8.- Desde las sombras
Durante la noche de "La gran masacre", Annevona asesinó a los grandes magos y hechiceros del mundo antiguo. Ellos, pilares de la sociedad de Ursova y protectores del mundo, perecieron sin que nadie pueda hacer nada para ayudarles. Annevona se bañó con la sangre de los hechiceros, bailó entre sus entrañas y rió maravillada con su obra.
Pero aún no había terminado. Consciente de que la sangre de los grandes magos aún podía servir, mandó a sus siervas a recolectarla y verterla en vasos ceremoniales. Buscó entonces a los discípulos de los magos muertos. Ellos se habían escondido, al ser arrebatada la magia para todos los hombres, los discípulos se encontraban indefensos. Annevona encontró a un reducido grupo de ellos y los capturó, los encerró y decidió vengarse.
A lo largo de su vida los aprendices de mago la habían despreciado, insultado y esclavizado. Así que ella los tendría a su servicio eternamente. Les obligó a beber la sangre de sus maestros, ellos lloraban con desesperación y asco mientras Annevona los obligaba a tomar la sangre de las personas que tanto apreciaron. Fue entonces que ejecutó el hechizo de lo que hoy llamamos "vampirismo".
Con sangre los alimentó, y de sangre vivirían para siempre. Usó magia de sombras, les dio la capacidad de vivir largos años mientras su alimento fuera aquel sagrado líquido interno, que se alimenten de la vida humana. Fueron trece los primeros vampiros convertidos del mundo, quienes fueron luego conocidos como "Los trece monstruos". Annevona los hizo resistentes a la luz de las Asarlaí, también a la luz solar. Eran fuertes, extremadamente rápidos y salvajes, pero conservaron su astucia e inteligencia, haciendo de ellos las criaturas más letales sobre el continente.
Por órdenes de su creadora, se encargaron de esparcir el mal del vampirismo. Destrozaban, mataban, arrasaban aldeas enteras para sumar hombres y mujeres a sus hordas de ataque. "Los trece monstruos" fueron los primeros vampiros de "clase A", y el líder de ellos fue el legendario Mstislav, el más fuerte de todos. Se cuenta que Mstislav murió cuando varias brujas Asarlaí lo quemaron con enerkinesis, pero no puedo asegurarlo en realidad. Él tendría ahora más de dos mil años. Sus "hijos", hombres que él seleccionaba con cuidado y convertía para que le sirvan, son actualmente los vampiros más antiguos y letales de nuestro mundo. Los doce monstruos restantes fueron derrotados. Eso es al menos lo que yo he oído...
"El origen del vampirismo" – Capítulo 8: Las bestias de nuestro mundo
Memorias de Xanardul – Amphelise de Thacir
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No tenía muchas opciones, estaba arruinada. El cazador al frente suyo intentó razonar con ella, la ayudó a ponerse de pie, pero Aurea apenas quería moverse. Estaba perdida por donde se mire, y quizá lo único que podía hacer era intentar salvar su situación con la escuela. Que si, estaba a borde del ataque de pánico que la tenía paralizada, pero en medio de la desesperación optó por lo que sabía hacer mejor. Un ataque de drama.
—¡Ahhhhhhh! ¡Auxilio por favor! ¡No quiero estar aquí! —gritó en el mejor tono de histeria posible. No sabía a qué iba a llegar con eso, pero sería mejor improvisar y acomodarse a lo que viniera.
—Mujer cálmate, el vampiro ya se fue, están las patrullas buscándolo y no llegará lejos. Ahora puedes ir a la escuela —le dijo Matt en el tono más sereno posible. Pero el ataque de drama llegó acompañado con lágrimas, que por cierto no eran fingidas por el pánico de que se le cague la vida, y la verdad que el cazador no se veía muy conmovido ni nada.
—¡No! —gritó aún más histérica y se arrojó sobre él. Lo rodeó de la cintura con los brazos y pegó su cabeza a su pecho. Al principio Matt no intentó apartarla, pero Aurea supuso que después de unos minutos ya lo estaba aburriendo, además que para ese punto ya todo era muy fingido. El ataque de drama iba bien, y ella ya tenía la idea para salvarse de eso.
—Bruja, en serio ya todo está bien. Estás cerca a la escuela, puedes irte.
—¡No puedo ir sola! ¡Me atrapará otra vez! Le gustó mi sangre.
—A todos los vampiros les gusta la sangre, no te creas especial.
—¡No puedo ir sola! ¡Llévame por favor! ¡Llévame! —lloriqueó otra vez.
—Tengo que encargarme de una patrulla, hay un clase B suelto. En serio quisiera ayudarte, pero no puedo hacer más por ti. Tienes que irte.
—No quiero —lo abrazó aún más fuerte. El chico soltó un suspiro exasperado, Aurea sonrió sin que él pudiera verla. Desesperar a la gente y salirse con la suya era su especialidad. No lo soltó, aunque él le dio un empujó para que se mueva. Se notaba que estaba ocupado y quería deshacerse de ella, pero ni loca soltaba al único humano que vio su enerkinesis.
—No tienes intención de soltarme, ¿verdad? —dijo con molestia.
—¿Me llevas a la escuela, por favor? —preguntó suplicante. Lo miró con los ojos llenos de lágrimas falsas, y esperó que de verdad siquiera algo le moviera y se apiade de su alma.
—Bien, vamos. Esas es mi... moto.— La última palabra le dijo después, porque apenas dijo "Vamos", Aurea la soltó y corrió hacia la moto para sentarse ahí.
—Ahora ya nos podemos ir —le dijo ella. Matt la miró con molestia, sin decir nada llegó a la moto y se acomodó delante de ella. Como para que no la arroje por el camino, Aurea volvió a rodearlo con sus brazos y apoyó la cabeza en su espalda—. Muchas gracias, eres un amor.— Matt no respondió, encendió la moto y arrancó.
—Esto no es ningún arranque de amabilidad, bruja. ¿Cómo te llamas, para empezar?
—Aurea.
—Bueno, Aurea, las cosas no son tan simples. Tengo que reportar el incidente, has hecho algo que no entendí usando magia, y las cosas no pueden cerrarse tan fácil. Magia blanca o algo parecido, ¿la usaste como defensa?
—No, Matt. Escucha, es una historia muy larga y dramática, pero en serio no puedes decirle a nadie lo que viste. Mi vida depende de eso, si alguien se entera estoy frita.
—Ehhh... me parece que eso no se va a poder. Tengo que reportarlo.
—Por favor...
—No.
—Yo.. yo... ¡Si no aceptas me tiro de la moto! —dijo pues fue lo primero que se le ocurrió. Maldita sea, el cazador abriría la boca y ahí si se jodía.
—Tus amenazas no me convencen.
—¡Por favor, Matt! Es en serio.— Ya podía ver la escuela, llegarían en un minuto y aún tenía el riesgo de ser delatada—. Por favor, ¿quieres que te ruegue? Es eso, haré cualquier cosa que me pidas, de verdad. Lo juro.
—¿Cualquier cosa? Como si yo quisiera algo de una bruja —dijo con desdén.
—Curaciones, magia de sanación...
—Naa, tenemos doctores en la academia.
—¿Adivinación? Puedo ser tu guía y aconsejarte para que sepas cuidar cada uno de tus pasos.
—Basura de bruja supersticiosa.
—¿Objetos hechizados?
—Confío más en estas —dijo llevándose una mano al cinturón donde tenía las pistolas.
—¡Oh, por Luz eterna! Algo debes desear más que nada en la vida. ¿Qué tal una pócima de amor?
—¿Qué has dicho?— Justo en ese momento detuvo la moto. Estaban ya frente a la escuela, Matt se estacionó y Aurea bajó. Creía ya haber llamado su atención.
—Pócima de amor, ¿te interesa?
—Esa basura no sirve para nada, es mierda que ustedes se han inventado para sacar dinero a los humanos.
—Oh claro, y por eso su compra y venta está regulada desde hace treinta años en Etrica. Funciona, Matt. Puedo asegurártelo, y la pócima que yo preparo se cotiza en más de ochocientos soles de oro en el mercado negro.
—¿Es en serio? ¿Cómo pueden pagar tanto por eso? —preguntó incrédulo.
—Porque funciona, y no es broma. Por favor Matt, guárdame el secreto y te daré la pócima a costo cero. ¿Qué dices? Y si eso no te convence también puedo hacer otro tipo de trabajos mágicos.
—Supongamos que hay un mundo donde creo que la basura de bruja funciona de verdad, ¿cómo puedo confiar en tu palabra?
—Por favor —rogó una vez más—, lo que hice fue un tipo de magia secreta de mi aquelarre, lo hice por desesperación y para salvar mi vida. Nadie fuera del aquelarre debe saberlo, y si la directora de la escuela se entera de eso las cosas se pondrán feas para mí. Peor, si la gente común se entera me pondrá en grave riesgo, pueden asesinarme. ¿Entiendes ahora? ¿Quieres cargar con mi muerte en tu conciencia?— Matt la miró en silencio unos segundos, luego soltó un suspiro. Aurea contuvo la sonrisa, lo había convencido.
—Bien, te ayudaré esta vez. Pero tú me entregarás esa cosa.
—La pócima de amor.
—Eso... —Parecía incómodo con solo mencionarlo. Bien, no importaba, ya había aceptado encubrirla.
—Estoy en la clase de defensa personal de la academia, búscame a la salida pasado mañana.
—Está bien, ¿ya me puedo ir?
—Bueno, aprovechando que estás aquí necesito que le expliques a la directora que me rescataste de un vampiro, y ya luego me curaré esto —dijo en referencia a la herida en la cabeza. Apenas se la había cubierto con un paño, pero aparentemente dejó de sangrar.
—¿Es necesario que haga eso? En verdad tengo una urgencia que atender.
—Si no me justifico por llegar fuera de hora a la escuela y además hacer magia me expulsan, no puedo permitir eso.— Iba a seguir explicándole que su estancia en la escuela dependía de que él le hiciera todos los favores, pero en ese momento la puerta principal se abrió. Para su sorpresa la misma directora estaba ahí parada, la acompañaban dos de sus asistentes.
—Pasa —le dijo seria. Lo sabía, Constance la esperaba lista para expulsarla.
—Le juro que puedo explicar esto, no ha sido mi intención.
—Dije que pasaras.
—¡Por favor no es lo que usted piensa! Sé que falté a la regla que me puso, pero...
—Pero nada, no hay excusa que valga. Irás a la dirección, te quitaré la matrícula, y por piedad dejaré que pases la noche aquí. Mañana te largas de mi escuela.
—¡Directora, por favor escúcheme! No es lo que cree, eso fue una medida desesperada...
—Para salvar su vida.— De pronto Matt intervino. Ella lo miró de lado, sus miradas se cruzaron apenas unos segundos, pero Aurea esperó que haya captado su desesperación. Matt sacó de su bolsillo su identificación como cazador y se la mostró a la directora—. Matt Williams, jefe del escuadrón A del centro de Etrica. Llegué justo a tiempo para salvar a su alumna del ataque de un vampiro de clase B. Segundos antes practicó magia para defenderse, eso me dio tiempo para salvarle la vida. El riesgo que enfrentó fue muy grande, el hechizo que realizó marcó la diferencia.— Aurea se aguantó las ganas de gritar de emoción y de saltar sobre Matt para abrazarlo por lo que acababa de hacer. Le salvó la vida.
—Ya veo... —dijo Constance de mala gana—. ¿Qué hechizo practicaste? —le preguntó a ella.
—Algo simple, solo lo expulsé a un lado. Ya se me iba de nuevo encima, logró golpearme —dijo señalando la herida que tenía en la cabeza—. Pero llegó Matt y me salvó, me trajo aquí porque estoy adolorida con ese enfrentamiento. No quise hacerme ningún hechizo de curación hasta llegar a la escuela.
—Así que fue eso.— Constance estaba molesta como era obvio. Esa fue su gran oportunidad de echarla de la escuela como quería, pero el cazador la estaba justificando—. Aunque aún no tengo un reporte al respecto.
—Lo traeré mañana en el trascurso del día, tengo que presentar informe del incidente en la academia —le dijo Matt muy tranquilo, como si fuera algo de rutina—. En realidad recomiendo que entre a la escuela para curarse como dijo, y que tenga reposo, el ataque la dejó muy conmocionada.
—Ya lo creo.— Obviamente no. La miró de lado, esa mentalista lo sabía todo, y quizá podría leerle en ese momento los recuerdos a Matt. Pero gracias a una de las clausulas del pacto entre brujas y cazadores, ellas no podían leer la mente de estos sin previa autorización. Si lo hacían podían ser amonestadas, así que la directora no podía ejecutar el hechizo para entrar a todos los rincones de su mente y confirmar su versión. Por eso mismo tenía que hacer que Matt se largue ya, Constance era capaz de leer la mente de Matt en contra de su voluntad con tal de expulsarla.
—Muchas gracias, Matt. En serio, te debo la vida —dijo agradecida—. Ahora espero que captures a ese clase B, hazlo por todos.
—A eso voy, mi escuadrón mi espera. Cuídate, Aurea. Hasta luego, directora — se subió a la moto y sin decir nada más la encendió para irse de una vez. Cuando ya estuvo lejos, Aurea soltó un suspiro aliviada. Estaba a salvo y lo peor ya había pasado.
—Entra, Cardini. Cúrate y no salgas de tu habitación. Mañana cuando vea ese reporte de los cazadores conversaremos.
—Está bien, directora. Buenas noches.
Ya no le quedaban ganas de discutir, hablaría con ella al día siguiente. En ese momento lo único que quería era llegar a su habitación, aplicar un hechizo de sanación, tomar un baño y dormir. Pasada la adrenalina del ataque de ese vampiro llamado Kazimir, y de convencer a Matt que no la delate, volvió a sentir como le dolía cada parte de su cuerpo, en especial las extremidades y ahora la cabeza por el golpe. Cuando llegó a su habitación encontró a Sybil estudiando, la chica la miró de pies a cabeza, hasta parecía preocupada.
—¿Estás bien? ¿Qué te pasó?
—Historia larga. Pero Clemence me metió a un curso de luchas o algo así en la academia de cazadores, me dejaron molida.
—Ajá... pero eso no explica la herida de la cabeza y la cara de trauma que tienes.
—Me atacó un vampiro y por poco me mata.
—¡Qué! —gritó alarmada—. ¿Y cómo te salvaste?
—Llegó una patrulla de cazadores a tiempo.
—Ufff... qué suerte has tenido, con eso de que no puedes hacer magia fuera de la escuela se te complica todo. Lo bueno es que ahora que vas a la academia andarás rodeada de cazadores.
—Si te digo la verdad, no me hace mucha gracia.
—¿Y cómo es? Quiero decir, ¿cómo es la academia de cazadores?— Aurea suspiró. Se sentó al borde de la cama y se quitó la ropa sucia. Empezaría pronto con la magia de sanación. Había sido un día largo y terrible, pero tenía algo que decir sobre la academia.
—Pues verás, siempre sentí mucha curiosidad sobre la academia, y déjame decirte que es exactamente como la imaginaba. Horrible en todos los sentidos.— Sybil sonrió, Aurea correspondió la sonrisa. Cerró los ojos y se concentró en la magia de sanación, quería curarse de una vez.
"Séia tá does Dhan"
Abrió los ojos, no completó el hechizo del todo. Otra vez aquella voz susurraba en su oído. Aunque no era exactamente así, solo estaba ahí, en su mente. Y regresaba de pronto para no dejar que lo olvide.
"Séia tá does Dhan"
* * * * * * * * * * * * * * * * * * *
—Hay una Asarlaí en la ciudad.
Las reacciones de los presentes fueron inmediatas. Sorpresa e incredulidad, pero más de lo primero. Velimir bebía de su copa de sangre cuando Kazimir soltó esa noticia y terminó escupiendo el contenido directo a la alfombra, podría apostar que casi se atora. Por su lado, él soltó la muñeca de la humana que tenía al lado. Tenía clavados los colmillos en ella cuando Kazimir habló, así que al escuchar la novedad mordió más duro sin querer. La chica soltó un quejido y Ethelbert la dejó. Sus colmillos se encogieron y su rostro volvió a adoptar forma humana. Su alimento de esa mañana seguía con vida, aún tenía mucha sangre por beber. Él apenas estaba tomando "el desayuno" y le salen con eso. Vaya manera de empezar el día.
—Las Asarlaí se extinguieron en el continente hace años —le dijo Velimir. Su hermano se limpió la sangre de los labios con un fino pañuelo blanco. En cambio Ethelbert solo hizo una seña para que saquen de su vista al desayuno, ya se le había ido el apetito. Lo que tenía de pronto era curiosidad.
—Bueno, en teoría se extinguieron —decía Kazimir en tono divertido—. En el norte aparece una de cuando en cuando, aunque no se sabe si es verdad o truco, pero tampoco hay tiempo para comprobarlo pues las desaparecen de inmediato y...
—No digas cosas que ya sabemos —le interrumpió él—. Lo que quiero saber es cómo estás tan seguro de que te cruzaste a una Asarlaí.
—Si, papi, lo siento. Siempre rápido y eficiente —le dijo Kazimir con una sonrisa. Ethel frunció el ceño, ese vampiro sabía bien que odiaba que lo llamara "papi", pero ese momento no tenía tiempo para corregirlo, quería información ya—. Verás pa', estaba andando por las calles ayer por la noche, cuando rubia linda y salvaje aparece. Como yo sé que a mi papi le encanta comer rubias en la cena pensé, "Oh, seré un hijo considerado y agradecido si le llevo a esta rubia a mi papi, hora de cazar..."
—Creí que habías dejado de cazar —interrumpió Velimir—, que nos estabas haciendo caso y habías decidido encargar a tus esbirros de clase C que te traigan las presas. Esos malditos cazadores andan buscando a nuestros clase B y tú eres uno de ellos, ¿qué parte de eso no entendiste? Creí que tenías hijos más listos, hermano —le dijo en tono de reproche.
—Eso mismo quisiera saber yo, ¿por qué me has desobedecido, Kazimir? Te he dicho que por ahora no te expongas.
—Pero pa', comer sin cazar es tan aburrido. A nuestra señora Annevona, que Oscuridad perpetua la guarde en sus sombras, se le caería la cara de la vergüenza. Además no puedes culparme de querer traer una bonita presa para disfrute de mi padre querido.— Ethelbert suspiró con molestia, a su lado Velimir lo miraba como esperando que corrija a Kazimir, que siquiera amenace con arrancarle el corazón o cualquier cosa. ¿Pero qué podía decir? Como padre amaba a todos sus hijos por igual, por eso todos tenían posiciones de poder en distintas partes del país y tenían cientos de vampiros de clase C a su servicio, pero Kazimir estaba a su lado en la ciudad capital. ¿Por qué? ¿Por qué de todos sus hijos había escogido al más pillo e irrespetuoso como su favorito? Debilidades de padre. Nunca lo había golpeado para hacerse respetar ni amenazó con dañarlo, sabía que Kazimir hacía todo por complacerlo y dirigía bien los ataques en la ciudad, pero también se tomaba sus licencias y hacía lo que le daba la gana de vez en cuando. ¿Qué clase de padre sería él si no perdonaba las estupideces de su hijo predilecto?
—Continúa con la historia de cómo encontraste a la bruja Asarlaí —le dijo Ethel. Velimir terminó dando un golpe de indignación a la mesa, uno bastante mesurado por cierto. Solo le rompió las patas y adiós vajilla. Casual. Kazimir sonrió de lado, otra vez el engreído de Ethelbert Seymur se salía con la suya.
—Bueno pa', la cuestión es que para variar de la estupidez, la rubia se metió a un callejón oscuro como quien busca la muerte. La seguí, y me arrojé sobre ella claro. Olía muy bien, te hubiera encantado dejarla seca. En fin, que me fui sobre ella y me di cuenta que era bruja cuando me lanzó a un lado con enerkinesis. Dudé un momento, pensé que quizá me había equivocado, pero ya he probado brujas Asarlaí antes, el sabor es inconfundible.
—Creí que no la habías probado —dijo ahora él.
—Pues que la muy idiota se golpeó la cabeza y estaba sangrando, así que aproveché y probé un poco para comprobar. La forcé a hacer enerkinesis otra vez, y lo hizo claro. Lo hizo bien, si me lastimó. Unos segundos más y me causaba daño severo.
—¿Y te expusiste a enerkinesis? —le reclamó Velimir—. ¿Es que no tienes nada en la cabeza? ¿Qué tal si te dañaba y llegaba una patrulla de cazadores? Entiendo que no tengas temor y no te interese nada, pero no se te puede olvidar que tu vida acá no es lo importante, si no lo que haces por nosotros. Tú vives y respiras para servir a esta familia, esa es tu razón de ser, Kazimir. No vas a morir por alguna estupidez, y si lo haces será dando la vida por nosotros.
—Estoy seguro que eso lo tienes muy claro, ¿verdad, Kazimir? No serías tan idiota para arriesgarte y defraudarme —le dijo Ethel con voz seria. Kazimir asintió, aunque no parecía tomárselo en serio.
—Es que tuvieron que verla, esa es media idiota, ni sabía lo que estaba haciendo. No hubiera podido matarme con enerkinesis, no sabe como usarla. Quizá ni tiene idea de lo que es, o si lo sabe no ha recibido entrenamiento. Pero esa no es la novedad aquí. Agárrense de donde puedan y redoble de tambores...
—Solo dilo de una vez —le dijo Velimir fastidiado.
—Ta... tan... tan.... Era blanca. La puta luz de su enerkinesis era blanca.
—¿Blanca? —preguntó él con sorpresa. Esa no se la esperaba—. ¿Estás seguro de eso? ¿No era gris?
—Blanca pa', bien blanca. Como las nubes, como las camisas relucientes de mi querido tío Velimir, como los dientes perfectos de mi tío Nate, y como la puta luz blanca de Aziza Asarlaí. Luz eterna presente, señores y vampiros. Luz blanca y pura, jamás había visto algo así.
—Claro que no, nadie ha visto luz blanca de Asarlaí... —dijo él pensativo. Las leyendas decían que la enerkinesis de Aziza Asarlaí era blanca como la Luz eterna que dio vida a este mundo, que con el pasar de los años eso desapareció. Él había visto luz violeta, azul, grisácea, hasta amarilla. Pero jamás blanca. Si lo que decía Kazimir era verdad tenían a una bruja única en su tipo en la ciudad, una bruja que tenía un poder que no se conocía desde la era pasada. Y eso no era lo mejor, sino que era inexperta, que estaba desorientada. Era perfecta.
—¿Quién es ella?
—Aurea Cardini, aquelarre Fiurt. No ha salido de la escuela en años por problemas de disciplina. Estuve averiguando de ella antes de venir, ¿crees que te daría chisme incompleto? Me subestimas, padre querido.— Kazimir sonreía. Lo notaba incluso más animado que él con ese descubrimiento.
—Sé quién es.— De pronto ambos hermanos vampiros se giraron. El hermano menor acaba a de aparecer, era Nate—. Es la nueva novia de Candem, o eso es lo que él dice.
—Naa, no lo creo. Estaba bien pura, lo garantizo —afirmó Kazimir levantando la mano como si lo jurara.
—¿Estás seguro? —le preguntó Ethel a su hermano y este asintió.
—Si, recuerdo bien el nombre. Bueno, Kazimir, puedes seguir con la historia dramática, ya escuché todo mientras venía.
—¿Y acaso no estás impactado? —le preguntó su hijo.
—Ehhh... No. Una bruja Asarlaí... yei, hagamos fiesta. Apareció una zorra con luz blanca que puede matarnos si aprende a controlarse —decía fingiendo alegría, aunque se notaba su obvia molestia—. Malditas Asarlaí, que se jodan. Hubiera sabido que había una en la ciudad y la mataba antes que te enteres —le dijo a Ethelbert. Por supuesto, ni quinientos años bastarían para quitarle el resentimiento.
—Ya supéralo, siempre serás príncipe. Al menos en mi frío corazón —se burló Kazimir. Y como a Nate le importaba bastante poco que él fuera su hijo favorito, en cuestión de segundos ya casi estaba sobre Kazimir, preparado para romperle el cuello por insolente. Kazimir era un ejemplar de Clase B excepcional y rápido, pero no podía defenderse de un clase A. Menos de uno convertido por el mismo Mstislav. Así que para evitar más problemas, Ethelbert se paró entre ambos y los empujó a un lado. El incidente habrá tomado a lo mucho cinco segundos, y para cuando acabó, Kazimir y Nate estaban separados, cada uno había salido despedido contra una pared. El primero en ponerse de pie fue Nate, aunque aún lucía irritado.
—Dile a tu hijo que se calle la boca, para la próxima no pienso contenerme y ni tú ni nadie va a impedir que le arranque la cabeza.
—Discúlpate, Kazimir —le exigió Ethel. Su hijo se puso de pie y asintió, sabía que acababa de salvarle la vida pues simplemente pudo dejar que Nate haga lo suyo. No era necesario aclarárselo a cada momento, pero Kazimir sabía que si vivía era por él. Que a él le debía todo, y que jamás debía oponerse a sus designios.
—Lo siento, tío Nathaniel —le dijo—. Solo quise hacer una broma para relajar el ambiente. Lo de Theodoria pasó hace mucho tiempo, creí que ya a nadie le molestaba.
—Pues crees mal, como siempre. Ahora cierra la boca y déjame terminar. Cuanto tus mayores hablan, tú te muerdes la lengua. ¿Está claro?
—Silencio —ordenó Ethel—. Ustedes necesitan alimentarse bien —dijo señalando a sus hermanos—. Están estresados, atacan a mi hijo y no me dejan tener una comida decente en días, me están hartando. Ahora déjenme terminar. Kazimir, trae a esa bruja.
—Para matarla, supongo —dijo Nate.
—Y sacarle toda la información posible, claro está —agregó Velimir.
—¿Qué? ¡No! Pa', esa Aurea es mi nueva mejor amiga. Es tan idiota, me encanta, quiero divertirme con ella de vez en cuando. No la mates, no seas así.— Como siempre, los escarmientos no le duraban a Kazimir ni cinco minutos. Ahí estaba de nuevo con esa sonrisa pilla, y ahora pretendía que le entregue a la bruja como juguete. Pero ni de broma, esa era suya.
—No voy a matar a nadie, dije que la trajeras y punto. Ya veré qué hago con ella, le encontraré una buena utilidad.
—¿Usar a una Asarlaí? —preguntó Velimir incrédulo—. ¿Te recuerdo que son las escogidas de Luz eterna y que nada les aparta de ese sagrado camino?
—Pues si la muy zorra se ha metido con Candem no creo que tenga nada de pura, eh —le dijo Nate—. Yo digo que la descuarticemos.
—Nadie va a matarla, y es una orden —dijo Ethelbert muy firme. Los tres Seymur fueron convertidos por Mstislav, por eso se consideraban hermanos. Pero de ellos, Ethel era el más antiguo y por lo mismo era el más fuerte, el líder, el que estaba a cargo. Ethelbert tenía mil quinientos años, Velimir tenía mil doscientos años, y Nate mil cien. Dentro del continente Anglia, Ethel era el más antiguo y más fuerte, así que ninguno de sus hermanos menores se atrevería a oponerse a él. Podía matarlos en ese momento si quería.
—¿En serio quieres usar a una Asarlaí? —preguntó Nate con molestia—. ¿Una Asarlaí? ¿Te recuerdo que fueron esas zorras Asarlaí quienes nos quitaron Theodoria?
—No necesitas decirme cómo perdí mi reino, Nathaniel. Así que deja de fastidiar con lo mismo y ya supéralo.— Un pedido difícil. Ni él mismo lo había superado aún.
Hace quinientos años que un grupo de brujas Asarlaí les quitaron el reino de Theodoria. Ethelbert gobernó por mil años desde las sombras, sus hermanos llegaron después. Cuando Mstislav lo convirtió aún era príncipe. El vampiro más poderoso de la historia atacó el reino, mató a su padre el rey. Ethel intentó luchar con él, sabía que era muerte segura y aún así estaba dispuesto a morir con honor. Pero Mstislav optó por darle un mejor trabajo, pasarlo a sus filas. Lo convirtió al vampirismo, y como hijo suyo debía de seguir sus órdenes.
Durante un tiempo vivió atormentado por su condición, se odiaba a sí mismo y no quería salir. Fue por eso que se ganó el apodo de "El príncipe maldito", pero luego ya no tuvo opción. Su padre ordenaba, él obedecía. Y si Mstislav quería un reino de vampiros, que así sea. "El príncipe maldito" pasó a ser "El rey de los vampiros" cuando encontró el equilibrio perfecto para Theodoria.
Él siempre era el rey, pero dejaba que la familia real siguiera existiendo. Con el pasar de los años, su padre Mstislav convirtió también a Velimir y Nathaniel, ambos príncipes de Theodoria en su momento. Ethelbert de Theodoria era el rey de los vampiros, ahí no entraban cazadores, no había oposición. Los humanos vivían solo para alimentar vampiros y eso lo sabían desde que nacían. Los vampiros eran la clase privilegiada, los nobles que tenían acceso a todo lo que quisieran. Matar humanos era lo normal, pero siempre cuidaban la población para que siga creciendo y que los vampiros tuvieran alimento disponible.
Toda la gloria se acabó cuando las mismas brujas que derrotaron a su padre Mstislav fueron a tomar su reino. Las Asarlaí acabaron con los nobles vampiros e iban por él y sus hermanos. Enfrentarlas y morir no era una opción, no era lo que Mstislav quisiera, y aún en la muerte tenían que obedecer a su padre. Huyeron, les entregaron el reino a las Asarlaí. Ellas les quitaron Theodoria, les quitaron todo.
Cuando llegaron al nuevo continente dijeron ser miembros de la familia real de humanos que se salvaron, y habían mantenido esa versión hasta la actualidad. Cambiaban de apariencia, desaparecían un tiempo, esperaban que quienes los conocieron murieran, y luego reaparecían con otra vida y otra historia. Pero siempre eran los descendientes de la familia real de Theodoria, y aunque eso causaba admiración en los demás, a ellos les daba rabia. No eran descendientes, eran ellos. El rey, los príncipes. A ellos les quitaron todo, los hicieron huir como cobardes. Por eso Nathaniel seguía odiando a las Asarlaí, aunque en cien años no haya aparecido una sola. Y ahora tenía que asegurarse que esa Aurea se mantenga con vida, no podía darse el lujo de perder a alguien tan valiosa.
—Yo trataré con esa Asarlaí —anunció Ethel—. Kazimir, arregla un encuentro, tú sabes que hacer —su hijo asintió. Al menos ya había calma, y aunque Nate y Velimir no se veían contentos igual no lo desafiaron—. Sé que es casi una ofensa para nosotros mantener viva a una descendiente de las brujas que nos arrebataron Theodoria, pero es lo que haremos. Le encontraré una utilidad a esa bruja, será nuestra. Las cosas ya no son como antes cuando eran sagradas. Si está en la escuela es como cualquier bruja. Vive su vida, se divierte, paga una mensualidad. Y además sale con un humano, será más fácil así.
—No sé qué pretendes, solo espero que no se venga contra nosotros —dijo Velimir—. No hay brujas Asarlaí hace años en este lugar, este es un asunto delicado.
—Por eso mismo, hermano. Si Constance tuviera a una bruja así entre sus estudiantes no dudaría en alardear, apuesto a que ni lo sabe. Su existencia es un secreto, y si esa tal Aurea lo quiere mantener así pues va a tener que colaborar.
—No cuentes conmigo para tratar con esa zorra Asarlaí, estás advertido —le dijo Nate—. Tengo cosas más importantes que hacer, y una bruja no es prioridad.
—Para mí lo es. Hijo —miró a Kazimir—, ve, arregla el encuentro. Y averigua más sobre ella, quiero saber todo lo que se pueda antes de encontrarme con esa bruja.
—Si papi, ya voy a eso. Regreso en la noche con los chismes. Adiós, tíos queridos, nos vemos —el vampiro sonrió y desapareció en cuestión de segundos. Podía confiar en que Kazimir se hiciera cargo, él sabía como actuar para su conveniencia.
—Muy bien —dijo mirando a sus hermanos. Para ese momento ya algunos sirvientes habían llegado a recoger la mesa destrozada por Velimir, y un mayordomo pasó con una bandeja que llevaba copas con sangre fresca. Los tres las cogieron, aunque a Ethel le gustaba comer "fresco" y directo del cuerpo, no iba a rechazar un poco de alimento—. Ya que andas tan ocupado —le dijo a Nate—, ¿cómo va todo con los cazadores? ¿Qué más has sacado de la hija de Grimm? Y espero que sea algo muy bueno, porque si tanto quieres partirle el cráneo a Kazimir es porque tú andas haciendo algo mejor que él, ¿cierto? ¿O me equivoco?
—No te equivocas —le dijo fastidiado—. He hablado con ella sobre los próximos movimientos de los cazadores, las patrullas y demás planes. Han cambiado todo con esto del ataque a Albion, pero en lo que Abish se queja consigo información.
—Bien, solo haz lo que tienes que hacer y le pasas el dato a Kazimir para que tome precauciones. Hablando de Albion, ¿ya terminaron la investigación en el laboratorio de la academia? —preguntó Ethel.
—Creo que recién están llegando algunos cadáveres, apenas sepa algo te aviso—contestó Nate mientras terminaba su sangre y echaba la copa a un lado, haciendo terrible ruido al chocar contra el piso.
—Qué desagradable eres —le dijo Velimir con molestia—. Nada te cuesta mantener los modales de príncipe si tanto te duele que dejaste de serlo.
—Será mejor que te calles y vayas a hacer lo que sabes hacer mejor: Dártelas de líder cuando en realidad solo eres el lame culo de Ethel —contestó Nate.
—Si sigues así te voy a tener que mandar a Castasur, a ver si te dejas de joder —le dijo Ethel a su hermano menor. Nate bufó, Velimir se ahorró el comentario.
—Daré un comunicado para calmar a la población, estaré en un evento público para apoyar a los cazadores, y gestionaré una donación a la academia —le informó Velimir—. Eso por ahora. Y volviendo a Albion, ¿ya sabes quiénes fueron?
—No eran de los nuestros —contestó tranquilo—. Quizá hijos de algún primo en el norte, ya me pondré en contacto con ellos.
—¿Y qué dicen las brujas? —preguntó Velimir—. ¿Has hablado con Constance?
—Si, de hecho la muy ridícula vino acá a exigirme explicaciones. Esa cree que porque la pasamos bien en su juventud tiene derecho a reclamar. En fin —dijo Ethel después de soltar un suspiro—. Ha sido magia de las sombras, eso es confirmado. Al parecer es una nigromante que puso a su servicio a vampiros y licántropos.
—¿Estás seguro de eso? ¿Hay posibilidad de que sea un ataque en conjunto? —preguntó Nate con interés.
—No, ha sido una nigromante, ya te lo dije. Margaret y Agatha lo han confirmado así.
—¿Y estás tan tranquilo? —preguntó Velimir—. Que haya aparecido una bruja tan poderosa para someter a tantas criaturas no es bueno. Puede exigirnos obediencia, y yo no pienso ceder ante ninguna bruja que no sea la misma Annevona en persona.
—Pero podría hacernos daño si nos negamos a cooperar —agregó Nate.
—Por eso mismo, hermanos, es que necesitamos a la bruja Asarlaí con nosotros. Cuando la nigromante llegue, porque llegará, tendremos a la luz de nuestro lado —sonrió. La aparición de esa Aurea no podía ser más oportuna.
—Espero lo manejes bien —le dijo Velimir.
—Confía en mí —dijo él dando por cerrado el asunto.
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En multimedia: Annevona creando a los primeros vampiros
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Uhhhhhhhhhhhhhh gurl xd Lo siento Aurea, pero estás en la mira de los vampiros de Etrica #fuelavida.
Kazimir es lit un hijo de papi <3 y su papi no se puede molestar con él, ósea mírenlo es tan genial, ¿cómo le voy a llamar la atención a mi bebé?
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