16.- Una noche épica

—No, esta vez no podré acompañarte —le dijo sin mirarla. La chica estaba acomodando sus libros, pero también pensaba en qué se iba a poner esa noche. Respondió despreocupada, aunque quizá debió imaginar que después de esas palabras se venía un reclamo.

—¡Pero Sybil...! —chilló Aurea, estaba a nada de hacer un berrinche—. ¿Por qué no? A ver dime, ¿qué excusa barata vas a ponerme ahora? ¿Por qué no quieres ir conmigo? ¡No te he molestado en toda la semana!

—Eso no tiene nada que ver, no es porque no quiera —aclaró ella.

—¿Y esta vez cuál es la diferencia? Anda, cuéntame. ¿Es porque el lugar es muy macho heterosexual?

—No es por el lugar. Aunque si, el lugar es demasiado hombre hetero para mi gusto.

—¿Y qué querías que hiciera? Ya estoy haciendo muy larga la espera, no sabía que otra excusa ponerle, esta vez no pude negarme.

—Si, eso lo entiendo. De verdad que lo siento por ti, me apiado de tu alma. Salir con Candem va a ser una tortura.— Aurea asintió, finalmente Sybil se giró. Su amiga ya andaba con la pose de víctima, mirándola con esos ojos benditos que Luz eterna le dio, así como quien se va a poner a llorar ahí mismo. Engreída de mierda, puchero como cría no más le faltaba poner.

—¿Por qué me dejas sola? Ese hombre me va a drogar y me va a comer, todo va a ser tu culpa —le reclamó ahora. Ajá, quería hacerla sentir culpable.

—Tú ya estás bien grande para cuidarte sola. Además, si en serio no quieres ir a encontrarte con ese tipo, pues no vayas y ya. Deja de complicarte la vida, Aurea.

—Es que...—Lo suponía, siempre había un "pero". Ahora a escuchar con qué tontería el salía Aurea—. Quiero divertirme un poco...

—Quieres zorrear.

—Bueno, si lo dices así...—Aurea sonrió de lado. Claro que quería zorrear, al final Sybil soltó una risita, como si no la conociera.

Sybil sabía que era una bruja agraciada que atraía a varios hombres sin querer, y de verdad que ellos no le importaban en absoluto. No tenía tacto, no tenía gracia para conquistar a nadie en realidad. Si a la gente le gustaba era porque sí, no porque ella se lanzara de cacería ni nada. En cambio, Aurea tenía una extraña e inquietante habilidad para zorrearse a quien quisiera. Solo tenía que poner un poco de ganas para que cualquiera, sea hombre o mujer, termine babeando por ella. 

Si, era una rubia linda, pero también muy hábil. Le sorprendía, Aurea había aprendido esas cosas solo observando durante sus pocas salidas a la ciudad, y luego las ponía en práctica durante las fiestas de la escuela, cuando iban invitados de todos lados de Etrica. Así fue que conquistó a Candem Sharman, para ella fue solo un juego a ver si le ligaba molestar a Eleanor, y terminó saliéndose con la suya.

El problema ahora era que tenía que salir con él, y se notaba de lejos que Aurea no tenía la intención de pasar horas en compañía de ese chico. Quería zorrearse a otros, así de simple. Ligarse gente que le pague los tragos, chicos o chicas que la inviten a salir y con quienes pasar el rato, nada serio. Candem invitó a Aurea a encontrarse en el bar de un amigo, uno conocido del centro. Por eso Aurea andaba haciendo berrinche, quería que ella la acompañe para no tener que pasar todo el rato con el chico, así de paso podría usarla como excusa para escaparse de ahí.

A Sybil le aburría de sobremanera ir a beber unos tragos a un bar, pero se divertía mucho viendo a Aurea ligar. Era tan gracioso ver la cara de bobos de los que caían, ella hasta tenía beneficio pues Aurea lograba que le paguen las bebidas también. Esa noche en particular prometía ser divertida, Aurea pasaría el rato con Candem y luego el tipo se iba a poner a rabiar cuando vea a la bruja ligándose a otras personas. La hubiera acompañado, pero tenía algo importante que hacer.

—¿Entonces vienes? Anda, di que si —insistía la rubia.

—No, Aurea. Tengo planes.

—¿Tú con planes? ¿Y eso? No me has contado. Desembucha ahora mismo.— Sybil no contestó al instante. Abrió su clóset y buscó la ropa que pensaba usar esa noche. Un vestido negro y botas, un clásico que nunca falla. Cuando lo dejó en su cama, giró a ver a Aurea, ella estaba impaciente esperando la respuesta.

—Tengo que ir a ver a mi prometida.

—¿Disculpa? —preguntó incrédula, incluso se puso de pie.

—Nada, que hoy estará la chica en la tetería de la maestra Margaret y voy a ir a verla. No es un encuentro formal, pero quiero conocerla.

—Espera, ¿qué cosa? A ver, Sybil, no me habías contado que tenías prometida. Y peor, que ni siquiera la conoces. ¿Me explicas qué mierda es todo esto? ¿Qué te pasa? ¿Por qué no me has contado nada?— Y ahora hasta parecía molesta. A Sybil casi se le escapa la risa, pero por el ceño fruncido de Aurea decidió contenerse.

—Las líderes de mi aquelarre me comprometieron con esta chica. Me avisaron hace unas semanas, solo es eso. Tengo que conocerla, ya luego nos presentarán formalmente y si nos gustamos empezaremos el noviazgo. Nos casamos si pinta todo bien, simple. No es que fuera una dictadura ni nada, y ya te dije, recién voy a conocerla —le explicó.

—Ohhh... ya entiendo —contestó ella más tranquila, supuso que Aurea esperaba escuchar un drama de compromiso, pero la verdad no era así—. ¿Y en serio te quieres casar con una bruja? ¿Eso siempre estuvo en tus planes?

—No soy la más entusiasta del matrimonio, pero supongo que está bien casarse con otra bruja como yo. Con un hombre jamás.

—¿Y por qué no?— Sybil bufó. A veces Aurea se pasaba de estúpida.

—Pues porque no me gustan los hombres, ¿qué creías?

—¿Cómo que no te gustan los hombres? Creí que eras bisexual como todas.

—No, Aurea. Solo me gustan las chicas, ya está. No es que fuera tan importante.

—Ahhh...—dijo pensativa. Nunca había hablado con Aurea sobre eso, pero sÍ entendía su sorpresa. Las brujas eran bisexuales, y casi nunca se daban la molestia de aclararlo. Solo unas pocas eran lesbianas, como ella—. Qué raro es esto... Es como tener un amigo hetero, pero al revés.

—Idiota —contestó Sybil, y como tenía una almohada a la mano, se la arrojó con fuerza en la cara. Aurea recibió el golpe, pero ella se rió con gracia de eso.

—Solo era una broma —le dijo la rubia.

—Creí que te habías dado cuenta antes.

—No, bueno, es que no me detenga mucho a pensar en esas cosas.— Sybil asintió. A ella tampoco le importaría si Aurea fuera lesbiana. O quizá sí, de esa manera se ahorraba que ande saliendo con cada imbécil de pena—. ¿A qué hora te tienes que encontrar con esa chica?

—Estará en la tetería como a las diez.

—Perfecto, entonces tenemos tiempo. Dale, acompáñame un rato al bar ese, ¿si? Luego sales para la tetería. Son las ocho apenas, tienes tiempo.

—Ugh, a ti nunca se te puede negar nada.— No debió decirle la hora de su encuentro, ya la cagó. En fin, suponía que distraerse un rato con Aurea no eran tan mala idea. En realidad, ver a su futura prometida no era algo que la animara especialmente, solo quería conocerla y ver qué tal. Aurea sonrió triunfante, al final se salió con la suya y la iba a acompañar.

—Oye, ¿y cómo se llama la chica esa?

—América —contestó.

—No me suena para nada el nombre.

—No, es típico de Castasur. Entonces, ¿salimos en diez minutos? —preguntó para cambiar de tema y Aurea asintió.

—Si, deja que termino se arreglarme.

No pasaron diez minutos, al final se tomaron veinte para terminar de alistarse y salir de la escuela. Era el día libre oficial de todas las brujas, y aún tocaba un día más de descanso, así que todas las mayores que tuvieran permiso podían salir a divertirse si querían. La gran mayoría iba a las teterías de brujas, en especial la de la maestra Margaret. Pero ellas tendrían que ir para el centro, al bar de un tal Alistair. Allá se encontrarían con Candem, así que Sybil esperaba que el drama que le iba a hacer Aurea para terminar con él se dé mientras ella esté presente, así al menos se reiría un rato.

Llegaron al fin al sitio. Desde afuera se podía escuchar el estilo de música fuerte, estaba bueno en verdad. Era su gusto culposo, había algunas canciones de ese género que estaban muy buenas como para resistirse. En cambio, Aurea tenía cara de querer romper todo y largarse, si esa chica no tenía ritmo hop se moría. El sitio era más o menos decente, aunque si había muchos hombres. Sybil hasta pensó que nunca había estado rodeada de tantos hombres como en ese momento. Algunos las quedaron mirando, incluso a uno se le escapó un silbido. Y aunque ella le devolvió una mirada molesta al tipo para dejarle claro que no necesitaba su opinión, Aurea solo lo observó de lado y sonrió a medias. Ajá, ya empezaba a zorrear.

Sybil buscó con la mirada una mesa libre, pero Aurea estaba caminando directo hacia la barra. Solo entonces notó que en la barra solo había un hombre joven, un pelinegro que apenas se dio cuenta que las dos iban en camino a él, se quedó mirándolas. En realidad solo miró a Aurea, Sybil estaba segura que la chica ya había escogido a la presa de la noche.

—Hola —le dijo Aurea al chico apenas estuvo frente a él, se acomodó frente a la barra y apoyó los brazos ahí mientras lo miraba.

—Hola, linda.— Sybil giró los ojos. Linda, cielo, cariño, preciosa. Con razón Aurea se ligaba chicos con tanta facilidad, eran muy predecibles—. ¿Eres nueva por aquí? Nunca te había visto.

—Si, es mi primera vez —contestó su amiga con una sonrisa—. Pero no me siento muy cómoda.

—Oh... ¿Y eso por qué? ¿Alguien aquí te ha molestado?

—Un idiota quedó en encontrarse aquí conmigo, y ahora no aparece. Creo que me dejó plantada.

—¡Qué horror! ¿Dejar a una chica tan bella plantada? Eso no se hace.— El chico también coqueteaba con ella. Sybil se sentía invisible en ese momento, pero no le incomodó. Dejó que Aurea haciera su jugada, si se estaba ligando a encargado de la barra ya tenían asegurada la bebida.

—Lo mismo digo, qué falta de respeto. Y ahora me siento tan sola...

—No tienes que estarlo. Soy Alistair, dueño del bar.— El chico le tendió la mano para la presentación, Aurea la tomó despacio. Y él, haciéndose el galante, llevó sus manos a sus labios y la besó—. ¿Cuál es tu nombre, preciosa?

—Aurea —contestó ella con una sonrisa coqueta—. Así que este es tu bar, qué simpático lugar. No había venido antes.

—¿Ah no? Pero puedes pasar las veces que quieras, te encantará. ¿Quieres tomar algo? La casa invita.— Listo. Sybil sonrió de lado, ya tenían lo que querían.

—Dame lo que quieras.— Epa, Aurea estaba sacando el repertorio más atrevido, aquello lo dijo en tono más sugerente. Alistair sonrió, claro que captó la indirecta—. Lo que crees que más nos gustará a mi amiga y a mí —agregó. Solo en ese momento el chico la miró, hasta parecía avergonzado de haberla ignorado.

—Hola —saludó ella.

—Hola, un gusto —respondió Alistair —. Les prepararé algo que les encantará —dijo, y cogió dos vasos que colocó frente a ellas. Luego tomó una botella de un destilado, sea lo que sea, Sybil esperaba que esté bueno—. ¿Y te gusta la música fuerte, Aurea? —le preguntó.

—Algo...—respondió sin ganas—. ¿No tienes algo de Paula por aquí?— Alistair la miró incrédulo un instante, pero luego soltó una risa.

—No pasamos ese tipo de música, pero por ti puedo poner todo el disco —respondió él. La miraba fijo, el tipo ya la tenía clara. Esa noche se llevaba a la rubia a casa como sea. Sybil contuvo la risa, aquello empezaba a hacerle gracia.

—Uy, eso estaría buenísimo —contestó la bruja. Alistair se concentró unos segundos en preparar las bebidas prometidas, luego les alcanzó los vasos.

—¿Cuál es tu canción favorita? —le preguntó Alistair. Claro, como si de verdad le importara.

"¿No quieres probar mi agua sagrada?" —Aurea cantó esa parte de la canción. Alistair sonrió ampliamente, otra nueva indirecta sexual que fue bien recibida. "Agua sagrada" era una de las canciones más polémicas de Paula, con la que saltó a la fama en realidad. Gente que ni gustaba de la cantante conocía bien esa canción. El agua sagrada era un elemento místico que usaban las brujas, agua bendita para sus rituales. Pero Paula la comparó con el sexo oral. "¿No quieres probar mi agua sagrada?" era una frase bastante sexual.

—Me encantaría —respondió el pillo de Alistair— poner esa canción para ti —agregó. Este tampoco se quedaba atrás, sabía el juego que estaba jugando y le gustaba. Sybil supuso que eso contaba como empate técnico. Decidida a brindar por el triunfo de la noche, y porque no gastaría ni un centavo en alcohol, Sybil se llevó el vaso a los labios. Pero en ese instante notó que alguien se acercaba. Fue rápido, en un instante él ya estaba ahí, había tomado de los hombros a Aurea y se plantó ahí en plan posesivo-protector. Aurea se quedó rígida, la habían cogido de sorpresa—. Candem, tú aquí —le dijo Alistair sin muchas ganas. Ah vaya, para variar, lo conocía. La cosa se estaba poniendo buena.

—¿Se puede saber qué haces con mi novia? —preguntó Candem. Al fin, después de mucho tiempo llegaba a marcar territorio, y empezaba con todo dramatismo. Alistair no puso buena cara, Aurea quería irse corriendo de ahí. Y Sybil bebió todo de un trago, tenía drama garantizado para la noche.


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Las noches de fin de semana como aquella parecían tener un espíritu especial. Había algo en el ambiente que animaba, un optimismo y ganas de divertirse que era imposible evitar. Las risas, la música, la gente en las calles y la bebida llamaban a los jóvenes, nadie se podía resistir a eso. Era cierto que las calles de Etrica estaban llenas de peligro, que mientras unos reían, otros eran devorados por vampiros. Mientras en un lado de la ciudad había cazadores que disfrutaban de su primera noche libre después de varios días, al otro extremo había un grupo de ellos que lloraba a un compañero caído. Era triste pensar que mientras unos disfrutaban, otros sufrían, pero no podía detenerse en eso. Había que seguir adelante, había que vivir un poco. Quizá los que hoy ríen serán los que lloren mañana, por eso preferían atesorar esos momentos y vivir la ilusión.

Esa noche Abish y Alicia la tenían libre, así que estaban dispuestas a disfrutarla, en especial la líder cazadora. No tuvo un buen día, esa era la verdad. Pasó la mañana buscando a Leonard por la ciudad y nunca pudo encontrarlo, y por la tarde habló con Wolfgang. Ese licántropo la dejó muy perturbada con todo lo que dijo, no se sacaba de la cabeza sus palabras. 

Ni siquiera fue a hablar con su padre, no tenía idea de cómo empezar esa conversación. ¿Qué le diría? ¿Qué sabía lo que fue a hacer ese bosque en realidad? Ahora sabía también que Aurea era una bruja Asarlaí, que quizá por eso era escogida del Dán. Pero había otra cosa, Wolfgang nombró a una niña, ¿y quién era ella? El licántropo no quiso revelar más, pero la convenció de que hiciera esa pregunta a su padre. La iba a hacer, claro. Pero primero tenía que procesar todo lo que había escuchado esa tarde.

Salir por unas copas era la oportunidad perfecta para sacarse esas cosas de la cabeza. Alicia también tenía el día libre, así que cuando le comentó que iría al bar de Alistair la chica se apuntó. Sabía que Sarenne aparecería también, la bibliotecaria lo prometió. Nate pasaría por ellas, así que no tardaron mucho en salir. El chico tampoco esperó mucho, cuando las cazadoras salieron el auto ya estaba listo para arrancar.

—Alicia preciosa, ¿cómo has estado? —le preguntó Nate ni bien estuvo dentro del auto. Le sonrió mientras la miraba por el espejo retrovisor. Ya le conocía esa pose de conquistador, al parecer esa noche Nate andaba con ganas de ligarse a alguien.

—Bien... supongo —respondió la chica con algo de timidez. Alicia podía ser muy ruda cuando se trataba de cazar, pero en cuanto a chicos no tenía nada de experiencia.

—No vayas a empezar con tus estupideces, que Alicia es demasiado buena para un pedazo de mierda como tú —le soltó ella a su amigo. Segundos después los dos estallaron en risas y Alicia los imitó.

—Era broma, qué especial te pones. Alicia sabe que yo la adoro y la respeto, ¿verdad?

—Si, está bien. No hay problema —contestó su aprendiz, aunque aún lucía algo tímida. Abish entendía que siempre la estén molestando, era joven y linda, una tentación para cualquiera. Por eso ella tenía que andar con los ojos bien abiertos, no quería que ningún imbécil se aproveche de ella.

—Vamos, hoy habrá música en vivo —les dijo Nate y arrancó el auto de una vez. Abish estaba sentada a su lado, Alicia en el asiento trasero—. ¿Es cierto que irá Sarenne también?

—Eso espero, le dije que ustedes querían verla en el bar y me prometió que pasaría este fin de semana, así que supongo que la encontraremos ahí.

—Genial, la noche va a estar buenísima —dijo animado el chico—. A que no sabes, va a ir tu mejor amigo también.

—¿Eh? —dijo ella sin entender, a lo que Nate respondió con un ataque de risa—. Oye idiota, concéntrate que estás conduciendo —le reclamó ella.

—Es que tuviste que ver tu cara, casi me muero de risa.

—¿Quién es mi mejor amigo?

—Ah vamos, tú íntimo. Candem, ¿quién más?

—Ugh... hubieras empezado por ahí y llegaba borracha para no tener que soportarlo —contestó Abish con desagrado, y de inmediato Nate empezó a reír, hasta Alicia lo imitó—. ¿Quieres desanimarme? No tengo ganas de verle la cara a tu amiguito.

—Si, ya sé, pero toca aguantarnos. Va a llevar a su nueva novia, así que por ahí y te diviertes un poco.

—¿Qué gracia tendría eso? —preguntó ella sin entender.

—No sé, improvisa algo. Haz entrar en razón a esa chica —bromeó Nate.

—Ahhh... eso si tiene más sentido —dijo Abish con una sonrisa—. La haré recapacitar con un par de cachetadas, es que esa pobre inocente debe estar engañada, la libraré del imbécil ese.

—¿Ves? Habrá diversión de todas maneras.— Abish asintió. Ya habían llegado al bar, Nate se estacionó y los tres bajaron. La música sonaba perfecta esa noche, Abish sonrió animada, moría por unos buenos tragos y por bailar un poco. Al entrar notaron que el lugar tenía más publico del usual, debía de ser porque esa noche Alistair y su banda tocarían en vivo, eso siempre llamaba a más gente.

—¿A la mesa de siempre? —preguntó Abish. Nate asintió, como amigos del dueño ellos siempre tenían un lugar privilegiado. Lo malo era que para llegar hasta allá tendrían que atravesar todo el local. Apenas dieron unos pasos entre la gente, cuando alguien les salió al encuentro.

—¡Abish! ¡Qué bueno verte!— Era Sarenne. Cuando vio a su amiga sonrió, la bibliotecaria le dio un beso en la mejilla y luego saludó también a Nate y Alicia. Solo entonces notó que había un hombre parado al lado de ella, uno que jamás había visto antes.

—Pensé que no ibas a venir —le dijo Abish.

—¿Cómo crees? Al final me animé, la música va a estar buenísima hoy, ya necesitaba una dosis de música fuerte. Un día de estos Marcio me va a matar de sobredosis de Paula —bromeó y los demás rieron.

—Querida, ya te estábamos extrañando —le dijo Nate—. ¿Y no nos presentas al nuevo amigo? —preguntó el chico mientras miraba al acompañante de Sarenne.

—Ah claro. Él es Noah, un cliente de la biblioteca.— Ajá, esa no se la creía. Sarenne no era de salir mucho, y las veces que llegaba acompañaba era en serio—. Ellas son Abish y Alicia, cazadoras —le dijo al hombre—. Y él es...

—Nathaniel Seymur —completó ese Noah. A Nate no se le borró la sonrisa mientras lo miraba, pero la cazadora intuyó que había algo raro ahí. Quizá era su impresión, pero le pareció que esos dos se miraban desafiantes—. Lo conozco de eventos públicos, un gusto.

—El gusto es mío —contestó Nate. Ambos estrecharon las manos por un tiempo que le pareció bastante largo mientras se miraban. Luego le sacaría el chisme a Nate, algo le decía que esos dos ya se conocían.

—Estábamos camino a la mesa de siempre —le dijo Abish a Sarenne como para pasar de ese repentino momento de tensión—. ¿Vienes?

—Claro, vamos rápido antes que nos quedemos sin lugar —contestó Sarenne. Se hicieron paso entre la gente, Abish distinguió a Alistair en la barra, él los vio y sonrió.

—Abish, mira.— Esa fue la voz de Alicia llamando su atención. La cazadora se giró y se dio cuenta que su aprendiz señalaba hacia la mesa donde siempre estaban los amigos—. ¿Esa no es tu bruja pesadilla?

—Ay... no —dijo de mala gana. Era Aurea, pero no estaba sola. A su lado había una chica que no conocía, y eso no era lo peor. Candem la tenía cogida de la cintura, ¿podía haber una combinación peor? El miserable ese y la bruja más antipática de Etrica, su compañera de dhan.

—¿La conoces? —le preguntó Nate.

—Está en mi clase de defensa —contestó ella.

—Y es la novia de Candem —agregó su amigo—. ¿Recuerdas que te conté? La bruja Fiurt.

—¿En serio? ¡No me digas! —gritó Sarenne sorprendida—. Cuando se entere Clemence se desmaya —bromeó la bibliotecaria.

—Así que la rubia está llena de sorpresas —agregó Noah.

—Esperen, ¿también la conocen? —les preguntó Abish.

—Pues si, es la nueva mejor amiga de Marcio. Los dos son Paulanators, ya sabes —respondió Sarenne—. ¿Vamos? Quiero saludarla.

—Yo no...—dijo Abish por lo bajo. Fue hasta allá con toda la intención de divertirse y ahora la presencia de Aurea le estaba arruinando todo.

—Tranquila, yo te defiendo de la rubia —le dijo Nate, el único que se dio cuenta de su incomodidad. Los dos se miraron y sonrieron. Al menos la compañía de su gran amigo la haría sentir bien. Abish avanzó sonriente hacia la mesa, ese par de idiotas no le iban a arruinar la noche. Pronto Aurea la vio también, notó su sorpresa, hasta se quedó boquiabierta. Abish pensó que lo único que tenían en común era que las dos no podían verse sin desear que la otra desaparezca.

—Tú...—dijo Aurea mientras la miraba.

—¿La conoces? —le preguntó Candem. El tipo este la miró de pies a cabeza, también sabía que no la soportaba.

—Es mi instructora de defensa —contestó Aurea de mala gana.

—¿La cazadora que te deja molida? ¡Ay, qué lindo! Eso te lo mereces —dijo la chica que acompañaba a la rubia. A Abish le pareció que lo dijo con toda mala intención, pero los demás lo tomaron como broma y rieron.

—Qué pequeño es el mundo, ¿no? —dijo Sarenne. En verdad que sí, esas coincidencias con su compañera de Dán hasta empezaban a desagradarle.

—Demasiado —agregó Candem. Lo siguiente que pasó fue algo extraño. Alistair se acercaba llevando una bebida, apenas el rubio engreído lo vio y cogió con más fuerza a Aurea. La bruja puso mala cara, intentó disimular, pero fue bastante obvia su molestia.

—¡Hola, chicos! —saludó Alistair—. Han venido todos, no me la creo, esto debe ser señal de Luz eterna o algo —bromeó y los demás rieron—. Miren, si hasta Alicia y Sarenne están aquí, qué milagro.— Las chicas rieron, Alistair choco una mano Nate, luego estrechó amable la otra mano con Noah—. ¿Qué tal? ¿Listos para la música esta noche?

—Por supuesto —contestó ella—, ¿a qué hora empieza la banda?

—En una hora, así que tienen todo ese tiempo para embriagarse. Y hablando de eso...—dijo mientras le alcanzaba la bebida a Aurea. La rubia le sonrió con discreción, pero Alistair lo hizo con todo descaro. Ya entendía el enojo de Candem—. Acá tienes, linda. Espero que te guste —agregó guiñándole un ojo. Aurea cogió el vaso y probó, se le resbaló un poco de la bebida por la comisura de los labios y lo lamió mientras miraba a Alistair. Todos se dieron cuenta de lo que estaba pasando ahí, Abish hasta sintió que se ponía roja. Esa chica se estaba pasando, y lo peor era que lo hacía con su amigo.

—Quedó buenísimo, tú si que sabes cómo hacerlo.— ¿No que era la novia de Candem? Lo peor era que no sabía si sentirse enojada o no, porque cuando miró de reojo al engreído hecho una fiera celosa casi se carcajea. Por esta vez le daría puntos a Aurea.

—¿No quieres tomar otra cosa? —le preguntó Candem mientras apartaba la bebida que le acababa de dejar Alistair.

—No, así está bien.— Aurea bebió un poco más, alrededor todos estaban pendientes del drama y la tensión. Nate y ella intercambiaron una mirada, su amigo también estaba a punto de morir de la risa. Como quien marca territorio, Candem intentó besar a Aurea en el cuello, pero la rubia se acomodó los cabellos en el momento preciso para evitar eso. Al final quien terminó soltando una risita fue el nuevo amigo de Sarenne, ese tal Noah—. Voy al tocador —anunció Aurea y se puso de pie. Nadie dijo nada mientras la rubia se iba, Abish tomó asiento justo al lado de la amiga de Aurea a quien aún no le habían presentado. Mientras Alistair ordenaba que lleven una ronda de bebidas para todos, la chica, que suponía era bruja, se le acercó un poco para hablarle.

—Oye, ¿puedo pedirte un favor?

—Supongo...—contestó sin entender qué podía querer esa desconocida de ella.

—Me tengo que ir en un rato, y la estúpida de Aurea ya anda picada. Se va a poner a beber como si no hubiera mañana y va a terminar violada por el imbécil ese. ¿Puedes echarle un ojo? —asintió de inmediato. Aurea podía ser la bruja más insoportable del continente, pero jamás le desearía el mal. Y esa chica tenía razón, si la bruja se emborrachaba la cosa iba a acabar en una desgracia. Conocía al patán de Candem, ya estaba molesto porque su supuesta novia andaba coqueteando con el dueño del bar, de seguro que iba a hacer algo para reafirmar que él era que mandaba ahí.

—Si, descuida —contestó por lo bajo.

—Soy Sybil, por cierto.

—Abish.

—Ya sé —contestó la bruja—. Aurea se queja de ti todo el rato.

—Lo sospechaba —le dijo. Al menos la amiga de la insoportable parecía una persona decente, a la otra no le podía decir nada sin que acabe en discusión. Alguien de la barra llegó con las copas llenas para todos, cada quien cogió la suya y las levantaron para brindar. La noche apenas estaba empezando y ya prometía ser épica. 



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 Se ha juntado todo el ganado, literal.

Recordaris: Nate, el amigo de Abish, es el menor de los vampiros Seymur haciendo el papel de infiltrado.  El mismo que estaba a favor de matar a Aurea.

NOVEDADES

En mi nueva colección "El baúl de los relatos secretos de Katie" he publicado un cuento corto de terror de 4 capítulos con algunos personajes de la historia. Aurea, Sybil, Ethel y Kazimir aparecen. Pasen bbs <3





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