13. El templo del león
Camus le acompañó toda la noche para luego finalizarla en la cama del octavo templo de madrugada. Durmió algunas horas después de un round de pasión con su amigo/colega/amante, pero no volvieron a tocar el tema emocional. Decirle que no al griego era una tarea titánica y siempre terminaba acostándose con él.
Para cuando el escorpión despertó, el francés ya se había marchado.
<<Menudo cobarde.>> pensó amargado para sí mismo. Se levantó de la cama y caminó pesadamente hacia el baño, dispuesto a darse una ducha fría que le despertara un poco los sentidos, preguntándose si su amigo "Barbie Ni Idea" había logrado su cometido. Le visitaría luego en su templo, que quedaba de paso a la quinta casa. Le apetecía ver a Aioria y beberse unas cervezas en su día libre.
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En el quinto templo, mientras tanto, la mañana aún no había logrado convencer a su propietario y su visita amorosa de despertar. Aioria dormía estirado completamente, enredado como si hubiese tenido una pelea a muerte con sus sábanas y aquellas hubiesen sido las vencedoras. Uno de sus brazos caía pesado sobre su cabeza y el otro se mantenía en un semi-abrazo aferrado al cuerpo que dormía a su lado. A diferencia del griego, la castaña dormía diminuta y desnuda en posición fetal, acurrucada en su pecho.
Aunque los rayos de sol que se filtraban no habían logrado despertar al gran gato dorado, los ruidos que provenían de su cocina sí lo hicieron. Como caballero, su oído era extremadamente sensible y su estado de alerta se activaba rápidamente.
Se levantó, aún desnudo, tan rápido como pudo, con los nervios crispados y se escabulló en la cocina para encontrar a su amigo bebiendo café y engullendo algo.
El escorpión le miró de arriba a abajo. Bueno, ver a su colega desnudo sí le alegraba la mañana. Le sonrió.
-Vaya, buenos días para tí, león. -bromeó Milo levantando su taza de café a modo de brindis. -No sabía que te gustaba sorprender a tus invitados vistiendo esas ropas tan naturales e inexistentes, pero me alegra.
El joven león suspiró, relajándose.
-Creí que había alguien en mi cocina, idiota.
-Hay alguien en tu cocina, idiota. -aseveró Milo. -Buenas vistas por cierto. Me esperabas? -bromeó riendo-
Aioria sacudió la cabeza con algo de fastidio, haciéndole callar. -Que Marin está aqui -dijo por lo bajo. -Que ganas de tocarme los cojones por la mañana, macho.
-Pues ganas siempre, pero tu novia se ofendería. Anda y ponte algo de ropa, así no tendré que explicarle por qué te miro la entrepierna lujuriosamente. -rió volviendo a su café con naturalidad.
El león, adormilado volvió a suspirar antes de dejar la cocina.
<<Vaya culo de acero tiene el cabronazo.>> sonrió para sus adentros viéndole marchar.
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-¿Que Camus se fue sin despedirse capítulo diecisiete mil? -comentó el león con cierta exasperación mientras se servía café escuchando el relato de su amigo. -Que sorpresa más grande.
-No tienes derecho a burlarte, de hecho estás algo involucrado en el relato.
-¿Involucrado yo? -preguntó incrédulo el castaño. -¿Cómo se supone que estoy involucrado?
El escorpión se aseguró de hablar tan bajo como pudo, después de todo, no quería cagarle a su amigo su incipiente relación con la japonesa.
-Quizás estaba intentando exasperar a Shaka con obscenidades y mencioné que estabas buenísimo y eras increíble porque contigo todo era más fácil... -cuando vió que su amigo sonreía lo detuvo rapidamente levantando un dedo y haciendo un ligero chasquido con su lengua. -Ni se te ocurra hacer ese gesto de vanidad horrendo que te sienta fatal, leon, estaba intentando molestar a Shaka.
Aioria rió. No necesitaba que Milo le explicara la situación, le conocía mejor que nadie.
-Ya... así que... imagino que Camus lo escuchó, porque dudo que Shaka haya corrido al onceavo templo a contarle.
-Exactamente. Escuchó todo, como si yo estuviera haciendo ahí la actuación de mi vida con todo el énfasis y la pasión que me caracteriza. Creí que me odiaba, pero luego no, y creí que me amaba, pero luego no, porque le dije que le quería y me dijo que no lo mencione y que solo eramos amigos... pero luego ayer noche nos acostamos.
-Esta faceta tuya novela rollo drama adolescente me flipa.
-Estoy abriendo mi puto corazón, cabrón, ¿puedes ser menos imbécil con tu amigo?
El santo dorado de Leo rió, con ganas. Milo era un tío simple, pero Camus le retorcía a niveles que ni él mismo era capaz de ver. Si Milo era un escorpión, Camus era una viuda negra, y nunca sabía cómo, pero siempre caía en su tela.
-Es que no me creo que tú, justamente tú, regatees amor como un niñato adolescente a un tipo que no te dá lo que quieres pero tampoco quiere que lo consigas por ahí. Si lo piensas es un poco retorcido. Y tu un poco idiota.
-Voy a pensar que hablar con Barbie Nueva Delhi es mejor que hablar contigo, joputa. -replicó con un falso gesto de molestia.
Sabía que el león tenía razón y no tenía problema en decirle 4 cosas si creía que debía abrir los ojos. Le gustaba la franqueza del gato, pero a veces necesitaba escuchar lo que él quería escuchar.
-Pues si así lo crees, ¿por qué no vas a molestarle a él y a beber su café? Siendo las diez de la mañana Shaka debe llevar por lo menos 4 horas despierto. -rió socarronamente.
-Nah, que el tío bebe mierdas por la mañana... y no quiero molestarlo, que ayer el tío ha follado y todo.
Aioria abrió sus enormes ojos para mirar fijamente a su amigo. Si había cotilleo con su vecino, él quería saber.
-Espera, ¿qué has dicho?
-Que Shaka ha follado ayer noche. O al menos, eso creo. Con la hermana de Camus.
-¿Que Shaka qué? -preguntó una adormilada Marin entrando a la cocina en busca de su café. Por suerte o por desgracia, no estaba desnuda. Tenía un cuerpo fenomenal.
-Joder ahora lo sabrá todo el Santuario. -suspiró Milo.
La castaña dejó escapar una risa dulce, su voz era tan suave que dudarías que podía abrirte la cabeza al medio en una fracción de segundo. Se acomodó en la mesa, también le interesaba el asunto.
Milo respiró profundamente y largó la historia sin guardarse nada. Contó el episodio celestina, sus indicaciones, el cambio de vestuario del rubio y mientras el león y su novia escuchaban, repitieron otra taza de café.
Cuando llegaron al momento de los consejos, ambos comenzaron un debate sobre lo que el rubio debería o no hacer para ligar y estaban dispuestos a dirigirse al templo de la doncella con todo su conocimiento al hombro cuando la japonesa carcajeó tan estrepitosamente que ambos se voltearon a verle.
-¿Qué es tan gracioso? -preguntó finalmente Milo confundido.
-Que sois unos idiotas falocéntricos. Si la chica se acostó con Shaka, probablemente fue porque no es un completo imbécil como la mayoría de vosotros. Dejad de hablar de ella como si fuera un objeto inanimado, es una mujer, ella decide con quien acostarse, y probablemente el tipo le guste. Que sois bastante cavernícolas.
Aioria también la miró confundido. -¿Eso me incluye?
-Solo a veces -rió ella guiñándole un ojo cómplice.
-Si Shaka ligó ayer noche fue gracias a mí, ¿crees que no tengo experiencia en llevar a quien yo quiero a la cama? -preguntó algo ofendido, intentando buscarle el punto flaco. Marin sabía perfectamente que Aioria se había acostado con él repetidas veces durante años. El león se tensó un poco, no le gustaba el rumbo de la conversación, pero la japonesa no era ninguna niña y redobló la apuesta.
-Claro que sabes llevártelos a la cama, pero no sabes retenerlos -replicó con una sonrisa.
Menudo guantazo invisible le había metido el águila con una frase sencilla. Aunque no le había golpeado literalmente, podía sentir el ardor del porrazo imaginario. Tenía razón. Era el rey de la cama, pero luego nadie se quedaba... incluyéndolo a Camus, quien pasaba de él. Ella, sin embargo, con su risa estridente, había amanecido junto al león, uno de sus amantes preferenciales y le tenía totalmente enamorado. Vale, punto pa ti, maja.
Aioria no pudo evitar sonreír. A veces Milo necesitaba una dosis de realidad y era justo lo que le había brindado la joven en una oración. Chapeau.
-Lo que digas, chica, pero ayer el rubio virgo más aburrido del santuario se lo montó con una chica y no ha sido gracias a ti. Fueron mis maravillosos consejos los que guiaron esa entrepierna virgen a una vida mágica llena de sexualidad y emoción. -replicó infantil.
-Vale, muy bien, ¿y ahora qué sigue? ¿La encadena a la cama y le lleva comida dos veces al día o le pone un collar y la lleva de paseo por su jardín? Pobrecillo si tiene que seguir tus consejos, de verdad.
-Pues no sé que le habrás hecho a Aioria para que esté to tonto por tí. -dijo, al fin. Aquello parecía una estúpida guerra infantil, no estaba celoso de Marin, pero sí le tocaba la moral el comentario... porque tenía razón y eso le jodía profundamente.
-Un mago nunca revela sus trucos, cielo, pero ya te digo yo que lo que quieres decirle a Shaka no es.
-¿Más café? -preguntó el león un poco incómodo. Quería una excusa para dejar de ser parte tácita de esa discusión pasivo-agresiva.
-No, ya estoy hasta los cojones de café, iré a hablar con Shaka. Quiero saber como terminó todo.
Aioria rió: -No voy a perderme eso, voy contigo. También quiero saber.
La castaña dejó su taza, uniéndose al grupo. -No, no voy a dejaros solos con ese pobre tío. Yo también voy.
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