XII

Buenos días, o buenas tardes, quién sabe si buenas noches.

Te escribo una carta, que quizás nunca recibas. Que probablemente se extravíe en el camino desde el corazón hasta la tinta del papel.

Muchas cosas han pasado; horas, días, semanas e incluso meses.

Te preguntarás, ¿qué haces entonces, pobre y desgraciada, rememorando de nuevo?

"El tiempo lo cura todo. Sana aquellas brechas que otros han abierto, en el más pulcro y meticuloso de los cuidados. El tiempo" me decían, "el tiempo" susurraban, y sin embargo aquí sigo yo, lamiendo sola las heridas que aún no han cicatrizado.

No mentiré, no te necesito, tampoco lo hice nunca y depender de alguien no entra en ninguno de mis planes venideros; pero no te engañaré, porque todo contigo era mejor. De diversas formas, tú hacías de simples momentos un huracán de emociones que habrían arrasado cualquier castillo de cuento de princesas. Real e inesperado, como la vida misma.

Hay quienes aún me dicen que estoy mejor así, como estoy, de este modo que todavía ni yo misma sé cuál es.

Cuan fácil es escribir historias y que difícil es arrancar todas sus páginas para convertirlas en cenizas. Como ave fénix, estas vuelven en los peores momentos, golpeándote con un halo de realidad incómoda que desata una marea de confusión y emoción.

Porque sí, incluso cuando no estás, creas un caos en mí. Una guerra civil que se libra entre mi yo más impulsivo y el más puro raciocinio.

¿Quién te crees, acaso, para hacerme esto a mí?

Vete.

Márchate de una vez.

Y sin embargo, no te vayas.

¿Por qué eres tan complicado?

Odio que me hables pero, por favor, no dejes de hacerlo.

Me matas.

Me destrozas.

Y me escueces, queriéndote asemejar al efímero alcohol que cubre las heridas.

Ojalá te vaya bien, ojalá nunca me recuerdes ni tampoco me eches de menos, porque no te lo deseo, no podrías soportarlo.

Ojalá nos volvamos a ver, algún día, cuando seamos tan mayores que tu mirada se cubra de surcos de experiencia, y mis manos, tan ásperas como los recuerdos que esconden, sepan encontrar delicadeza alrededor de las tuyas.

No te engañaré, porque soy demasiado joven y apenas he aprendido a caminar; amaré a demasiadas personas a lo largo de mi paso por el mundo. Puede que te olvide, y al final, no seas más que una imagen que se diluye en un mar lleno de recuerdos. Posiblemente, tras esta carta me levante y rehaga mi vida tan rápido como la rompa y me cambie de ropa para salir a bailar. Todo puede suceder.

Y sin embargo sigo aquí, resquebrajando mi cabeza para escoger las palabras adecuadas que te hagan regresar.

Podría haber sido eterno e infinito, como una canción que no cesa o un soñador que no deja de soñar.

Placentero y destructor, que nos consumía a la par que nos impedía desaparecer. Comiéndonos a besos cuando las palabras se nos hacían pocas y lidiando hasta el amanecer por desprendernos de la ropa.

Éramos dos personas que pretendían parecerse a una, distintos como piezas de un puzzle equivocado, como extremos que se tocan porque han llegado a su final.

Como esta carta que jamás enviaré,

como esta extraña manera de amar

tan tuya, tan mía,

tan de los dos,

pero no nuestra.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top