11.- Cuentos que no son cuentos

"Eres mía, mía y de nadie más. ¿Acaso no he sido claro contigo? Soy tu dueño, y el dueño de tu voluntad también. Eres muy joven e inocente, no puedes entenderlo. Quiero lo mejor para ti, siempre te voy a proteger. Pero tú eres mía, no voy a perderte nunca. Nadie te va a separar de mí, yo soy el único que te ama. Nadie más puede amarte como te amo yo, me perteneces. Tu vida, tu alma, tu voluntad, todo es mío. Nunca te irás de mí y si tengo que matarte para...

—¡Basura! —gritó Sarenne. Ni siquiera se molestó en cerrar el libro, simplemente lo tiró hacia atrás. Ni Luz eterna sabía como aguantó hasta llegar a ese punto. La tercera parte de la saga "Por amor" era más vomitiva de lo que pensó, pero ya con ese discurso se coronó como el pilar de la estupidez humana.

—¡Iiiitaaaaa....! —escuchó un grito detrás de ella, justo cuando tiró el libro.

—¡Oye! ¡Casi matas a Ita! —le gritó Marcio. El chico dejó unos libros a un lado y fue rápido a auxiliar a la pequeña.

—¡Lo siento! —dijo ella arrepentida. Marcio ya había llegado y le quitó el libro de encima. La pobre se veía algo asustada, pero él le acarició la cabeza y la sentó en su hombro—. Disculpa, Ita, no vi que estabas ahí.

—Ita, ita —decía con voz llorosa. Ni un carajo entendía de lo que hablaba, pero le dio pena verla así.

—Ese maldito libro, ¿ves lo que provoca?

—Ay si claro, échale la culpa al libro. Además, ¿quién te manda a leer la saga que tanto odias?

—Para saber si era tan asquerosa como pensaba, era una necesidad. En fin, no importa. ¿Te sientes mejor, Ita?

—Ita —contestó la pequeña y asintió.

—¿Qué fue todo ese ruido?— Sasha, el novio de Marcio, acababa de regresar del baño. Ese día estaba en su versión más masculina posible, que en realidad no lo era tanto, pero aún así lucía fabuloso. 

—Nada, que Sarenne casi decapita a Ita con un libro de romance tóxico y heterosexual, pero ya está todo bien —le explicó Marcio y Sasha asintió. Lo bueno era que ese día se iba a quedar toda la tarde para ayudar a Marcio a acomodar los libros nuevos, entre otros pendientes. Y como todas las tardes en las que tenía la compañía de la pareja, tenía que soportar la música de "Paula" de fondo. Al final de tanto escucharla le acabó gustando, o quizá solo se le pegó. Se sabía todas sus canciones, era su gusto culposo. Si Alistair se enteraba de eso le quitaba la membresía en su bar

—Uy, qué feo eso —comentó Sasha—. Y hablando de romances tóxicos, hay que ir a ordenar de una vez toda la sección juvenil o no acabaremos nunca, está hecha un desastre.

—Si, dame un rato que ya casi termino con la zona de clásicos —le dijo Marcio. A esa hora de la tarde, por suerte, no había mucha gente en la librería. Así que cuando escucharon la puerta principal abrirse, y segundos después el sonido de unas botas pisando el parqué con firmeza, los tres se quedaron a la expectativa para ver a la persona que acaba de entrar. La chica llegó pronto, en realidad iba directo a ellos. Sarenne sonrió, tiempo que no la veía.

—¡A los años! —dijo la bibliotecaria una vez la tuvo al frente.

—Hola, Sarenne —contestó Abish. No se veía muy relajada, pero al menos sonrió de lado, luego miró a los chicos que estaban a su lado—. Hola, Marcio. Hola, Sasha.

—Hola —la saludaron ambos a la vez. No era que la pareja se llevase mal con la cazadora, pero no estaban de acuerdo en cuanto a estilo. Ellos insistían en hacerle un cambio de imagen para dejarla fabulosa, ella los mandaba a volar. Y bueno, Sasha no perdía oportunidad para lanzar indirectas sobre depilación facial. Marcio también sugería una manicura. Y Abish les recordaba que ella estaba en ese mundo para patear traseros licántropos, no para pintarse las uñas de rosadito. Terrible todo.

—¿Y este milagro? ¿Tú por acá? Ya ni te apareces—le dijo Sarenne.

—Eres tú quien ya no va por el bar, los chicos te extrañan. Nate pregunta por ti, quiere otra competencia de bebidas.

—Uh... eso va a estar bueno, ¿qué tal a final de semana? Estoy muy ocupada por ahora.— Abish asintió, ahora lucía un poco más animada—. ¿Y ustedes, chicos? ¿No quieren ir también?

—Ay no —dijo Sasha con cierto desagrado—. Ese bar es muy hetero, nos odian. Hasta en la tetería de las brujas nos tratan mejor, yo paso.

—Paso —agregó Marcio—. Pero cuando quieran cócteles de verdad, si me apunto.

—Qué feos corazones, ¿cómo van a hablar así del bar de Alistair? Si él los quiere a los dos —bromeó Sarenne, y luego volvió la mirada hacia la cazadora—. ¿Pasa algo? —le preguntó. En verdad era muy raro verla por ahí.

—Si, estoy haciendo una investigación. Esperaba pudieras ayudarme, no tengo idea de... ¿Qué es eso?— Abish señaló de pronto a Ita, quien aún seguía en el hombro de Marcio y miraba con curiosidad a la cazadora.

—¡Ita, ita! —gritó la pequeña, como si se hubiera ofendido cuando le dijo "eso".

—Es un homúnculo —le explicó ella—. Hace unos días me siguió a casa y ahora se ha quedado en la librería, nos ayuda bastante. ¿Nunca habías visto uno?— Abish negó con la cabeza.

—¿Es como una muñeca encantada? —preguntó ella mientras la miraba con interés.

—Más o menos, hasta ahora no entendemos como lo hace, pero parece magia avanzada. La bruja que la hizo debe ser muy talentosa, quizá se le escapó.

—Una muñeca con vida, como si esas cosas pasaran —bromeó Sasha—. Como en los cuentos esos de la bruja Aziza Asarlaí.

—Bueno, justo es sobre brujas que quería hablarte —le dijo Abish. Parecía muy interesada en Ita, no le quitaba la vista de encima—. Quiero información de varias cosas, solo que no tengo idea de cómo empezar.

—A ver, dime. ¿Qué quieres saber?

—Brujas legendarias, el pacto, espíritus del mundo antiguo, licántropos. Eso básicamente.

—¿Y qué quieres saber de ellos? ¿La historia? ¿Los mitos? ¿Un análisis contemporáneo? ¿Cuentos? Tenemos de todo por acá.

—La historia, los orígenes, esas cosas. ¿Tienes algo que me sirva? Estoy a un nivel muy básico.

—Eso está fácil —le dijo Marcio—. Lee a Amphelise de Thacir.

—¿Quién? —preguntó Abish, en serio no tenía idea de nada.

—Amphelise fue una cronista bruja del aquelarre Fiurt —empezó a explicar Sarenne—. Ella era de Castasur, vivió en ese país en los tiempos en que se cerró el pacto entre Brujas y cazadores, participó en la junta directiva para cerrar el pacto incluso. Además, era muy talentosa para los viajes astrales. Podía comunicarse con ancestras brujas, espíritus de este plano y los del otro también.

—Ah vaya... —dijo algo sorprendida Abish. Cosa rara, porque normalmente ella despreciaba cualquiera cosa que viniera de las brujas o los espíritus, la mayoría de los cazadores eran así.

—Ella documentó varios mitos, leyendas, historias reales y más del viejo mundo. Su libro más famoso es "Memorias de Xanardul", es bastante amplio y consta de varios tomos. Acá tenemos varias versiones resumidas y explicadas para principiantes. Las brujas pagan bien por los libros de la primera edición. Es bastante completo, apuesto a que te gustará.

—Si, creo que eso está bien. Lo llevaré.— Sarenne asintió, era muy raro que Abish esté comprando ese tipo de libros, y tampoco iba a preguntar más. Quizá simplemente le picó la curiosidad y ya, no iba a indagar en el tema.

—Marcio, ¿la acompañas a la sección? Seguro que querrá escoger qué edición llevar, aconséjala, ¿sí?

—Claro. Vamos, Abish.— Su asistente empezó a caminar primero y la cazadora fue tras él luego de agradecerle. Ahora había quedado sola con Sasha, aunque no por mucho tiempo.

Se distrajo conversando con Abish, cuando notó una presencia conocida ahí. Hombre sexy misterioso, más conocido como Noah. Estaba ahí parado revisando la lista de los libros para la subasta que habían colgado en una pared. Marcio se la pasó esos días insistiendo para que lo llamara, y ella de verdad quiso hacerlo. Tenía su número y el teléfono en la mano, pero al final se acobardaba. No sabía qué decirle, tenía la excusa de la subasta para hablar, pero la verdad era que él la ponía algo nerviosa. En ese momento, Noah giró y le dedicó una sonrisa. Sin querer, Sarenne se pegó un poco más a Sasha, ¿y qué quería hacer al pegarse al novio de Marcio? Solo a ella se le ocurría una estupidez así.

—Querida, vas a tener que buscarte alguien más heterosexual si quieres darle celos al sensual hombre que está ahí al frente, en serio —le dijo Sasha con la voz más neutral posible.

—¿Qué? ¡No es eso! —gritó avergonzada, quizá levantó mucho la voz pues varias personas de la librería se giraron a mirar.

—¿Entonces? —preguntó despacio Sasha.

—Es que...

—Shhh... ahí viene. Me voy a evaporar, adiós —le dijo el chico. Sarenne iba a decirle algo más, pero Sasha se fue en busca de Marcio y la dejó a solas con Noah. Intentó mantener la calma, cosa bastante difícil cuando sentía que le temblaban las rodillas por tenerlo al frente.

—Sarenne Eckhart, es un gusto volver a verte —dijo Noah sonriente una vez estuvo frente a ella. La bibliotecaria sonrió, sentía que sus mejillas estaban enrojeciendo.

—El gusto es mío, Noah —contestó ella aparentando tranquilidad.

—¿Ya estoy inscrito para la subasta?

—Si, todo en orden. ¿Algún ejemplar de su interés?

—Pues sí. Ese tratando de mitos y leyendas de los tres hermanos licántropos está buenísimo. ¿Quién lo escribió? ¿Han identificado al autor?

—Ah... ese es de Blake Ormavus. Está garantizado, tiene su sello.

—¿Es en serio? —dijo con emoción—. ¡No lo puedo creer! ¡Un descendiente directo de Iseut!

—Exacto. Sabe mucho de estas cosas, por lo que veo. ¿Es coleccionista, Noah?

—Más o menos, me interesan los licántropos, son criaturas fascinantes. ¿No lo crees?

—Pues sí, todo bien con ellos mientras no intenten matarme —dijo sonriendo—. Aunque no le recomiendo hable bien de los licántropos, hay una cazadora cerca —bromeó.

—Oh... en ese caso, esto será nuestro secreto —le guiñó el ojo.

—¿Ha participado en subastas antes?

—Solo en una, en Castasur. Tienen muy buenos ejemplares allá.

—Me imagino, siempre quieren ganar en las negociaciones de recolectores, pero le aseguro que los libros de aquí son únicos. Están en muy buen estado, no los encontrará en ningún lado del mundo.

—Te creo, Sarenne. Tienes todo un imperio aquí.

—El mejor de todos —sonrió, estaba orgullosa de su librería, de sus negocios con los libros antiguos y de todo lo que había logrado.

—¿Puedo pasar a ver los libros de la subasta? Sé que están detrás de un vidrio y todo eso, pero igual sería interesante verlos.

—Por supuesto, es por aquí.— Sarenne cogió la llave de la zona de los libros del viejo mundo. Respiró hondo, la oportunidad que tanto esperó de quedarse a solas con él al fin había llegado. Miró de lado, Marcio le mostró un pulgar arriba, Sasha dio unas palmadas y hasta parecía emocionado por verlos caminar juntos. Sarenne miró a otro lado, esos dos no podían ser más evidentes, ojalá Noah no se haya dado cuenta.

***************

Por suerte Sarenne había puesto varios muebles de lectura, así que se acomodó ahí mientras revisaba los libros que Marcio le sugirió para su búsqueda. Iba a llevar "Memorias de Xanardul", aunque como le dijo, había varios tomos. Ojeó algunos sobre lo que estaba buscando, el idioma antiguo, espíritus y esas cosas. También quería saber sobre la creación de los licántropos, desde el encuentro con Wolfgang no se sacaba de la cabeza todo lo que le dijo.

Abish intentó fingir que aquello que sintió cuando conoció a Aurea jamás pasó. Pero lo cierto era que aquellas extrañas palabras no salían de su cabeza. Algo sorprendente había pasado y no podía entenderlo bien, para variar ese mismo día conoció al licántropo aquel que le daba tremenda revelación. No quería creer que aquello no fuera una simple coincidencia, pensar en eso sería aceptar cosas místicas en las que jamás creyó.

Pero de verdad escuchó una voz cuando vio a Aurea. No solo la escuchó, la sintió. La presencia de algo o alguien en ese momento era innegable. No lograba olvidar esas palabras, como si se hubieran quedado marcadas para siempre en ella. Y además vio como actuaban verdaderos licántropos de raza pura, descendientes directos de Alba y Walden. Con una rapidez que no se conocía, algo excepcional. ¿Por qué de pronto estaba pasando eso? No lo entendía, pero necesitaba respuestas o iba a volverse loca.

Aquel día, cuando acabó el turno de guardia en el bosque, fue directo a la oficina de su padre para contarle lo que pasó. Antes le hizo prometer a todo su escuadrón que no hablaran sobre el encuentro con Wolfgang, que se mantendría en secreto hasta que el líder de los cazadores decida qué hacer. Eran bastante disciplinados, entendían que aquello no era cosa de juego y no podían hablar como si nada.

Su padre la escuchó atento, no la interrumpió y la miraba fijo mientras hablaba. Sabía que Richard la aceptaba como cazadora, que se preocupaba por ella. Y que, aunque fuera estricto con todos, con ella podía hacer una excepción de vez en cuando. Pero en ese momento, mientras le contaba acerca de Wolfgang, sintió que la respetaba en todos los sentidos. Que consideraba le había dado información valiosa, que actuó como correspondía en un momento difícil. Y cuando terminó de contarle todo, el líder de los cazadores se puso de pie y se acercó a ella.

—Abish, pudo matarte —fue lo primero que dijo.

—Lo sé, padre. Pero no lo hizo, quería dar un mensaje. Supongo que tuve suerte ayer.

—No siempre vas a tener esa suerte.

—Es parte de mi labor, no te... —iba a decir "Preocupes", pero él no la dejó terminar. ¿Cómo le iba a decir eso a un padre? Richard la abrazó, algo que no hacía hace mucho. Abish se quedó inmóvil unos segundos, pero luego correspondió. Los años la endurecieron, pero en momentos como ese recordaba lo bello que eran los abrazos de papá y cuánto los necesitaba.

—Tienes razón, estás bien y es lo que importa. No puedo creer que Wolfgang se haya atrevido a llegar hasta aquí.

—¿Sabías que él era real?

—Claro que si —dijo él posando sus manos en sus hombros—. Abish, sé que los cazadores somos bastante prácticos. No hay tiempo para plantearnos muchas cosas, estamos muy ocupados defendiendo a los demás, no nos detenemos a pensar en las viejas leyendas. Eso está mal, deberíamos hacerlo de vez en cuando, porque muchas cosas que nos parecen cuento son reales. Hace mucho tiempo, cuando apenas era un joven cazador, pasé mucho tiempo en el bosque. Viajé desde el País del Norte a Etrica, y conocí a Wolfgang.

—Oh vaya... —eso quería decir que el licántropo que vio era mayor, y no parecía para nada—.¿Sabes cuántos años tiene?

—No, pero tengo la sospecha que tiene más de cien años. Según se dice el tiempo de vida promedio de un licántropo puro es de doscientos años, no hemos visto muchos de esos por aquí. Sé que a Wolfgang le tienen sin cuidado los cazadores, es como te dijo, pudo matarte rápido. Claro que le molesta que cacemos a los suyos y no los dejemos pasar a Etrica, pero ese es otro asunto.

—Padre, ¿crees que él esté mintiendo?

—No —dijo para su sorpresa—. Yo sí creo que ha aparecido una nigromante. Quizá las brujas no quieren que eso se haga público para no llamar al pánico, lo entiendo. Quieren controlar la situación y luego informarán. Igual intentaré averiguar cómo van a manejar ese tema, por lo que me dices es bastante grave.

—¿Y cómo estás tan seguro? ¿Por qué crees que es magia de las sombras? Todos dicen que es magia de sangre, ¿cuál es la diferencia?

—No puedo explicarte las diferencias puntuales, pero lo sé. He visto cosas, hija. El bosque es peligroso, pero pasé mucho tiempo ahí. Así se aprende, así ves con tus propios ojos que los mitos son reales. Sé que te llevas bien con el doctor Morton, es un buen hombre y yo lo aprecio. Pero él tiene una visión muy cerrada de la realidad, algo que se te está contagiando a ti. Hay cosas que no podemos explicar, eso no significa que no sean reales.

—Lo entiendo, padre —dijo confundida esa vez.

—Ahora quiero que hables con tu escuadrón. No quiero que se filtre ni una palabra de lo sucedido, ¿está claro? —ella asintió—. Averiguaré más, te lo prometo. Apenas tenga novedades haremos una reunión y les informaré a todos los próximos pasos.

—Está bien, no te preocupes, mi escuadrón no dirá nada —el líder asintió, le pidió que vaya a descansar pues tuvo una noche agitada y que ya hablarían luego. Apenas pudo cerrar los ojos ese día.

La única persona con la que tenía más confianza dentro de la academia era Zack, pero él no creería ni una sola palabra de lo que dijera. Tenía a Sam que era fan de las brujas, pero no estaba segura de poder tocar el tema con ella. ¿Y fuera de la academia? Tenía a Nate, pero no creía que su amigo se lo tome en serio, él tampoco era el más interesado en temas de brujas. ¿Qué podía hacer? Buscar las respuestas por sí misma. 

La librería de Sarenne era una buena opción, tenían de todo ahí. Necesitaba informarse, lo poco que sabía eran cosas que la gente contaba, supersticiones. Pero su padre tenía razón, el hecho que no pudiera entender las cosas no significa que no fueran reales.

—¿Y bien? ¿Cuál te llevas? —le preguntó Marcio. Por poco se le resbala el libro, estaba tan concentrada en eso que apenas lo sintió llegar.

—Quiero estos tomos, los de la era de los espíritus, las brujas legendarias y el de las criaturas de Xanardul —le dijo ella.

—¿Estás buscando algo más específico?

—¿Algo sobre espíritus que hablan? —preguntó confundida. Cuando decía que no tenía idea de esos temas era en serio.

—¿Que hablan?

—Si, que se comunican con la gente y esas cosas.

—En realidad los espíritus no hablan con los humanos, se manifiestan. Y aunque quisieran hablarnos no los entenderíamos, tienen su propio idioma. Las brujas sí podrían comunicarse con ellos.

—Ah... ya veo.— Lo que la llevaba a pensar que quizá Aurea si entendió lo que les dijo el espíritu. No le agradaba la idea, pero tenía que hablar con ella sobre eso. Maldita sea su suerte.

—Pero tranquila, en el tomo de la era de los espíritus encontrarás bastante información, te va a encantar.

—Parece que dominas mucho estos temas.— Una vez más Abish intentaba mantener la vista fija en Marcio, pero esa "Ita" estaba en el hombro del chico y la miraba sin parpadear. ¿Acaso que esa muñeca de verdad estaba viva? ¿Tenía conciencia? No sabía si eso era bueno o malo.

—Mi madre es bruja —le dijo el chico muy tranquilo mientras tomaba los libros que eligió para llevarlos a la caja—. Su aquelarre le permitió cuidarme por mucho tiempo, luego tuvo que darle prioridad a la educación de mis hermanas, ya sabes. Siempre ha sido buena conmigo, me contaba muchas historias de los libros de Amphelise.

—Interesante —dijo ella mientras se ponía de pie—. Oye, Marcio, ¿y cómo te comunicas con un espíritu?

—Hay muchas formas. Pero la más completa es un viaje astral.

—Pero...— Iba a decir "Eso no es real", ya que según Zack esas yerbas que tomaban las brujas eran alucinógenas y por eso ellas creían que hablaban con espíritus.

—Si, suena loco, pero es cierto. Te van a gustar mucho estos temas, ya vas a ver. ¡La historia mística de Xanardul es tan genial!

—Ojalá... —dijo despacio. No le gustaba mucho ese mundo de espíritus y magia. Pero tenía que creer en él si quería respuestas.

*****************
 

Maldita pobreza. Aurea se había sentado en una de las bancas del parque para contar lo que le quedaba de dinero después de hacer las compras para los materiales de la clase de la maestra Margaret. Había pasado buen rato regateando, y ni así le duró el dinero. Le quedaban apenas unos centavos de copar, se había quedado en la calle de la amargura. La comisión por la venta de los objetos mágicos de la escuela aún se la daban en una semana, y la comisión "por las otras ventas", las del mercado negro, estaban retrasadas. Tendría que ir a cobrar su parte con toda violencia, y ya que estaba libre podía hacerlo. Solo le quedaban esas monedas que apenas alcanzarían para unos panes, y luego nada. Tenía el dinero que Clemence le dejó para el taxi de ese día para que regrese a salvo después de su curso en la Academia de Cazadores, y esa vez sí iba a usarlo porque no quería correr el riesgo de que otro vampiro la ataque.

Suspiró. Quedarse en la miseria era un clásico en su vida desde hace varios años, así que solo tendría que ingeniárselas para comer esa semana. Esa tarde haría un par de lecturas de mano a los asistentes del curso, eso le serviría para la comida al menos. Se acomodó un poco la blusa, las mangas lucían terrible. Era una blusa vieja, no le alcanzaba para renovar su uniforme. Se la remangó, era un día soleado, al menos así estaría más fresca y nadie notaría que la ropa se le hacía pedazos. Las suelas de sus zapatos ya estaban desgastadas, pero Sybil le había dicho que le regalaría unas botas que le sobraban. No le quedaba otra que aceptar la caridad de su amiga.

Aurea acomodó los materiales que compró, y metió ahí también la pócima de amor que hizo para el cazador Matt por su silencio. Eso también le dolía, pudo sacar buen dinero de ahí pero ahora tendría que regalarla para mantener su secreto a salvo. La bruja tomó las monedas de copar que le quedaban y las quedó mirando un instante. ¿Hasta cuándo iba a durar eso? Ropa gastada, vivir de prestado, de lo que a Sybil de sobraba, haciendo trabajos ilegales para llegar a fin de mes. Para ser la única Asarlaí del continente y además escogida del Dán no tenía nada de suerte.

Justo en ese momento pasó un carrito de helado. Las monedas que tenían le alcanzaban para uno, y con el calor que hacía en verdad provocaba. ¿Y por qué no? Ya bastante mal la pasaba, podía darse un gusto de vez en cuando. Ya no cenaría esa noche, ojalá pudiera sacarle siquiera una barra de dulce a Sam de la academia. Aurea se acercó, pagó su helado y lo abrió con prisa. Iba ya a darle una mordida, cuando le pareció sentir una extraña presencia tras ella.

—Qué asco, esa paleta es de marginales —la bruja soltó un grito, miró de lado y al reconocerlo no pudo guardar la compostura, se le resbaló el helado y fue directo al piso. Era Kazimir.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó nerviosa. La pregunta real era, ¿qué hacía ahí como si nada en un día soleado tan radiante? Lo miró fijo, él vampiro le sonrió relajado. Llevaba puesto unos enormes lentes negros, y además chupaba muy tranquilo una paleta roja. ¿De fresa? ¿En serio?

—Aurea querida, primero se saluda y después se hacen las preguntas incómodas. Hola, ¿cómo estás? Espero cortesía de tu parte.

—Hola... —dijo despacio. Era un clase B, podía exponerse al sol por algunas horas, y ahora que lo miraba de cerca...— ¿Llevas bloqueador solar?

—Pues claro, yo cuido mi piel. ¿Tú no te has puesto? Qué horrible, la piel se te va a poner reseca.

—Ehhh... si, creo que tienes razón —respondió contrariada. El tipo la quiso matar hace unos días y ahora estaba frente a ella comiendo una extraña paleta roja que no parecía de fresa. ¿Sangre acaso? ¿El desgraciado estaba chupando sangre congelada en paleta en su cara? ¿Era eso?—. Por cierto, vas a tener que pagármelo  —dijo señalando su helado derritiéndose en el piso.

—Ah, eso. Si, espera —dijo mientras se metía una mano al bolsillo. Le dio un billete de cincuenta. En serio que hasta le tembló la mano al recibirlo, era su salvación—. Cómprate algo decente.

—Gracias —murmuró mientras se lo guardaba en el bolsillo. Aurea se quedó en silencio mientras el vampiro terminaba su paleta de helado de sangre, ya hasta podía sentir el olor. Cuando terminó, Kazimir se lamió los dientes ensangrentados y luego le sonrió. No sabía si salir corriendo o qué—. Oye... emmmm... Kazimir, ¿pasa algo? —preguntó con temor.

—Bueno, pasan muchas cosas en realidad. Pero ahora necesito que vengas conmigo.

—¿Cómo? —retrocedió un paso, pero él se veía tranquilo y relajado. Sabía que no podía escapar.

—Ven conmigo, te llevaré con alguien.

—No, es que no puedo —dijo nerviosa—. Tengo clase en la academia, y otras cosas que hacer. ¿No podemos dejarlo para otro día?

—No, tiene que ser ahora. Tú tranquila, la clase en la Academia empieza en hora y media aún, tendrás tiempo suficiente. Yo te llevo si quieres —le guiñó un ojo y le sonrió. Si no fuera un vampiro de clase B que casi la mata hasta podría decir que era agradable. Kazimir señaló a un lado, Aurea giró y vio un auto ahí. Entonces hablaba en serio.

—Me quieres decir que me vas a dejar en la puerta de la academia de cazadores. La academia, ¿escuchaste bien? Esa gente debe estar buscándote para arrancarte el corazón desde hace años, ¿y aún así me llevarás allá?

—Pues si —dijo tranquilo—. ¿Qué te hace pensar que esos idiotas podrían conmigo?

—No lo sé, se me hace super antiético que un vampiro me lleve a una clase de cómo defenderme de los vampiros dentro de una academia de cazadores de vampiros.— Kazimir soltó una risa, Aurea quiso mantenerse seria, pero finalmente acabó sonriendo.

—Tú tranquila, todo saldrá bien. Ahora sí, ven conmigo que se pasa el tiempo y vas a llegar tarde a tu clase.— Otra vez le entró miedo. Kazimir hablaba en serio, ¿cómo podía confiar en él? Intentó matarla, y podía intentarlo otra vez si quería. Era fuerte, le bastaría un minuto a solas con ella para destrozarla y no tendría oportunidad.

—¿Qué vas a hacer conmigo? —preguntó desconfiada.

—Nada, solo te llevaré a un lugar para que hables con alguien. Todo muy tranquilo y civilizado, relájate.

—Es que...

—Igual te voy a llevar, quieras o no. Así que te sugiero te portes bonito y colabores, ¿si? No me hagas perder el tiempo.— Sutil amenaza. Aurea tragó saliva, no le quedaba de otra.

—Está bien, voy.— Kazimir sonrió. Le hizo una seña para que camine a su lado hacia su auto.

—¿A quién voy a conocer? —preguntó mientras caminaban.

—A mi padre —contestó tranquilo. A la bruja por poco se le escapa un grito y quiso salir corriendo. Su padre. Eso quería decir que se iba a encontrar con un vampiro de más de mil años.

MI-ER-DA 

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