29.- No estaba sola
Pasó por ahí de pura casualidad. Bueno, no tanto así. Fue su curiosidad también. Aurea le había contado sobre Cosita, la muñeca animada a la que le dio vida, por la que casi la expulsan, y que acabó por milagro de alguna entidad en la librería de Etrica. Abish le mencionó que la vio una vez y quedó muy intrigada, y cuando la bruja le contó la historia completa se sorprendió aún más. Una muñeca con vida era una cosa digna de verse, y como era una tarde tranquila, decidió pasar a visitar a Sarenne.
No le tocaba patrullaje, y Aurea andaba rindiendo pruebas en la escuela. Ni siquiera podía hablar con Zack, pues él estaba ocupado probando un veneno para vampiros reforzado que usarían en las armas. Fue al centro, ahí encontró a Nigel y Matt. Conversaron un momento sobre el nuevo veneno y sus posibles alcances, pues solo suponían que iba a ser más letal para vampiros de clase C y probablemente los B, pero en realidad no podían probarlo. No tenían a ninguno de ese tipo capturado.
—Bueno, ya me encargaré de eso —comentó tranquilamente Nigel mientras caminaban por las calles del centro—. Ni siquiera tendremos que capturar a un B, bastará con ver los efectos en un clase C y nos ayudará a calcular el alcanzce para los otros. O al menos eso dijo el doc.
—Sí, de hecho estaría bueno que capturemos a un C, siempre es mejor probar directo con una buena muestra —agregó Matt, y ella asintió—. Ojalá pudiéramos encontrar al B que atacó a tu bruja favorita, es el único del que hemos tenido noticias últimamente. Los demás están desaparecidos, si es que aún quedan en la ciudad. No descartamos que ese B estuvo solo de paso.
—Puede ser —murmuró Abish—. Pero quizá puedan capturar a un clase A, ¿hablaste con la bruja América?
—Si —contestó Nigel—. Ella afirma que es un A, que controla grupos de poder en Castasur. Habló de su influencia, de sus años, de lo que le ha visto hacer.
—¿Y bien? —insistió ella. Por alguna razón Nigel no parecía muy convencido.
—No lo sé, Abish. Ella se nota muy segura. Es un vampiro antiguo, eso queda claro. Pero...
—¿Pero...?
—No quiero creerle —contestó tranquilo—. La bruja está desesperada, ¿sabes? Ha buscado ayuda entre las brujas Bruanne y le han prometido hacerlo, pero está convencida que no bastará. Si es verdad todo lo que dice, si es cierto que un vampiro tiene el poder para manejar las altas esferas de Castasur entre las sombras, ¿qué le queda a Etrica?
—¿En serio crees que eso es posible? —preguntó incrédula. Al mirar de lado notó que Matt también parecía dudar.
—No lo sé, Abish. América me ha dado buena información, pero no entró en detalles. Quizá se abriría más con otra mujer como tú, podrías intentarlo. Y yo de verdad no quiero pensar que alguno de esos ricachones que finge darnos dinero es un vampiro capaz de manejar Etrica desde las sombras. Que quizá Rick le estreche la mano a uno de ellos.— Abish tragó saliva. Nigel tenía razón y ella misma tenía que hablar con América, o quizá debería pedirle a Aurea que lo haga. Aquello que le comentaba sobre el poder e influencia que podía tener un clase A, si es que América estaba en lo cierto, era inquietante.
—Sí, buscaré a esa chica —le dijo a Nigel y este asintió conforme—. Igual, sea quien sea, sé que lo capturarás.
—Por supuesto —agregó Matt animado—. Ese vampiro asqueroso caerá, será la cacería de la década.
—Ojalá me tuviera tanta fe como ustedes, muchachos —contestó él. Nigel no era de los que aceptan elogios, se mantenía serio y decía que solo hacía su trabajo, que no merecía ningún premio por eso.
—Vamos a movernos con cuidado, ¿sí? Averiguaremos más cosas gracias a América y capturaremos a ese tipo. No importa si es un clase A o no, es peligroso y no puede seguir libre —dijo ella. Nigel y Matt asintieron. Fue así, caminando por casualidad, que llegaron frente a la librería de Etrica. Bueno, tan casual no fue. Abish estuvo guiado la caminada, ella los llevó hasta ahí. No se sacaba la idea de volver a ver a Cosita, quizá podría hablarle de Aurea.
—¿Tienes algo que hacer? —le preguntó Matt—. Nosotros íbamos por unas cervezas, ¿te apetece?
—En realidad estaba camino a la librería —contestó ella señalando el lugar—. Voy a visitar a Sarenne, quizá la convenza de salir a dar una vuelta. ¿Quieren venir? Ella siempre les manda saludos.
—Bueno...—murmuró Matt—. Pasaré a saludar, quizá compre una revista o algo.
—¿Y tú, Nigel? ¿Vienes? —le preguntó ella. Este solo se encogió de hombros.
—Será solo un momento —aclaró él. Nigel podía ser algo pesado y cortante la mayoría del tiempo, pero no era un cerdo maleducado. Sarenne siempre fue amiga de su padre, y conocía a Nigel desde muy joven. Sería muy descortés de su parte pasar por el negocio de la chica y no saludarla al menos.
Entraron con toda tranquilidad. Se dio cuenta que no iba a poder sacar a Sarenne de ahí, el sitio estaba lleno de público, jóvenes especialmente. Vio a Marcio muy ajetreado, hasta Sasha en su versión hombre intelectual andaba ayudando por ahí. Sarenne estaba en caja atendiendo a algunas personas, ellos esperaron a un lado mientras la mujer terminaba su trabajo. Cuando notó su presencia los miró con sorpresa y de inmediato sonrió.
—No me la puedo creer, este tiene que ser un milagro de Luz eterna, bendita sea su obra por todos los tiempos —exageró. Abish no pudo evitar reírse. Solo Matt la acompañó en las risas. Nigel, como siempre, se mantuvo serio.
—Hola, Sarenne. ¿Qué tal todo? Esté repleto aquí —le dijo ella al estrechar su mano en el saludo.
—Horrible, estoy al borde del colapso nervioso. Yo sinceramente no sé qué he hecho para tener que vivir de esta manera —dijo con mucho drama.
—Pues no entendí nada —dijo Matt mirando alrededor—. Se ven muy felices todas.
—Por supuesto que se ven felices, ha llegado un lote de libros del último de la saga "Por amor" con material extra. Yo ya no puedo más con este sufrimiento.
—¿Y eso de qué va? —preguntó Nigel arqueando una ceja.
—¿No es del tipo que licúa gatos? O eso escuché decir a Erin —comentó Matt. Abish por poco se carcajea.
—¿Qué cosa acabas de decir? —le preguntó conteniendo la risa.
—Pues va de eso —le aclaró Matt—. El tipo es un desequilibrado y posesivo que se comporta básicamente como vampiro con una marcada, licua gatos y les tira piedras a los perros.
—¿En serio? Qué asco —dijo ella con desagrado, y Sarenne asintió con vehemencia.
—La cuestión es que como describen que está muy bueno y eso las chicas lo aman —continuó Matt.
—Qué bien enterado estás de esas cosas —le dijo Nigel a Matt, y este pareció algo avergonzado tras escuchar las palabras de su mentor.
—Bueno, es que me mandas a tratar todo el tiempo las cuestiones administrativas con Erin porque te da flojera hacerlo, así que mientras ella acelera el trámite me cuenta su vida y los libros que ama.
—Pura mierda —le dijo Sarenne—. Yo ya no puedo más, odio ese maldito libro, pero negocios son negocios. Así es la vida —suspiró, su fastidio era evidente—. ¿Y ustedes? ¿Vienen a comprar algo en especial? Hay descuento si compran dos libros a más, también aplica a revistas. Quizá puedan llevar algo cada uno y así obtienen la promoción, ¿qué dicen?
—Uhhhh... creo que puedo dar una vuelta a ver si encuentro algo que llame mi atención —dijo ella llevándose un dedo al mentón. En realidad, lo que quería hacer era dar una vuelta para encontrar a Cosita.
—Voy a la zona de revistas, ¿vienes? —le preguntó Matt a Nigel. Este asintió despacio, seguía sin verse animado, pero al menos no se portaba grosero.
—Ya venimos —avisó ella.
Nigel y Matt fueron a un lado, Abish empezó a buscar entre los estantes. La mayoría de personas estaban concentradas en la zona juvenil y en el área de lectura. Ella empezó a caminar hacia una zona vacía a esa hora, un lugar al que nadie parecía prestar atención. Abish estuvo ahí hace un tiempo, Marcio la llevó. La cazadora miró algunos de los títulos, aún se sentía algo perdida entre esa información. Pensó que quizá estaría bueno llevarse otro libro de la tal Amphelise para investigar por su cuenta, no siempre Aurea podría explicarle todo. Y así, mirando de lado, fue que algo llamó su atención. Un libro rojo, naranja, amarillo. Parecía una llama de fuego. Lo tomó sin dudarlo y miró la tapa. "Aliena, una historial real" de Dalia de Castasur. Al mirar la contraportada descubrió que se trataba de la historia detallada de la bruja legendaria documentada gracias a viajes astrales.
—Esto sí me interesa —murmuró, felizmente llevó algo de dinero porque ese tenía pinta de ser algo caro y Sarenne no le fiaría ni a la misma Luz eterna.
—¿Ita?— Por poco se le cae el libro el suelo. Del espacio que quedó de donde sacó el libro, una cabecita de asomó. Era esa muñeca.
—Hola, Cosita.— La saludó. Los ojos de la creación de Aurea la miraron con alegría.
—¿'Onoce Ita?— No lo entendió bien, pero dedujo lo que quiso decirle. La muñeca salió por completo de entre los libros y se acercó a ella. Abish se puso en cuclillas para verla mejor.
—Yo conozco a Aurea.
—¡Mami! —gritó feliz—. Tú 'onoce mami.
—¿Así le dices a Aurea? ¿Mami?— Cosita asintió. Mientras más la miraba, más le enternecía—. Pues yo soy amiga de mami.
—Amia de mami es Ibil, Ita no 'onoce tú.
—Me llamo Abish.
—Ish —le dijo, no podía pronunciar su nombre completo. Era una lindura esa muñeca—. ¿Dónde mami?
—Mami está en la escuela estudiado, tiene cosas que hacer, pero estoy segura que vendrá por ti cuanto la deje salir.
—¿De vedá? —preguntó ilusionada.
—Si, habla de ti. Te extraña.
—Ita etaña mami, la etaña mucho —agregó con pena—. Ita siempre con mami. Cuando Ita ació, abrió ojos y mami taba ahí. Mami hizo Ita poque buena, mami siempre amó Ita.
—Claro que sí, mami te ama.— Más le valía que fuera así. Entendió de pronto lo que pasó la noche de su arresto, Aurea se escapó para ir a visitar a Cosita en la librería y nada salió como quiso. Ojalá la bruja tuviera tiempo de ver pronto a su creación, hasta le dio algo de pena.
—Ish, ¿tú llevá ensaje a mami?
—Ehhh... sí. Quieres que le diga algo de tu parte, ¿verdad?— Cosita asintió. No era muy difícil entenderla, ella misma se encargaba de completar mentalmente las palabras que decía.
—Ile a mami que Ita etaña mucho.— Abish sintió, no creía que fuera a decirle nada complicado. ¿Qué tendría que decir una muñeca? Cosita era tierna, seguro le diría puras cosas simples y lindas—. Y que mami debe tené uidado. Poque uscan, saben de mami.
—¿Qué cosa?— La miró más seria. Eso lo entendió bien. Cuidado. Peligro. Alguien buscaba información de Aurea—. ¿Quién está buscando a tu mami?
—Ampiro —se quedó sin respiración un instante, eso no podía ser—. Ampiro ino y uscó Ita. Dijo que igilaba a mami.
—¿Cómo se llamaba ese tipo? ¿Te lo dijo? —negó con la cabeza—. Gracias, Cosita. Le avisaré a Aurea que...
—¿Hablando con el homúnculo?— La voz la paralizó un instante, tuvo miedo. En cuanto se giró la calma volvió. Pero no se fue la sorpresa.
—¡Aestra! —gritó animada Cosita.
—Ya veo que me recuerdas —dijo ella mirando con interés a la muñeca—. Creo que vendré más seguido a la librería.
—¿Buscaba algo en especial, maestra Grace? —le preguntó a la bruja. Grace lucía serena tal como la conoció, pensó que quizá estaría en la escuela debido a las pruebas, por eso se le hizo raro verla ahí—. ¿Me estaba siguiendo?
—Si —contestó con tranquilidad—. ¿No lo notaste?
—En verdad no, ¿sucedió algo?
—Eso quiero saber yo. Aurea se ve normal en la escuela, pero no hemos hablado. ¿Salió todo bien? ¿Consiguieron las respuestas que buscaban?
—Muchas de ellas, sí.— Grace asintió, luego se acercó un poco más a ella para hablar despacio.
—Te esperaré afuera, ¿puedes salir en unos minutos?
—Ajá... ¿Pasa algo grave?
—No debes preocuparte, todo estará bien. Quedamos en algo en la tetería de Margaret, ¿lo recuerdas?— Abish asintió. Ella la acercaría al aquelarre Dulrá, ese fue el trato.
—Bien, no tardo.— La maestra asintió, antes de despedirse miró a Cosita con curiosidad y sonrió. Abish también miró a la muñeca por última vez, le había dejado muy intrigada eso de que un vampiro preguntó por Aurea y además llegó hasta su creación. Era muy preocupante—. Vendré otro día a visitarte, Cosita. Adiós.
—Adiós, Ish —se despidió con una de sus pequeñas manos. Eso acabó por arrancarle una sonrisa a la cazadora.
Abish caminó llevando el libro que quería comprar hacia la caja. Ahí se cruzó con Matt, quién llevaba dos revistas gruesas. Les echó un ojo, una era sobre novedades en cuanto a avances tecnológicos y supuso que esa era la compra de Matt, sabía que a él le interesaban esos temas. Y luego estaba el otro, ella apenas vio el título. Era una especie de edición especial de una revista de la alta sociedad de Etrica, negocios y cultura.
—Esa es de Nigel —aclaró Matt.
—¿Desde cuándo le interesa la gran sociedad? —preguntó ella extrañada.
—Desde que se le ha metido en la cabeza que hay vampiros en las esferas de poder.
—¿Y tú qué opinas de eso?
—Es una opción que hay que considerar, ¿no crees? Leí el testimonio de la bruja América, y a mí me parece que va en serio. Claro que se refiere a Castasur, eso lo entendemos. Pero, si pasa allá, ¿por qué no aquí? Tendríamos que apuntar más alto y descartar.
—Supongo que Nigel irá de todas maneras a la fiesta de gala —murmuró ella. Años tras año el cazador intentaba evadir ese evento, pero considerando quienes estarían presentes quizá intente encontrar una manera de identificar a un posible vampiro de clase A. Si es que eso era posible.
—Ajá, y supongo que tendré que acompañarlo.
—¿En serio? Nunca has ido a una de esas.
—Ya sabes cómo se pone Nigel si nadie le pone un freno. No quiero que se ponga a disparar en plena gala.
—Si, claro. Entiendo.— Abish miró a un lado. Afuera la esperaba la maestra Grace, pudo verla a través del vidrio transparente de la entrada. Esta hizo un gesto con la cabeza para que la siguiera y caminó hacia la esquina—. Oye, ¿puedes pagar esto por mí? Tengo que salir a hacer algo, lo había olvidado —le alcanzó el libro que escogió, y antes que Matt empezara a preguntar por qué rayos de pronto quería leer sobre brujas, metió la mano a su bolsillo y le alcanzó el dinero—. Déjalo en el escritorio de Erin, yo lo recojo luego. Nos vemos.— No le dio tiempo a Matt de despedirse, se dio la vuelta y salió tras los pasos de Grace.
Algo raro pasaba ahí. Una extraña sensación que se le hizo familiar. Tenía la seguridad que algo importante estaba por pasar, y que debía ir con cuidado. Pues ese algo lo iba a cambiar todo.
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La maestra Grace caminaba rápido, la estuvo siguiendo por varias cuadras hasta llegar a un paradero de taxis. Entendió que no podían caminar juntas, por algo la maestra la evadía, pero de rato en rato volteaba con discreción para asegurarse que la estuviera siguiendo. Cuando la maestra tomó un taxi, ella tuvo que subir a otro y pedirle que siguiera la ruta de su compañero. En medio del viaje recordó que no tenía ni un solo centavo, todo se lo dejó a Matt. Algo avergonzada le comentó la situación al taxista, pero este sonrío despreocupado. La reconoció como cazadora, y le dijo que no le debía nada. Que ella se arriesgaba todos los días por Etrica y nadie tendría que cobrarles nada. Abish sonrió, no era la primera vez que le pasaba. Los cazadores tenían ciertos beneficios a veces. Aunque no eran del agrado de todos, la gente de Etrica siempre los apoyaba a su manera.
Después de un viaje de unos veinte minutos, la maestra Grace se detuvo, y ella también. Una vez más la siguió a lo lejos, y justo al doblar una esquina se paró de golpe. Grace estaba ahí esperándola.
—A partir de ahora podemos caminar juntas —le dijo con tranquilidad—. Te habrás dado cuenta que estamos en un barrio de brujas.
—¿Y es más seguro aquí? —preguntó mirando alrededor. No había gente en las calles, era como si todas las brujas estuvieran encerradas.
—Las jóvenes están en la escuela. Las brujas adultas se encuentran en asamblea. Estas son residencias de brujas Bruanne.
—Oh... entiendo. ¿Y usted puede entrar aquí como si nada?
—Mi esposa nació Bruanne, vivo aquí. Un lugar con más vegetación, desde luego. Ahora ven, sígueme.— Abish asintió, y en completo silencio, empezaron a caminar por aquella solitaria calle.
Los cazadores no solían entrar a los barrios de brujas, Abish nunca estuvo en uno. Las brujas no requerían de los cazadores, se protegían entre ellas. Ni siquiera contrataban sus servicios de seguridad doméstica, se las arreglaban con hechizos protectores. Abish tampoco creía que a los vampiros les hiciera mucha gracia atacar a brujas de fuego que podrían reducirlos a cenizas en cuestión de segundos.
El lugar era bastante simpático, no lo negaba. Las casas no tenían una arquitectura moderna, y aun así lucían como nuevas. Todas tenían máximo dos plantas con un pequeño jardín a la entrada. Ninguna tenía madera. Estaban hechas de piedra tallada, por supuesto, ellas eran conscientes que de una mecha accidental podría acabar quemando sus casas hasta los cimientos y tomaban sus precauciones. Tenían un parque privado, y antes de entrar había que usar magia de sangre. Hacia ahí fueron, Grace sacó una aguja larga de entre su bolso y se hizo una pequeña e insignificante herida en la yema de uno de sus dedos para activar el hechizo que les daría el pase. La maestra derramó un par de gotas de sangre sobre el hueco de la cerradura del parque, y poco a poco las rejas se abrieron. Solo residentes, supuso.
—Te vi interesada en el libro de Dalia de Castasur —comentó de pronto la maestra, justo después que la reja se cerró tras ellas—. Sobre nuestra madre Aliena Dulrá.
—Sí —contestó—. Tuve curiosidad, ya que tengo que contactar con el aquelarre quiero estar preparada con información.
—Bien, te ahorraré un poco de tiempo. ¿Qué sabes de Aliena?
—Es una de las brujas legendarias, dominaba los cuatro elementos y el rayo. De ella nacieron todos los aquelarres elementales de la actualidad.— La maestra asintió.
—Exacto. Pero tienes que ir más allá de la leyenda. Aliena fue una bruja híbrida, hija de un hechicero oscuro y una mujer sangre de dragón. Debes saber que Aliena la tuvo muy difícil, nadie confiaba en ella. La despreciaban. Solo Aziza le dio confianza cuando las marcaron como dhan, Aliena tuvo que ganarse su lugar poco a poco.
—¿Y eso por qué?
—Por su familia, los Dulrá. Esto no solemos contarlo a personas fuera del aquelarre, pero Aliena fue hija de una violación.— Abish se detuvo un instante, la maestra la miró impasible y continuó. Aquella novedad la cogió fría—. Los Dulrá fueron el clan de hechiceros oscuros más poderosos de la era pasada. Fueron considerados enemigos del pacto, pues no tenían límites para su magia. Eran especialistas en maldiciones y maleficios, y por alguna razón estaban obsesionados con el poder de los sangre de dragón. En ese entonces existían pocas comunidades de seres de esta raza, los dragones se contaban con las manos. El padre de Aliena fue el líder del clan, él viajó hasta el sur y secuestró a una mujer sangre de dragón. Así fue que la violó y la obligó a tener un hijo. Bueno, ellos querían que naciera un hechicero, pero la criatura nació bruja. Eso nunca se hizo antes, los sangre de dragón no se mezclaban con los humanos ni ninguna otra raza. Fue así que Aliena obtuvo el poder del dominio del fuego, fue la primera piromante de la historia de Xanardul.
—Vaya...—murmuró. La historia de aquella bruja resultó ser algo perturbadora.
—Ya debes saber que en la era de los hechiceros las mujeres tenían prohibido el acceso a la magia —Abish asintió—, y aunque la recién nacida no tuviera derecho a formarse como hechicera, los Dulrá la dejaron con vida, se trataba de un prodigio después de todo. Aliena recibió educación básica como hechicera, su poder de fuego fue el más peligroso. Nunca se había visto algo semejante, y no sabían como controlarla. La enviaron lejos, se entrenó con el conocido hechicero oscuro Santhony Dulrá, un tipo al que muchos le tenían terror. Tal era su poder que logró dominar a un dragón sin ser de la raza que los controlaba, por eso los Dulrá lo eligieron para entrenar a Aliena.
—Me quieres decir que en realidad Aliena fue una bruja oscura, ¿es eso?— Grace asintió y ella solo la miró sorprendida. Qué bien escondido lo tenían las brujas, siempre hablaban de la grandeza de Aliena, pero jamás de eso.
—Aliena fue una bruja oscura. A pesar de su juventud, en el antiguo bosque le temían y respetaban. Aún así fue escogida por el sagrado espíritu para empezar la revolución mágica que les devolvería la libertad a las brujas, un camino que se inició años antes con la revolución de las mujeres de Aucari.
—Ya veo...—contestó pensativa. Lo que Abish en verdad quería saber era de qué iba su relación con el aquelarre Dulrá.
—Ahora que conoces mejor la historia te explicaré otra cosa. Como sabes, Aliena fue bendecida con diversos dones. Además de su control del fuego, llegó a dominar los otros elementos. El aquelarre Fáthlia, el mío, combina saberes de las hechiceras antiguas y el don de Aliena para dominar el crecimiento de las plantas. El aquelarre Bruanne solo domina el fuego. Son piromantes, como Aliena.
—Así que son descendientes de ella —asintió, eso sí le interesaba.
—Exacto. Bruanne viene de la palabra antigua que significa "semilla de fuego".
—¿Y qué hay de las Dulrá?
—Todas las brujas Dulrá nacen Bruanne, así se empieza. Con los años, alguna bruja empieza a desarrollar otro tipo de poder elemental. Puede dominar la tierra o el agua, por ejemplo. Una vez se comprueba la veracidad de esos poderes, pasa a ser miembro de ese selecto grupo de brujas que dominan más de un elemento. Amicia, mi esposa, es una de ellas. En realidad, se esperaba que llegara a ser una Dulrá, ya que según su árbol genealógico es descendiente directa de Aliena. Ella domina la geokinesis también.
—Interesante —comentó Abish—. Y supongo que gracias a ella podré contactar con las Dulrá.
—Sí —le dijo la maestra—. Pero debes considerar algo, cazadora. Las Dulrá son un círculo muy cerrado. Yo, por ejemplo, jamás he asistido a ninguna de sus reuniones a pesar de ser esposa de una de ellas. Tienen secretos que no encontrarás jamás en ese libro que has comprado. Y, sin dudas, no compartirán su conocimiento con una cazadora que no se relaciona en nada con ellas.
—Eso no me ayuda mucho, se supone que tengo que buscar respuestas entre ellas. Lo mencionó Wolfgang, hasta Aurea después de su viaje astral. Todo está relacionado con mi liberación, al menos eso entendí.
—Yo lo sé, Abish. Pero varias de ellas no lo entenderán.
—¿Ni siquiera porque soy una escogida?
—¿Tienes como probar que lo eres? Solo cuento con un testimonio ilegal tuyo y de Aurea que consiguió Margaret con un truco.
—Pero, el viaje astral...
—Ilegal también. Hablamos del aquelarre más elitista de Xanardul, dudo mucho que quieran reunirse para escuchar el testimonio de dos muchachas que dicen ser escogidas del espíritu y no pueden probarlo. Y tampoco creo que quieras ventilar tu secreto ante algunas desconocidas, ¿verdad?
—Me la pone difícil, maestra —dijo con desagrado—. ¿Y qué hay de su esposa? Dijo que Amicia es una Dulrá.
—Una con pésima fama, por cierto —aclaró—. Quiero decir, es poderosa y respetada, pero la cúpula de las Dulrá siempre se la pone difícil.
—¿Y eso por qué?
—Porque rechazó un matrimonio provechoso para estar conmigo. Entre otras cuestiones igual de transgresoras.
—Ohhh...— Ni sabía qué responder a eso. Grace lo comentó como si nada, pero a ella le sonó algo delicado.
—Amicia fue considerada Dulrá desde los diez años, pero no tenía un puesto en la cúpula. Lo heredó a los quince después de la desaparición de su hermana mayor, Dalia.
—¿Como la autora del libro?
—Exacto. Es un nombre popular entre las Bruanne y las Dulrá.
—Ya veo. ¿Y se puede saber qué le pasó a esa Dalia? ¿Simplemente desapareció?
—Se le dio por muerta en realidad. Ella partió al lado de un cazador y un norteño a una expedición hacia el viejo mundo. Solo uno volvió con vida.— Supo en ese momento que Grace no le reveló todo eso por pura casualidad. Ella estaba bien enterada, demasiado. Abish sintió que empezaba a temblar mientras unía toda la información que tenía y sacaba conclusiones. Ya lo sabía, oh cielos, lo tenía claro. Por eso Wolfgang le pidió que busque al aquelarre Dulrá, porque él sabía lo que pasó con el único sobreviviente de la excursión, y quizá también qué fue de los demás. Con los labios temblorosos y la voz quebrada, Abish habló.
—Y ese cazador era Adel Grimm.
—Exacto —tragó saliva. Su tío, el hermano mayor de papá. Oh no, eso tampoco era cierto. Según lo que insinuó Wolfangag, Adel no fue su tío. Fue su verdadero padre. Él viajó con Dalia Rowe al sur.
—¿Saben el nombre del norteño que viajó con ellos?
—Lo desconozco, es probable que esté en los archivos de las Dulrá.— Pero Abish sí que lo sabía. Ese norteño no era otro que Charsel Cardini, el padre de Aurea. Él regresó del viejo mundo porque huían de algo. Él volvió con ella, y con Aurea. Así empezó todo, con una inocente expedición al sur en busca de aventura. Pero algo pasó aquella vez, algo hicieron. Despertaron un gran peligro quizá, algo que la persiguió incluso a ella y esa era la razón por la que portaba un sello de luz.
—Entiendo —murmuró pensativa. Su mente trabajaba con rapidez, y Abish hasta sentía miedo de sacar conclusiones. Wolfgang no iba a revelarle más, y ella necesitaba saber qué fue lo que pasó en verdad en aquella excursión. Ese era su origen después de todo, y tenía que resolverlo. Podía intentar obtener información del padre de Aurea, pero ni la bruja podía mantener con él una comunicación fluida. La única opción que tenía en ese momento estaba en las Dulrá. En Amicia específicamente—. Tengo una pregunta más, maestra Grace. ¿Sabía Amicia de mí? Me refiero a antes. Si sabía de quién era hija.
—Fue Amicia quien le dio la idea a Richard Grimm para que busquen el templo en el bosque. Transgredió las normas de las Dulrá al robar información sobre el sello de luz donde fuiste marcada.— Grace le explicó eso con toda calma, pero a ella le temblaron las rodillas, no pudo dar un paso más. Nunca antes se había sentido tan cerca de su origen. Siempre creyó ser solo la hija del líder de los cazadores, huérfana de una madre de la que nunca supo su nombre y a la que nadie conoció jamás. Y de pronto se sentía a punto de descubrirlo todo, no pudo evitar sentirse nerviosa.
—Por eso el aquelarre Dulrá no le tiene mucho aprecio.— Grace asintió.
—Amicia tiene asegurado un lugar en la cúpula del aquelarre al ser miembro de la familia Rowe, pero hizo cosas que no la dejaron en una buena posición. Buscar información prohibida y entregarla a una persona ajena al aquelarre fue la más grave de ellas.
—Ya veo. ¿Y acaso piensa arriesgarse otra vez con las Dulrá? Porque acercarme a los secretos de estas no suena nada seguro.
—Es peligroso, cierto. Pero aun así lo hará.
—Bien...—suspiró. No le agradaba saber que podría poner en peligro a una bruja. Alguien que ya se arriesgó antes, y que parecía dispuesta a hacerlo de nuevo. Abish no tenía idea de cómo lidiar con unas brujas tan elitistas como eran las Dulrá, quizá ni Aurea lo sabía. ¿Qué le quedaba a ella entonces? Solo había una forma de obtener las respuestas, y ya sabía de quién sacarlas—. ¿Cuándo podré conocer a Amicia?
—No puedes conocer a Amicia —declaró Grace con calma. Fue peor que sentir un balde de agua fría, fue como si la arrojaran a un lago congelado. Eso no podía ser.
—Pe... pero... ¿Por qué? No lo entiendo.
—Yo te trasmitiré la información que ella necesita que sepas, y tú me dirás tus dudas. La próxima vez que nos encontremos lo resolveremos, pero por ahora deben mantener la distancia.
—¿Por qué? No tiene sentido.
—Hay una razón fuerte para eso, Abish. Debes mantener la calma y conformarte con lo que te digo. Solo quiero que tengas claro que ni Amicia ni yo queremos hacerte daño. Ella es mi esposa, y el secreto que guardó por años me lo reveló pues no aguantó más la tortura del silencio. La amo, y la ayudaré en lo que me pida. Jamás, ni bajo tortura, revelaré nada de lo que sé sobre ustedes.
—¿Pero no sería mejor contactarla? Si de verdad va a introducirme al aquelarre Dulrá necesito que alguien de ellas me presente, ¿no?
—No lo aceptarán, no eres una bruja. Solo una Dulrá puede convocar a una reunión de la cúpula.
—Entonces ella puede hacerlo.
—En teoría, sí. Podría exponer tu caso si encuentra apoyo en otras brujas de la cúpula. La cuestión es, ¿qué caso expondrá? ¿Qué quieres exactamente de las Dulrá? Ni tú misma lo sabes.
—Claro que lo sé —respondió fastidiada, le parecía que esas estúpidas normas de brujas no hacían otra cosa que retrasar su búsqueda—. Quiero saber la verdad sobre mí. Necesito saber por qué me pusieron un sello de luz, y necesito quitármelo. ¿Acaso eso no es suficiente?
—Como te digo, no es tan sencillo como parece.— Abish bufó. Todo eso ya la estaba cansando.
—¿Para qué me trajo aquí entonces? No hay motivo, pudimos hablar en cualquier restaurante y fingir un encuentro casual, qué sé yo. Pero me trajo a un barrio de brujas Bruanne, no lo entiendo. Si no fue para presentarme a Amicia esto no tiene sentido para mí.
—Es un territorio seguro, no hay brujas que nos vean. Ya te lo dije, las jóvenes estudian, las adultas están en asamblea. Aquí no nos verá nadie de la ciudad, es mejor así.
—¿A quién se le ocurrió? ¿A usted o a Amicia?
—A ambas.
—¿Sabe? Ahora que sé que todo se trata de ella puedo simplemente ir a buscarla a la escuela de brujas.
—Ella no te recibirá —contestó calmada la maestra. Al parecer nunca perdía la paciencia.
—Puedo ingeniármelas y encontrarla donde sea.
—Pues ella se las ingeniará y huirá de ti.
—La atraparé de todas maneras.
—Es una pésima idea presionar a una Dulrá. Te aconsejo que te moderes.— Abish suspiró. Bien, al parecer esa Amicia era lejana para ella. O al menos así era de momento, Aurea la conocía y hasta mencionó que era su maestra favorita. Si Grace no quería ayudarla con eso, Aurea no lo dudaría. No le quedaba otra que conformarse a saber de ella sin conocerla.
O eso pensó. Grace y ellas estaban solas en aquel parque. Era un sitio lleno de árboles antiguos que tapaban la luz del sol, arbustos y flores bien cuidadas, y más allá del camino empedrado no había nada. No fue un ruido lo que le llamó la atención, nadie pisó siquiera una hoja seca. Ella supo que tenía que girarse en ese momento. Su mirada la guiaba otro, una presencia que ya conocía. Una energía familiar, la de aquel que solo hablaba.
Tras ellas, así la vio. Escondida con una capa de los mismos colores de las hojas, de los arbustos, uno que quizá se servía de la magia para camuflarse. También estuvo segura que eso no fue parte del plan, que ella cometió una imprudencia y no debió estar ahí. Imprudencia, así le dirían luego. Abish lo llamaría destino. La mano de la voz de otros tiempos. ¿Acaso lo escuchó todo? Ella pensó que sí. Sus cabellos se asomaron apenas, se escaparon con rebeldía de la capa que escondía su identidad. Su rostro se escondía, su mirada huía. Pero quizá ella también supo que ya no podía escapar más, que tenía que conocerla. Que tenía que verla.
La distancia que las separaba era considerable, solo alguien como Abish, acostumbrada a reconocer criaturas de la noche entre las sombras de los árboles, pudo detectar su presencia. Una fuerte energía la rodeó, él estaba ahí. Su presencia lo ocupaba todo como siempre, y a la vez establecía una conexión entre ambas. Era como si pudieran sentirse, escuchar los latidos del corazón de la otra. Se emocionó, no pudo evitarlo. Así era como llegaban los escogidos a los danan, sin esperarlo, sin pedirlo.
"Séia tá silet danae. Séia Dhan"
Habló aquel. Y así le dejó una huella otra vez, la sacudió por completo, la dejó sin respiración. Su presencia se fue alejando paulatinamente, pero ya estaba hecho. Abish no necesitaba traducción, y estaba segura que ella también lo sabía. Amicia Rowe era su danae.
—Supongo que ya entendiste que no puedes insistir con invadir el espacio de Amicia, ¿verdad? —preguntó Grace como si nada. Si tal vez percibió algo extraño no lo mencionó.
—No se preocupe por eso —contestó guardando la calma. Giró a ver a la maestra y sonrió de lado. No importaba la distancia que quisiera guardar Amicia. El espíritu ya las había marcado y las cosas empezarían a fluir en contra de la voluntad de la bruja Dulrá. Solo les quedaba prepararse.
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Hello, hello, hello
Hoy tuvimos fuertes revelaciones, y además confirmación de teorías... MUAJAJAJA. Quienes vienen de leer Maldita sirena deben estar gagging con las referencias xdddd
En multimedia, Aliena Dulrá <3
Hasta la próxima, no tardaré en actualizar.
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