¡Por fin!
Esa noche cuando le llevaron la comida los chico en vez de comerla, la escondieron entre sus ropas y después de un rato llamaron al guardia, al este entrar sólo vio a Eva, miró a su alrededor en busca del chico, al no encontrarlo le apuntó con su espada.
—¿Dónde está?
—¿Dónde está quien?—preguntó la chica sin comprender.
—No juegues conmigo—le espetó el chico enojado.
—No sé de que me hablas.
El soldado iba a decir algo cuando un golpe en la cabeza lo derrumbó, detrás suyo estaba Erik con un palo en las manos, Eva pudo sentir su nerviosismo con tan sólo mirarlo.
Erik le quitó la armadura al chico y se la colocó ensima de sus ropas, Eva tomó su espada y se la agarró al cinto, tomaron todo lo que había en la tienda que pudieran ocupar, lo cual no era mucho, y salieron. Lograron llegar hasta las armas sin ser descubiertos, pero el problema comenzaba ahí, alrededor de la armas habían cinco guardias, Erik miró todas las posibilidades, iba a acercarse por detrás cuando Eva lo detuvo.
—Aléjate lo más que puedas del campamento—dijo Eva en voz muy baja.
—No te dejaré aquí—replicó Erik en el mismo tono.
—Haz lo que digo, te encontraré.
—Pero...
—Date prisa antes de que sea tarde— lo apremió Eva.
Erik iba a replicar, pero la joven tenía razón, con un nudo en la garganta le besó la frente con cariño.
—No tardes, te esperare.
—Erik—el chico la miró— si no vuelvo al amanecer...
—Volverás.
—Pero...
—Volverás.
Dicho esto se fue sin mirar atrás ni una sola vez, sabía que de hacerlo no sería capaz de irse, caminó hasta llegar al lugar más cercano al bosque, de ahí espero hasta que no hubiera nadie a la vista para echar a correr sin mirar atrás, siguió corriendo hasta que ya estuvo muy lejos del campamento, esperó un largo rato en el bosque sin rastros de su hermana.
"No, no, tú puedes, vuelve"—le suplicó en silencio a la noche, hace un par de horas que se había puesto el sol.
"Por supuesto que volveré"
Erik se volvió con brusquedad para recibir a su hermana con un fuerte abrazo.
—Gracias al cielo, temí que no volvieras— murmuró Erik sin soltarla.
—Te dije que lo haría.
—¿Cómo lo hiciste?—preguntó Erik soltándola.
Eva le dirigió una media sonrisa.
—Los sheks tienen sus trucos—dijo la chica por toda respuesta.
Erik sonrió divertido, ambos se tomaron de las manos y desaparecieron.
—¿Y las armas?
Eva señaló las armas que había puesto en el piso. Allí estaban sus cuchillos, y la espada de Erik rodeada por la bufanda que le habían brindado antes de salir de la celda,—aunque pareciera muy tonto, los soldados les habían brindado una mudada más caliente—, ya que la joven no podía tocar su espada.
Erik extendió la mano y tomó su arma, al igual que la primera vez, en cuanto la rozó la espada cobró vida.
Extrañaba esa sensación, envainó la espada y la blandió un rato, Eva tomó sus cuchillos y siguió el ejemplo de su hermano, antes de que se dieran cuenta ambos luchaban como si la vida se les fuese en ello, extrañaban hacer eso.
No se detuvieron hasta que no fueron capaces de mover un sólo músculo, sólo entonces pararon, Erik se tiró en el césped y miró las lunas, en poco tiempo su hermana se acostó a su lado y recostó su cabeza en su pecho, y así ambos durmieron un largo rato hasta que la luz del tercer sol los despertó.
—¿Y ahora que haremos?
Erik no contestó enseguida, miró el horizonte un rato antes de volver a posar su mirada sobre ella.
—Quieres ir con ellos ¿verdad?—preguntó Erik mirándola.
Eva vaciló, pero al final asintió.
—Necesito verlos, y ocupo hablar con papá, es algo que necesito si quiero llevar a cabo ese plan.
Erik asintió, hace un tiempo que la chica había compartido su idea con él, y tenía que admitir que a pesar de estar un poco descabellada no era del todo mala y él había aceptado seguirla así que si ella ocupaba hablar con Christian él también iría.
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Jack caminaba por la ciudad de Gantadd sin rumbo fijo, caminó un gran rato pensando en sus hijos, Eddy no quería verlo ni en pintura, Nicolle lo odiaba, Jos había muerto, Eva no confiaba en él y Erik lo detestaba, se sentía un pésimo padre, ahora no sólo había perdido un hijo, había perdido a cinco.
Perdido en sus pensamientos volvió a la casa que les habían brindado por su estadía allí, al entrar sintió una presencia muy conocida, dando gracias a los seis entró a la casa, allí estaba Victoria abrazada a ambos jóvenes, Jack hizo ademán de unírsele pero se detuvo, la última vez que había hablado con los chicos había sido por una carta y las cosas no quedaron muy bien entre ellos, al sentir su presencia ambos chicos se soltaron del agarre de su madre, esta se volvió con una sonrisa, pero al ver la mirada de Jack su sonrisa se esfumó, Erik también lo miró del mismo modo, ambas mujeres sintieron que sobraban en ese lugar y salieron dejando a ambos hombres juntos.
Ambos se miraron un rato hasta que Erik no pudo sostener su mirada y bajó la vista, Jack frunció el ceño levemente.
—¿Era esto lo que querías?—preguntó Erik sin exaltarse.
Jack no dijo nada tan sólo esperó a que él continuara.
—¿Querías que dejáramos de comportarnos como "unos niños egoístas que no piensan en los demás"?— preguntó Erik imitando la voz de su padre.
Jack le dirigió una mirada asesina antes de contestar.
—Con Eddy tengo suficiente, no empieces tú también.
—Pues no parece porque sigues comportándote igual, es como si lo que le sucedió a Jos fuera nada.
Jack se mordió el labio inferior con rudeza y se acercó al chico a paso lento.
—No te atrevas a utilizar a Jos de esa forma— le espetó Jack con una mirada intimidante.
A pesar de no ser capaz de soportar su mirada el chico no bajó la cabeza.
—¡Tú mismo la utilizas de esa forma!
Jack lo hizo silenciar con una bofetada que resonó por toda la casa.
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