Shizoku
Ya pasó casi un año desde que los niños consiguieron sus armas, los cinco mejoraron mucho en sus técnicas y en el manejo de la magia, pero aun así ninguno habían logrado transformarse, aunque a decir verdad eso no era algo que estuviera en sus planes, no aún .
Una tarde después de el colegio, los chicos iban de camino a casa cuando una mujer les llamó la atención, ninguno sabía quien era, pero todos tenían un presentimiento extraño sobre esa mujer y su miedo aumentó cuando ella se fijó en ellos, bueno no en todos ello, se fijo en Joselin y Eddy y estos a la vez a ella, había algo que los hacia querer tirarse sobre ella y hacerla pedazos, pero los dragones sabían dominar muy bien su instinto y siguieron caminando como si nada, pero sin quitarle el ojo de encima.
—¿Ustedes también sintieron eso?—preguntó Jos cuando perdieron de vista a la mujer.
—Sí.
—Esa mujer tiene que ser una shek, no hay otra opción—dijo Eva expresando lo que todos estaban pensando.
—Pero, ¿quién?—preguntó Jos muy confundida.
—No lo sé—admitió Nicolle —hasta donde yo sé, somos las únicas con alma shek y humana en todos los mundos.
—Si, yo también lo pensé— apuntó Eva dándole la razón.
Al llegar a casa sólo encontraron a Erik en la cocina, sin rastros de su madre.
—¿Qué sucede?—preguntó al ver la expresión seria de Eva.
Los gemelos no tardaron en ponerlo al corriente de la situación.
—Hay otra opción...—murmuró Erik indeciso.
—¿Qué quieres decir?—preguntó Nicolle mirándolo.
—Hace un par de años oí a Christian hablando con mamá sobre una mujer, por lo que entendí su "jefa", cuando le pregunte me dijo que era la reina de los sheks, cuando vino a la Tierra su cuerpo de shek se deshizo y su alma se encarnó en un cuerpo que acababa de morir.
—Y, ¿por qué nunca me lo dijiste?— pregunto Eva, indignada, ya que entre ellos no solían haber secretos.
—Christian me hizo prometerle que no diría nada si no era necesario—se defendió Erik, segundos antes de que se escucharan pasos en el vestíbulo.
—Bueno, pero, ¿que hacía aquí? no creo que haya sido una coincidencia— Eva, al igual que su padre o cualquier shek, no le gustaban las cosas que no tenían una explicación.
—¿Qué no fue una coincidencia?— preguntó una voz detrás de ellos.
—Nos encontramos con una mujer en el parque de camino a casa—explicó Eddy.
—Pero ella no era una mujer común, creemos que era una shek, según Erik hay una mujer así en la Tierra que es la reina de los sheks—dijo Nicolle contestando a la pregunta de su madre.
—¿Cómo era esa mujer?—preguntó Victoria.
—Japonesa de ojos llamativos— contestó Joselin, extrañada por la pregunta.
Victoria al oír esto llamó inmediatamente al Alma para que los llevara a Limbhad.
—Supongo que eso significa que si la conoces—comentó Eva mirando a su alrededor.
—Shizoku es muy peligrosa y no es común que este por aquí.
—Entonces, ¿es la reina de los sheks?
—Sí.
—Y ¿qué esta haciendo aquí?— preguntó Erik—creí que vivía en japón.
—No tengo idea, pero no creo que venga de vacaciones—Victoria parecía a punto de desmayarse.
—Eso no es del todo cierto ¿verdad?—Erik le acercó a Victoria una silla al verla tan pálida—¿qué es lo quiere esa mujer?
Victoria no contestó enseguida, se sentó en la silla que Erik le había traído y pensó muy bien sus palabras antes de hablar.
—Hace un par de meses, cuando Christian vino, no sólo vino a vernos, también vino a advertirnos de los planes de Shizoku, dice que quiere volver a el mundo del Séptimo y ya encontró la manera, pero su dios quiere que antes de volver le lleve a... —vaciló antes de continuar y con lágrimas en los ojos, sacó fuerzas para susurrar—Nicolle y a Eva para que guíen a lo sheks.
Ninguno dijo nada, no hacía falta, todos sabían lo que el otro estaba pensando y por un rato lo único que se oía eran los sollozos de Victoria, "¿cómo es que los dioses dejan que esto suceda?" se preguntó Erik que no estaba dispuesto a permitir que se llevaran a sus hermanas y lucharía hasta el último respiro si era necesario.
—No permitiremos que se las lleven— le prometió Erik abrazándola, sus hermanos no tardaron en hacer lo mismo.
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—¿Por qué papá no nos dijo de los planes de Shizoku?
—No quería preocuparlas—explicó Victoria— y será mejor que se mantenga en secreto.
Ambas hermanas intercambiaron una mirada significativa. Desde que se habían enterado de quienes eran habían tenido que guardar muchos secretos, pero jamás a su padre y no creían que eso fuera posible, pero aún así asintieron.
—No creo que lo logremos engañar.
—Yo tampoco—admitió Victoria de mala gana—pero es necesario.
—Como digas—aceptó Nicolle no muy convencida.
—No creo que tengan mucha suerte—dijo Jack entrando en la cocina—Christian se enterara con tan sólo mirarlas a los ojos.
—Tienes razón, supongo que lo mejor será decírselo—aceptó Victoria.
—¿Decirme qué?
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El lugar estaba vacío o al menos eso parecía. Un hombre vestido de negro caminaba por el angosto pasillo buscando a aquella mujer que no hacia otra cosa que hacerle la vida imposible, no tardó mucho en dar con ella. Después de lo que le habían dicho sus hijas supo enseguida donde se escondía.
—Kirtash, pero que sorpresa, ¿a qué debemos este honor?—preguntó la mujer con ironía.
—Como si no lo supieras—contestó Christian con frialdad—sólo vine a advertirte que será mejor que no toques a mis hijos si no me quieres como tu enemigo— la amenazó.
—¿En verdad consideras a esos dragones tus hijos?—preguntó Shizoku indignada—, además, yo no los he tocado.
—Aún no—aceptó Christian a su pesar—yo sé por qué estás aquí y no lo permitiré—se acercó aún más a ella y clavó sus ojos de hielo en los de ella—Así que ya puedes irte, mientras yo viva no los tocarás—terminó mas amenazante que nunca.
—¿Quiere que lo ssigamoss?-preguntó un shizis que había escuchado toda la conversación en un rincón en cuanto el shek se fue.
—No —"aún no" termino para sí— consígueme un boleto para Japón.
—Como dessee, mi sseñora.
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Christian se fue tan tenso como llegó, sabía que Shizoku no cumpliría la promesa que le había hecho cuando se enteró de la existencia de Eva, ya que el Séptimo le había dicho que se las llevara, pero algo en sus ojos le había dicho que no estaba ahí para llevárselas o al menos no todavía, pero aun así no estaba tranquilo, sabía que Shizoku iba a volver y esta vez no sólo de visita."No los tocará" se dijo a sí mismo, aunque sabía que no podía garantizar eso y menos si se enfrentaba al Séptimo en persona, pero aún así lo daría todo defendiéndolos.
—¿Aún quieren conocer Nueva York?
Ambas hermanas se miraron con una sonrisa y después asintieron. Christian les hizo una señal con la cabeza para que se acercaran, las dos se acercaron sin pensarlo, cuando las tuvo a su alcance las tomó de los hombros y un segundo después ya no se encontraban en su habitación sino en un apartamento en la cuidad de Nueva York.
—Bienvenidas a mi Ushak—ambas hermanas se miraron sin poder creerlo "estaban en Nueva York, en el apartamento de su padre"
—¿Quieren ir a dar un paseo?
Todas las miradas estaban dirigidas a ellos, tres personas de ojos de hielo, vestidos al estilo francés, en América ¿a quién no le llama la atención? pero ninguno le tomó importancia, esa fue una grandiosa tarde que les permitió a todos olvidarse por un segundo de sus vidas en Francia.
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