13.- Tenemos que hablar

No supo como sentirse cuando la vio llegar. Una parte de Abish sentía que la detestaba a pesar de conocerla apenas un poco, y de verdad que no quería verla en la Academia, mucho menos en su clase. Pero otra parte de ella sabía que algo había pasado entre ambas, que algo o alguien les había hablado a la vez. No era una tontería, no era su imaginación. Era real y odiaba eso. Estaban ligadas, y no le gustaba sentirse ligada a una bruja.

Aurea entró a la Academia con el uniforme de su escuela, aunque esa vez las miradas no fueron desdeñosas como la primera vez. Apenas cruzaron las miradas, ella entró al vestidor y minutos después salió lista con su ropa deportiva. Abish avanzó hasta ella, los alumnos del curso ya iban llegando y tenían apenas unos minutos antes de empezar. Cuando sus miradas se cruzaron le pareció notar que había temor en sus ojos, pero una vez cerca la bruja se cruzó de brazos y la miró desafiante.

—Volviste —le dijo despacio Abish. No pretendió sonar tosca, pero Aurea lo tomó así.

—Pues claro, ¿acaso creíste que ibas a poder conmigo? Te equivocaste de persona para joder, niña de papá.— Abish frunció el ceño. Esa idiota estaba con ganas de molestar.

—Cierra la boca, no es para eso que estoy aquí.

—¿Qué pasó? ¿Papi no te hizo caso en echar a la bruja de la academia? Ay, pobre de ti —se burló la estúpida. En serio que quería comportarse bien con ella ahora que tenían un asunto pendiente, pero con esa actitud de mierda lo único que quería era romperle la cara.

—Si vas a estar en mi maldita clase te vas comportar, deja de hacerte la lista que no te queda. Y ya basta, no empieces a desesperarme o la pasarás mal otra vez.

—¿Me estás amenazando? ¿Es eso? —preguntó molesta la bruja.

—Tómalo como quieras. Y ahora busca una posición que ya vamos a empezar.

—Claro que sí, lo más lejos posible de ti.— Aurea dio unos pasos para alejarse y Abish no fue capaz de decirle nada unos segundos. Aunque ambas eran conscientes de lo que pasaba, las dos parecían empeñadas en cubrir aquello con hostilidad. ¿Por qué? No lo entendía. La cazadora sentía un nudo en la garganta en ese momento. No era orgullo, no le importaría poner en su sitio a esa bruja estúpida las veces que sea necesario. Había algo que la frenaba, sabía que era y lo iba a admitir secretamente. Tenía miedo.

—Aurea —dijo de pronto para detenerla. La bruja se giró y una vez más notó eso extraño en su mirada. Ella también tenía miedo—. Tenemos que hablar —le dijo con la voz temblorosa. Y Aurea la miró sin decir nada un instante, pero aún así le pareció que estaba nerviosa.

—Lo sé —respondió despacio, apenas la escuchó—. Terminando la clase —agregó. Abish solo asintió, de todas maneras no iban a poder hablar nada en ese momento.

La clase empezó sin contratiempos esa vez. Aurea se fue al lado de Samantha, esas dos habían congeniado muy bien. En realidad, las dos eran bastante inútiles para el combate cuerpo a cuerpo. Sam todo lo tomaba a la broma, Aurea no se esforzaba lo suficiente. Los demás alumnos iban bien, y Abish tenía que poner especial atención en ellas. Al menos intentó no ensañarse otra vez con Aurea, ya tenía claro que por más que la ponga a hacer todos los ejercicios del mundo esa bruja antipática no se iba a rendir. La clase acabó al fin, Abish no tardó ni un minuto más y despidió a todos los alumnos rápido. La única que se quedó cerca fue Samantha, pero no había problema pues la chica se puso sus audífonos y adiós mundo.

En un rincón de la sala de entrenamiento, Aurea se secaba el sudor. Había cogido su morral y otras cosas que había llevado, parecía lista para irse. Así que antes que la bruja huyera, Abish caminó decidida a ella y le cerró el paso. Tenían que hablar y no podía postergar más tiempo aquello.

—¿Estás lista? —le preguntó la cazadora y la bruja asintió—. ¿Y bien?

—Te diré exactamente lo que pasa, no hay tiempo para irme con rodeos. El Dán nos habló y nos marcó, somos sus escogidas —contestó ella. Rápido y sin rodeos, tal como prometió.

—¿Qué cosa? —preguntó ella aún sin procesar lo que acababa de escuchar.

—No te hagas la sorda. El Dán dice que somos sus escogidas, es así y punto.

—¿El Dán?

—Ashh... qué tedioso hablar de estas cosas con gente ignorante —le dijo Aurea con desdén.

—Modérate, bruja, yo no te estoy insultando así que te controlas y dejas de actuar como estúpida. Claro que sé que es el Dán —contestó ella molesta. Si Aurea le volvía a salir con eso la iba a coger del cuello y la haría desembuchar todo a la fuerza.

—¿Ah si? ¿Y qué es el Dán?

—Es un espíritu ancestral, es el que marcó a las brujas legendarias.

—¡Ay qué lindo! Has estado leyendo libros para niñas, qué básica tu explicación —se burló la bruja. Iba a golpearla en cualquier momento—. En fin, hiciste tu tarea al menos. Si, el Dán es un espíritu ancestral y nos ha marcado. Ahora somos sus escogidas.

— ¿Cómo estás tan segura de eso?

—También estuve averiguando, y tengo buenas fuentes.

—¿Recuerdas lo que nos dijo?

—Cada palabra —respondió Aurea, y ya parecía más tranquila.

—Fui por libros, intenté encontrar esas palabras, pero no hay nada. Yo lo recuerdo bien, es Séia tá...

—¡Cállate! —gritó la bruja poniéndole las manos sobre los labios. Abish la apartó con fuerza, ¿quién se había creído que era para callarla así?—. No puedes pronunciar esas palabras en voz alta.

—¿Por qué?

—Porque las palabras tienen poder.

—No digas tonterías...

—¡No digas tonterías tú! Te ha hablado un espíritu al oído, te ha marcado también. No puedes decir que son tonterías, las palabras son poderosas y nosotras no debemos pronunciar un lenguaje que no es de este mundo.

—¿Qué quieres decir?

—Eso que dijo no es un idioma de Xanardul. Es el idioma del plano de los espíritus, de ahí de donde vinieron Luz eterna y el Dán. Pero la traducción es "Ella es tu Dán". Ella es tu destino. Estamos destinada, Abish. Una desgracia, lo admito. Pero es lo que hay.

—No puede ser cierto...—dijo despacio mientras intentaba asimilar esas palabras. Abish pasó buen rato leyendo "Memorias de Xanardul" de esa Amphelise de Thacir. Todo lo que siempre escuchó como fábula en ese libro se le presentó muy detallado y real. Había leído de como el Dán le habló a cada una de las brujas legendarias para juntarlas y las marcó. Si eso era real y Aurea estaba en los cierto, entonces ellas también estaban destinadas a hacer algo grande. No podía creer algo así.

—Ay, mi querida básica. Cuánto quisiera que no fuera verdad. Pero me han estado pasado cosas muy raras desde aquello y estoy convencida de que es real. Hoy hasta he conocido a mi primer danae.

—¿Qué? ¿Hablas en serio?

—¿Sabes lo que es un Danae? —Abish asintió—. ¡Mierda! Sí que has hecho tu tarea, y yo que no tengo estrellita para darte. Pero ya sabes más que una niña de cinco años, qué orgullo debe sentir tu padre.

—Aurea, cállate —le dijo apretando los puños—. Estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano para no partirte la puta boca, así que colabora. Sé que es un danae, ahora compórtate como una persona decente y no como una niñita idiota, ¿quieres?

—Como decía —contestó Aurea molesta como si no la hubiera escuchado—, me han pasado cosas raras. Hoy conocí a un danae, el espíritu apareció otra vez y nos habló. Me dijo "Él es tu danae", lo escuché muy claro.

—Está bien, te creo —dijo convencida. Le pareció notar algo de sorpresa en la expresión de la bruja. Y hasta Abish estaba sorprendida de lo que acababa de decir. Ella creyendo en esas cosas. Espíritus que hablan. ¿Lógica dónde?—. A mí también me ha pasado algo raro.

—¿Qué cosa? —preguntó Aurea con interés.

—Me encontré a un licántropo puro en el bosque, un verdadero descendiente de Alba y Walden. En realidad, yo no lo encontré. Él apareció y me dio un mensaje. Dijo que sí es verdad que una nigromante destruyó Albion, y eso no es todo. Está sumando manadas de licántropos a sus filas. Es... bueno... bastante terrible.

—Ya lo creo —dijo Aurea sorprendida.

—¿Tú sabías algo de eso?

—¿Perdón?

—Del ataque a Albion. Las brujas han dicho que es solo magia de sangre, pero ahora sé que es magia de las sombras. ¿Lo sabías?

—Lo sospechaba, no es que las líderes de aquelarres le cuenten todo a las estudiantes. Entonces si ha reaparecido una nigromante en Etrica, y una muy poderosa, por cierto.

—Quizá nunca se fueron...—dijo Abish despacio. Lo dijo sin querer, pero entonces Aurea asintió.

—Nunca se fueron. Cuando me mude del País del norte, había una llamada Tellah. Nadie sabía si era nigromante o solo bruja Faistine, pero era fuerte.

—Espera, ¿qué? ¿Eres del País del Norte? —Aurea asintió—. ¿Y qué haces acá?

—Me mudé por seguridad.

—¿Seguridad de qué? —Aurea miró incómoda hacia otro lado, no quería hablar —. Oh vamos, no puedes ocultarme información importante.

—El tema es que tú puedes ser mi dhan, pero no confío en ti lo suficiente para contarte algo tan vital. Si abres la boca, yo estaré en graves problemas, más de los que ya estoy.

—Entonces habla, quizá te pueda ayudar. ¿No dices que somos dhan? Destinadas y eso.— Aurea la miró otra vez. Dudaba, quizá quería hablar, pero no se atrevía. ¿Qué ocultaba la bruja? Ahora además acababa de enterarse que era del País del Norte, igual que Leonard. Y tal como ese muchacho, Aurea admitió que siempre existieron nigromantes en el continente.

—Otro día te cuento —le contestó. Abish soltó un suspiro, no estaba para rogarle a la bruja esa.

—Yo sigo sin entender cómo es que tú y yo somos escogidas. Creí que solo aplicaba a las brujas.

—No, hubo varios equipos de gente escogida en el pasado. Las más famosas son las brujas legendarias, pero antes hubo otras cosas. Los caballeros sangre de dragón, por ejemplo. Los magos de los tiempos de la gran guerra, las damas de la revolución de Aucari. Y así. Son cosas que pasan de vez en cuando, el Dán habla, mueve sus fichas y las cosas funcionan tal como quiere. Nada es coincidencia, Abish. A partir de ahora debemos tomar cualquier cosa que hagamos como una señal.

—Ahh... Esto no me gusta para nada —le dijo con temor.

—A mí tampoco, pero es lo que ha pasado y no podemos oponernos. Ni siquiera podemos intentar huir, es mejor hacer algo.

—¿Algo como qué? ¿Tienes idea de qué rayos quiere el Dán?

—Sospecho que puede ser algo que tenga que ver con la nigromante, pero no sé en verdad.

—¿Entonces qué vamos hacer? Ese espíritu habla en un idioma que no entendemos, nos junta y no sabemos más, ¿cómo se supone que tenemos que actuar?

—Hay una forma de averiguarlo. Un viaje astral.— Abish arqueó una ceja.

—¿Estás de broma?

—No, es la única forma que se me ocurre que podemos averiguar más. Tengo que viajar al plano paralelo y hablar con el Dán, o con alguien que sepa qué mierda quiere el Dán.

—¿Solo tú?

—Si, es cuestión de brujas.

—¿Y cómo entenderás su idioma?

—Cuando se preparan las yerbas para el plano paralelo, se usa una especial que abre la ventana del entendimiento en la mente. Es una forma simple de decirlo, pero gracias a eso se puede entender el idioma. Solo así podré averiguar lo que quiere. Aziza y Aliena lo hicieron juntas en el pasado, pero nosotras no somos iguales y solo yo puedo hacer ese viaje.

—¿Segura?

—No tanto, en realidad nunca he hecho un viaje astral.

—¿Y cómo rayos piensas ir a meterte con los espíritus?

—Pues tengo que intentar, no hay de otra. Me estuve preparando para ir al plano de las ancestras, así que supongo que el entrenamiento sirve. Voy a tener que adelantar el viaje de forma ilegal.

—¿Qué? ¿Cómo que forma ilegal? Habla claro.

—Las brujas estudiantes no podemos hacer viajes astrales sin preparación, la primera vez es cuando hacemos la iniciación al nivel diez, yo estoy en nivel nueve. Las maestras nos preparan, nos guían y hacemos el viaje. Si a alguien se le ocurre hacerlo antes porque si, se considera ilegal. Es un delito entre las brujas y en sancionado. Además de que es peligroso.

—¿Por qué es peligroso?

—Porque puedo morir. No todas las que hacen viajes astrales regresan, Abish. Por eso nos preparan tanto.

—Y aún así quieres hacerlo.

—No quiero, tengo que hacerlo. Además, como escogida del Dán se supone que me cuidará y querrá hablar conmigo, ¿no?

—Se supone, ¿y qué puedo hacer yo para ayudarte?

—Darme dinero para conseguir los ingredientes en el mercado negro. En dos semanas hay luna llena, necesitamos aprovechar esa energía. Iremos al lago, hay un espíritu bueno ahí que podrá guiarme. Cuando lo haga, necesito que estés a mi lado cuidando mi cuerpo en trance, ¿sí?

—Si, está bien. ¿Y cómo cuánto necesitas para hacer tu viaje?

—No sé, como quinientos soles...

—¡Qué! —gritó indignada—. ¿Me puedes explicar cómo un par de yerbas idiotas pueden costar tanto?

—Porque no son yerbas idiotas, no cualquiera las puede tener. Además, aún tengo que robarme una receta de la maestra Grace para tener la fórmula. Ya viste que no es cualquier cosa.

—Está bien, veré como consigo ese dinero.

—No te hagas, solo pídele a papi y ya. Ya vas a ver como la plata llega sola.

—¿Y qué hay de ti?

—¿Qué hay de que? Yo soy pobre pero honrada, no me alcanza ni para la matrícula de la escuela, es más, ni he almorzado. ¿No te sobra un pan por ahí?

—No seas ridícula.

—No soy ridícula, es la verdad. Yo no tengo dinero para gastar de más, no puedo pedirle un extra a Clemence sin que me saque la cuenta por todo. Vas a tener tú que conseguir eso.

—Está bien —le dijo molesta. Tenía unos ahorros, podría conseguir un canje por ahí y ya. Se las arreglaría como sea, pero en verdad era necesario que las dos supieran la verdad sobre lo que quería el Dán con ellas—. Tendré ese dinero para el fin de semana, ¿está bien?

—Perfecto, mientras antes sea, mejor.— Abish aún tenía muchas preguntas que hacer. Por ejemplo, cómo supo lo que significaban las palabras que les dijo el Dán, más cosas sobre ese espíritu, o sobre ese viaje que la bruja quería hacer. Pero entonces alguien entró al salón de entrenamiento. Matt se quedó en la puerta y dio unos toques para llamar la atención. Ambas se giraron a ver, y Abish supuso que iba a llevarme un mensaje.

—¿Pasa algo, Matt? —le preguntó ella.

—Ehh... No, nada Abish —contestó, parecía algo extraño. ¿Esos eran nervios?—. En realidad venía a buscar a la bruja.

—¿Qué? —preguntó extrañada. ¿Qué rayos acababa de decir Matt? No, es que si el Dán hablándoles no tenía lógica, eso mucho menos.

—¡Ay querido! ¡Viniste por mí! —gritó Aurea con su maldita voz de pito. La bruja aprovechó esa oportunidad para correr hacia él.

—¡¿Se puede saber qué está pasando?! —dijo ella casi gritando. Se notó la indignación, la molestia. ¿Matt y Aurea? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? ¡Qué hacía uno de los mejores cazadores de la academia con esa rubia insoportable! Lo que era peor, un amigo suyo con esa antipática. Podía ser su dhan, pero las cosas hay que reconocerlas.

—¿No te contó? —dijo Aurea muy sonriente—. Matt me salvó la vida el otro día, un vampiro clase B por poco me mata, si estoy viva es gracias a él. Le debo todo.—Aurea además le dio un beso en la mejilla al cazador. Este se quedó quieto sin saber cómo reaccionar, nunca había visto a Matt tan nervioso y eso la desesperaba. Una cosa era aguantar a Aurea y otra verla intentando seducir a sus amigos. O que estos se dejen seducir por ella.

—Solo quería hablar sobre mi declaración con la directora, nada más —dijo él intentando aparentar calma. Lo que sea que estaba pasando entre los dos estaba muy turbio y no le gustaba para nada, algo le decía que estaban mintiendo.

—Bueno, entonces vamos rápido. Adiós Abish, no olvides conseguir eso.

—Claro —dijo intentando contener su molestia. No soportaba ver a esos dos juntos, ¿qué le pasaba a Matt? ¿Qué hacía buscando a una bruja? ¿No que las odiaba? Eso decía siempre delante de Nigel. Ah claro, pero se le ponía una rubia plástica al frente y se ponía como idiota. Abish soltó un bufido y apartó la mirada mientras ellos salían. Entonces se dio cuenta que a la vez que ellos se iban, Alicia entraba a la sala de entrenamiento. Los había quedado mirando extrañada y cuando Abish miró a los ojos a su aprendiz notó que también estaba muy extrañada con todo.

—¿Ese era Matt con la bruja que te da dolores de cabeza? —preguntó confundida la chica y Abish solo asintió—. Ahh... raro... muy raro.

—Lo sé, no entiendo nada. ¿Pasa algo, Alicia?

—Ajá...—bajó un poco la voz. Alicia miró a un lado, Sam aún seguía en la sala de entrenamiento escuchando algo de música y, según ella, haciendo ejercicios—. Es que no quiero que me escuche Sam, se va a preocupar.

—¿Qué pasa?

—Es Leonard, no aparece por ningún lado. Creo que sí se fue, Abish. No quería que lo mandes a un orfanato y se fue para estar a salvo de eso.— A la cazadora se le hizo un nudo en la garganta. Leonard estaba solo en las calles sin dinero, sin comida, sin ropa, sin nada. Y era su culpa.

Tenía que encontrarlo.


**************


A ella podían criticarla por cualquier cosa, menos por ser una excelente actriz cuando la situación lo requería. Además que Matt se prestaba bien para el teatro, en lugar de ponerla en su sitio por alucinada, caminaba con ella del brazo por la academia mientras todos los miraban. Sorpresa, incredulidad, envidia. Aurea andaba muy sonriente, Matt la llevaba a un lugar donde pudieran estar a solas para que ella le de la mercancía. Y una vez estuvieron sin chismosos cerca, el rostro de Matt cambió. Parecía irritado.

—¿Era necesario que montes todo ese espectáculo?

—Oye, deberías agradecerme.

—¿Por qué? Soy yo quien te está haciendo el favor de callarse, Aurea.

—Es mejor que todos crean que te estás cogiendo a una chica linda que piensen que vas a recibir una consulta mágica, eso arruinaría tu reputación de cazador, ¿no crees? Y que te vean conmigo te suma muchos puntos como macho que anda cogiendo la mejor carne del ganado. Qué horrible sonó eso... Ufff... bueno, tenía que hablar como hetero un rato.

—Ah vamos, tampoco seas tan creída. Estás buena, pero no es para tanto.

—Estoy buena, y eso es lo que importa. No he visto ninguna cazadora linda, todas necesitan urgente una depilación, empezando por esa Abish. Así que yo soy más de lo que un tipo "equis" como tú se merece en la cama. Y eso que ni lo hemos hecho.

—Deja de decir estupideces, la de la idea de que toda la academia crea que estoy contigo fue tuya.

—Y tú bien que aprovechas. ¿Ya ves lo buena que soy? Te voy a dar una pócima de amor gratis y encima te hago quedar como el campeón. Cualquier cosa les dices que me dejaste porque era muy ilusa y creía que estabas enamorado de mí cuando solo me querías para coger. No sé, les dices que me puse muy densa. Esas cosas que se inventan los hetero cuando las mujeres los dejan.

—¿Podrías, no sé, cerrar la boca un momento? Me estás desesperando —dijo el cazador irritado—. No entiendo de dónde sacas esas cosas, acá nadie anda hablando de coger día y noche, es la maldita academia de cazadores. Lo que nosotros cogemos es armas para matar vampiros.

—Ay mi vida, qué deprimente. Con razón andas tan estresado, debe ser terrible la falta de sexo. Pero tú tranquilo, que te puedo presentar a mi archienemiga que anda buscando nueva víctima como acompañante sexual. Después que le quité a su novio anda así, como media angustiada.

—¿Tienes novio?

—En teoría, la verdad es que no lo veo y no me interesa verlo. En fin, dejemos de hablar de la falta de sexo en nuestras vidas y vamos a lo que nos compete. Te entregaré la pócima.

—Al fin, creí que la estabas haciendo larga.— Aurea sonrió de lado. Buscó entre las cosas que llevó aquel frasco que tanto le costó hacer. Matt lo miró casi sin parpadear, aunque le pareció notar decepción en su mirada, como si hubiera esperado algo mejor. Era un frasco de vidrio con un corcho. El líquido era transparente—. ¿Solo eso? Parece agua.

—Esa es la idea, querido. Mientras más transparente, mejor. Es señal de pureza en la fórmula.

—Había escuchado que la pócima era roja.

—Y lo será, se tornará roja con tu sangre.

—¿Ah?

—La pócima de amor tiene magia de sangre y hechizo de vinculación. Te explico cómo funciona. Echas una gota de tu sangre primero, ahí es cuando se torna rojo.

—Espera, ¿magia de sangre? ¿Eso no es peligroso?

—No, para nada. La gente le tiene miedo, pero tranquilo que no hay riesgos. Como te decía, usas tu sangre para mezclarla con la fórmula mágica. Y esa pócima se la das a beber a la persona que quieres se enamore de ti.

—¿Y quién dice que es para mí? —dijo haciéndose el ofendido—. Es para un amigo.

—Ay si claro, cuéntame otra. Ahora déjame terminar. Le das a beber la pócima. En una bebida, en comida, en lo que sea. Pero mucho cuidado, que solo la tome ella, sino varias personas quedarán vinculadas a ti. A menos que quieras eso, pillín.

—¿A qué te refieres con vinculación?

—El hechizo que tiene esta pócima vincula a la persona que la tome contigo en un aspecto sentimental. La gente le dice "pócima de amor", pero en realidad no es que obligue a alguien a enamorarse de ti, solo lo predispone a eso. Cuando esa persona quede vinculada a ti, podrá sentir lo que tú sientes. El deseo, las ansias, el cariño, todo lo que sientes tú por ella. Eso lo predispone a amarte, puede resistirse y cagarla porque es naturaleza humana, pero ya tendrías buena parte ganada.

—¿Cómo rayos haces esos hechizos de vinculación?

—Ufff... hay muchos niveles, este es uno complicado ya que solo coge un aspecto que son las sensaciones. Me tardaría mucho explicándotelo, son cosas de bruja. Tú solo disfruta de tu muestra gratis. Y si te funciona, me recomiendas con tus amigos. Pero ojo que a ellos no les va a salir gratis. Acá tienes, guárdatelo de una vez y úsalo sabiamente.— Aurea le tendió la pócima a Matt. El cazador la miró unos segundos en silencio, parecía dudar si cogerla o no. Se preguntó en ese momento, ¿a quién querría enamorar Matt? Le mintió hace un rato, no le parecía desagradable. No era de su tipo, pero igual le parecía un chico lindo que podría gustarle a cualquiera. ¿Quién sería la escogida? Bueno, ya lo iba a averiguar algún día cuando lo vea emparejado. Después de esos segundos de duda, Matt cogió el frasco, intentó esconderlo incluso. Como si estuviera haciendo algún delito.

—Bien, gracias. Nosotros ya acabamos con esto, y puedes estar tranquila que no voy a delatarte.

—Gracias —respondió ella un poco más tranquila. Ya tenía bastantes problemas con Ethel y su legión de vampiros que según él la iban a cuidar, para además preocuparse de que el cazador abra la boca.

—Ya puedes irte.

—¿Me estás echando? Mira que poco dura la gratitud —le reclamó ella.

—Solo no quiero que nos vean juntos con una pócima ilegal entre las manos, es solo eso.

—Fingiré que te creo, igual ya tengo que irme así que te privaré de mi hermosa presencia un rato.

—Está bien, vete. Supongo que ya nos veremos por ahí. Te avisaré si funciona.

—Claro que funciona, no te estoy estafando.

—Y yo te creeré, por ahora.

—Ya me lo agradecerás.— Aurea le sonrió antes de irse, le iba a dar otro beso en la mejilla, pero en lugar de eso solo le mandó un beso volado justo antes de cruzar el pasillo solitario.

Había sido un día muy largo con muchas cosas inesperadas. Encontrarse otra vez a Kazimir, conocer a su primer danae, tener al fin "esa conversación" con Abish, y  terminar su asunto con Matt. Aún no tenía idea cómo iba a manejar todo eso, quizá debería contarle a Abish lo que le estaba pasando. Pero ella era una cazadora, definitivamente no tomaría bien que un vampiro milenario sea parte de todo eso. Menos que los vampiros la protejan. Ni siquiera fue capaz de contarle la verdad sobre su poder a Abish, algo que era básico que su compañera escogida sepa.

Ahora había que concentrarse en otras cosas, como ese viaje astral que iba a hacer para poder contactar al Dán. Y mientras Abish le conseguía el dinero, ella se encargaría de asegurarse los materiales. Le tocaba hacer una visita a la "esquina de la miseria".



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EN MULTIMEDIA: Otra representación de las 4 brujas legendarias.

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Ya saben lo que hará Aurea para contactar al Dán y saber qué quiere con sus vidas.

La pregunta de la semana: ¿A quién quiere enamorar Matt? #Shook 

Premio sorpresa para quien adivine XD






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