Realidades diferentes

6/11/2020
Después de dos días que me tomé de descanso, hoy llegué hasta mamá. La encontré mal sentada, terminando un postre de crema. Se puso contenta cuando me vio. En una media lengua me dijo:
- Hoy estuve con papá. Y mamá estaba sola en el balcón. No me gustó verla sola. A ella no le gusta.
- Pero capaz que estaba tomando aire - le dije.
- ¿Con este frío? No, no.
- ¿Y por qué estaba sola?
- Porque papá está afuera, trabajando, y Jorge está estudiando.
- ¿Y vos no estabas con ella?
- No. Yo estaba en mi casa. ¿ Y tu marido dónde está?
- Está en casa. Te mandó muchos besos. Todos te mandaron besos (se ríe).
- Estuve con Chalía y Quintín. A Schubert no lo vi porque andaba... Creo que trabajando. Quintín rezongaba como un loco. Te digo que acá son unos atrevidos.
- ¿Acá? Pero si son todos amorosos. Sos una mimosa con todos.
- No, no. Me agarran de los brazos y me dan unas trompadas que me hacen doler todo.
- No te dan trompadas, mamá. Te acomodan en la cama y lo deben hacer con fuerza. Es eso.
- Y hoy otra vez jodieron con bañarme. ¡Todos los días! Para mí que es demasiado.
- Pero mamá, hay que bañarse todos los días. Quedás fresquita y te sentís mucho mejor.
- No. No es así. Hoy les di unas trompadas a las chiquilinas pero me bañaron igual.
    La escucho y no lo puedo creer. Recuerdo cuando me decía: "Si un día no me baño, llamá al médico. Seguramente estaré grave."
Quería acostarse y a la vez, no quería. Pedí un calmante para aliviar sus huesitos y después de una batalla enardecida, sus "enemigos" la acostamos. Y por fin durmió profundamente, bien tranquila, durante cuatro horas.
Se despertó con apetito y sin un puto peso. Jajajaja. Le dije que ahí estaba todo pago y que no precisaba plata. Lile le preguntó cuánto necesitaba y ella le dijo:
- 20 pesos
- Justo tengo 20 pesos. Te los presto - le dijo Lile.
- ¡Ah, qué divina! ¡Muchas gracias, mi amor! Yo después te los devuelvo, en serio - dijo agradecida.
- ¡Ni te preocupes por eso! ¡Te los regalo, gordita!
- ¡Ah, qué divina! (Quiere comprar comida en lo del Cacho).
- Pero tenés que comer y ponerte el oxígeno, antes - le dijo Lile. Además te traje un chocolate.
    Fue así que se tomó una sopa licuada y se peló una mandarina. Tardó unos diez minutos en pelarla y se la comió en cuatro bocados. Lile le dio el chocolate y lo escondió debajo de la sábana, vigilando que no se fuera de allí.
Y las charlas se dieron.
- ¡Mañana viene Xime! Vamos a estar otra vez juntas, con vos.
- ¡Esa impertinente otra vez!
- ¿Cómo impertinente? ¡Pobre Xime!
- ¡Ay! ¡Cómo ronca! (Jajajaja. Y cuando llega Xime se pone contenta, aunque al rato ya la está rezongando y mandándola para su casa. ¡A todas nos manda! Menos a Ma. Noel. Jajajaja).
De pronto dice:
- Y yo no me puedo ir sin despedirme de José.
- José está afuera, pero mañana va a venir - le dice Lile.
- ¡Ah, bueno! Pero no tengo papá y mamá.
- ¡Pero abuela, hace años que no tenés papá y mamá!
- ¿Cómo va a hacer años si hoy estuvieron los dos acá? - le dijo con mirada asesina. Pero después se fueron los dos juntos.
- ¿Estuvieron? ¡No sabía! Entonces mañana tal vez vuelvan. Quedate tranquila.
- También estuvieron dos primos jóvenes, pero no me acuerdo el nombre.
    Lile le nombró todos los apellidos y nombres que recordaba y mamá decía a todos que no.
- Andá a preguntar allá a ver si ellas saben quiénes eran.
    Allá fue Lile hasta el baño.
- No. Dice que no saben quiénes son.
- ¿Y esos negros que andan ahí? ¿Quiénes son? ¡Echalos!
- ¿Cuáles? Yo no los veo.
- Andá hasta la esquina, golpeales las manos y haceles chist, chist.
    Lile obedeció y los negros se fueron rapidito. (Creo que todos necesitaremos terapia en un corto tiempo).
En un momento se quejó de que la vía le dolía.
- ¡Es solo un pinchacito, abuela! Duele menos que parir. ¿Cuántas veces pariste vos?
- ¡Tres veces! Parí a Jorge, a Adriana y a José. ¡Jorge fue el más lindo de todos!
- Jajajaja. ¡Siempre decís lo mismo!
- ¡Porque es la verdad! ! Jorge era un bebé precioso!
- Hemos hablado tanto, abuela, que ya no me acuerdo cuántos hermanos tenés.
- Somos tres hermanos. Jorge, el mayor, después yo, y la menor Martha.
    En el caso de los hijos y los hermanos, está clarita. Lo bueno es que recordó a Martha, cosa que no había sucedido hasta hoy.
Poco antes de las diez, fui a buscar a Lile. Al despedirse se desarrolló este diálogo:
- Abu, mañana José le encarga los tallarines al Cacho. Tenés que comer bien.
- Ah, no sé. Depende.
- ¿Depende de qué?
- Y bueno... Depende si me despierto... Depende de si quiero vivir...
- No, no. ¡Tenés que  comer!
- Veremos...

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