculabas afectivamente con su maestro.
Los ojos oscuros del moreno relampaguearon.
-¿Me vinculaba afectivamente con su maestro? Creo que las cosas deberán cambiar en este sitio para que muchos, como yo, no quieran irse de aquí. "Vincularme afectivamente con su maestro"... sí, la gente se vincula, Dohko, creí que lo habías aprendido en los 261 años que llevas por aquí. Éramos una pareja, sólida... y éramos una familia. Yo no voy a irme sin el niño.
-Aldebarán estás---
Shion se levantó esta vez, en nombre de su alumno. Su voz era profunda y calma, pero severa.
-El tutor legal del niño al fallecer Mu soy yo, Dohko, fui amigo de su familia y el niño me ha sido encargado a mí. Mucho me temo que el Santuario no tiene el poder para quitarme al chico, así como tampoco tienen ningún tipo de jurisdicción sobre la torre de Jamir, que ha sido nuestro hogar durante siglos.
El chino lo miró, desafiante.
¿Cómo me desacreditas de esta forma, Shion?
"Je creuserai la terre
Jusqu'après ma mort
Pour couvrir ton corps
D'or et de lumière"
(Yo cruzaré la tierra
hasta después de mi muerte
para cubrir tu cuerpo
de oro y de luz)
-Como decía y con la autoridad pertinente, siendo yo el tutor legal del pequeño Kiki, creo conveniente que crezca vinculándose con una figura conocida y en este caso, Aldebarán me parece adecuado. Me encargaré personalmente de visitar al niño periódicamente, considero que utilizar mi residencia en Jamir para ello es lo mejor ya que es lo que el chiquillo reconoce como un hogar. Puedes quedarte allí, de todas formas está deshabitada, a menos, claro que tengas otros planes. Ya luego lo que debas solucionar con el Santuario y la entrega de tu armadura, puedes hablar con Dohko.
El brasileño asintió, aliviado por la intervención del maestro de Mu. El Patriarca observó a Shion, para luego llevar sus ojos al futuro ex santo de Tauro.
-Puedes marchar si eso es lo que deseas. Ahora mismo estoy algo liado como verás, pero... siempre serás bienvenido por aquí. Gracias, Aldebarán. Y... siento mucho...
El moreno volvió a asentir.
-Gracias, Dohko. -hizo un gesto con la cabeza, se sentía libre, liviano, aunque le hubiera gustado hacerlo sosteniendo la mano de su amado. Miró al antiguo carnero antes de marchar -Shion, te esperamos.
-Iré pronto. No necesito decirlo, pero cuídalo... -sonrió él, besando la cabeza del niño. -Adiós, pequeño.
Cuando el brasileño salió, sintió que los ojos del chino le apuñalaban la espalda como cuchillos.
-¿Y eso, a qué ha venido?
-Eso... cariño... -respondió volteando su cuerpo para mirarlo a los ojos. -Es intentar devolverle la humanidad a un sitio que... no la tiene. -Cogió sus manos, aún sabiendo que el interior del Patriarca rugía. -Sé quién eres, Dohko y por eso te amo. Eres un guerrero increíble, un amante apasionado y un compañero fiel... pero déjame, como antiguo Patriarca que ocupó el cargo durante más de un siglo... darte un consejo. Son jóvenes... como algún día lo fuimos tu y yo hace más de doscientos años. Sienten. Están allí, agotados, enterrando a sus amigos, hermanos, amados...
-Darle la espalda a Atena no es una cualidad que considere admirable. -respondió el Patriarca, intentando justificarse.
-¿Y darle la espalda a tus propios valores y creencias sí? ¿Darle la espalda al amor, quizás?
-No me refiero a eso y lo sabes. No quiero discutir contigo, Shion. Llevo días cargándome esta locura al hombro y perder más gente de la que ya he perdido no me divierte.
El antiguo santo de Aries asintió, besando su hombro para zanjar la discusión.
-Deberías descansar -sentenció. -Y yo debería ayudar con lo que necesiten.
Dohko lo miró, nervioso, derrumbándose lentamente. Lo detuvo.
-No puedo hacerlo. No soy bueno para esto. Yo... es que se me da muy mal, de verdad. Atena se equivocó al elegirme a mí, yo... soy incapaz de dirigir este lugar. No sé dar ordenes, solo sé cumplirlas. No quiero ser un Patriarca cruel, no quiero ser injusto.
El joven de ojos serenos sonrió.
-Es una verdadera suerte que vayas a casarte con alguien que tiene siglos de experiencia en el puesto, ¿no lo crees así? Solo deja de fulminarme con esa mirada porque te lo haré pagar luego, cuando te recuperes. -respondió, riendo, antes de besarlo otra vez.
"Je ferai un domaine
Où l'amour sera roi
Où l'amour sera loi
Où tu seras reine"
(Yo crearé un reino
donde el amor será rey
el amor será ley
y tu serás reina)
Fue en una calle vacía que Marin abrazó a Aioria, solo para mirarlo a los ojos y sentirlo cerca. El llanto de la francesa había vuelto a remover todas sus emociones, no pudo evitar pensar en Shaina y en el dolor que le provocaba saber que no escucharía la voz fuerte de la italiana otra vez. Se dejó caer contra su cuerpo y apoyó su frente contra la suya, solo para observar aquel verde profundo, que la hipnotizaba.
-No quiero... perderte. -le dijo, temerosa. -Quiero que me ames, como yo te amo a ti y quiero... que juntos podamos criar a este niño. Quiero que le demos todo el amor que nosotros no tuvimos de nuestros padres.
El león sonrió.
-No tienes que pedirme algo que ya hago desde hace mucho tiempo... Y si me lo preguntas, creo que será niña. Y será hermosa, como su madre.
-Una niña... -sonrió ella. -Suena bien. ¿No te importará ser maquillado una y otra vez?
No, claro que no le importaba. La besó, dulce y divertido, negando con la cabeza.
-Tengo unas pestañas preciosas y sabrá que colores van mejor con mis ojos.
-Aioria... -tenía miedo de pronunciar aquellas palabras porque si el león decía que no, no tendría fuerzas para replicar. Su rostro se ensombreció.
-¿Sí? -preguntó él, algo preocupado.
-No pude salir... de la cabaña... yo... no pude salir porque... me aterraba la idea de... que le suceda algo al bebé. No quiero volver... y... -se detuvo, le costaba encontrar las palabras exactas. -No quiero volver. Tampoco quiero criar sola al bebé... pero si... vuelves... yo no puedo vivir con miedo, no podré vivir si Saga aparece en mi casa con una carta que jamás escribirás porque eres impulsivo y ciertamente no eres tan precavido como Shaka, pero entiendes, ¿No? No quiero... no puedo volver a llorar así. Si Milo no te hubiera salvado... serías tú en esa cama o en una tumba. No puedo, Aioria. Lo siento, pero no puedo.
El león la observó, perplejo.
-No entiendo si estás dejándome o estás pidiéndome que...
"Ne me quitte pas..."
(No me dejes...)
-No quiero volver. No quiero que vuelvas. Si vuelves, entonces sí, creo que estoy dejándote.
-¿Estás dándome a elegir entre mi armadura o mi familia?
La japonesa asintió. Vale, quizás eso no había sonado muy bien, maldijo su lengua.
-Yo... siempre elegiría a mi familia, Marin.
La castaña lo miró, desconfiada.
-Eso... significa...
-Eso significa que tendré que buscarme la vida de alguna otra forma que ya se me ocurrirá. No soy muy bueno en nada y no tengo estudios, pero supongo que podría tener éxito desnudándome por dinero en esas fiestas de solteras -sonrió abrazándola por la cintura. La japonesa golpeó su brazo.
-No puedes desnudarte para nadie más que yo. -le reprochó. Él mordió su nariz y ella protestó.
-No quiero desnudarme para nadie más que tú.
"Je t'inventerai
Des mots insensés
Que tu comprendras"
(Yo te inventaré
palabras sin sentido
que tú comprenderás.)
Marianne:
Si esto llegó a tus manos y estás leyendo esta carta, es porque estás viva y yo, probablemente, no.
Nunca fui bueno expresando mis emociones, porque supongo que nunca las tuve con intensidad ni tuve la necesidad de hacerlo. Ayer, dije que no te quería y que no quería estar contigo, que todo había sido un error... sé que probablemente no era lo que esperabas escuchar, porque me gritaste y desde entonces no me hablas.
(Dijiste algo en francés antes de marcharte, -que no entendí-, y como la fonética es muy diferente, tampoco logré dar con ello en el diccionario)
No logro dormir y sin Milo ni Camus por aquí, tampoco sé muy bien cómo expresarme... así que lo intentaré, a mi forma.
Parece que pronto volveremos a pelear... No sé contra qué o quién, ni si sobreviviré... lo que sí sé es que no quiero morirme sin que sepas algo que solo yo puedo decirte, y lamentablemente, no sé si tendré la oportunidad de decírtelo a la cara (sería lo justo, pero lo justo no siempre es lo que sucede al fin, y trato de planificarlo todo, esto no será la excepción).
Pues bien, lo intentaré:
"Je te parlerai
De ces amants là
Qui ont vu deux fois
Leurs coeurs s'embraser"
(Yo te hablaré
De aquellos amantes
Que han visto dos veces
Sus corazones abrazarse.)
¿Recuerdas aquella tarde cuando me dijiste que necesitaría del francés para poder sentir el amor y pedir que no me dejen? Me gustaría pedírtelo, sí, y mucho me temo que no aprendí el idioma. Ni el francés, ni el emocional... pero me encantaría pedirte que no me dejes. Esa tarde me dí cuenta que estaba enamorado de tí.
(Si estás leyendo esto tampoco tendrá sentido que te lo pida de todas formas.)
Sé que estás molesta (espero no llegues a odiarme) y deseo puedas perdonarme, solo intentaba alejarte de mí para no causarte un dolor innecesario. ¿Por qué? Porque te quiero.
Probablemente yo haya sido una persona más en tu vida, sé que no he sido el único ni seré el último, y así está bien, porque mereces alguien que pueda corresponderte completamente y yo no soy y no he sido capaz. Tú, sin embargo, en estos dos meses que compartimos juntos, me has obsequiado algo que jamás creí que podía ser capaz de sentir. Desde que te conocí, no volví a sentirme solo y hasta aquella noche que (torpemente) me acosté contigo, nunca me habían abrazado.
"Je te raconterai
L'histoire de ce roi
Mort de n'avoir pas
Pu te rencontrer
Ne me quitte pas"
(...Yo te contaré
la historia de aquel rey
que murió
por no poder encontrarte.
No me dejes.)
Un abrazo, quizás, es algo tonto para tí (habrás dado muchos, en tu vida normal) pero yo no había recibido ninguno.
Gracias por haberme querido, y por haberme enseñado que incluso alguien tan tosco e inexperto como yo, podía sentir algo tan bonito por alguien más, algo superior: la necesidad y el deseo de ser abrazado, el deseo de besar, el deseo de ser correspondido.
Hubiera deseado tener más tiempo, para volver a escuchar tu corazón en uno de aquellos abrazos. (También me gustaba que besaras mis ojos, porque hasta que llegaste, solo los utilicé para lastimar, pero tú me enseñaste que eran el espejo del alma y yo quería que veas la mía).
Me despediré diciendo que aunque no logré aprender francés, conozco palabras en mi idioma que por lo que sé, no tienen traducción y hasta hoy, no las comprendí.
"Viraag" es una palabra que utilizamos para describir el dolor y la angustia que sentimos cuando nos separamos (forzosamente) de alguien.
"Onsra" es aquel sentimiento agridulce de amar a alguien por última vez, ¿Sabes? eso que sientes cuando sabes que un amor no durará.
Ahora mismo me siento así...
-Ah, antes de terminar. Por algún motivo que desconozco, a todos les gustaba que escribiera su nombre en hindi, desde que llegué al Santuario, veinte años atrás. No haré la excepción contigo, así que lo dejaré en una pequeña hoja antes de cerrar el sobre. Tienes un nombre precioso, Marianne.-
Ojalá tener más tiempo, ojalá haberte conocido antes o en otras circunstancias. Me hubiera gustado aprenderlo todo contigo.
Te quiero y agradezco que me hayas querido,
Shaka.
PD: Te mentí cuando asentí. No sabía quien era David Bowie, pero le pregunté a Camus. Me temo que probablemente moriré sin escucharlo, pero estoy seguro que si a ti te gusta, a mi también me gustaría, porque me gusta todo lo que te hace feliz a tí.
"On a vu souvent
Rejaillir le feu
De un ancien volcan
Qu'on croyait trop vieux"
(Hemos visto a menudo
Como brota el fuego
De un antiguo volcán
Que creíamos muy viejo)
Aquello de monitorear el dolor de los pacientes no le gustaba, a pesar de llevar varios años trabajando en el hospital, Lía no había logrado que dejara de afectarle ver sufrir a los pacientes, por eso prefería a los bellos durmientes, porque no sentían dolor o al menos, no podían manifestarlo... hasta que despertaban, claro.
Sus compañeros lograban disociarse más fácilmente, pero ella no lo hacía tan bien. Volvió a escribir sus signos vitales. Frecuencia cardíaca, va. Frecuencia respiratoria, va.
Aunque la sedación tardaría varias horas en abandonar aquel cuerpo, el joven no había cerrado sus ojos más que para parpadear. Le costaba trabajar con aquella mirada fija en ella, que la perseguía mientras verificaba que todo funcione correctamente. Oxígeno en sangre, va.
Observó la planilla. Milo Tzakiris. 26 años. El chico del novio francés que tenía a toda la planta de enfermería enloquecida.
-Voy a cambiarte la vía, Milo -dijo ella, amable, trabajando en sus brazos.
El griego pestañeó, a modo de afirmación. Había pasado de ser el joven verborrágico del Santuario al que todos querían callar, a comunicarse con sus párpados.
Qué bien, pensó. ¿Dónde está Camus? ¿Por qué no ha venido y qué le sucedió a su hermana?
-Hemos retirado la medicación sedativa, comenzarás a despertarte en algunas horas y te quitaremos ese tubo molesto si sigues respirando bien, ¿si?
Dioses, sí, por favor, quiso contestar. Parpadeó, era otro sí. El tubo lo enloquecía.
-¿Puedes entender lo que digo?
Pestañeo. Sí.
-¿Me avisarás cuando sientas dolor?
Pestañeo. Sí.
-¿Sientes dolor ahora?
Apagó sus ojos. No.
Un escalofrío recorrió la columna vertebral de la enfermera.
Esa mirada le recordaban a alguien, sí.
¿A quién?
Il est paraît-il
Des terres brûlées
Donnant plus de blé
Qu'un meilleur avril
(Hay, al parecer,
tierras quemadas,
dando más trigo
que el mejor abril.)
Shura estaba exhausto, el hombro le ardía como si recibiera un mar de olas de fuego que se acercaban y se alejaban. Se había desplomado en el suelo para cuando Aioros lo encontró. El centauro, preocupado, se arrodilló junto a él, con el corazón acelerado, creyó que estaba muerto hasta que vio su pecho subir y bajar.
-¿Estás bien?
El español negó sin abrir sus ojos.
-No. Estoy a diez galaxias de estar bien. ¿Y tu?
-A nueve. -dijo, recostándose a su lado. -Gracias por cuidarme el culo hoy, no lo hubiera logrado sin tí.
El joven de cabellos oscuros sonrió.
-Tendría que convertirme en tu guardaespaldas personal para... perdonarme algún día lo que te hice, Aioros.
-¿Perdonarte qué, exactamente? Solo cumplías órdenes. Todos hubieran hecho lo mismo en tu lugar, Shura. Yo mismo.
El español exhaló, extenuado.
-¿Tu hermano está bien?
Sagitario asintió.
-El cachorro está bien. Tendrá un hijo, ¿sabes? Seré tío.
El santo de Capricornio estalló en una carcajada histérica producto de su cansancio y sus nervios.
-¿Hijos? ¿El león? ¿Pero en qué momento ha crecido?
-Hablas como un viejo ermitaño que vive en una cueva donde no alumbra el sol, Shura.
El español giró su cabeza, para mirarlo, sonreía levemente, como resaca de aquella carcajada.
-Soy un viejo ermitaño que vive en una cueva donde no alumbra el sol, Aioros.
Et quand vient le soir
Pour qu'un ciel flamboie
Le rouge et le noir
Ne s'épousent-ils pas
(Y cuando llega la tarde,
para que un cielo arda,
el rojo y el negro,
¿Acaso no se unen?)
Fue Atena la que habló.
Informó el ataque a su Santuario, la forma en la que fueron emboscados y la crueldad de todo aquello, pero específicamente, hizo énfasis en el caos que habían provocado allí y previamente en diversas ciudades. El equilibrio había desaparecido y ella no había podido evitarlo. Pagaría el precio que fuera necesario para restituir el orden sí, pero no lo haría sola. No podía, ya no. No con su ejército diezmado contra aquella alianza infranqueable.
Con la silla del rey del Inframundo vacía y sin quien los guíe, las criaturas y deidades que antes se limitaban a cumplir sus roles, habían salido a generar un caos que excedía las leyes divinas.
Su padre, a quien no debían despertar, ya estaba despierto...
...Y enojado.
"Ne me quitte pas
Je ne vais plus pleurer
Je ne vais plus parler
Je me cacherai là...
À te regarder
Danser et sourire"
(No me dejes,
Ya no lloraré más,
Ya no hablaré más
Me esconderé ahí
para mirarte
bailar y sonreír...)
Marianne leyó la carta escondida en el suelo del baño, no quería seguir llorando frente a todos.
Le había dicho a su hermano que estaría bien, que se quedaría allí con el león y la japonesa -quienes habían vuelto de su paseo romántico para poder dormir un poco- y que volviera al hospital, a ver a Milo.
"Camus, la persona que amas puede escucharte. Ve y coge su mano, tú que puedes hacerlo." Le había dicho ella, con tristeza. Marianne, sin embargo, ya no tenía una mano que coger, ni vería aquellos ojos del color del cielo otra vez, ni su alma a través de ellos.
Su hermano volvió a abrazarla, antes de salir.
"Et à t'écouter
Chanter et puis rire
Laisse-moi devenir
L'ombre de ton ombre
L'ombre de ta main
L'ombre de ton chien
Ne me quitte pas"
(Para escucharte
cantar y después reír
Déjame transformarme
en la sombra de tu sombra
en la sombra de tu mano
en la sombra de tu perro.
No me dejes.)
El aguador se acercó a la habitación, despacio, sin percibir siquiera las miradas de las enfermeras que le veían pasar hipnotizadas.
Ve y coge su mano, tú que puedes hacerlo.
Lo haría. Por su hermana, por Shaka, por él mismo.
Tú no eres un soldado.
Las palabras de la pequeña pulmones estereofónicos, cubierta de lágrimas, resonaban en su cabeza.
Tu eres una persona increíble que merece ser amada.
Eso no lo creía, pero...
Tu mereces otra vida pero aún no lo sabes porque no te has permitido conocerla.
Después del eterno pasillo finalmente llegó a la cama. Aquellos ojos, esta vez enormes, azules y abiertos lo esperaban con ansias. Eso lo sorprendió... no recordaba cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había visto al escorpión a los ojos. (La última vez, no terminaban de abrirse, pero allí estaba su mirada, la viva.)
-Milo... -dijo, sin poder contener una sonrisa que rápidamente se opacó, porque sus pupilas se empañaron, inundándose rápidamente. Estaba completamente abrumado emocionalmente. -Estás...
Despierto, sí.
El griego pestañeó. Sí.
Esta vez, aquellos zafiros se clavaron en él fijamente. Las cejas del escorpión se arquearon levemente en un gesto de tristeza al descubrir el brillo de la angustia en la mirada del francés.
Aquí estoy, Camus.
-Yo... te extraño... mucho, Milo. -dijo finalmente.
El escorpión parpadeó, para luego cerrar sus ojos. Cuando los abrió, una lágrima rodó por su mejilla, lenta. El francés la barrió, con su dedo pulgar.
La voz de su hermana volvió a resonar en su memoria.
Tu eres una persona increíble que merece ser amada
-No llores -le rogó el aguador, intentando sonreír para él.
No llores tú entonces, quiso responder pero la intubación endotraqueal se lo impidió. La sensación era increíblemente molesta y los dolores comenzaban a aparecer, en todo el cuerpo... pero al menos, podía cargarse las barreras nerviosas adormecidas por la medicación y estiró su mano, con un esfuerzo abrumador.
El galo sonrió, cogiéndola.
Ve y coge su mano, tú que puedes hacerlo.
-No me dejes, Milo.
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