De novia...

Capítulo 5
Parece ser que la familia Alexandre no simpatizaba con la familia Ferrari. Seguramente por las venas de ambas familias corría sangre mafiosa, y si no estaban de acuerdo en algo, se "juraban la vendetta". Según cuenta mamá, mi abuelo Ferrari tuvo un affaire con una tía de ella, cuando eran muy jóvenes. El affaire parece que fue intensamente pasional y fue ahí que se desató la tormenta. Los jóvenes querían disfrutar de su amor pero el viejo abuelo - padre de la joven enamorada - italiano cerrado, sacó al joven Ferrari a las trompadas. No tenemos muy claro en qué situación los encontró pero, sacando cuentas, eso sucedió en la década del 20, es decir, en plena pandemia de la gripe española, así que seguramente los encontró con tapabocas, que era como debían cuidarse, así como ahora. ¡Los jóvenes no necesitaban más nada!
Desde ese momento, las familias fueron enemigas por mucho tiempo. Vecinos de esos con los que no cruzaban palabras. Pero el tiempo pasó, los amantes siguieron su camino por separado, formaron familia, tuvieron hijos y, como el mundo es muy chico, uno de los hijos de Ferrari se enamoró de una sobrina de aquella joven amante. Y las familias enemigas dejaron atrás las asperezas y volvieron a "ser familia", gracias al amor de Augusto y Carmita, mis padres. No todo fue un camino de rosas para esta nueva parejita. Mamá le dio el sí un 10 de abril, fecha que tengo muy presente porque papá, cada año, solía decirle a mamá: "Vieja, hoy cumplimos otro año más de novios, maridos y amantes, porque antes, también se cocinaban habas", agregaba con una amplia sonrisa y azul mirada picaresca. Mi abuela Maruja, la madre de mamá, no lo quería absolutamente nada a papá. Pero como abuelo Timoteo sí lo quería  - se llevaban muy bien mi papá y mi abuelo - abuela se mantuvo en el molde, aunque siempre distante. Dice mamá que ella salía sola para la Escuela Industrial y papá la esperaba a una cuadra de la casa, pero la abuela, a su regreso de las clases, la esperaba con los nudillos prontos para dejárselos marcados en la cabeza; cuatro chichones que se renovaban a diario, de lunes a viernes. Aparte de eso, nunca les prohibieron ir a los bailes ni salir de excursión con barras de amigos y primos, siempre bajo la mirada de la tía de Mascota.
Ahora dejamos los recuerdos para otro día porque mamá se cansó.

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