Un viejo amigo
—¿Qué haremos con Eddy?—preguntó Victoria, acariciando la pálida mejilla de su hijo con cariño.
El pobre niño había caído rendido después de tanto llorar.
—No podemos permitir que le pase algo a él también—contestó Christian.
—Por supuesto que no, también tenemos que prevenir a Erik y Eva—asintió Jack.
—No tienen idea de lo que esta pasando—observó Victoria—tenemos que decirles lo que en verdad sucede antes de que se enteren por otros medios.
—Ya habíamos hablado de esto, Vic-la detuvo Jack cansado de eso.
—No podemos seguir ocultándolo.
—Déjalo Victoria, aún no están listos— le recordó esta vez Christian mirándola.
—Nunca lo estarán—negó la unicornio—nadie esta listo para esto— añadió más para ella misma que para los demás.
—No nadie lo está— dijo Jack dándole la razón.
—Debamos ocultarlo.
Ambos lo miraron sin comprender.
—Debemos ocultar a Eddy— repitió Christian como si fuera lo más obvio del mundo—Es la mejor forma de protegerlo.
—¿La Tierra?—preguntó Jack no muy convencido.
—No, la Tierra no es segura con Shizuko y los sheks, hay otro lugar.
Con cada día que pasaba un enemigo nuevo había y cada uno más peligroso que el anterior, eso era algo que la Triada había aprendido con el tiempo y los tres sabían que sus hijos jamás estarían a salvo con o sin ellos, lo más que podían hacer era dejarlos elegir su camino pero a pesar de todo seguían siendo humanos y eso no estaba entre sus planes, no podían abandonar a sus hijos en medio de un mundo que no conocían, al hacer esto ya habían perdido a Nicolle y Joselin, no podían perder a nadie más, es por esto que aunque sabían que los niños jamás los perdonarían no les importo.
Una noche mientras que el chico dormía, Victoria entró a la habitación de su hijo seguida de Jack y Christian, quien aguardó en el marco de la puerta. La unicornio se arrodilló a la orilla de la cama y tomó la mano de Eddy entre las suyas a la vez que le murmuraba hechizos de protección que lo ayudarían en su camino, al terminar le depositó un beso en la mejilla, con los ojos cristalinos.
—Hasta pronto, mi niño.
Jack se acercó al joven y se sentó a la orilla de la cama, se quedó un minuto en silencio, se inclinó junto al niño a la vez que murmuraba cosas que sólo Eddy fue capaz de escuchar para después depositar un beso en su frente.
—Cuídate.
Por ultimo el shek se acercó a su "pequeño dragón" como solía llamarlos a él y a su gemela de niños, besó su frente con suavidad antes de entrar en su mente para asegurarse de que no despertara hasta que fuera ya muy tarde, aunque no era muy necesario hacer esto ya que el chico tenía el sueño tan pesado como su padre, pero aún así prefirieron evitar.
—Ya está—murmuró sin levantar la vista.
Jack levantó las sábanas que cubrían al chico a la vez que Victoria sacaba las cosas del chico y se las ponía en la espalda a Jack, este alzó al niño en brazos y con una última mirada a Victoria desapareció. En cuanto se fueron Victoria ocultó su rostro en el pecho del shek sin ser capaz de soltar una sola lágrima, ya se había quedado sin ellas y sabía que era por su bien.
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—¡Jack!—exclamó al reconocerlo— ¿cuánto tiempo a pasado?
—Bastante, pero ahora vuelvo a pedirte un favor.
—Sabes que para eso estoy, ¿es Erik?— preguntó deteniendo su mirada en el chico.
—No, Eddy.
—Bromeas, la última vez que me hablaste de él dijiste que tenía cuatro años.
—Eso fue hace seis años—le recordó Jack con una sonrisa..
—¿Tanto ya? bueno, pero dime ¿en que necesitas mi ayuda?
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Después de dejar a Eddy, Jack le escribió una carta a Erik antes de volver con Victoria y Christian, esperando que los chicos no se dieran cuenta de lo que estaba pasando, pero lamentablemente para ellos no fue así, esa simple carta fue prueba suficiente para Eva de que estaban solos, es por eso que antes del primer amanecer los hermanos salieron a hurtadillas del campamento yan evitando despertar a alguien, antes de salir Erik dejó una carta en donde se suponía que debían estar sus cosas, explicando por qué se habían ido y una nota para sus padres.
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—Repítelo— le pidió Kimara por segunda vez.
—Anoche cuando me acosté Erik estaba a mi lado, pero esta mañana cuando desperté ya no estaba y lo único que encontré era una carta— contestó Izun por tercera vez en ese día.
—¿No los escuchaste salir?—peguntó Kimara.
—No.
—Mándale una carta a Victoria explicándole todo y con la nota que le dejaron Erik y Eva— le pidió Roran.
El semiceleste asintió.
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No podía creer que lo dejaran tirado así como si nada, ya cuando esperaba que cambiaran de opinión, le hacen eso, no tenía idea de donde se encontraba, ni quien era su protector, no salía de su habitación por más que le insistieran, comía muy poco y constantemente sentía a Christian en su mente, pero se dedicaba a ignorarlo furioso con ellos.
Un día dejó caer todo su enojo sobre las cosas que tenía a su alrededor destruyéndolo todo, hasta que terminó tirado en el suelo con el cuarto patas arriba del desastre que había provocado, aquella tarde, cuando Christian entró en su mente, no lo rechazó como solía hacer antes, de alguna forma su presencia lo tranquilizaba y, aunque no lo admitiría nunca, lo hacía sentir a salvo.
"¿Christian?"—lo llamó Eddy sabiendo que el shek había abierto un puente para poder comunicarse.
No obtuvo ninguna respuesta.
"Christian, se que me estás escuchando, por favor"— le suplicó el joven cerrando los ojos.
Siguió sin obtener respuesta.
—Por favor— repitió Eddy en voz alta.
"¿Qué sucede?—preguntó el shek después de un largo silencio en el que el chico creyó que no hablaría.
"¿Por qué?"—preguntó Eddy.
"Tú lo sabes mejor que yo"—contestó Christian con indiferencia.
"No, no es cierto."
"Claro que sí, si eso era todo—añadió, pero Eddy lo detuvo enseguida.
"No, espera, no te vayas, dime algo que no sepa, ¿que saben de Jos?—le rogó.
"Nada importante"— contestó Christian, aumentando la amargura del niño.
"¿Puedo hablar con papá?"
"Jack esta ocupado..."
"Sólo es un segundo"—lo detuvo Eddy.
"Hablaré con él— aceptó el shek después de unos segundos.
"Gracias"
En cuanto el shek abandonó su mente volvió a sentirse solo, se levantó y miró a su alrededor, todas las cosas estaban tiradas o destrozadas algo avergonzado por su comportamiento se apresuró a ordenar todo, cuando todo estuvo todo listo salió de la habitación y se dedico a recorrer el lugar, se dio cuenta de que estaba en una enorme casa con la mayoría de las habitaciones bajo llave, el niño encontró a su "protector" en una sala de estar sentado en el sofá, se detuvo al verlo dudando en hablarle, la última vez que lo había echo le había gritado y ahora le costaba pedir disculpas.
El hombre se volvió al oírlo llegar, le dirigió una sonrisa a la vez que le hacía un gesto con la mano para que se sentara, después de pensarlo varias veces se sentó a su lado.
—Por fin has decidido salir. ¿Tienes hambre? no has comido nada en todo el día.
—Estoy bien— mintió el chico.
—Ven, te mostraré el lugar— lo invitó el hombre.
Eddy se levantó y lo siguió, después de mostrarle todo lo llevó a el desayunador donde habían dos sillas y comida en la mesa, el hombre lo invitó a comer, esta vez el chico no pudo negarse, comieron en silencio, al terminar el hombre se levanto.
—Creo que ya me iré a la cama, si necesitas algo me avisas.
—Claro...—frunció el ceño al recordar que no sabía su nombre.
—Alsan—contestó este con una sonrisa.
—Alsan—repitió Eddy asintiendo— buenas noches.
En cuanto el hombre se fue el chico volvió a su habitación preguntándose donde había escuchado antes ese nombre, se recostó en la cama y justo cuando estaba a nada de dormirse lo recordó y no pudo evitar incorporarse de un salto con los ojos como platos. "No, era imposible, su padre le había dicho que había muerto, y no parecía muy muerto que digamos, era imposible que fuera la misma persona, ¿verdad?—se preguntó el joven no muy convencido.
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