Viviendo su infancia...

Capítulo 3
Y Chalía y Quintín se casaron. Se fueron a vivir a campaña, cerca de Florida. Mamá pasaba mucho con ellos. Era mucha la gurisada que pasaba las vacaciones allá. En la tardecita le "daban cuerda" a la vitrola y bailaban hasta altas horas de la noche.
Lo bueno de pasar en campaña era la diversión asegurada y la liberación de los "nudillazos" que abuela solía darle en la cabeza (y darnos a nosotros años después).
Ahora, antes de escribir de su adolescencia, volveré unos añitos atrás, cuando mamá empezó la escuela.
Como abuelo Timoteo, su papá, era Maestro,  hasta los cinco años, vivieron en una escuela rural, la N°58, en la zona de Fray Marcos. Abuela se encargaba de calentar la leche que los niños llevaban y de limpiar la escuela, que consistía solamente, en un gran salón de grandes ventanales y un excusado, el mismo que usaba la familia. Mamá, muy chiquita, le ayudaba a acarrear las botellas de vidrio, con leche, y más de una vez, al chocarlas entre ellas, las rompía. Otra de las obligaciones de abuela era ordeñar la vaca mientras el abuelo Timoteo entretenía a mamá y a tío Jorge. Al abuelo no le gustaba el campo y solía decir: "El campo es para las vacas."
Una cosa interesante es saber que esas "obligaciones" que tenía abuela Maruja, no eran pagas por el Sistema Educativo.
Si bien mamá no tenía edad para asistir a las clases, cada día se sentaba en el segundo banco, con una de las alumnas. Tenía su cuaderno para garabatear, pero lo que más le gustaba era hacerles morisquetas a los compañeros. Recuerda a algunas niñas que le decían: "¡Pero qué"guetobada" que sos!"
Mi tío Jorge asistía a clases y era buen alumno.
Abuela también se sentaba en el salón; mientras abuelo daba clases, ella tejía. Me resulta muy pintoresca la situación.
Una de las diversiones que tenían mamá y su hermano era hacer caer del alambrado a un vecinito que se sentaba en él, a cuidar el ganado.  No bien se sentaba el gurisito sobre el alambre más alto, lo empezaban a mover hasta que él caía.
Una vez al mes se hacía un baile para recaudar fondos para la escuela (solo se vendía la bebida alcohólica - caña, grapa y vino- ). Abuelo compraba masas dulces para compartir y abuela se separaba una bandeja y se la escondía en el ropero, para comerlas al día siguiente. Pero mamá y Jorge se levantaban temprano y se ponían a comerlas abajo de la cama, hasta que abuela los descubría.
Las visitas a los vecinos y de los vecinos a la escuela, eran cosa común y se disfrutaba mucho.
Otro recuerdo que le viene a mamá es que los días de cielo nublado se deleitaba buscando formas en las nubes. Se ve que la pareidolia es cosa de familia.
Cada dos meses, aproximadamente, pasaban un fin de semana en la casa grande familiar. Se movilizaban en tren o en taxi.
Esta etapa de su vida, a medida que la va recordando, hace feliz a mi viejita.

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